EL ABÓMINOR

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El Abóminor


 
"¡Abrid paso a vuestro nuevo amo! ¡El amo de Biitu! ¡El Gran Heep!"
"¿El Gran qué?" (Droide heraldo y C-3PO)

Cybot Galáctica describía un droide como un constructo mecánico y/o electrónico, diseñado y puesto en servicio para ayudar a formas de vida orgánica. Normalmente la definición se expandía exigiendo capacidades de locomoción y autoconsciencia. En general los droides eran producidos por grandes empresas como Cybot Galáctica, rara vez por individuos o por especies alienígenas como tales, principalmente por carecer éstas de canales de venta apropiados. Algunas excepciones son los droides arqueólogos, comadronas y mineros de los polis massanos, la Corporación Roche de los verpine y algunas creaciones únicas de los jawa que estaban a la venta y quizá no deberían estarlo.

También había casos de sociedades formadas por droides y dirigidas por droides, que llegaban a ser especies alienígenas por derecho propio. Entre éstas, escasas en número, se encontraba la especie que hoy nos ocupa: La raza cibernética de droides orgánicos llamada el Abóminor.



El Gran Heep era un abóminor.

El Abóminor era una civilización de avanzados droides autoconstruidos desarrollada en otra galaxia. Aparentemente, cuando su comunidad necesitaba un nuevo individuo con un fin concreto, lo construían y le dotaban de mente.

Muchos abóminor se sentían insatisfechos con su configuración de fábrica y se injertaban prótesis y periféricos, a menudo de forma experimental. No faltaban los audaces que fusionaban su maquinaria a sistemas biológicos. En algunos casos, sus accesorios eran no funcionales, por ejemplo rostros grotescos a semejanza de los orgánicos. A base de expandirse, era frecuente que un abóminor alcanzarse magnitudes monumentales, y al mismo tiempo, entre retazos cada uno de su padre y de su madre, se convirtiesen en seres irregulares y monstruosos.



El rostro artificial del Gran Heep.

Los abóminor solían alimentarse por hornos de combustión interna que, de apagarse, dejaban al sujeto desactivado, inerte o definitivamente muerto. Por este motivo, preferían los entornos secos: La humedad concentrada podía afectar negativamente esa clase de fuegos internos.

Al tratarse de seres no biológicos, los abóminor no tenían una esperanza de vida limitada como la mayoría de especies. Un abóminor podía llegar a ser muy, muy anciano, con milenios de años a sus espaldas, o quizá más.

Surge una pregunta: ¿Podría un abóminor ser sensible a la Fuerza? Y… Y es una pregunta muy buena. No se han conocido hasta ahora precedentes de abóminor con poderes jedi, pero yo no descartaría la idea a la ligera.


Cultura


 

Poco se pudo descubrir sobre el Abóminor, una especie arcaica originaria de otra galaxia. Remontarse tantos años y tanta distancia suponía una inabarcable tarea incluso para los xenoarqueólogos. Aún así, se sabe que algunos abóminor que hollaron los mundos que conocemos, como el Gran Heep, habían sido creados en otra galaxia, su galaxia de origen, pese a que se tardarían incontables milenios en recorrer la distancia entre ambas.

También se pudo obtener certeza sobre otros dados: El Abóminor era una sociedad droide autodirigida, una que se caracterizaba por la asimetría y el alboroto. El Abóminor era una contrapartida absoluta de la especie inorgánica Silentium, de cultura totalmente armónica.

Entrópicos por naturaleza, los abóminor tendían a la hostilidad y al mal: Eran objetivamente malevolentes. Ansiaban poder sobre otros seres y, voraces, se expandían exterminando o esclavizando a las especies biológicas de un mundo tras otro y tras otro, contando éstos miles, mientras les privaban de recursos naturales. Muchos abóminor se fabricaban caras monstruosas a semejanza de los esclavos orgánicos, usados para meter combustible en sus calderas con palas. Esto era entendido como una burla evidente hacia los sacos de carne.



El Gran Heep era perverso.

Los abóminor no eran necesariamente tan implacables con otros droides: Muchos abóminor se rodeaban de droides pequeños que vivían en sus cuerpos, a veces realizando un servicio al Abóminor, y a veces sólo parasitando los recursos de éste.


Historia


 

La historia original del Abóminor, en su caso la prehistoria misma, era virtualmente imposible de comprobar, mas no estaba totalmente indocumentada. Quedaban restos, pruebas y leyendas. He podido trazar una visión que tiene bastante sentido y es compatible con las fuentes consultadas. Les pido que lean esto con ciertas reservas y no como si fuese un texto canónico.

Érase que se era una galaxia donde habitaba una especie de autómatas inteligentes conocida como el Silentium. Creados por una especie orgánica que se había extinguido, estos droides continuaron su civilización, produciendo nuevos droides en fábricas y desarrollando una cultura centrada en tres números primos. También se hacían cuerpos pentagonales, hexagonales o heptagonales, salvo los que conseguían construirse cuerpos esféricos porque consideraban que el círculo era la forma más santa. El Silentium era una sociedad droide de formas perfectas dibujadas desde la simetría celestial, una especie no biológica de armonía.

Entonces el Silentium y el Abóminor se conocieron, y comprendieron que sus culturas eran totalmente opuestas. El conflicto era inevitable. Al parecer el Abóminor desafió el reino pulcro y metódico del Silentium; no queda claro si fue un ataque militar o si su mera existencia era vista como una amenaza, pero no se descarta que el Abóminor atacase.

La guerra entre ambas potencias droide fue brutal, especialmente para las especies orgánicas dominantes atrapadas en el fuego cruzado. Muchas de estas razas fueron aniquiladas: Se especulaba que la vida orgánica en su galaxia fue prácticamente destruida por esta guerra… aunque, como veremos después, esto puede ser exagerado.

Yuuzhan'tar se llamaba uno de los mundos devastados no se sabe si por el Abóminor y/o por el Silentium. Se sabe sin embargo que el Abóminor estuvo a punto de subyugar a los nativos de Yuuzhan'tar, la raza humanoide fanática llamada yuuzhan vong, que vivía en simbiosis con su mundo inteligente. Este ataque fue decisivo, porque los yuuzhan vong sobrevivieron y lograron reagruparse, repuntar y contraatacar: Los yuuzhan vong pidieron ayuda a sus dioses y, en su opinión, obtuvieron a cambio el conocimiento para obtener armas a partir de sus recursos, en esencia biotecnología proporcionada por Yuuzhan'tar. Gracias a esto, pudieron obligar a ambas especies droides a exiliarse de la galaxia. Se sabe que los yuuzhan vong participaron en este logro; otras especies orgánicas de la galaxia podrían haber colaborado con ellos, o no. Debido a la naturaleza tecnológica del Abóminor y del Silentium, los yuuzhan vong adoptaron una cultura que detestaba y destruía las máquinas tradicionales.



Izquierda: Un miembro del Silentium. Derecha: Un yuuzhan vong.

El Silentium llegó a las Regiones Desconocidas de la galaxia, donde establecieron una cultura aislacionista y conservadurista, sin contacto con otros seres. Acabaron aburriéndose y construyendo exploradores para reunir información reciente sobre el resto de la galaxia, pero nunca entraron en la comunidad.

Antes de volver con el Abóminor, permítanme explayarme sobre el tercer contendiente de la lid: Después de vencer en la Guerra Silentium-Abóminor, los yuuzhan vong se envalentonaron. Convencidos de que merecían gobernar la galaxia, se convirtieron en una especie violenta de conquistadores, arrasando al parecer muchos mundos que quedaban habitados en su galaxia. Yuuzhan'tar se enfadó y les castigó privándoles de la posibilidad de sentir o usar la Fuerza, y de avanzar en su ciencia biotecnológica. Eso dejó a la especie sin una consciencia que les guiase, así que crearon un panteón de complejo dioses para adorar el dolor y la muerte, únicas formas de simbiosis a las que podían aspirar. Después de destruir Yuuzhan'tar y la mayoría de mundos habitables, los yuuzhan vong concluyeron que habían perdido el favor de sus dioses y que debían desterrarse a otra galaxia, en un viaje de varios milenios, para recuperarlo, encaminándose irónicamente a la misma galaxia a la que ellos habían desterrado al Silentium y el Abóminor. Para entonces, sin embargo, esa parte de su historia era un mito incrustado en confusos textos antiguos que ni sus sacerdotes sabían interpretar.

Algunos abóminor alcanzaron la galaxia pero se mantuvieron discretamente alejados del ojo público. Hubo informes dispersos de avistamientos, a menudo de baja credibilidad. Posiblemente el espécimen más conocido de la historia fuese el Gran Heep, de Biitu, utilizado por el Imperio Galáctico en su intento de hacerse con el control de recursos locales en 15 ABY. Los imperiales no sabían realmente con qué clase de ser estaban trabajando.

Cuando el Gran Heep fue desactivado y su mente aparentemente destruida, se perdió la posibilidad de acceder a muchos secretos de su civilización. El Gran Heep acabó expuesto en el Museo Baobab de Ciencia, donde fue analizado en lo posible. Los científicos llegaron a la conclusión de que al menos dieciocho abóminor se habían infiltrado en la galaxia, estableciéndose cronologías anecdóticas de cada uno de ellos; el planeta Ronyards estaba en esa lista. Uno de los investigadores, el profesor Cantebarius H. Broom, se volvió paranoico al descubrir esto y dedicó el resto de su vida a destruir cuantos droides se ponían a su alcance.

En 25 DBY, los yuuzhan vong iniciaron su invasión a la galaxia conocida, destruyendo droides y fábricas de éstos. Sólo en 29 DBY, el Maestro Jedi Luke Skywalker y sus asociados, enemigos de los yuuzhan vong, descubrieron el planeta viviente Zonama Sekot, una semilla de Yuuzhan'tar. Sekot se comunicó con Skywalker y sus asociados, dando algunos detalles sobre el origen de los yuuzhan vong, aunque sin mentar directamente al abóminor. Poco después de esta comunión, los yuuzhan vong fueron derrotados y la vida de los seres cibernéticos empezó a volver a la normalidad.


Abóminor Notorios


 

Ronyards, el Cuerpo Viviente de Dios: El planeta Ronyards, en el Borde Medio, se encontraba en un tramo de la Ruta Hydiana, entre Sagar y Chardaan. Entró en la República Galáctica en algún momento anterior al 5.000 ABY, y se mantuvo en espacio republicano durante los principales conflictos de los siguientes milenios, como la Gran Guerra del Hiperespacio (5.000 ABY), la Guerra Civil Jedi (3.959-3.956 ABY) y las Nuevas Guerras Sith (c. 2.000-1.000 ABY).

Durante mucho tiempo, el planeta fue utilizado como vertedero de tecnología variada, especialmente droides usados. Eso provocó un paisaje de cañones corroídos, espiras espirales y aliteraciones abundantes. En general el suelo estaba formado por chatarra, a veces de hasta ocho kilómetros de profundidad hasta alcanzar la superficie planetaria. La vida orgánica allí era inaudita, no así la inteligencia: Algunos droides retenían su consciencia en un avanzado estado de oxidación; pero no siempre eran totalmente sensatos o coherentes.



Los vertederos droides del planeta Ronyards.

La situación de Ronyards no cambió mucho en los últimos tiempos de la República: Unos quince meses después del inicio de las Guerras Clon, la República designó Ronyards como planeta de deshechos de guerra, poco antes de la batalla de Jabiim, lo cual le valió poco más que un titular en las holonoticias.

Durante los primeros tiempos del Imperio se detectó entre los habitantes droides de Ronyards una anomalía cultural: Habían desarrollado una religión centrada en el propio planeta, al que llamaban el Cuerpo Viviente de Dios. Los fieles creían que los restos maltrechos, erosionados y corroídos de sus predecesores, fusionados en una masa metálica alrededor del mundo, habían combinado sus espíritus creando así el "gran espíritu de Ronyards" y convirtiendo el orbe, inicialmente inerte, en una deidad autoconsciente. Esto se demostraría inexacto al descubrirse, más tarde, que Ronyards era inicialmente un enorme abóminor, eso sí, expandido al adherirse a todos esos otros droides.

La religión droide de Ronyards era integrista y pacifista, mas también aislacionista: Los robots aceptaban en el seno de Ronyards a cualquier máquina que llegase allí, dejaban ir a los orgánicos, pero rechazaban inmiscuirse en política o asuntos más allá de la órbita de Ronyards. También se negaban a ser violentos personalmente, porque contaban con que el planeta les protegiese de todo daño.

El suministro de tecnología obsoleta continuaba. Naves pilotadas por orgánicos se acercaban a la superficie y abrían las puertas de sus bodegas para dejar caer restos de droides sobre la chatarrería. Algunos de los tripulantes eran temerosos ante los tratos de la zona y minimizaban el tiempo que pasaban allí.

También hubo intentos de extraer piezas útiles de entre los vertederos de Ronyards. Probablemente el Imperio envió droides saboteadores para rastrear piezas utilizables entre los restos. Pronto, incluso eso era insuficiente para la implacable ambición imperial: Querían obtener grandes cantidades de metales para su esfuerzo bélico, sobre todo después de que la Guerra Civil Galáctica se calentase con la batalla de Yavin: La Alianza Rebelde había obtenido una victoria importante contra el Imperio, demostrando que era una amenaza a la que tener en consideración. Es más: La Alianza sabía de este plan imperial en Ronyards, e inició una contramisión.

Inteligencia Rebelde había confirmado que quedaban droides activos en Ronyards, así que la Alianza envió a dos droides rebeldes a negociar con la población local: El droide de protocolo C-3PO y el droide astromecánico R2-D2, que se infiltraron en un transporte de basura fingiendo estar inactivos. Una vez llegaron, C-3PO conoció a un altísimo droide llamado Hermano Cincolíneas que le saludó con educación y le mostró la supuesta belleza de su mundo (C-3PO no compartía la apreciación estética pero guardó un diplomático silencio). C-3PO intentó convencer a Cincolíneas para que los droides de Ronyards se opusiesen al Imperio. Cincolíneas sin embargo habló a C-3PO sobre su doctrina y ambos iniciaron un debate cargado de teología. C-3PO concluyó que Cincolíneas era un fanático al que le faltaba un tornillo, y que todo su credo era una fantasía usada para mantener el ánimo. Cincolíneas finalmente se retiró, al parecer para examinar los jardines de óxido con el Hermano Kranch; pero es bien posible que ni el uno ni lo otro existiesen realmente.

El Imperio envió una expedición a Ronyards con el propósito de minar depósitos de metales valiosos. Un destructor clase Imperial transportaba un pelotón especializado de soldados de asalto exploradores. El militar al mando ordenó a los imperiales dispersarse en busca de puntos donde desplegar su maquinaria y, en cuanto a los droides, dio órdenes de vaporizarlos si se interponían. La versión oficial del Imperio era que los droides tenían dañados sus cerebros electrónicos.

Cincolíneas saludó a los imperiales con respeto y pidió a los imperiales que se marchasen en paz, pese a que C-3PO intentaba advertir al otro droide del peligro de los imperiales. El soldado al mando ordenó abrir fuego y Cincolíneas, horadado, se convirtió en un mártir de su fe.

En cuanto tocó el suelo, éste se sacudió. Ráfagas de tornillos y esquirlas metálicas golpearon a los imperiales. Placas de acero se movían fluidas como agua, envolviendo a los imperiales. El metal mismo parecía gritar mientras devoraba el destructor. Los droides, incluidos C-3PO y R2-D2, quedaron incólumes.



Ronyards no acata que ataquen a sus fieles.

El Imperio anotó sus pérdidas en la expedición de Ronyards sin clasificarlo como un acto sobrenatural.

La batalla de Endor de 4 DBY sacudió al Imperio, escindiéndolo en facciones. Durante las dos décadas siguientes, varias potencias políticas se repartieron la galaxia, con fronteras fácilmente mutables. El territorio de Ronyards no fue reivindicado activamente por ninguna de éstas, aunque después de la muerte del Gran Almirante Thrawn flotas imperiales pasaron por la zona yendo de Corelia a Denon.

Entre los años 25 y 29 DBY, la especie extragaláctica yuuzhan vong intentó invadir la galaxia, siendo finalmente derrotada. Los yuuzhan vong eran famosos por su odio hacia la tecnología, especialmente hacia los droides, y sus intentos de destruir las fábricas y lugares ricos en maquinaria. Sin embargo, mostraron una curiosa tendencia esquivando Ronyards en su ocupación de esa zona de la galaxia.

Los droides devotos eran inusuales, pero no insólitos: Como demostraban los estudios del jedi Tam Azur-Jamin en tiempos de la Nueva República, había droides entre los adoradores del Hacedor, una fe tradicional sunesi. Azur-Jamin, conocedor de la cultura droide de Ronyards, también mencionaba Ronyards en su texto Droides, Tecnología y la Fuerza: Un Choque de Fenómenos, publicado después de la guerra contra los yuuzhan vong.

Después de esto, la única facción importante que mantuvo control sobre Ronyards fue el Imperio Sith de Darth Krayt en el 137 DBY.

Ronyards no debe confundirse con Roonyard Noon, conocido abogado sy myrthiano mencionado en la web HoloNet News.


El Gran Heep


 

El Gran Heep parecía una… cosa enorme similar a un droide aberrante y amazacotado. Era un abóminor, monumental miembro de la extraña y casi única especie de droides autoconstruidos.

El Gran Heep tenía una forma general parecida a un gran vehículo de tierra, y su tamaño, con seis coma siete metros de alto (Enorme para un droide, aunque pequeño para un abóminor), recalcaba esta comparativa. En cada costado había sendos juegos paralelos de ruedas movidas con tractores orugas de tanque, que le permitían maniobrar sobre terreno irregular, y sobre éstas, una correa de transmisión se conectaba a pistones que subían y bajaban cíclicamente ante los ojos.



El Gran Heep.

Además de la locomoción, el Heep tenía capacidades manipuladoras, incluyendo dos enormes brazos acabados en manos encarnadas de dos dedos más un pulgar oponible, capaces de levantar sin esfuerzo pesados droides y de manipular objetos. El Gran Heep tenía además un electroimán circular con un cable retráctil, operable a través de una grúa, para levantar sin esfuerzo objetos metálicos. Esta herramienta, aparentemente injertada en el Heep, requería una fuente de alimentación externa.

Las placas que cubrían su casco eran de colores metálicos variados, incluyendo gris, marrón y rojo, y estaban recubiertas de óxido. Recubrían especialmente su horno interior, cuyas varias chimeneas expulsaban nocivos vapores al exterior. Él era esencialmente una fundición autónoma. La humedad concentrada y la lluvia eran perjudiciales para la actividad de sus motores, así que el Gran Heep prefería entornos secos.

El Gran Heep tenía una cabeza que imitaba, de forma grotesca, un rostro humanoide: Ojos triangulares, apéndices parecidos a nariz y orejas, y una mandíbula con goznes que le permitía abrir y cerrar su masiva boca, sin labios aunque con cuchillas trituradoras (aunque el Gran Heep podía hablar sin mover la boca). Los ojos y la boca brillaban con una luz amarilla o, cuando se enfadaba, con tono rojo. Es perfectamente posible que todos los rasgos faciales fuesen sólo estéticos, sin más utilidad que la forma del Heep de burlarse de los orgánicos; bueno, todos excepto uno:

En el interior de la boca del Gran Heep había una cavidad de drenaje, un orificio del tamaño de un droide astromecánico para introducir uno de estos sujetos como alimento. El Gran Heep drenaba la energía electrónica (ejem) de los droides astromecánicos, y teóricamente de otros robots, para obtener así combustible para su motor interno. A tal fin, el Gran Heep mantenía un "Harén Droide" lleno de astromecánicos, a quienes distraía con baños de aceite lubricante y otros lujos y, cuando era necesario, tomaba furtivamente a uno de sus astromecánicos y se alimentaba de él, dejando atrás un cuerpo metálico inerte y amarillento. Este proceso no era totalmente irreversible; en algunos casos, droides astromecánicos pudieron ser restaurados.



El Gran Heep, nótese su boca brillante.

El Gran Heep se rodeaba de otros droides que le atendían como sirvientes: Droides de reparación, droides parásitos, heraldos que anunciaban su llegada, e incluso un droide mayordomo que le traía sus alimentos astromecánicos literalmente en bandeja. El Gran Heep tenía además al menos dos esclavos humanos enloquecidos que, con palas como herramienta, introducían combustibles fósiles en sus entrañas.

Como nos sugiere esto, el Gran Heep era destructivo, sádico y vengativo, rasgos éstos frecuentes en el abóminor. El Gran Heep despreciaba a los orgánicos, aunque era astuto e inteligente y estaba dispuesto a colaborar con humanos igualmente amorales para alcanzar sus propios fines. No le preocupaba dañar a las personas o incluso destruir mundos; de hecho solía burlarse de sus víctimas en una demostración de sentido del humor negro. También podía perder los nervios y ponerse muy violento si se le frustraba.

El Gran Heep era un droide extragaláctico prehistórico: Había sido construido más allá de los límites de la galaxia por la especie abóminor, que asesinaba y/o esclavizaba a los orgánicos de miles de planetas. El Gran Heep en concreto había sido construido para una función: Conquistar.

Aunque el abóminor era una especie de otra galaxia, varios de sus miembros, incluido el Gran Heep, llegaron a la galaxia imperial. Allí los droides eran clasificados por clase, y el Gran Heep caía de lleno en la Clase 4: Autómatas construidos para la violencia, como droides de seguridad, gladiadores, soldados y asesinos maliciosos. A menudo estos droides estaban prohibidos o restringidos en muchas zonas de la galaxia, pero era difícil imponer esa clase de leyes.

La primera noticia que tenemos del Gran Heep fue su aparición, inerte y desactivado, cerca del 319 ABY en el Museo Braltzamir de Maquinaria Anticuada, en la capital galáctica de Coruscant. No sabemos cómo acabó en ese estado, pero allí fue encontrado, tres siglos después, en los primeros días del Imperio Galáctico, por un hombre con recursos y ambición: El Almirante Screed. Terrinald Screed, veterano oficial de carrera anterior del Departamento Judicial de la República, era un militar humano cíborg, aunque le llamasen inhumano por su impiedad, y uno de los primeros en ser ascendidos a puestos de alta responsabilidad tras la proclamación del Imperio. Su misión era trabajar en los mundos más periféricos del territorio imperial, buscando nuevas oportunidades para el gobierno emergente. Screed vio en el Gran Heep una ventaja latente y reclutó a un equipo de alumnos destacados de la Academia de Ingenieros Imperiales para que reactivasen al Gran Heep. Por supuesto, lo consiguieron; no se habrían atrevido a fallar a Screed.

En el año 15 ABY, el humano Mungo Baobab, heredero de la Flota Comerciante Baobab, viajó a la pacífica colonia agrícola Biitu, en el Borde Exterior, para buscar vetas de combustible mineral que acababa de ser descubierto allí. La Flota Baobab estaba en dificultades económicas por su independencia en un entorno político cada vez más propenso a la imperialización (o nacionalización) de las corporaciones, y pretendían que el joven e indisciplinado Mungo estableciese en Biitu una operación minera y puesto comercial. Mungo confraternizó con los nativos biituianos, humanoides calvos de piel verde, y trabajó duro esperando generar riqueza que compartir con ellos. Su esfuerzo dio fruto, pero no pasó desapercibido.



Izquierda: Almirante Screed. Derecha: Mungo Baobab.

Las refinerías de Baobab en Biitu llamaron la atención del Imperio. Screed decidió trabajar en secreto con el Gran Heep en una sociedad que les permitiese explotar los recursos minerales, e incluso la población, de Biitu. Screed envió al Gran Heep a Biitu para que estableciese una mina operada por droides con la que extraer los minerales valiosos de todo el planeta. El Heep era más ambicioso todavía: Pretendía esclavizar a los biituianos y consumir todos los recursos del planeta. La invasión sería llevada a cabo por el Gran Heep y, cuando éste hubiese tomado el control del planeta y hubiese extraído una cantidad de mineral, el Almirante Screed iría a Biitu con sus tropas imperiales para realizar el primer transporte, directamente para el emperador.

El Gran Heep viajó a Biitu en una enorme nave nodriza llena de droides sicarios, incluyendo su séquito personal de mayordomos, técnicos y sicofantes, y varios droides de seguridad, desde los pelícanos, que se movían dentro de una enorme rueda, hasta los temibles pelícanos de barro, droides voladores con diversos aspectos siniestros, a menudo usados por piratas, que se movían hacia el casco de una nave enemiga para literalmente devorarlo e inutilizarla. Para su desgracia, estos droides destructores eran propensos a fallar en condiciones operativas.

Para el Gran Heep, reducir la humedad ambiental era una prioridad. Por eso preparó la construcción de una alta atalaya, conocida como devorador de humedad o torre del clima, que extraería el agua de la atmósfera en un proceso de condensación. Eso beneficiaba no sólo al Gran Heep, sino también a su equipo minero, que operaba mejor si estaba refrigerado. Perjudicaba por otro lado a los granjeros biituianos, porque secaba sus cosechas y reducía el agua disponible al punto de amenazar sus propias vidas.

La enorme nave del Gran Heep cubrió el cielo de Biitu coincidiendo con la llegada de una nave Baobab, Luna de Argo, que llevaba varios suministros a la operación de Baobab. El Gran Heep envió a sus pelícanos de barro a abordar la Luna de Argo y hacerse con su contenido, especialmente los droides disponibles: El Gran Heep podía usar los astromecánicos como alimento y cualquier otro droide para el trabajo minero. Entre los droides capturados estaban dos que Mungo había adquirido recientemente y que no habían empezado su servicio para él: El droide astromecánico R2-D2 y el droide de protocolo C-3PO.

Rápidamente el Gran Heep y sus adláteres tomaron el control de la superficie planetaria. Entre sus primeras acciones, desplegaron y activaron el devorador de humedad, con tal eficiencia que la sequía rápidamente afectó al planeta y, sobre todo, a las cosechas. Los nativos tenían preocupaciones más acuciantes: El Gran Heep los esclavizó para hacerles trabajar, privándoles de agua al mismo tiempo.



La torre de humedad.

El Gran Heep también conquistó las refinerías de Baobab, encerrando al capataz Mungo en una de estas instalaciones. Algunos droides del Gran Heep empezaron a trabajar en la operación minera extrayendo cantos, transportando el cargamento o vigilando a otros droides, tarea esta última reservada a los pelícanos; y el Gran Heep pretendía asignar a todos los droides capturados en la Luna de Argo, salvo los astromecánicos, a esas tareas.

Un enorme edificio parecido a un castillo, en una llanura colindante a las granjas de Biitu, fue utilizado para el Harén Droide. Los astromecánicos retenidos recibían allí baños de aceite relajantes y otros lujos, servidos por droides camareros y de otros tipos; por supuesto, hasta que el Gran Heep necesitase abastecerse de sacrificios. Entonces el Heep secuestraba discretamente a uno de los astromecánicos, a menudo sin que los demás lo notasen. R2-D2 fue enviado allí, desactivado porque se había resistido a la captura; fue reactivado al llegar. Allí R2-D2, en hedonista holganza, confraternizó con el pequeño y vapuleado droide marrón Choco y, más extraordinariamente, mantuvo un romance con la unidad astromecánica rosa KT-10, derivada de la serie de astromecs KT que había servido a la República en las Guerras Clon. Tras un inicial flirteo, KT-10 y R2-D2 mostraron interés sentimental mutuo que culminó con R2-D2 enamorándose de KT-10 tanto como un droide puede amar (Quizá eso sea menos de lo que puede un orgánico, pero quizá sea más, ahí lo dejo).

Los otros droides capturados fueron llevados en un speeder a la mina del Gran Heep. El enorme abóminor emergió impresionante, anunciado por un droide faraute. El monstruoso Gran Heep intimidó a sus nuevos siervos, exigiendo su servicio en las minas de Biitu a perpetuidad y amenazando con convertir en chatarra a cualquiera que intentase huir. El Gran Heep recalcó la violencia intrínseca de su aviso lanzando una pesada tubería, y se fijó en un droide de protocolo que se apocaba al verlo: Era C-3PO. El Gran Heep, divertido, tomó a C-3PO con su imán y preguntó si un droide de protocolo podría realizar el trabajo pesado necesario. C-3PO se presentó como el edecán de Mungo Baobab y el Gran Heep rió a carcajadas al saber de la relación de ese sujeto casual con su enemigo. El Gran Heep exhibió a su prisionero, encerrado en una celda con barrotes, mientras encargaba a su mayordomo que le trajese dos astromecánicos, uno tras otro, para recargar.



El Gran Heep ríe.

El Gran Heep entonces asignó a C-3PO la labor de llevar tanques de lubricante para alimentar a los droides mineros en una labor que, si bien no especializada, el primoroso y mojigato C-3PO encontraba desesperadamente degradante. La actividad no intensiva, sin embargo, permitía a C-3PO acercarse a la celda de Mungo y hablar con él. El humano pidió a su droide que intentase proporcionarle agua e incluso le dio una cantimplora.

C-3PO encontró en los túneles subterráneos los restos de un arroyo, reducidos a un constante goteo, y quiso aprovecharlo; pero un niño biituiano de diez años, Fidge Tadrazan, había topado con el mismo recurso y pretendía abastecerse para su familia. Al ver al droide C-3PO, Tadrazan fue inicialmente suspicaz, tomándolo por un agente del Gran Heep; pero C-3PO se ganó la confianza de Tadrazan y de su mascota reptiliana Chubb hablándole en biituiano, mostrando su preocupación por el bienestar del chico, y mencionando su relación con Mungo Baobab, que era amigo de Tadrazan.

Fueron entonces descubiertos por un droide pelícano, que instó a los tres nuevos asociados a huir. Pasaron ante la celda de Mungo; y allí el preso usó el suministro de aceite de C-3PO para hacer resbalar al perseguidor y lanzarlo de regreso a los túneles hasta que cayó en un estanque del que no podía salir solo. Para entonces, Tadrazan y Chubb habían escapado a través de una cañería subterránea. Entonces Mungo tomó el agua de C-3PO y pidió a su droide que siguiese a Tadrazan por la tubería, buscando una forma de escapar. Baobab, atrapado pero no indefenso, pretendía trazar un plan para destruir el devorador de humedad.

Mientras tanto, el Gran Heep había conseguido una productiva operación minera, extrayendo suficiente material para llenar la bodega de una nave de carga. El Almirante Screed viajó hasta Biitu en su propio carguero para supervisar este primer envío. Screed estaba especialmente contento por la captura de Mungo Baobab, un prisionero valioso que el emperador ansiaba, y al que pretendía transportar en hibernación. Screed se reunió con el Gran Heep para ser informado de los detalles en persona, y el Gran Heep, con la satisfacción del trabajo bien hecho, le enseñó la cárcel de Mungo.

Esa noche, sin embargo, tendrían lugar varios eventos. Tadrazan y C-3PO ayudaron a escapar a Mungo. Primero, Tadrazan proporcionó a Mungo una sierra para que cortase los barrotes. Mungo estableció su plan: El único modo de salir del planeta era robando la nave de Screed, pero para eso necesitaban una unidad astromecánica. C-3PO, Tadrazan y Chubb intentaron entrar en el Harén Droide, pero coincidieron con la llegada del Gran Heep, que intentaba recargarse. C-3PO irrumpió ineptamente en el spa, llamando la atención de los astromecánicos y explicándoles el peligro que corrían, mientras el Gran Heep se llevaba a KT-10. C-3PO señaló el peligro, y entonces el Gran Heep se fijó en el droide de protocolo y lo capturó una vez más con su imán. El Gran Heep se llevó a C-3PO a una planta de reciclaje, donde lo dejaría al cuidado de un droide desguazador con predilección por la música clásica; pero R2-D2, amigo fiel de C-3PO, se decidió a seguirle, usando su para-vela para escapar de la alta torre.



El Harén Droide.

Tadrazan y Chubb, colgando por las manos de una cornisa, eran incapaces de ayudar, así que volvieron a la celda de Mungo. Llegaron justo cuando el Almirante Screed, dos soldados y un droide iban a iniciar el proceso de hibernación de Mungo. Tadrazan y Chubb lanzaron piedras al droide a través de los barrotes, distrayendo a todos y dando a Mungo la ocasión de salir de la celda. Mungo, Tadrazan y Chubb huyeron por la cañería, pese a los intentos de Screed y sus soldados de detenerle. Screed dio la alarma y ordenó a sus soldados encontrar al fugitivo.

Para entonces, R2-D2 había llegado a la planta de reciclaje del Gran Heep, y allí fue descubierto y capturado por el cruel abóminor, que decidió usar al audaz astromecánico como recarga. Utilizó su electroimán para capturar a R2-D2, mas el pequeño droide tenía recursos y supo desactivar la herramienta, huyendo hacia una cinta transportadora. El Gran Heep intentó con sus apéndices apresar al astromecánico, y le persiguió, humeando de rabia, con la ayuda de sus droides sirvientes. En su huida, R2-D2 topó con C-3PO, que había escapado del droide desguazador con su típica torpeza, activando de casualidad mecanismos de emergencia. R2-D2 horadó una pared para intentar escapar con su amigo, pero el Gran Heep se fijó en sus actos y les estaba esperando: Cuando los dos droides caían hacia su supuesto libertad, el Gran Heep interpuso un tonel en su camino. El Gran Heep cerró el recipiente y lo lanzó al interior de un incinerador de basura con láseres, que cerró con llave. Demostrando una vez más su talento, R2-D2 encontró una salida de ventilación y huyó con su complemento para reunirse con Mungo en una salida de la laberíntica instalación.



El Gran Heep ha atrapado a C-3PO y a R2-D2.

Justo en ese momento, Mungo acababa de enviar a Tadrazan al Harén a buscar un astromecánico; el niño era más pequeño y por tanto discreto, y su mascota le permitía moverse bajo tierra, cavando como un topo. Lógicamente, la llegada de R2-D2 un instante después hacía fútil la misión bienintencionada del chico.

Screed había dejado soldados vigilando el acceso a su nave, con órdenes de no permitir subir a ningún orgánico. Mungo se disfrazó de droide para acompañar a C-3PO y R2-D2 a la nave. Su objetivo era despegar si era posible, y entonces usar los turbolásers del carguero para destruir el devorador de humedad. Al intentarlo, sin embargo, dispararon una alarma silenciosa, así que Screed corrió a su nave a investigar con dos tropas. Les interceptó en la plataforma Mungo, disfrazado, que pretendía distraerles con palabras; pero Screed vio que era un humano y ordenó a sus soldados cogerle. Justo entonces, R2-D2 logró despegar. Los imperiales y sus enemigos cayeron a tierra, a cierta distancia unos de otros. Screed ordenó a su gente usar baterías de tierra para derribar la nave robada.

Mientras tanto, Tadrazan robó un vehículo-excavadora que usó para irrumpir en el Harén y provocar una fuga en esa cárcel dorada. Los astromecs organizaron una rápida revuelta contra el Gran Heep, y empezaron a perseguir a los soldados de asalto de Screed. Por su parte, Tadrazan embistió a las baterías con la excavadora. Ante ese desastre, el Gran Heep emergió enfurecido de su fábrica, culpando a Screed del desastre; el imperial, por su parte, criticaba al Gran Heep por haber estado distraído con su harén droide, al que de todos modos no controlaba. Su discusión fue interrumpida por R2-D2, que estaba soltando el valioso cargamento de mineral para poder maniobrar la nave. Pesadas cajas golpeaban el suelo como meteoritos y, aunque el Gran Heep no se sentía físicamente amenazado, estaba enfurecido por la pérdida de sus recursos.

R2-D2 ya estaba en situación de disparar al devorador de humedad. El peligro era aparente, así que el Gran Heep convocó a dos droides pelícano especializados, que se podían combinar en un único destructor, y les ordenó derribar el carguero. R2-D2 devolvió el fuego y la monstruosidad de tierra perdió el control, chocó con un obstáculo y se hizo añicos. Durante esta lucha, Mungo, C-3PO, Tadrazan y Chubb sólo podían mirar y animar a R2-D2, pero no sabrían cómo intervenir directamente.

El Gran Heep decidió ocuparse personalmente: Recogió un gran disco de metal entre los escombros y lo tiró a la nave, rompiéndola. El carguero perdió altura, pero R2-D2 vio su oportunidad: Podía embestir la torre del clima con la nave, y ambas serían destruidas. Evidentemente el piloto corría cierto riesgo, si fuese alguien con menos ases en la manga: R2-D2 saltó con su para-vela antes del impacto, aunque ninguno de los presentes se fijó y todos le dieron por muerto heroicamente.

Esto tuvo dos efectos. El primero fue la liberación de toda la humedad, en forma de una violenta tormenta, y por supuesto la furia del Gran Heep, que dirigió hacia los asociados de R2-D2. El segundo, una rabia poco característica que invadió a C-3PO, instándole a desafiar al enorme Gran Heep a un duelo a puñetazos. Afortunadamente, Mungo cogió a su droide y lo empujó antes de que el Gran Heep le aplastase: El grupo debía escapar con urgencia.

Por desgracia, al saltar una pequeña zanja, Tadrazan resbaló en la tierra mojada y su pie quedó atascado. Chubb se detuvo de inmediato junto a su amo, mientras el temible Gran Heep avanzaba implacable hacia ellos. Tadrazan pidió ayuda a Mungo, y éste intentó soltarle en vano. El Gran Heep alzó uno su brazo derecho para aplastar a Mungo y a Tadrazan; aunque fuese en vano, Mungo intentó proteger al chico con su cuerpo…



Bajo la lluvia, el Gran Heep persigue a Fidge Tadrazan y a sus otros enemigos.

Un propicio relámpago segó el brazo del Gran Heep en ese momento. La extremidad inerte cayó cerca de su objetivo, pero demasiado lejos. En un último intento desesperado, el Gran Heep levantó su otro brazo, mas para entonces el agua y la humedad estaban inundando sus hornos interiores y el monstruoso abóminor se cortocircuitó, desactivándose poco a poco.

Los biituianos, revigorizados por la lluvia, se unieron a la revuelta y pronto abrumaron a los imperiales. Screed había subestimado la voluntad de los nativos y la capacidad de los droides, y fue apresado. R2-D2 y los otros droides astromecánicos consiguieron incluso reparar a KT-10 proporcionando energía. Los biituianos obligaron a los imperiales a ayudar en la restauración de las cosechas, y exhibieron al Gran Heep, desactivado, en mitad de un lago, con una campana donde antes había estado su electroimán. Biitu había sido liberado.



El Gran Heep desactivado reposa en Biitu.

Tras este éxito, Mungo y sus droides partieron a una nueva aventura en busca de las codiciadas Piedras de Roon y el misterioso sistema Roon. Pese a sus sentimientos por KT-10, R2-D2 no era de los droides que echan raíces, y acompañó a su amo. Allí volvieron a enfrentarse al Almirante Screed, cuya carrera empezaba a empeorar por la humillación sufrida en Biítu; pero Screed siguió sirviendo al Imperio durante muchos años. C-3PO y R2-D2, por el contrario, cambiaron varias veces de amo.

En algún momento antes de 6 DBY, un pariente de Mungo, Ebenn Q3 Baobab, inició un proyecto para recuperar y restaurar al Gran Heep, aunque no reactivarlo, y después transportarlo al Museo Baobab de Ciencia, donde los restos de la criatura pasaron a formar parte de la exhibición permanente. Ésta y otras proezas se describían en abrumador detalle en la biografía de Ebenn, Cohetes Resplandecientes.

Los arqueólogos y otros investigadores tuvieron entonces ocasión de estudiar al Gran Heep. Evidentemente, sin su consciencia, el Gran Heep era una fuente de información menos valiosa de lo que habría sido en vida; también era menos peligrosa. Los científicos llegaron a la conclusión de que el Gran Heep era miembro de la especie abóminor y especularon que podría haber hasta dieciocho abóminor infiltrados en la galaxia, incluido Ronyards. Esta revelación fue demasiado abrumadora para uno de los investigadores, el doctor Canterbarius H. Broom: Él enloqueció y, víctima de una fobia paranoide hacia las formas de vida mecánica, inició una cruzada personal intentando desmantelar cuantos droides pudiese encontrar.

El Gran Heep no debe confundirse con Dool Heep, embajador avoni que aparece en la novela Jedi Quest 1: The Way of the Apprentice (2002, Jude Watson).


Curiosidades


 

La palabra abóminor recibe su primer uso en The New Essential Guide to Droids (2006, Daniel Wallace), en donde se menciona por primera vez la especie de un personaje que ya había aparecido, el Gran Heep; el autor Daniel Wallace declaraba en su blog "Continuity, Criticisms, and Captain Panaka", en un triple artículo dedicado al libro, que la creación del Abóminor y el Silentium eran posiblemente el principal caso de "retrocontinuidad" que estaba añadiendo. Otro texto posterior, el artículo online The Droids Re-Animated, Part 2 (2013) en el blog de Rich Handley y Abel Peña, dictamina que otro personaje previamente existente, Ronyards, también era un abóminor.

Empecemos por el más fácil y el más antiguo: Ronyards. El planeta viviente apareció por primera vez en el cómic de cinco páginas Rust Never Sleeps, escrito por Alan Moore (V de Vendetta), dibujado por Alan Davis (Excálibur) y publicado en el cómic británico The Empire Strikes Back Monthly Nº 156 (Mayo de 1982). La historia fue reeditada años después por Dark Horse en Classic Star Wars: Devilworlds Nº 2 (1996). Como buen planeta, Ronyards aparece en The Essential Atlas (2009, Daniel Wallace y Jason Fry), pero por lo demás se ha hecho de rogar.



Cualquier excusa es buena para ilustrar un artículo con una imagen del gran Alan Moore.

El otro abóminor es el Gran Heep, que apareció en un especial de dibujos animados, de una hora de duración, titulado The Great Heep (1986, Clive A. Smith). Este telefilm fue producido por la casa canadiense Nelvana simultáneamente con la serie Droids, una parte de The Droids and Ewoks Adventure Hour (1985), que duró trece episodios. The Great Heep fue emitido por ABC, en horario de máxima audiencia, el 7 de junio de 1986. El maestro de sonido Ben Burtt había escrito el guión. La voz original del Gran Heep era la de una famosa estrella del blues británico, Long John Baldry, que también había sido doblador en Ewoks; Baldry fue cantante de éxito entre 1964 y 2002, especialmente con las canciones "Let the Heartaches Begin" (1967) y "You've Lost That Lovin' Feelin" (1980, con Kathi McDonald); y siguió siendo actor de doblaje, destacando su rol como Doctor Robotnik en Las Aventuras de Sonic el Erizo (1993).

Las fuentes oficiales más cancha al Gran Heep que a Ronyards. Varios números de Star Wars Insider hablaban del Gran Heep como individuo o como programa, incluyendo una entrevista con Burtt en el Nº 26 (1995); una mención a las distribuciones de la serie en videocassete en el Nº 27 (1995), que mencionaba cómo Japón y varios países europeos habían puesto a la venta el especial pese a que EE.UU. no lo había hecho; y otra mención de pasada en el Nº 32 (1997) al hablar de la teleserie.

No era exactamente oficial, aún no, pero el Dr. Curtis Saxton analizó aspectos tecnológicos del telefilm The Great Heep en sus Star Wars Technical Commentaries publicados en la web TheForce.net. En un artículo online desde el 11 de "Feebruary" de 2001 (Por entonces escribían el código HTML a piñón y se colaban cosas como "Feebruary"), habla del devorador de humedad, el carguero de Screed, el cañón de superficie, e incluso la montura de Mungo Baobab y el supuesto sistema de hibernación que no llegaron a usar con él, ¡pero no menciona al Gran Heep! ¡Qué oportunidad perdida!

En The New Essential Guide to Characters (2002, Daniel Wallace), la biografía de C-3PO menciona al Gran Heep. La de R2-D2 no; en un párrafo se ventila todo lo sucedido entre las precuelas y la serie original de películas. En ambos casos se incluye, en sus bibliografías, la teleserie de trece episodios, explícitamente hablando de trece episodios y por tanto omitiendo el especial; también incluyen un acrónimo nunca definido, BTS, que no veo cómo podría significar "The Great Heep", así que no debe ser esto (Ni tampoco el CD-ROM de 1998 Behind the Magic, antes de que alguien lo piense).

El odio de los yuuzhan vong hacia los droides se explica de pasada en la última novela de la serie New Jedi Order, The Unifying Force (2003, James Luceno), pero sólo habla de una especie tecnológica que atacó a los primitivos yuuzhan vong, sin identificarles como el abóminor. Sólo tres años después, en The New Essential Guide to Droids (y en su artículo del blog), Daniel Wallace insinúa que el abóminor viene de la misma galaxia que los yuuzhan vong. El nuevo dibujo del Gran Heep fue después reaprovechado para ilustrar un artículo sobre él en The Complete Star Wars Encyclopedia (2008, vv.aa.).

En el blog Wallace puede explayarse más sobre el Abóminor, añadiendo que aunque el Abóminor era "el malo", el Silentium, obsesionado con la pureza, le parece que puede ser también siniestro. También allí Wallace responde a una pregunta del usuario "Darth Feroci" sobre si una especie inorgánica como el Abóminor puede usar la Fuerza… Bueno, no responde a su pregunta, sólo se sale por la tangente.

Con esto empiezo las incongruencias y fallos de los abóminor: En su blog, Wallace dice que los abóminor no son orgánicos; pero el artículo sobre los abóminor en la Complete Star Wars Encyclopedia los describe explícitamente como una especie de droides orgánicos. Yo diría que el blog de Wallace, fuera de continuidad, no cuenta en caso de conflicto, ¿verdad?

El artículo "Star Wars Publications Timeline" en Star Wars Insider Nº 23 dice, por algún motivo, que la teleserie de Droids y el especial The Great Heep tienen lugar entre 3 y 4 DBY, es decir, entre El Imperio Contraataca (1980, Irvin Kershner) y El Retorno del Jedi (1983, Richard Marquand). O sea, que C-3PO y R2-D2 dejaron de pertenecer a Luke Skywalker un tiempo, sirvieron a Mungo Baobab y a otros amos, y después volvieron con Luke, lo cual no sólo es difícil de creer, sino que entra en conflicto con muchas otras fuentes. Descartemos esa chorrada. A ver, ¿cuándo tuvo lugar entonces el episodio?

El artículo sobre el Gran Heep en la Encyclopedia, dice que el Gran Heep fue derrotado poco antes de la batalla de Yavin. El artículo "A State of Nelvana" publicado en Insider Nº 73 (2004) y el artículo de blog "The Droids Re-Animated, Part 2" dicen que el evento, junto con la serie, fue en 15 ABY. La revista Polyhedron Nº 170, en un artículo sobre la serie Droids, no habla del episodio especial, pero sí ubica los trece episodios de la serie en 15 ABY.

The New Essential Guide to Droids dice que C-3PO y R2-D2 llegaron a Biitu con su amo Mungo Baobab. Dos fuentes demuestran que los droides no se habían reunido aún con Baobab y que no llegaron a Biitu con él: El especial televisivo propiamente dicho y "The Droids Re-Animated, Part 2".

Pero no nos fiemos ciegamente de "The Droids Re-Animated, Part 2": Éste describe la desactivación de KT-10 como sucedida después de que Mungo escapase de la cárcel, mientras que en el dibujo animado sucede antes. También llama a los nativos "Biituans" cuando todas las otras fuentes los llaman "Biituians".

El artículo del Gran Heep en la Encyclopedia dice que los droides desencadenaron una inundación que barrió al Gran Heep, apagando sus hornos y matándolo. Vamos a ver: En los dibujos se ve que llovía, pero inundación, inundación, no, no había nada cubierto de agua. Guide to Droids dice que diluviaba, la lluvia entró en sus hornos y apagó al Gran Heep. "The Droid Re-Animated" dice similarmente que la lluvia cortocircuitó al Gran Heep. El artículo sobre Biitu en la Encyclopedia dice que R2-D2 destruyó al Gran Heep, pese a que en el dibujo animado se le ve inerte, pero de una pieza, y varias fuentes hablan de cómo fue transportado después al Museo: Galactic Phrase Book & Travel Guide, The New Essential Guide to Droids y "The Droids Re-Animated".

Por último, el artículo "Scouting the Galaxy: Droids, Ewoks and the Mysterious Vlix (And the Truth about 4-LOM and Zuckuss!)", publicado en Star Wars Insider Nº 27, dice que el especial The Great Heep era una presentación ("lead-in" en inglés) de la teleserie. No lo veo nada claro por las fechas de emisión: The Great Heep se estrenó el 7 de junio de 1986, mientras que los trece capítulos se emitieron entre septiembre y noviembre de 1985, casi un año antes.



© S I T H N E T

Sección creada por Skippy Farlstendoiro y Al Noah para SithNET
Prohibida la reproducción total o parcial sin el consentimiento de los autores.

Aquí puedes encontrar todas las fuentes consultadas en la elaboración de este artículo.

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