Meeko Ghintee era un audaz criminal muttanni que supo alcanzar, a lo largo de su carrera, no pocos logros de prestigio. Fugitivo nato de las autoridades, logró levantarse casi cada vez que era derribado. El precio por su cabeza fue cobrado por uno de los más importantes cazarrecompensas de la historia… ¡dos veces!
Ghintee nació en el planeta Kalidorn, en los límites entre el Borde Exterior y el Espacio Salvaje, y casi desde ese momento fue un criminal. Tuvo la fortuna de tener un físico imponente que le facilitaba su trabajo: Era robusto, aunque más voluminoso en la zona baja; con zarpas visibles en sus manos y pies de cuatro dedos. Su piel de color gris verdoso, orejas picudas, ojos amarillos brillantes y sobre todo dientes afilados prominentes, contribuían aún más a la imagen que él daba. Un matón natural, cruel y desconfiado, Ghintee tenía la suerte de ser además astuto, inteligente y manipulador, lo cual le hacía mucho más peligroso que la mayoría de otros bravucones y pendencieros.

Meeko Ghintee.
Muchos fueron los crímenes que cometió Ghintee, empezando por hurto menor en las calles y ascendiendo hasta asesinato. Una de las especialidades de Ghintee eran los combates de bestias, con los que obtenía un pingüe capital. Ghintee a menudo amañaba las luchas utilizando aparatos remotos para controlar a las bestias desde las gradas o las vigas del estadio. A menudo Ghintee fue encarcelado por estos delitos, pero volvía a las andadas en cuanto tenía ocasión: Para él, el beneficio compensaba el riesgo.
Por muy grotescos que fuesen los delitos de Ghintee, no resultaron particularmente infames, lo cual en realidad le venía bien. Pero eso no significa que no atrajese atención no deseada: La Autoridad Correccional de la República, que rastreaba y encerraba a criminales peligrosos activos en mundos republicanos, puso una recompensa por la cabeza de Meeko por los cargos de asalto, homicidio y latrocinio. La ACR llegó a catalogarlo como "criminal de alta prioridad".
En 32 abY, Ghintee fue finalmente capturado y condenado a cadena perpetua en la prisión de máxima seguridad de Oovo IV, en el sector Tharin. Múltiples eran las medidas para mantener allí a los cautivos: Un masivo escudo de energía mantenía la presión para protegerse de bombardeos de asteroide y, sobre todo, de la ausencia de atmósfera. En los niveles más altos y cercanos a la superficie, abundaban los soldados armados con blásters y las torretas láser. Los niveles subterráneos, más profundos, tenían patrullas de guardias de élite tan entrenados que sólo necesitaban sus puños. Los prisioneros pasaban su tiempo aislados o en minas, sin más entretenimiento que una carrera de vainas ocasional.
Mas esto no era suficiente para retener a Meeko Ghintee: El astuto muttanni escapó de Oovo IV, no sin brusquedad, y llegó a los asteroides de los Sarguezos, también en Tharin. Allí emboscó una nave para capturarla, y no una nave cualquiera: Un caza estelar pesado modelo Tri-Mark VIII Interceptor de Ingeniería Elisnore-Córdova, propiedad de la Fuerza de Seguridad de la República. Ghintee embistió la nave hasta que pudo romper el casco y destruir los sistemas de soporte vital, lo cual acabó con la vida de todos los tripulantes. El muttanni se quedó entonces la nave y la reparó y reaparejó, añadiéndole armamento. Su nuevo vehículo incluía ahora seis torretas de cañón láser y un lanzador de misiles de impacto. Ghintee bautizó jocosamente su nave Tiro Largo, en honor a sus posibilidades de fuga exitosa.

El Tiro Largo:
Evidentemente, la Autoridad Correccional se tomó a mal la fuga y puso una recompensa de cinco mil créditos por la captura de Ghintee. Unos quejicas, estos de la Autoridad Correccional. Como si Oovo fuese la única prisión de alta seguridad de la que Ghintee se hubiese fugado violentamente.
Ghintee se dio cuenta de que tenía una hoja de antecedentes penales tan copiosa como colorida, que ya incluía hurto mayor. A lo largo de su vida se había movido frecuentemente de un mundo a otro para eludir a agentes de la ley, pero decidió que había llegado el momento de echar raíces. Escogió hacerlo en Estación de Tránsito Exterior, una estación espacial de comercio construida sobre un planetoide yermo en el sector Baxel del Borde Exterior. En ese momento servía como punto de parada y reabastecimiento de naves, y era propiedad de la toydariana Rozatta. Rozatta acostumbraba a organizar eventos populares en su estadio central para entretener a sus invitados, y algunos de los espectáculos más populares eran salvajes peleas de bestias salvajes.
Ghintee vio varias oportunidades de negocio en la sórdida estación, y una muy interesante eran las peleas de bestias. El muttanni manipulaba los resultados a base de amenazas, drogas y sobornos, y también utilizaba aparatos remotos para controlar directamente a las bestias en la pista: Un artilugio en el cráneo del animal reaccionaba a un control en la mano de Ghintee para que, cuando Ghintee lo encontrase adecuado, la criatura sufriese dolores paralizantes o se enfureciese para atacar.
Ghintee trabajaba con exconvictos, luchadores y criadores de la fiera tradicional de lugar: El borhek. Los borheks eran insectoides de dos metros de alto, muy robustos gracias a un exoesqueleto que deflectaba incluso disparos de bláster, y a la vez lo bastante flexibles para hacerse una bola y rodar ante una amenaza. En general, los temperamentales borheks preferían atacar con el cuerno de su cabeza, sus mandíbulas o las púas de su caparazón. Criados casi exclusivamente para esta clase de peleas y a menudo modificados genéticamente, los borheks podían ser fácilmente incitados a una conducta violenta. El uso de estimulantes de dolor tenía este efecto, pero era ilegal.

Un borhek.
Muchas organizaciones criminales de envergadura utilizaban Estación de Tránsito Exterior en sus actividades, incluyendo los hutts, Sol Negro y el temible culto Bando Gora. Ghintee no se asoció con ninguna de ellas, pero se alejó de su camino para poder establecer su pequeño imperio militar. Esta demostración de astucia le permitió asentarse allí, y le llevó también a su perdición porque había un competidor a quien Ghintee no había considerado: Rozatta, la dueña de la estación.
Ghintee se volvió descuidado y arrogante, al punto en que algunos clientes de la estación se quejaron a Rozatta. Peor todavía: Ghintee tenía una recompensa considerable por su cabeza que empezaba a atraer atención indeseada, venida de ambos lados de la ley; y casi cada día había nuevos cadáveres en la estación.
Ghintee se había asociado también con otros criminales, por quienes Rozatta había puesto recompensas. Entre estos cómplices estaban varios piratas aqualish locales de etnia ualaq, por ejemplo tres canallas que pirateaban envíos de células de combustible: Tuba Ancho, Bado Karpa y Sobo Leeda; y también Eno Arba, buscado por haber atracado a invitados de la estación (3.000 vivo ó 1.500 muerto, por cada uno. Otro asociado de Ghintee era el klatooniano Magro Slim, también relacionado con Arba. Rozatta buscaba a Slim por el cargo de profanar varios retretes del nivel inferior de la estación, y ofrecía 1.500 créditos por su cabeza, vivo; o la mitad si llegaba muerto. Ghintee tenía muchos otros secuaces, incluyendo varios grans y rodianos, pero los nombres de éstos no han trascendido.

Imágenes policiales en fichas de recompensa, de izquierda a derecha: Eno Arba, Tuba Ancho,
Bado Karpa, Sobo Leeda (Cómo se parecen, ¿verdad?), Magro Slim y Meeko Ghintee.
Finalmente exasperada por la arrogancia de Meeko, Rozatta decidió contratar ayuda experta: El cazarrecompensas mandaloriano Jango Fett, con quien ella había colaborado en el pasado. Rozatta ofreció subir la recompensa por Ghintee añadiendo su propio dinero, a cambio de que Fett se ocupase inmediatamente de ese trabajo.
Ajeno a la amenaza sobre su autonomía, Ghintee dedicaba su tiempo a desvirtuar una pelea de borheks, entre el campeón de caparazón amarillo y un aspirante coloreado en carmesí. Este último tenía un inductor de dolor injertado que Ghintee operaba desde una corta distancia con uno de sus aparatos. El muttanni observaba en secreto la pelea no desde las gradas, sino escondido entre las vigas del estadio y escoltado por un gran y un rodiano. Gracias a la manipulación ilegal de Ghintee, el borhek rojo resultaba especialmente efectivo en el duelo, ganándose las alabanzas del comentarista. Finalmente, después de una sucesión rápida de golpes, el candidato de Ghintee derrotó a su rival. Satisfecho con su victoria, Ghintee, se permitió alzar los brazos.

Sobre una viga, Ghintee dirige a su borhek, ignorando la que se le viene encima.
Simultáneamente a esto, Jango Fett se había acercado a Ghintee sin ser visto y le apuntaba con su lanzador de dardos. Antes de que Ghintee terminase su gesto celebratorio, Fett abatió a los dos sicarios. Ghintee se giró, vio al aterrador agente acorazado y se amedrentó. Por sus gestos nerviosos, el control remoto estuvo a punto de caer de sus manos y, cuando Ghintee intentó cogerlo, perdió el equilibrio y cayó en la pista del estadio, seguido de cerca por el mandaloriano, que usaba un retropropulsor. El comentarista de la pelea rápidamente identificó el controlador ilegal y acusó a Ghintee ante todo el público. La amenaza de Fett era más inmediata: Daba a Ghintee la opción de rendirse y ser capturado vivo; o de presentar resistencia y ser entregado muerto.
Ghintee, sin embargo, aún tenía un as en la manga: Recobró la compostura y el controlador a la vez, y lo usó para que el borhek atacase a Fett por la espalda. Con este ataque, Fett perdió su retropropulsor JT-12 que le permitía volar (y que acabó en manos de un buhonero local). Fett tendría que pelear con el temible borhek. Ghintee aprovechó el momento para huir a la calle, dando saltitos y riendo como un demente.

El borhek de Ghintee contra Jango Fett.
Ghintee estaba convencido de que su bestia acabaría con Fett. Se retiró a una vieja estación médica, uno de sus escondites francos en el sector de comercio de la estación. Allí se reunió con al menos siete de sus sicarios de especies variadas para jactarse ante ellos de cómo se había ocupado de tan terrible enemigo. Nunca se molestó en asegurarse de que el destino de Fett fuese el deseado.
No lo fue. Fett prevaleció contra el borhek, tirando a la criatura contra una pared electrificada para matarle. Después, escapó del estadio a través de las tuberías de ventilación, cortando las rejas protectoras. El mandaloriano pronto estaba de nuevo sobre la pista de Ghintee, con la inestimable ayuda de Rozatta por comunicador. En la zona de comercio, Fett encontró a un gran desprevenido y le interrogó para encontrar la guarida de Ghintee. El gran se ofreció a guiar allí a Fett a cambio de parte de la recompensa; Fett le coaccionó para que lo hiciese sólo a cambio de que Fett no le ejecutase en ese momento. El gran aceptó, pero sólo si Fett le seguía a una distancia prudencial: Si Ghintee les veía llegar juntos, comprendería la amenaza y estaría preparado para matarles.

Este gran guió a Fett hasta la guarida de Ghintee.
Fett irrumpió en la improvisada fiesta de Ghintee. Una vez más, el jefe criminal recuperó la iniciativa: Ordenó a sus tropas atacar a Fett, ofreciendo triple paga a quien le venciese, y mientras tanto, Ghintee huyó a las calles. Evidentemente, ese grupo pequeño era insuficiente para parar a Fett, pero las calles estaban plagadas de otros criminales que, si bien no estaban relacionados con Ghintee que se sepa, tenían sus propios altercados con la ley y se enfrentaban a Fett para impedir que fuese a por ellos.
Todo eso era sólo un obstáculo y no una solución al problema. Ghintee lo sabía, y no corría a ciegas. Él intentaba llegar al muelle para abordar el Tiro Largo y huir de la estación. Ese camino iba a ser largo, y seguramente el bien entrenado e implacable Fett sería más veloz que el robusto Ghintee a pie. Por eso Ghintee buscó un vehículo que robar.

Ghintee, implacablemente perseguido.
Ghintee se fijó en un speeder aéreo SB3 que estaba siendo objeto de una transacción: Un vendedor humano estaba regateando con un posible comprador ishi tib. Mientras Ghintee se montaba, el cliente aceptó un precio de 350 créditos. Entonces el ladrón despegó, intentando atropellar a Fett. El comprador decidió que la transacción había terminado y el problema era del ishi tib. Fett se fijó en que su jetpack estaba en el catálogo del tratante y lo requisó con amenazas y un bláster para poder perseguir a Ghintee.

Ghintee roba un speeder en plena transacción.
Ghintee sin embargo tomó un camino difícil de seguir con retropropulsor. Fett se vio obligado a tomar un camino alternativo a través de las apestosas cloacas. Allí topó con uno de los asociados de Ghintee, Magro Slim, a quien pudo arrestar por la recompensa. Al volver a la superficie, pudo retomar la caza del speeder.
Viéndose incapaz de superar a Fett con el speeder, Ghintee chocó el vehículo cerca de los muelles de carga, posiblemente de forma deliberada. Cerca del muelle del Tiro Largo esperaba varios guardias de Ghintee, entre ellos Eno Arba y Sobo Leeda. Ghintee esperaba que su gente retrasase a Fett lo bastante para que él pudiese huir en la nave. Consiguió que le retuviesen lo suficiente al menos para que él pudiese subir a un ascensor y entrar en el muelle con algo de tiempo. Ghintee se mofó abiertamente de Fett, viendo claramente que podría alcanzar su nave mientras el cazarrecompensas se veía forzado a seguir la ruta del cargamento, más lenta.
Ghintee subió al Tiro Largo y se preparó para despegar, dejando a los pies de la nave a adeptos de confianza como Tuba Ancho y Bado Karpa por si acaso Fett le alcanzaba. Fett irrumpió cuando la nave estaba separándose del suelo. Ghintee podría haberse elevado en ese momento, pero se sentía protegido dentro del casco de su vehículo y decidió usar el armamento naval para aniquilar a Fett de una vez por todas. Ése fue su error: Los disparos de Fett inutilizaban las torretas, obligando a Ghintee a virar con toda la nave para apuntarle con el lanzamisiles de panza. Fett destruyó las armas una por una, al mismo tiempo que inutilizaba a los matones de superficie. Finalmente, los daños causados por Fett y las explosiones del lanzamisiles fueron excesivos para el Tiro Largo: El navío se derrumbó, convirtiéndose en un pecio.

Jango Fett contra Meeko Ghintee. Ghintee elige una nave como arma.
Ghintee sobrevivió con apenas algunas magulladuras. Emergió encorvado y cabizbajo, frotándose la calva dolorida con la mano derecha. Entonces oyó a Fett manipulando sus pistolas. Le miró, abrió asustado la boca, y pronto estuvo maniatado, sentado en el suelo y con Fett apuntándole a la cara.
Ghintee suplicó a Fett que le dejase vivir; y Fett aceptó, porque la recompensa era mayor si lo hacía. Ghintee entonces cambió su actitud y amenazó a Fett, jurando vengarse. Rozatta entonces se comunicó con Fett y, entre agradecimientos, le prometió asegurar que Ghintee recibiría otra cadena perpetua en Oovo IV. La carrera de Ghintee había terminado… pero su historia aún tenía un epílogo pendiente.
Mientras tanto, sin embargo, Rozatta pagó a Fett la recompensa por Ghintee en chips cuadrados. El precio incluía el dinero ofrecido por la Autoridad Correccional, más el extra de Rozatta, menos la tasa de Rozatta por encontrar blancos. Ella estaba tan contenta de librarse de Ghintee que, generosamente, se negó a cobrar a Fett los gastos por daños a su estación. Rozatta organizó una reunión con Fett para darle no sólo el pago y su gratitud personal, sino también un mensaje a su nombre, la siguiente recompensa que Fett perseguiría: Un hombre llamado Tyrannus ofrecía cinco millones de créditos por la cabeza de Komari Vosa, líder del peligroso culto criminal Bando Gora.
Pero no nos desviemos. Ghintee volvió a Oovo IV y fue encerrado en la cárcel Callejón de Desolación, condenado a una segunda cadena perpetua, ataviado con un mono naranja (y una camiseta interior blanca con mangas largas). Eso no le libró de todos sus enemigos: Una nueva recompensa por la cabeza de Ghintee fue puesta oficialmente. El enfurecido dueño de un preciado borhek robado por Ghintee (o al menos ésa era su versión) ofrecía diez mil créditos a quien matase a Ghintee. Mas el encierro protegía a Ghintee: Los guardias eran demasiado profesionales para buscar esa clase de recompensas, y los presos no se sentían tentados porque no podrían cobrarla.
Ghintee de todos modos no se sentía especialmente cómodo en la cárcel y decidió preparar una fuga. Se presentó voluntario para un trabajo de minería en uno de los niveles inferiores. Así tendría acceso a un vehículo minero operado sólo por presos. Pronto, Ghintee y sus otros colegas (un gran y dos weequays) se habían asociado para intentar escapar de la prisión en su nuevo transporte. Asesinar a los guardias cercanos no presentaba ningún dilema ético para estos canallas; y de hecho tuvieron una ocasión óptima para iniciar su plan durante una repentino revuelta en la prisión provocado por la cazarrecompensas clawdita Zam Wessel, que se había infiltrado en la cárcel por sus propios motivos.

Ghintee ya había comprobado que no es fácil escapar de Jango Fett.
Lo he dicho como si no hubiese sido importante para Ghintee. En realidad sí lo fue. Wessel pretendía raptar a otro prisionero, el mordageen Bendix Fust, para cobrar una recompensa de cincuenta mil créditos por él, y organizó el levantamiento para distraer la atención. Jango Fett también pretendía secuestrar a Fust, como parte de su compleja estrategia para encontrar a Vosa. Tras varios altercados, ambos mercenarios acordaron salir del planeta juntos, arrastrando a su cautivo. En el proceso, descendieron a las profundas grutas… y allí encontraron al grupo de Ghintee.
Los malhechores abrieron fuego contra los intrusos. Ghintee se asustó al ver a Fett e intentó dispararle con un cañón bláster giratorio. Fett sin embargo fue demasiado hábil y le mató. Tras salir de Oovo, Fett cobró la recompensa por Ghintee y, más tarde, continuó su misión para Tyrannus… pero ésa es otra historia.
|