El Imperio ya había controlado Alzoc III cuando el talz conocido
como Muftak fue concebido. El pequeño talz se estaba desarrollando
en su saco larval, pero accidentalmente el saco larval fue introducido
en un carguero imperial y sacado del planeta. Es probable que los imperiales
se diesen cuenta de que llevaban un paquete indeseado y decidiesen tirarlo
en el primer planeta que encontrasen. De un modo u otro, el saco larval
acabó en el supuesto lugar más alejado del centro de la galaxia,
pero en el que parece que acaba todo el mundo: Tatooine.
El recién nacido talz abandonó su saco larval en el planeta
desierto donde la gente sabe que es mejor no inmiscuirse en los asuntos
de los demás, y para ser más exacto en el Muelle de Embarque
12 de Mos Eisley. Nadie se fijó en el recién llegado alienígena
de dos metros, y nadie le dio la educación que el bebé necesitaba.
No está claro cómo consiguió el nombre de Muftak;
puede que se lo pusiese él mismo, o tal vez otro le llamó
así. De un modo u otro, Muftak no sabía qué era y,
atormentado por la duda hamletiana, vagó por Mos Eisley. Escuchando
con atención las conversaciones de la gente que encontraba (gente
de aspecto radicalmente distinto al suyo), Muftak aprendió Básico.
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Un día, Muftak encontró a Kabe,
una pequeña niña chadra-fan perdida y a
punto de morir de hambre y sed. El inmenso talz se apiadó de ella y la
adoptó. Se les veía habitualmente en la cantina de
Chalmun, donde Muftak bebía cerveza
polaris tibia. Kabe sentía predilección por el jugo de juri, pero
Wuher, el camarero, no daba crédito a la niña (e incluso llegaba
a llamarla ranat), así que ella solía ir a pedirle a Muftak que
se lo consiguiese. Muftak no era partidario de que Kabe bebiese mucho jugo de
juri porque la pequeña caía redonda después de dos vasos
y Muftak tenía que cargar con ella hasta su modesto domicilio.
El susodicho domicilio era poco más que un habitáculo
en una red de túneles debajo del muelle de embarque 83. Poco era
lo que tenían allí: Un nido para que durmiese la chadra-fan,
una percha para que durmiese Muftak, y un pequeño baúl con
sus escasas posesiones. Lo más valioso era el hecho de tener un
lugar donde cobijarse durante las noches. Compartieron esta residencia
durante cinco años.
Durante ese tiempo, Muftak y Kabe trabajaron juntos como ladrones y
timadores de poca monta. Kabe era el cerebro de sus operaciones, que solían
implicar que la pequeña robase las carteras de pilotos borrachos
en la cantina (entre los cuales llegó a contarse en una ocasión
Ponda Baba), o que ella se disfrazase de
jawa para cobrar unos hipotéticos impuestos
extraoficiales de los saqueadores del desierto. En caso de que tuviesen que
escapar, Muftak protegía a Kabe ocultándola detrás de su
masivo cuerpo.
Mientras tanto, Muftak confraternizó con Momaw Nadon, un
ithoriano exiliado. Muftak le preguntó a Nadon
un día si conocía la especie a la que él pertenecía,
pero desgraciadamente el ithoriano no conocía a los talz.
Cuando el Imperio empezó a buscar activamente los planos robados
de la Estrella de la Muerte, el rastro les llevó hasta Mos Eisley,
y la ciudad acabó llena de soldados de asalto. Inicialmente, Muftak
y Kabe creían que iban a por ellos. Una pequeña entrevista
de Muftak con el soldado Davin Felth y el teniente Alima les hizo comprender
que no, que buscaban un par de desgraciados droides. Fue en esa misma entrevista
que Felth reconoció la especie de Muftak y, al llamarle "talz",
le dio la información que él había estado buscando
durante años. Muftak reconoció la palabra como una de las
que había en el interior de su mente desde su nacimiento. "Talz
significa yo", pensaba el gigante lanudo. "¡Yo soy un talz!".
Muftak conversó con su amigo Momaw Nadon y éste le pidió
que le vendiese al teniente Alima una información falsa que implicase
al ithoriano, como cebo de una trampa para el imperial. Muftak lo hizo,
y el imperial pagó con quinientos créditos que resultaron
ser falsos. Muftak le comentó sus dudas a Nadon: Pronto averiguaría
el nombre de su planeta, pero no podía pagar un viaje interestelar
y, aunque pudiese, no podía dejar atrás a Kabe. Pero la pequeña
era una egoísta y tampoco podía llevarse a alguien tan egoísta.
Nadon no supo darle una solución.
Muftak conversó con Wuher, el camarero, cuando éste se
negó a servir a Kabe. "Después de todo", pensaba el talz,
"esto es algo así como una celebración". De hecho, Muftak
se sintió tan animado que no sólo estuvo a punto de perderse
el enfrentamiento entre Obi-Wan Kenobi y dos matones locales, sino que
después decidió ayudar a Kabe en su proyecto más ambicioso:
Robar el almacén de Jabba en Mos Eisley.
La situación se había complicado mucho para dos ladrones
de poca monta como ellos. En particular, Jabba se había hecho con
todo lo que no era oficialmente propiedad imperial, pero la ciudad estaba
sumida en el caos y el hutt estaba en su palacio en el Mar de Dunas. Muftak
no creía que intentar algo tan arriesgado fuese inteligente, pero
Kabe estaba familiarizada con las medidas de seguridad externas al almacén,
y logró saltárselas todas con la ayuda de su sorprendentemente
ágil amigo.
Muftak y Kabe encontraron un droide de protocolo plateado, K8-LR, que
pertenecía a Jabba, y Muftak intentó burlarle alegando que
Jabba les había ordenado llevar algunos de sus tesoros a su palacio.
Kaocho respondió en la lengua de los talz, y Muftak le presionó
para extraerle información sobre su especie.
De todos modos, Kaocho pretendía confirmar la historia con Bib Fortuna, pero Kabe tomó el mando y apresó al droide al tiempo
que ordenaba a Muftak quitarle el restrictor. El droide se sintió
agradecido, pues ya no tenía que trabajar para alguien tan soez
como Jabba o sus sicarios. Muftak le pidió que, si se sentía
agradecido, les dijese dónde guarda Jabba sus más valiosos
tesoros.
Kabe encontró una sala de torturas donde un pobre desgraciado
estaba siendo martirizado con un disruptor nervioso. Kabe quería
robar el disruptor, y se mantuvo firme pese a que Muftak le rogó
que no se mezclase en algo tan sucio.
Cuando la chadra-fan apagó el disruptor, la víctima descubrió
que los ladrones estaban interesados en dinero y les ofreció treinta
mil créditos a cambio de que le entregasen un almacén de datos
a un contacto mon calamari para que, a su vez, se
lo diese a un tal general Dodonna. El susodicho almacén de datos estaba
oculto en uno de los dientes del humano torturado. Kaocho reveló a los
ladrones que el humano, Barid Mesoriaam, era miembro de la Alianza Rebelde,
y que Jabba le estaba torturando para obtener información. Mesoriaam
comprendió que los ladrones podrían vender el almacén
de datos a los imperiales, pero les recordó lo mal que ha tratado
siempre el Imperio a los alienígenas.
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