El planeta Ukio, donde había evolucionado la especie y cultura ukianas, fue descubierto por la República y entró en la comunidad galáctica en algún momento entre los años 15.000 y 8.000 ABY.
Ukio era un mundo óptimo para el cultivo de alimentos, aprovechando que la estación de cultivo era casi constante. El planeta fue convertido en un centro de producción de alimento. Los granjeros ukianos pasaron décadas trabajando su tierra cultivable y desarrollaron un sistema científico que optimizase sus cosechas, y una legislación para asegurar los procedimientos de rotación de cultivo y barbecho, de modo que no se agotasen los recursos. Al mismo tiempo, los sistemas de campo fueron diseñados y cultivados cuidadosamente para asegurar la máxima producción.
Pronto, Ukio se convirtió en uno de los agrimundos más famosos y eficientes del sector Abrion, que en sí mismo contenía muchos otros agrimundos. Ukio seguía dentro de la galaxia conocida durante la Gran Guerra Sith (4.000-3.996 ABY) y los conflictos derivados (hasta 3.956 ABY), no siendo especialmente afectado por ello.
Durante las Nuevas Guerras Sith (c. 2.000-1.000 ABY), la República Galáctica y la Orden Jedi se enfrentaban a las fuerzas de los sith y sus aliados. En los últimos cuatro años de ese conflicto, Ukio estaba dentro de las fronteras del Espacio Sith, y del Espacio Hutt. Sin embargo, los sith fueron vencidos y aparentemente aniquilados en 1.000 ABY, y sus fronteras se redujeron considerablemente, reteniendo sólo por motivos culturales una zona simbólica que estaba controlada políticamente por la República: 950 años después del fin de la guerra, toda la Ruta Mercante Manda, incluido Ukio, estaban fuera del Espacio Sith.
En el último siglo de la República, los Mundos del Núcleo eran abastecidos de alimento en buena parte específicamente por Ukio. Esta situación era más positiva para el Núcleo que para Ukio, forzado hasta cierto punto a servir a un monopolio de consumo y a ceder a la República el control de su producción. Fue por ello que, en 22 ABY, la situación se caldeó hasta ser crítica:
Por entonces, el carismático Conde Dooku había animado a muchos sistemas planetarios a secesionarse de la corrupta República, atrayéndoles a la supuesta Confederación de Sistemas Independientes donde los impuestos serían mucho menores porque no irían a los bolsillos personales de políticos distantes. La senadora sectorial de Abrion, Esu Rotsino, decidió la secesión del sector, insistiendo en que el Núcleo no estaba beneficiendo al sector y que el nuevo mercado separatista, con mucha menos burocracia, era más agradecido. Menos tajante, el Señor de Ukio Topas dosLa explicaba a la prensa que la mayoría de clientes del sector ya se habían secesionado y que esta medida, que él apoyaba, permitiría a Ukio y a todo el sector Abrion dar mejor servicio a su clientela.
La secesión del sector Abrion fue un duro golpe para la República, pero el Senado de Coruscant, la capital galáctica, no tomó medidas inmediatas para recuperar esos mundos: Dando Abrion por perdido, los políticos pasaron a discutir formas de fomentar la permanencia de otros sectores productores de comida que aún seguían en la República.
Una captura militar de Ukio habría sido complicada: La República sabía que, por entonces, Ukio estaba protegido por los más avanzados y recientes escudos planetarios, impidiendo toda invasión o bombardeo. Sin embargo, la Orden Jedi intervino: El Gran Maestro Yoda presentó una súplica personal a Ukio, y eso aparentemente permitió que el planeta volviese a la República. La Orden Jedi envió a la joven jedi devaroniana Sanya, del Cuerpo Agrícola, a ayudar a los ukianos y supervisar que las cosechas de grano burmillet no tuviesen larvas; Sanya colaboró profesionalmente con varios ukianos, incluido Tonzet, y se ganó su confianza.
La ciudadanía ukiana estaba dividida al respecto de este beneficio: Ciertos ukianos protestaban por la interferencia republicana mientras que otros creían que, mientras la República pagase lo que compraba, nada más era relevante.
Apenas unos meses después, la llamada crisis separatista se calentó y se convirtió en las Guerras Clon: La República utilizaba a su recién descubierto ejército de tropas clónicas contra los droides de combate de los separatistas, a menudo antiguas fuerzas de seguridad de las megacorporaciones que apoyaban a Dooku. La Orden Jedi aceptó a desgana tomar el mando del Gran Ejército de la República.
Entre sus múltiples actividades bélicas, los separatistas planearon la captura del agrimundo Ukio: Sus tropas droide no necesitaban alimento, pero buscaban privar a la República de un recurso valiosa. El plan, de tres fases, sería supervisado por el koorivar Magistrado Passel Argente, de la Alianza Corporativa, y recibió el nombre de Proyecto Instinción.
En la primera fase, un acorazado de la Federación de Comercio se acercaría a ukio, obstruiría las comunicaciones (excepto las de tropas separatistas) y vertería sobre sus escudos fango de los Yermos Morja. Este barro era un compuesto electrostático con propiedades fotorreactivas que se quedaría pegado al escudo, sin dañarlo. Sin embargo, se alinearía con el sol, causando un eclipse forzoso que amenazase las cosechas ukianas. Posiblemente la República tardaría un tiempo en identificar la naturaleza de la amenaza pero, en cuanto lo hiciesen, descubrirían que sólo tenían que bajar los escudos (quedando vulnerables a un ataque en ese momento) para eliminar este problema.
Los militares de la República enviarían naves de guerra a pelear con el acorazado durante el tiempo que el escudo estuviese bajado, para evitar un ataque militar masivo. Por eso, en la Fase 2, el ataque no sería de esa naturaleza, sino un sabotaje sigiloso: Durante la batalla, una nave pequeña con tripulación totalmente droide aterrizaría en Ukio para instalar y activar unas antenas emisoras. El efecto de esta transmisión afectaría a los orgánicos en la superficie: Primero el ganado se descontralaría, provocando estampidas de gigauns; después, los ukianos serían afectados y se pondrían violentos, además de reducirse sus pupilas. Las tropas clon y los jedi en la superficie también sufrirían los efectos, volviéndose unos contra otros. En el proceso, la tripulación droide de la nave podría llegar a los generadores de escudo.
Los separatistas no esperaban que esta conquista funcionase, así que el Proyecto tenía una Fase 3: Las noticias públicas de una batalla en Ukio afectarían a la reputación del planeta. Las acciones de Ukio perderían su valor, y los separatistas estaban preparados para ello. Argente se aseguraría de que otro grupo separatista, el Gremio de Comercio, comprase una participación mayoritaria de Ukio. En cuanto consiguiesen esto, los separatistas poseerían el planeta, sus cosechas y sus escudos. Argente debía reunirse personalmente con Dooku para informarle del resultado de este plan.
La República no se mantenía totalmente en Babia. Inteligencia Clon consiguió pruebas de que los separatistas pretendían hacerse con Ukio, aunque no supiesen cómo. Al no percibir movimiento de flotas, la Orden Jedi razonó que el plan podría incluir simpatizantes o saboteadores en la superficie. En todo caso, y a petición del gobernante Señor de Ukio, la República asignó una flota de fragatas al mando de la General Jedi humana Keelyvine Reus. El equipo incluía al Almirante Dron al mando de las naves, con el Capitán Pharl McQuarrie a sus órdenes; el General jedi nautolano Kit Fisto; el Comandante clónico Ganch al mando de las tropas de tierra, y el recién asignado aprendiz padawan de Reus, el zabrak Tyzen Xebec, entre otros muchos.
Con mentalidad militar, Reus ordenó patrullas orbitales en busca de naves, y un detallado análisis del escudo de superficie en busca de puntos débiles. No sabiendo cómo tratar con el joven Xebec, Reus le asignó a la superficie con la orden de analizar las defensas. Xebec procuró confraternizar con Ganch y con su subordinado, el también clon Sqawk.
El Señor de Ukio en persona recibió a Xebec y gustoso permitió a las tropas de Ganch que analizasen sus escudos. No le hizo tanta gracia que Xebec quisiese hablar con la gente; el gobernante sabía que había elementos conflictivos entre sus trabajadores. Xebec conoció entonces a Sanya, y metió la pata en su primera impresión.
Entonces empezó la Fase Uno: El acorazado separatista, no especialmente armado, se acercó al lado nocturno de Ukio. Reus y Fisto se acercaron al recién llegado en cazas individuales y fueron testigos de cómo la nave enemiga soltaba docenas de Tanques Sísmicos. Éstos, a su vez, vertieron el fango en el escudo mientras su nave nodriza interfería las comunicaciones. Reus y Fisto fueron incapaces de deducir la naturaleza de la sustancia opaca, pero destruyeron los tanques. Sin embargo, esto no impidió que el fango fuese liberado sobre el escudo. Finalmente, comprendiendo que no estaban siendo útiles, regresaron a la nave.
La anomalía, perceptible desde la superficie, causaba impresiones variadas. Sanya dedujo que el propósito era estropear sus cosechas, pero algunos trabajadores ukianos creían que la República estaba invadiendo su mundo. El ganado empezaba a trastornarse. El almirante Dron ordenó a McQuarrie analizar el producto.
Después de una hora problemática sin comunicaciones ni luz solar, McQuarrie descubrió la naturaleza y propiedades del fango, y la General Reus consiguió comunicarse con la superficie para hablar con el Señor de Ukio. El Señor de Ukio insistió, contra el consejo de la República, en bajar el escudo planetario para evitar que sus cosechas se echasen a perder. Reus aceptó preparar un plan: El escudo se bajaría en una superficie mínima durante un tiempo mínimo (exactamente quince minutos) para ese propósito. Mientras tanto, la flota del Almirante Dron combatiría al Acorazado para que no pudiesen intentar nada. Todos los oficiales debían ser advertidos del problema con las comunicaciones, que daba ventaja al enemigo.
Tras diez minutos de viaje rodeando el planeta, la flota de Dron alcanzó al acorazado separatista e inició un ataque en el momento en que el Señor de Ukio bajaba los escudos. Los separatistas soltaron droides buitre para tener ocupados a los cazas republicanos, pero todo ello era una distracción: Servía para ocultar cómo una nave, tripulada por el equipo droide al cargo de la Fase 2, viajaba del carguero a la superficie, aprovechando el fallo de los escudos. El droide al cargo, nombre en clave Doctor, informó al Magistrado Argente (cuya nave estaba en el sistema pero no en el planeta) de que habían aterrizado con éxito y que estaban desplegando las antenas en puntos plurales preestablecidos.
Los primeros afectados, como estaba previsto, fueron los animales salvajes. Las enormes manadas de inofensivos gigauns se desviaron para pisotear sus cosechas, en un movimiento sin precedentes. El Señor de Ukio fue informado y decidió investigar personalmente con escolta clon pero, también afectado por las emisiones, el nervioso político se tomó tiempo para golpear los ordenadores de control con su bastón.

Ukianos afectados por emisión separatista
Mientras, los gigauns iniciaban una estampida que les podía llevar a golpear y destruir un generador de escudo. El capitán clónico Squawk, al cargo de la protección de éste, consideró disparar a las bestias, pero le interrumpió la llegada de Ganch. Los clones empezaron a discutir entre sí y llegaron a las manos. El padawan Xebec también llegó e intentó poner paz, sólo para ser atacado por sus subordinados. Sanya se vio obligada a huir de un clon que le atacaba, y se salvó de pura casualidad cuando la desbandada atropelló a su atacante. Eso dio ocasión a Sanya de ir a ayudar a Xebec, pero ella no recurrió a la violencia: En vez de eso, ayudó a Xebec a recuperar la perspectiva y sobreponerse a las emisiones. Xebec a su vez consiguió controlar a Ganch lo bastante para que éste mismo se auto-aturdiese. Xebec puso a salvo a Ganch antes de continuar su trabajo.
Sucedieron sucesos simultáneamente: Mientras la lanzadera de Dooku entraba en el sistema para reunir a su tripulante con Argente, Xebec tomó la iniciativa de la defensa de superficie: Decidió rastrear y detener la perturbación, con la ayuda de Sanya. Al mismo tiempo, la flota de Dron conseguía destruir el acorazado separatista y Reus decidía ir a buscar a su aprendiz en la superficie, por si necesitaba ayuda defendiendo Ukio.
Xebec y Sanya alcanzaron una zona de emisión alrededor de la nave del Doctor, y atacaron. Sanya descubrió que había al menos otros dos puntos emisores, y dedujaron dónde estaban posiblemente. Xebec envió a Sanya a proteger una estación de escudo mientras él aseguraba un punto de transmisión. Ella requisó motos STAP para que viajasen más rápido.
Sanya fue interceptada por un droide separatista modelo B1. Ella le derrotó, pero se quedó sin su moto. Sanya cumplió su misión, y entonces recibió comunicación de la general Reus. Reus estaba buscando a su padawan y, como éste no respondía a su comunicador, intentaba contactar con Ganch; dio con Sanya de casualidad. Sanya informó del plan de Xebec y bajó los escudos para permitir el paso de Reus.
Mientras, Xebec llegó a su destino y destruyó los transmisores separatistas, pero fue emboscado por droides militares modelos B1 y B2. Xebec prevaleció contra sus oponentes, pero fue herido traicioneramente por el Doctor. Reus llegó entonces a la posición de Xebec y salvó a su pupilo destruyendo al Doctor.
La batalla había terminado con una victoria pírrica de la República: Para entonces, el Gremio de Comercio se había hecho con los derechos del planeta y despidieron al Señor de Ukio. Ajenos a esto, los jedi organizaron la situación, verificando los controles de escudos y haciendo chequeos médicos a los afectados. Cuando se relejaban en un bar, el Señor de Ukio se presentó y les echó del planeta, sin dar muchas explicaciones. Les dijo sin embargo que ya no gobernaba Ukio, pero que abriría los escudos para dejarles salir antes de abandonar su puesto.
Poco después, Argente informó orgulloso a Dooku, que no mostraba especial interés en ello; el Conde no se dignó a analizar los informes que le ofrecía el ayudante de Argente, Denaria Kee. En agradecimiento por las acciones de Sanya en Ukio, la general Reus la llevó de vuelta a Coruscant y presentó un buen informe sobre ella al Consejo. Los veteranos de la batalla de Ukio hablaron de sus experiencias durante los días posteriores.
Durante el resto de las Guerras Clon, Ukio se mantuvo en manos separatistas, pese a que sus alrededores pertenecían a la República. Sólo el cercano planeta Molavar compartía su filiación, con la frontera real en Rishi.
Como es bien sabido, las Guerras Clon terminaron en 19 ABY con la abrumadora victoria de la República. Poco después, el Canciller Supremo Palpatine se autoproclamó Emperador, reconvirtiendo la República en un Imperio Galáctico mucho más militarista y opresivo que su predecesor. Con el paso de los años acabó surgiendo un movimiento antiimperial, la Alianza para la Restauración de la República, que se opuso al Imperio hasta conseguir la muerte del emperador en el año 4 ABY. El Imperio se escindió entonces en incontables facciones que trataban de mantener algo parecido al control; y la Alianza se reconvirtió en la Nueva República, ofreciendo una alternativa democrática a los planetas. En algún punto entre 4 y 9 DBY, Ukio se unió a la República.
Tomémonos un momento para hablar de Samuel Tomas Gillespee, empresario autónomo humano y contrabandista profesional. En algún momento anterior a 9 DBY, Gillespee se retiró de su trabajo, adquirió una buena parcela de tierra en Ukio y se estableció allí. Mantenía a mano su vieja nave, la corbeta CR90 Orgullo de Kern, de la Corporación de Ingeniería Coreliana, por si acaso necesitaba irse.
Corría el año 9 DBY, y Ukio era un mundo próspero. El planeta estaba entre los cinco mayores productores de comida de la Nueav República, con vastas regiones de granjas y dehesas, múltiples centros de procesado, sistemas de distribución de producción y avanzados escudos protectores. Sus 7.500.000.000 de habitantes vivían en paz.
Por entonces surgió un caudillo imperial, un líder militar de pasado desconocido que había regresado de su exilio y estaba unificando activos navales para atacar, con quirúrgica eficiencia, blancos de la República. Esta persona era el chiss llamado Gran Almirante Thrawn, y había puesto sus ojos carmesí en la industria de Ukio. Thrawn quería obtener alimentos para la máquina bélica imperial, sobre todo porque había obtenido un modo secreto de obtener tropas clónicas rápidamente.
El objetivo de Thrawn pasaba por capturar Ukio relativamente intacto, con sus defensas activas en lo posible, así que el imperial urdió un plan. En algún momento de su cacrrera, Thrawn había estudiado el arte ukiano, lo cual le había llevado a deducir que los ukianos tenían miedo a lo imposible. Thrawn no podía obrar un milagro, pero sí simularlo: Él había obtenido tecnología imperial de ocultación de naves, que se creía perdida, y la había atacado con éxito a Sluis Van. Thrawn podía incorporar estos artefactos a su plan.
Thrawn, maestro estratega, consideró que la República podría enviar naves desde la cercana base militar de Ord Pardron, asignada a defender los sectores Abrion y Dufilvian. Como el objetivo real de Thrawn era Ukio, él lanzó varios ataques a otros sistemas a modo de fintas para atraer las naves republicanas: Agentes de Thrawn atacaron Ando, el destructor Némesis inició una batalla en Crondre y el Adjudicador intentó invadir Filve. Esto fue un éxito: Ord Pardron envió sus fuerzas a esos puntos y quedó desprotegido, cayendo víctima de una cuarta flota enemiga capitaneada por el destructor imperial Calavera. La base neorrepublicana sufrió graves daños.
La flota de Thrawn asignada a atacar Ukio incluía la nave insignia de Thrawn, el Quimera, así como dos destructores imperiales incluyendo Halcón de la Tormenta, diez acorazados de la flota Katana, varios cargueros imperiales y diversos cruceros acorazados tripulados por clones y con tecnología de ocultación. Pieza esencial del plan imperial era el jedi loco Joruus C'baoth, reticente asociado de Thrawn que lo que buscaba realmente era aprendices fuertes en la Fuerza.
El plan era esencialmente éste: Los cruceros ocultos, invisibles a la vista y a sensores, debían cruzar el escudo mezclándose con el tráfico civil. Después la flota de guerra tomaría posiciones, amenazaría y dispararía contra los escudos, de forma inofensiva. Sincronizándose con este disparo, las tripulaciones de los cruceros ocultos debían abrir fuego contra la superficie. La tarea exigía precisión sobrehumana, así que debía ser coordinada telepáticamente por C'baoth usando el poder de la Fuerza. Thrawn debía mantener las negociaciones para favorecer su imagen de übermensch.
Una vez la flota de Thrawn llegó al sistema Ukio, las naves adoptaron posiciones preestablecidas: El Quimera se mantuvo en órbita alta sobre el ecuador, con los Katana en lugares defensivos y el Halcón de la Tormenta en el lado nocturno del planeta. Los cruceros ocultos entraron en la atmósfera de Ukio aprovechando que los escudos estaban bajados para permitir el tráfico civil.
Thrawn contactó entonces con el Señor Supremo de Ukio, reclamó control imperial sobre el planeta y exigió educadamente la rendición civil. No hubo respuesta, aunque los puestos de responsabilidad de Ukio fueron informados. Thrawn amenazó con iniciar fuego, lo cual tampoco provocó respuesta; sin embargo, los defensores de Ukio sintieron un pánico que resulta evidente por sus mensajes.
Thrawn ordenó entonces disparar sus baterías turboláser. Según lo previsto, las ráfagas de Thrawn golpearon inofensivamente el escudo pero, con perfecta sincronización, dos cruceros ocultos bajo el escudo abrieron fuego y destruyeron dos de las principales bases de defensa aérea con su propio fuego turboláser. Los ukianos creyeron que el Imperio tenía turbolasers capaces de atravesar sus escudos planetarios impenetrables, y quedaron atónitos. Gillespee también fue testigo del espectacular bombardeo, que él vio a través de sus macrobinoculares.
Thrawn hizo un segundo ataque, para que los ukianos viesen que no había sido mera casualidad. Preparó entonces un tercer impacto, apuntando a dos generadores de escudos; Thrawn habría preferido no dañarlos, pero estaba dispuesto a hacerlo. Justo entonces, fue interrumpido por una llamada: Los aterrorizados ukianos estaban dispuestos a rendirse. El Señor Supremo Gol dosLa temía el poder destructivo de su nueva arma e hizo que su representante Tol dosLla contactase con Thrawn para impedir que su mundo resultase aún más dañado.
Thrawn presentó a dosLla términos no negociables, pero razonables: Si Ukio le entregaba sus activos militares y aceptaba entregar el excedente de comida, los ukianos podrían retener sus sistemas políticos y sociales. Thrawn aceptó no reclutar a los jóvenes del planeta. El representante ukiano, viéndose sin opciones, aceptó bajar los escudos para una negociación con un representante de Thrawn para discutir las garantías imperiales, y Thrawn envió al General Freja Covell con sus tropas. El capitán del Quimera, Gilad Pellaeon, debía supervisar los arreglos de defensa.

Thrawn conquista Ukio
Las primeras naves salieron del Quimera con Covell y al menos tres compañías de clones, escoltadas por cazas TIE del Quimera y del Halcón. Las naves ocultas se apartaron a los polos planetarios para no afectar a la ruta de sus colegas.
Pellaeon consideraba que esta captura había sido óptima: Thrawn había permitido a Ukio rendirse dignamente y mantener a sus líderes, lo cual ralentizaría el auge de cualquier tipo de resistencia anti-imperial, hasta que fuese demasiado tarde.
La cosas se complicaron inmediatamente después: Antes de afianzar la posición en Ukio, C'baoth recibió informes del ataque a Filve. Los agentes de Thrawn habían detectado a la jedi menor Leia Organa Solo en ese mundo. Sin permiso de Thrawn, C'baoth partió inmediatamente hacia Filve con fuerzas imperiales en un intento de capturar a Organa Solo, que fracasó y llevó a una lucha entre C'baoth y Thrawn.
Dicho esto, no todo se cumplió exactamente. El Imperio tomó control de todas las regiones de granja y pastereo y de todos los centros de proceso y distribución de comida de Ukio, mostrando poco respeto por la propiedad privada. Las tierras individuales fueron expropiadas, nacionalizadas y convertidas en centros de cultivo.
Gillespee se sentía horrorizado por la ocupación, especialmente porque él había perdido sus propiedades. También pudo ver muy de cerca clones bajo control imperial, cuando Gillespee encontraba moralmente discutible el uso de clones… especialmente porque Thrawn los estaba usando para perseguir a Gillespee personalmente. El contrabandista humano consiguió escapar del planeta gracias a sus dos asociados, la humana Shirlee Faughn y el piloto bith Rappapor. Ellos lograron sacarle del planeta, con las tropas de asalto y las naves Katana pisándoles los talones. El Imperio emitió una orden de busca y captura contra Gillespee. Éste estaba buscando algún patrocinador que contratase a su equipo de contrabandistas, y seguía sorprendido de lo rápido que el Imperio había logrado conquistar Ukio.
La captura de Ukio tuvo graves repercusiones en el sector. Surgieron rumores de una nueva super-arma imperial, habladurías que Thrawn usaba en su beneficio (aunque, por supuesto, Thrawn se guardaba de reutilizar sus cañones imparables). En cinco días, cuatro sectores abandonaron la República posiblemente para unirse al Imperio, y otros trece sectores amenazaban con la secesión. Sin embargo, y según informaba la agente neorrepublicana Winter, Ukio era la mayor pérdida individual para la Nueva República.
C'baoth intentó convencer a Thrawn para que conquistase Coruscant con el mismo truco usado en Ukio, pero Thrawn preveía que los líderes galácticos no se rendirían con tanta facilidad como los granjeros ukianos. En vez de eso, Thrawn planeaba tomar Woostri: Los nativos woostoides temían lo imposible, como los ukianos, y además exageraban las amenazas. Aceptó sin embargo enviar un equipo a secuestrar a Organa Solo en Coruscant, y también incluir el uso de aparatos de ocultación en el eventual ataque a la capital, pero de un modo distinto.
Tras el ataque de Thrawn a Woostri, la plana mayor neorrepublicana se reunió para analizar los datos disponibles. Esto incluía a Mon Mothma, Jefa de Estado de la Nueva República; Leia Organa Solo, Ministra de Estado de la Nueva República; el mon calamariano Almirante Gial Ackbar, Comandante Supremo de la Fuerza de Defensa de la Nueva República; y el bothan Borsk Fey'lya, Senador del Sector Bothan. Todos ellos miembros del Consejo Provisional de la Nueva República, concluyeron que Thrawn no poseía realmente un arma así, porque en ese caso la estaría usando en cada ataque; pero Thrawn no la había usado por ejemplo en Filvia. Organa Solo razonó que Thrawn habría previsto la rendición cultural de ciertas especies. Ackbar y Mothma comprendieron que debían analizar los ataques y obtener información fiable grabada durante la batalla.
Gillespee mientras viajó a Chazwa, en un intento de reunirse con el contrabandista brubb Brasck, también descontento con el Imperio. Allí topó, sin embargo, con el traficante de información Talon Karrde. Éste propuso a Gillespee que vendiese los datos de sus macrobinoculares a los tácticos de la República, y también formar una alianza de contrbaandistas. A tal fin concertaron una reunión en el sistema Trogan.
Durante las reuniones de contrabandistas, Gillespee descubrió que compartía opinión con Karrde y que se oponía a su rival político, el colaboracionista Niles Ferrier. Eventualmente Gillespee decidió acompañar a Karrde en una misión pro-Nueva República en Bilbringi; Gillespee esperaba vengarse de los clones imperiales que le habían desahuciado y también ganarse las simpatías de la República, esperando que ésta recapturase Ukio y le devolviese sus tierras.
Finalmente, la República accedió a los registros de los macrobinoculares de Gillespee y comprendió cuál había sido el truco de Thrawn. Gracias a esta revelación y a una serie de eventos no relacionados, la República consiguió vencer a las fuerzas de imperial. Thrawn murió en una batalla naval, su imperio empezó a deshacerse, y Ukio volvió a manos de la Nueva República (aunque no está confirmado que Gillespee recuperase su parcela).
Durante los siguientes quince años, Ukio se mantuvo en la República sin especial problema. Para el año 25 DBY, cuando la especie extragaláctica yuuzhan vong inició su invasión a la galaxia, Ukio tenía entre 1.000.000.000 y 10.000.000.000 habitantes.
El enfrentamiento contra los vong duró cuatro años y muchos planetas fueron arrasados; la misma República se desintegró y se reconvirtió en la Alianza Galáctica. Aparentemente, Ukio no sufrió especial daño en esa guerra. Tampoco pareció verse muy afectado por la Nueva Guerra Civil Galáctica de los años 40 y 41 DBY.
Sin embargo, en 137 DBY, casi toda la galaxia, incluido Ukio, estaban dentro del Imperio Sith de Darth Krayt. Krayt acabó muriendo violentamente, aunque aún no sabemos cuál fue el efecto de esto a nivel galáctico.
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