LOS KUSHIBANOS

Articulo creado por Skippy Farlstendoiro y maquetado por Al Noah, los xenobiólogos de SithNET
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Los Kushibanos


 
"¡Ikrit, Ikrit, Ikrit! ¡Ikrit, Ikrit, Ikrit!" (Ikrit)

Los kushibanos del planeta Kushibah son cuadrúpedos velludos de medio metro de largo, con grandes orejas caídas. Cuando se les encuentra por la galaxia, a menudo son tomados por bestias insensatas, normalmente con inofensivos animales de compañía porque, a ojos humanoides, los kushibanos resultan demasiado bonitos y graciosos para ignorar este factor. Otros les creen algún tipo de bicho indeseable. En realidad, los kushibanos son inteligentes y civilizados, aunque no tecnológicos. Precisamente por no tener interés en la economía espacial, los kushibanos rara vez son vistos fuera de su mundo, lo cual lleva a la extendida ignorancia sobre ellos; poca gente sabe lo que puede hacer un kushibano con su vello. Hoy arrojaremos luz sobre esta poco conocida especie.

Los Kushibanos

Kushibah, esta situado en el sector Alcance Gordiano del Borde Exterior, es un planeta verde, exuberante y selvático sin apenas industrialización. Está habitado por las feroces bestias xinkra, a veces llamadas xinkras a secas; son carnívoros de tres metros, con grandes garras y afilados colmillos, que pueden devorar de un bocado a un animal de medio metro de largo. Aunque estos son vulnerables a armas blancas, lo único que temen realmente es el fuego. Se ha comprobado que la mente de un xinkra es lo bastante evolucionada para recibir telepáticamente imágenes que les envíe un jedi, y para confundirlas con la realidad. Pero los xinkra no son la especie que queremos estudiar hoy. En realidad queremos encontrar a la especie nativa inteligente, los kushibanos.

Los kushibanos son lagomorfos, es decir, parientes evolutivos de loshoojibs y de los lepi. Son seres cuadrúpedos con un cuerpo de cincuenta centímetros de largo como media (aunque es normal que un kushibano alcance un metro de largo) y rasgos faciales levemente simiescos. Tienen pequeños hocicos afilados y grandes dientes que pueden utilizar para atacar, causando daño mínimo. Después de todo, no han evolucionado para desgarrar la comida: Son herbívoros.

Destacan en la cabeza del kushibano dos grandes ojos redondos, de aspecto inocente y que a veces transmiten curiosidad o profunda inteligencia. En al menos algunos casos, los párpados sobresalen varios centímetros, y el kushibano puede guiñar sus ojos. En un kushibano activo, los ojos pueden parecer brillantes; en uno anciano, sus ojos resultan apagados. Los ojos del kushibano Ikrit cambiaban de color, a veces adoptando el tono azul hielo o verde intenso de una persona a la que mirase, a veces pasando por otros colores como el marrón o el azul verdoso, y en al menos una ocasión reflejando todos los colores antes mencionados en un remolino.

Un rasgo muy llamativo de los kushibanos son sus enormes orejas blandas. Cuando un kushibano se concentra o se sorprende, las largas orejas se yerguen conscientemente. Si el kushibano no está prestando atención, las orejas se balancearán con los movimientos de su cabeza. Las orejas caen sobre el suelo, y a veces son arrastradas, cuando el kushibano duerme acurrucado, se siente desanimado o decepcionado, o es muy anciano.

Un kushibano tiene una larga cola esponjosa que controla como una extremidad con delicadeza. A veces un kushibano se encarama a los hombros de un humanoide que le resulte simpático, y le cubre el cuello con la cola a modo de foulard.

El cuerpo de un kushibano está íntegramente cubierto de vello sobresaliente, suave y sedoso y, aunque suele ser de un blanco escarcha, cambia según el estado emocional del kushibano, adaptándose a su estado de ánimo y obedeciendo a su voluntad consciente. Los cambios de color son progresivos y visibles. En caso de que el kushibano no esté tranquilo, su color puede ser gris, cuando está disgustado, o negro en caso de estar de luto o simplemente desesparado por algo.

Esta medida evolutiva surgió para darles la capacidad de camuflarse, por lo que su pelaje es tan adaptable como un camaleón: Pueden confundirse fácilmente con las piedras de una pared. Los kushibanos transmiten así información sobre su estado de ánimo, por lo que son pésimos jugando a las cartas contra personas que conocen este secreto. Afortunadamente para los kushibanos, hay muy poca gente que sepa de esto.



Ilustración de un Kushibano

Aparte de esto, el vello de un kushibano se puede enmarañar y apelmazar cuando él corre sobre fango, pero para limpiarse del polvo y porquería no tiene más que sacudirse el pelo. Para terminar con este tema, los kushibanos acostumbran a cepillarse su pelaje cada día, separando hebras que tienen potencial textil.

Un kushibano es esencialmente un saltador, capaz de encaramarse sobre una unidad R2 de un único brinco, y escala corriendo las paredes de edificios piramidales. Es más pequeño que un humanoide y, como cabría esperar, no alcanza tan altas velocidades como éste; pero al mismo tiempo el kushibano es una criatura pequeña, difícil de atrapar cuando se mueve en zigzag, experta en escurrirse por lugares estrechos y en desaparecer en las sombras sin hacer ruido. Además, el kushibano se cansa mucho menos que un humano corriendo la misma distancia. Los kushibanos tienen rápidos reflejos y son difíciles de sorprender.

La voz de un kushibano, estudiada en un ejemplo concreto, puede ser aguda como un silbido, o cuando habla en lengua humana, rasposa y áspera, manteniéndose a medio camino entre un ronroneo y un rugido. Cuando ríe, el sonido es algo extraño similar a un resuello. El kushibano Ikrit podía comunicarse con una unidad R2 sin que su conversación fuese percibida por humanos cercanos.

Un kushibano alcanza la adolescencia a la tierna edad de seis años y la madurez biológica a los trece. Los primeros achaques, que llegan a los humanos a la cuarta década, esperan a la sexta en el caso de un kushibano, y éste sólo estará en edad de retirarse a los ochenta y cinco años. La esperanza de vida un kushibano es de ciento diez años, aunque un kushibano excepcional pudo hibernar durante 400 años sin comer.

Un último rasgo biológico de estos seres es que son muy monos, o al menos a los humanoides les resultan muy bonitos, lindos y/o graciosos. Algunos kushibanos se ponen agresivos cuando se les echa en cara este rasgo, por cierto.


Cultura Kushibana


 

Los kushibanos son gente sencilla con una sociedad compleja y pacífica. Ellos viven en armonía casi total con su ecosistema. Como son herbívoros, no necesitan armas para cazar, y tampoco tienen utensilios de cocina porque comen casi todo crudo. Se protegen de los elementos en cuevas o en árboles huecos.

Estos seres también construyen comunidades, pueblos de granjeros y tejedores, con construcciones artificiales con tejados de hierba. Los kushibanos cultivan la chierba de seda y la combinan con el vello que se quitan cada día para hilar hebras; éstas se usan para tejer ropa y tapices multicolor. Las telas kushibanas tienen justa fama en toda la galaxia, y el día de la cosecha de hierba de seda es una fecha señalada. Incluso así, la tecnología requerida incluye poco más que rastrillos, guadañas y husos.

Los xinkras, depredadores mucho mayores que los kushibanos en tamaño, a veces atacan a los kushibanos para devorarlos. Desde que los kushibanos desucbrieron que los xinkras temen el fuego, han utilizado antorchas para mantenerlos a raya.

Los kushibanos tienen poco interés en abandonar su mundo, excepto por unos pocos eruditos, exploradores y Jedi que eligen hacer viajes largos por la galaxia. Los kushibanos que viajan a otros planetas han reunido un fondo común de créditos galácticos para el uso colectivo de la especie. Por lo demás, como Kushibah tiene poco que exportar y los kushibanos no quieren llevar tecnología a su mundo, la especie no tiene demasiado valor para la economía galáctica.



Ilustración de un Kushibano Jedi

En general los kushibanos son personas generosas y amables. Tienen burlas amistosas y un sentido del humor irónico y juguetón. Encuentran risible, por ejemplo, la idea de un Jedi de su especie, o siquiera la necesidad que pueden tener de uno así. Sin embargo, si un kushibano se enfada o es traicionado, puede ser vengativo y abiertamente cruel, y rara vez toleran a los misántropos, matones o bobos.

Los kushibanos se agrupan en unidades familiares similares a los humanos y hablan su propio idioma, también llamado kushibano. Por lo general, los kushibanos no aprenden el idioma Básico. Un proverbio kushibano dice: "El camino al éxito rara vez es corto".

A los ojos de los humanoides, los kushibanos parecen indefensos y muy monos. Al ser pequeños, velludos y de orejas caídas, a menudo los humanoides confunden a los kushibanos con mascotas o alimañas. Un kushibano, Ikrit, consiguió hacerse pasar por mascota en la academia Jedi de Luke Skywalker en el planeta Yavin 4. La mayoría de la gente en la Academia, Jedi o no, creía que la criatura amistosa era la mascota de uno de los aprendices, y en algunos casos costaba convencerles de lo contrario.


Historia Kushibana


 

Los kushibanos vivieron en su mundo hasta que, en algún momento entre el 3.000 y el 1.000 aY, su zona de la galaxia fue explorada y cartografiada, y Kushibah entró en la Antigua República. Incluso entonces, había relativamente poco contacto entre ellos y las otras especies.

En el último milenio antes de Yavin, era infrecuente que un maestro jedi visitase un pueblo kushibano en busca de estudiantes, pero esto sucedió al menos una vez, siendo Yoda el invitado, y su presencia honraba a los kushibanos.

En los últimos años de la Antigua República, la existencia de los kushibanos era conocida: En un debate público moderado por Yara Grugara, un Jedi reformista identificado con el seudónimo de Rune increpó a su colega tradicionalista Nute llamándole "engendro hipócrita amante de los kushibanos" justo antes de atacarle utilizando el poder del lado oscuro. Sin embargo, en el 22 aY, la especie era lo bastante infrecuente como para ser vista en zoológicos ilegales (junto con otras especies inteligentes exóticas).

Durante el periodo de las Guerras Clon el planeta Kushibah estaba controlado por los separatistas y en los años 23-24 DBY, la Nueva República se enfrentó a la Alianza de la Diversidad, en un conflicto que costó vidas de kushibanos y de muchos seres de otras especies. La wookiee Raabakyysh opinaba que los kushibanos eran personas con tanto derecho a vivir como los humanos o los seres perceptores de las otras especies.


Kushibanos Notorios


 

Asani: Un famoso kushibano.

Cerlyk: Un famoso kushibano.

Etyk: Un famoso kushibano.

K'Mi: Este varón kushibano solía ponerse agresivo cuando le acusaban de ser mono. En algún momento antes del 22 aY, K'Mi fue capturado y esclavizado por el criminal chevin Phylus Mon. Mon insertó quirúrgicamente un explosivo cerca del corazón de K'Mi, que se activaría en caso de que Mon muriese (aunque podía ser desactivado también por el impacto de un arma iónica); se trata de una operación rutinaria que Phylus realizaba con todos sus esclavos. Además, K'Mi era apalizado regularmente, de nuevo algo que Phylus hacía a todos sus esclavos.

En el año 22 ABY, K'Mi estaba encerrado en el zoo ilegal de la nave de Phylus Mon, Animiasma, rodeado de seres de otras especies inteligentes rara vez vistas. K'Mi estaba dispuesto a cooperar con quien hiciera falta en una fuga masiva, con tal de tener la oportunidad de escapar. El Animiasma fue destruido poco después cerca de Cularin, pero no se sabe con certeza si K'Mi había logrado escapar o no.

Mabbik:Un famoso kushibano.

Mirax: Un famoso kushibano. También es frecuente como nombre de mujer coreliana.

Pritsi: Un famoso kushibano.

Sibble: Un famoso kushibano.

Tieko: Un famoso kushibano.

Widdimur: Un famoso kushibano.


Ikrit


 

Ikrit era un pequeño kushibano de un metro de largo en su madurez, que tenía el aspecto de un conejito blanco que creció en un pueblo de granjeros y tejedores de hierba de seda en Kushibah, pero él no tenía talento para ejercer tales profesiones y acabó trabajando como piloto.

En algún momento cercano al 478 ABY, cuando Ikrit tenía algo más de diez años, el maestro Jedi Yoda visitó su poblado en busca de un estudiante que entrenar. Todos los kushibanos se sentían honrados, aunque también sorprendidos ante esa idea. Ikrit se acercó a Yoda para ofrecerle su ayuda mientras estuviese en el planeta. Yoda, sin hacer ninguna prueba evidente, dijo a Ikrit que él era el estudiante que estaba buscando. El joven kushibano se echó a reír, y sus vecinos le imitaron: Le sugerían que aprendiese el uso del sable láser para cosechar la hierba.

Ikrit decidió ir con Yoda y empezar su entrenamiento. No fue el primer estudiante de Yoda, ni sería el último. El maestro Yoda, enfrentándose al mal dondequiera que lo encontrase, se ganó la admiración y respeto del kushibano. Ikrit aprendió de Yoda la frase "El tamaño no importa", una frase muy aplicable a él.

Un año después de su partida, aún inseguro, Ikrit regresó a Kushibah a visitar a su familia, a tiempo de la cosecha. Su pueblo estaba feliz de volver a verle, y de nuevo bromearon con su carrera profesional. Entonces, en la víspera de la cosecha, una kushibana ensangrentada bajó del campo para avisar: Una manada de más de cien xinkras bajaba de la montaña hacia los campos de heirba y el pueblo. Ella había intentado ocultarse, pero un xinkra la había visto y se separó del grupo para zamparla. Ella sólo había sobrevivido rajando los ojos de la bestia con un cuchillo para cosechar.

Los kushibanos del pueblo empezaron a buscar armas improvisadas, pero Ikrit supo que no bastaría y temía que muchos muriesen en una batalla así. Ikrit escaló hasta el tejado del edificio en el centro del pueblo y pidió a su gente que le dejasen solo contra los monstruos, y que confiasen en él. Sin esperar respuesta, Ikrit corrió a los campos, y los otros kushibanos esperaron a ver qué sucedía. Ikrit, que ya había aprendido el poder de hablar a las mentes de las bestias, vio llegar la manada y les envió telepáticamente una imagen del pueblo en llamas, así como un recuerdo de los animales comestibles que había entre los bosques y arroyos lejanos. La manada cambio de dirección y se fue. El pueblo alabó a Ikrit como a un héroe, y fue entonces que Ikrit supo que llegaría a ser un caballero Jedi y que ayudaría a defender la galaxia.

Ikrit llegó a ser un caballero jedi de gran poder. Se volvió orgulloso y, por un desacuerdo insignificante, estuvo a punto de matar a uno de sus amigos con su sable láser. Yoda arriesgó su propia vida para detenerle. Comprendiendo su error, decidió enterrar su sable el mismo día que casi lo había usado para el mal. Ikrit pasó muchos más años estudiando y entrenando para ser un maestro Jedi, pero se negó a volver a utilizar un sable, y juró no hacerlo hasta que encontrase estudiantes dignos.

Ikrit se convirtió en un maestro Jedi, y en un erudito especializado en cultura massassi. Conocía poderes Jedi variados, incluyendo telepatía, telequinesis, videncia, curación y dones para afectar la mente. Aunque Ikrit no era un guerrero, era un poderoso adversario, rápido y ágil en sus piruetas, entrenado para moverse sin gravedad, y dotado de una gran astucia.

El globo dorado

Corría el año 378 ABY, y el por entonces ya anciano maestro Jedi Ikrit viajó a Yavin 4 a estudiar las ruinas de los antiguos templos massassi de allí, y con la meta específica de romper maldiciones Sith. Exploró las ruinas del Palacio del Woolamander, construido milenios atrás por la especie massassi. Allí encontró el llamado Globo Dorado, una enorme esfera de cristal en el centro de una sala oculta, con la entrada cerrada por un derrumbamiento. El Globo estaba lleno de remolinos de oropel dorado, y había sido cerrado con un enigma. Había sido creado milenios atrás por el malvado lord del sith Exar Kun, como parte de un experimento para obtener poder para sí, y en su interior estaban encerradas las almas torturadas de miles de niños massassi.

Ikrit no sabía todo esto, pero podía oír los gritos de los niños atrapados, y su instinto le decía que era imprescindible romper el Globo. Pero también descubrió que un Jedi adulto como él no podría romper la maldición. Según un presentimiento profundo de terror de Ikrit, si algún otro adulto se enterase, el Globo explotaría en mil piezas (o mil millares de piezas, depende de cuán profundamente sintiese su presentimiento), y todo estaría perdido para ellos. Ahora bien, Ikrit concluyó que la maldición era vulnerable a niños con el poder de la Fuerza, aprendices de Jedi. No pudiendo traer niños así a Yavin 4 en ese momento por algún motivo, Ikrit se acurrucó en la base del Globo para esperar que la ayuda llegase espontáneamente.

Ikrit inició entonces un trance de hibernación, un poder de la Fuerza que pocos Jedi han logrado dominar, y se mantuvo dormido durante los siguientes 400 años (Posteriormente, la Jedi Tionne Solusar consideraría tal logro el ejemplo más asombroso del uso de este poder).

Durante ese tiempo, Ikrit no fue olvidado: Poco antes de las Guerras Clon, la cadena de restaurantes de servicio rápido Barón Galleta lanzó una campaña llamada "Héroes de la República" en la que incluía, junto con algunos de sus productos, holocubos conmemorativos con importantes figuras históricas, entre ellas políticos y maestros Jedi. Ikrit fue uno de los jedi así retratados, aunque él mismo lo ignoraba.

Cuatro años después, en el 18 ABY, el emperador Palpatine inició su Purga Jedi, pero Ikrit estaba dormido y oculto, escapando así a los cazadores de Jedi.

Pasaron otros cuarenta años. En ese tiempo, el emperador fue derrotado, dos veces, gracias sobre todo a Luke Skywalker. Skywalker llegó a ser un Maestro Jedi y fundó una nueva Academia Jedi, o Praxeum, en Yavin 4. Allí entrenaría a sus sobrinos, Jacen y Jaina Solo y, después, a Anakin Solo, junto con otros muchos aspirantes a Jedi venidos de toda la galaxia.

En el año 22 DBY, Anakin Solo era un niño humano de diez años, a punto de cumplir once, y allí conoció a otra aspirante a Jedi, la también humana Tahiri Veila, de nueve años, con la que confraternizó. Ikrit, sin despertar de su hibernación, les percibió a través de la Fuerza y les identificó como los que podrían romper la maldición. Decidió que, si ellos estaban juntos, su poder en la Fuerza les permitiría llegar a la sala secreta. También observó que esos dos niños estaban vinculados a través de la Fuerza y que eran mucho más poderosos juntos que separados.

Durante los cinco años anteriores, Veila había tenido un sueño horrible en el que estaba recorriendo un río de aguas verdes en una larga balsa plateada de bordes redondeados. Mientras ella remaba, caía al río y despertaba. En cuanto ella conoció a Solo, él se metió en su sueño, y a partir de entonces, en el sueño, él intentaba salvarla cuando ella caía. Veila se lo contó a su amigo y el sueño dejó de repetirse para ella; sin embargo, él pasó a tener un sueño similar en el que no lograba salvar a Veila. Además, en el sueño de Solo, el droide R2-D2 estaba en la barca.

Ikrit decidió aprovechar estas circunstancias para intentar atraer a Solo a su destino en las ruinas, y se presentó a él como una voz en el sueño. Ikrit vio que Solo necesitaba indicaciones precisas, así que Solo empezó a oír la voz misteriosa e incorpórea incluso estando despierto: La voz le decía que buscasen la barca sin decírselo al Maestro Skywalker o "todo estará perdido" (pero Ikrit no quiso decir qué era "todo"). Solo tuvo que considerar que la voz podría ser un agente del lado oscuro de la Fuerza, pero decidió que la tranquilidad y fuerza de la voz era comparable a la del Maestro Skywalker, así que debía ser la voz de un maestro Jedi. Ikrit dijo además a Solo que él y Veila eran necesarios en otro lugar, por lo que era necesario ir a la barca; y que la barca estaría en el lugar que habían soñado.

Guiados así por sueños idénticos e insinuaciones de Ikrit, Solo y Veila reclutaron a R2-D2 y buscaron la barca y el río. Su pequeña excursión terminó, como habían profetizado, con la caída al río de Veila. Solo intentó extender el remo hacia su amiga, pero él sentía que no tenían suficiente poder. La voz de Ikrit en la cabeza de Solo le dijo que había tipos distintos de poder y Solo probó una alternativa: En vez de intentar mover físicamente a Veila, apeló a la mente de su amiga con una orden dicha con la Fuerza. R2-D2 salvó a Solo agarrándole para que no se cayese al río. Así, la barca llegó algo accidentadamente al Palacio del Woolamander.

Los niños exploraron el interior del Palacio y superaron diversos obstáculos, incluyendo un camino bloqueado por piedras. La voz de Ikrit les daba indicaciones valiosas: Cuando ellos intentaban mover las piedras con fuerza bruta, él les recordó que existía también la fuerza de la mente, animándoles a buscar un camino que no exigiese mover tantísimas piedras.

Finalmente, los niños entraron en la cámara sellada del Globo Dorado. Inicialmente no se fijaron en el kushibano dormido a la base del globo, sino sólo en la esfera. Veila intentó tocarla, pero un campo de fuerza la catapultó contra la pared de piedra; sólo entonces se fijaron en la criatura.

Ikrit se revolvió entonces, despertó y miró a los dos recién llegados. Repitió seis veces su nombre, se alzó sobre sus patas traseras y dijo su nombre tres veces más. Veila sonrió, decidió llamar así al "inofensivo animalito" y se presentó educada, pues lo encontraba muy mono. Ikrit se acercó al Globo, atrayendo así la atención de los niños sobre éste; así, Veila y Solo percibieron de modos distintos las almas torturadas en el interior del Globo. Ikrit entonces saltó en el aire de modo juguetón, se encaramó a los hombros de Solo, le tapó los ojos, le tiró del pelo y le retorció la nariz. Al intentar librarse de él, Solo se fijó en su cronómetro de muñeca y se dio cuenta de que llevaban demasiado tiempo lejos de la Academia. La voz de Ikrit le dijo en su mente que debían volver de inmediato o, una vez más, todo estaría perdido. A Ikrit le gustaba mucho esa frase, por lo que se ve; está entre ésa y lo de que el tamaño no importa.



Ikrit en la portad del libro "The Golden Globe" de la siere Juniro Jedi Knights

Solo y Veila corrieron hacia la salida, con Ikrit siguiéndoles y repitiendo incesantemente su nombre de modo juguetón. Solo pensó tres cosas casi simultáneas sobre Ikrit: Primero, que Ikrit no parecía cansado cuando los humanos tuvieron que parar a recuperar el aliento; segundo, que Ikrit podría llevar años o siglos encerrado en esa sala, posiblemente sin comer; y tercero, que el animalito parecía estar riéndose de él.

A la salida del Palacio, Solo y Veila se reunieron con R2-D2. El droide pitó al ver a Ikrit; éste silbó su nombre y saltó sobre el domo de la máquina. R2-D2 intentó sacárselo de encima, pero Ikrit se agarraba demasiado fuerte. Finalmente, R2-D2 desistió y los cuatro compañeros atravesaron la lluviosa jungla de regreso a la Academia Jedi.

En este camino, R2-D2 se atascó una pata en una madriguera de runyup, e Ikrit fue rápido avisando a los humanos. Después, cuando los niños estabna totalmente perdidos, Ikrit señaló un camino, R2-D2 entendió sus palabras y les guió por allí. Sin embargo, Ikrit desapareció misteriosamente antes de que los demás llegasen a la Academia propiamente dicha. Por entonces, Solo y Veila creían que Ikrit era un animal salvaje, así que asumieron que había vuelto a la jungla.

Esa noche, Ikrit se acercó sigilosamente a la Academia y entró por la ventana abierta del dormitorio de Solo. Solo estaba desvelado o se despertó por el movimiento en su ventana, según la fuente consultada. Saludó amistoso a Ikrit y le permitió entrar. Ikrit se metió en la cama de Solo y se acurrucó bajo las sábanas, ante las protestas del niño. Murmurando para sí, Solo se quejó de que una criatura selvática velluda le hubiese quitado su cama, y el kushibano le respondió, con la voz que Solo había oído en su cabeza: "Vigila a quién llamas criatura selvática". Sorprendido al oír hablar a Ikrit, Solo pensó que Veila no le iba a creer; Ikrit leyó este pensamiento y le respondió que Veila sí le creería. Con eso reveló a Solo que era telépata.

Ikrit le explicó que había ido a visitarle esa noche para decirle que él era un maestro Jedi de la antigua Orden Jedi, y que les había atraído hacia el Globo porque creía que ellos dos, Solo y Veila, podía romper la maldición. Le explicó lo que sabía, y Solo le prometió que Veila y él desafiarían la maldición. Ikrit le deseó que la Fuerza les acompañase en su difícil tarea.

Lyric's World

Pasó una semana, durante la cual Solo no quiso hablar con Veila para contarle lo que había descubierto. Mientras tanto, la joven estudiante Jedi Lyric debía ser devuelta a Yavin 8 por motivos biológicos, y asignaron a Solo y Veila para acompañarla. Solo creía que la Fuerza les guiaba a esa excursión. Ikrit visitó a Solo en su habitación mientras él hacía las maletas, y el kushibano le interrogó sobre su viaje. Solo, que respetaba al kushibano, le preguntó si era incorrecto irse sin haber resuelto el enigma del globo, pero Ikrit le dijo que Solo debía ir donde la Fuerza le atrajese, y entonces se fue correteando muro abajo. Solo no había esperado que Ikrit fuese de ayuda en su dilema.

Después de este encuentro, Solo reveló a Veila todo lo que Ikrit le había contado (aunque no le habló de la última visita de Ikrit), y ella aceptó trabajar con Solo para romper el Globo. Solo había visto escritura massassi en el Globo Dorado, y sabía que había otras runas similares en una cueva de Yavin 8, así que esperaba descubrir información útil en este viaje. Solo y Veila regresaron de Yavin 8 con Sannah, otra melodie candidata a Jedi que les había ayudado a buscar las runas allí, y a la que convencieron de que guardase el secreto de la escritura massassi, de modo que el maestro Skywalker no se enterase tal y como Ikrit había pedido.

Solo intentó descifrar el código de runas massassi, mientras Ikrit observaba posado en el borde de su ventana, mirándole detenidamente. Solo eventualmente supo que los massassi escribían su texto verticalmente, como los melodies, y no horizontalmente como la mayoría de humanoides, y así pudo descubrir que Exar Kun había encerrado a los niños massassi usando magia Sith como parte de un experimento. Veila y Solo estaban decididos a liberarlos, e Ikrit, en su ventana, pensó en los peligros que esperaban a estos muchachos, pero también que la Fuerza era intensa en ellos.

Promises

Poco después, Veila tuvo que viajar a Tatooine para decir a su familia adoptiva Tusken que ella seguiría sus estudios como Jedi. La acompañaron su amigo Solo y la jedi Tionne, una de las profesoras de la academia de Skywalker. Aprovechando que Veila estaba inusualmente callada, Solo aprovechó el viaje para pensar en Ikrit y en el Globo.

Durante su aventura en Tatooine, un dragón krayt intentó llevarse a Solo, pero Veila sacó fuerzas de las enseñanzas del maestro Ikrit: Existen varias formas de fuerza, según había dicho Ikrit, y Veila estaba decidida a encontrar una que derrotase al dragón.

Finalmente, Tionne, Veila y Solo regresaron de Tatooine, y los dos últimos estaban lo bastante confiados para enfrentar la barrera Sith que rodeaba el globo. Por desgracia, Solo estaba enfermo y tuvieron que esperar a que él se recuperase. Finalmente llegó el momento, e Ikrit les visitó, esperando pasivamente su decisión. Les preguntó si estaban seguros de ser lo bastante fuertes para esta batalla, y les recordó que habría otros conflictos en el futuro; pero los muchachos estaban preparados, y no sólo querían liberar a los inocentes capturados, sino que temían que, si se acobardaban entonces, estarían huyendo para siempre. Ikrit les deseó que la Fuerza les acompañase, y se escabulló por la ventana de la Academia hacia la jungla, dejándoles solos en esa lucha. Veila se sintió algo decepcionada.

Solo y Veila se enfrentaron a los fantasmales sicarios de Exar Kun que, al verse incapaces de detener a los niños jedi, intentaron destruir las almas de los niños massassi. Los Jedi rompieron las barricadas sith, Solo entró en el globo y encontró las almas de los niños, pero necesitaba un ancla para encontrar la salida. Tal fue la voz de Veila: Veila, Solo y los niños massassi hicieron una cadena con sus manos, y así Solo guió a las almas torturadas a la libertad. El Globo entonces se astilló en mil fragmentos.

Mientras tanto, Ikrit estaba revelando voluntariamente su identidad al maestro Skywalker, así como el secreto del Globo y la misión de sus jóvenes protegidos. Ikrit prometió ayudar en el entrenamiento de Solo y de Veila. Skywalker e Ikrit fueron a las puertas del Palacio del Woolamander a recibirles cuando acabasen su misión. Ikrit miró orgulloso a Solo y a Veila, y Skywalker les contó que ahora lo sabía todo, y que aprobaba lo sucedido.

Anakin's Quest

Ikrit decidió quedarse en Yavin 4 para entrenar a Solo y Veila en los misterios de la Fuerza: La razón original que le había llevado hasta allí, el Globo Dorado, ya no se aplicaba, pero ahora quería quedarse allí con la nueva misión, acaso más modesta, de ayudar a que germinase la semilla de la Fuerza en Solo y Veila. No queriendo una atención especial por su estatus como maestro Jedi, Ikrit decidió guardar en secreto su auténtica naturaleza, y hacerse pasar por la mascota de Solo a ojos de casi todos los demás.

Ikrit se ganó la confianza y respeto de su joven aprendiz Solo, que a menudo miraba al kushibano en busca de apoyo. Solo también se ofuscaba cuando alguien insultaba a su maestro. Ikrit, con tranquilidad y compostura, se refería a sus pupilos con términos afectuosos como "Mi joven amigo", y empezó a decir "Mmmmm" antes de hablar cuando estaba pensando.

Ikrit estaba convencido de no dejar a Solo ni a Veila a sol ni a sombra, pero en al menos una ocasión se escabulleron de su percepción: Los niños encontraron un pozo de cien metros de profundidad que terminaba en unas aguas termales y, motivados por el aburrimiento, descendieron hasta allí sin que Ikrit se enterase. No trataban de ocultarle nada conscientemente al maestro, simplemente no le dieron importancia a su juego y no sacaron el tema. Ikrit sólo lo descubriría muchos años después.

En otra ocasión, Solo viajó a Coruscant para estar durante tres meses con su familia, e Ikrit escogió quedarse en la Academia para meditar. Cuando Solo regresó, no fue recibido por ninguno de sus amigos porque todos estaban ocupados en ese momento, pero Ikrit contactó con Veila lo antes posible para decirle que Solo necesitaba verla (No era una situación de vida o muerte, pero emocionalmente el niño tenía que ver a su amiga lo antes posible), y que fuese a buscarle para que todos pudiesen entrenar con Tionne.

En cuanto Ikrit pudo ver de nuevo a Solo, se encaramó sobre sus hombros y le cubrió el cuello con la cola; Tionne, que consideraba a Ikrit un animal sin mente, pensaba que simplemente la mascota se alegraba de volver a ver a su amo. Tionne entonces les enseñó a utilizar la Fuerza para manipular la niebla con diversos usos; al parecer ella no se fijó en que Ikrit hacía remolinos de niebla con su zarpita. Solo y Veila pronto dominaron este nuevo poder, pero Solo interrumpió la clase repentinamente asustado por una sombra. En ese momento, Solo temía caer en el lado oscuro de la Fuerza como le había sucedido a su abuelo Anakin Skywalker, también llamado Darth Vader.

Un visitante inesperado llegó a la Academia, el adolescente humano Uldir Lochett que, no queriendo seguir la tradición familiar de ser piloto, exigió que el maestro Skywalker probase su potencial como jedi. Skywalker aceptó hacerle una prueba básica, ante las miradas de Solo, Veila, R2-D2 y el pequeño Ikrit sentado en el alféizar, de nuevo haciéndose pasar por animalito. Skywalker tocó la frente de Lochett y no percibió el potencial para que éste fuese un Jedi; incluso antes de que lo dijese, Ikrit lo había percibido y se sintió decepcionado.

Lochett tenía un potencial para la Fuerza, pero no para manipularla abiertamente como una herramienta del modo que hacían los Jedi, sino para que la Fuerza le apoyase de modo intuitivo cuando los intereses de Lochett fuesen nobles; Skywalker fue incapaz de ver este matiz, aunque después teorizó que Ikrit sí lo había notado. Skywalker dijo a Lochett que no podía entrenarle como Jedi, pero el muchacho insistió en que llegaría a ser un caballero Jedi. El maestro Jedi humano buscó apoyo en la mirada de su amigo kushibano, y mantuvo su decisión.

Poco después, Solo se encaramó a la cima del Gran Templo que servía de campus para pensar en la intimidad, mientras observaba a lo lejos un entrenamiento de sables láser. Ikrit se le acercó sin discreción y le saludó; Solo estaba tan absorto que se sorprendió de la presencia de su amigo. Se disculpó, diciendo que temía no estar siendo él mismo, e Ikrit le interrogó para averiguar cuál era el problema. Solo le explicó que, si bien ansiaba ser Jedi, temía sucumbir al lado oscuro. Solo habló a Ikrit de un conocido episodio en los estudios del maestro Skywalker: En el planeta Dagobah, Skywalker había entrado en una cueva del lado oscuro para enfrentarse a sí mismo y aprender de ello, a instancias de su maestro Yoda. Al oír ese nombre, Ikrit se reanimó, interesadísimo al volver a oír del que también había sido su maestro, y pidió a Solo que le hablase más de esa etapa. Ikrit no reveló aún que Yoda hubiese sido su maestro.

Esa noche, Ikrit fue a visitar al maestro Skywalker en el alféizar. Skywalker le recibió con educación y escuchó cómo el kushibano recomendaba enviar a Solo a Dagobah, para que pudiese mirar en su interior. Skywalker reconoció que Solo podría necesitar más atención de la que él, con muchos estudiantes, podía darle. El maestro humano aceptaba enviar a Solo a Dagobah, obviamente acompañado por Veila (Skywalker reconocía que Solo y Veila eran un equipo, y Veila no iba a permitir que Solo fuese a ninguna parte sin ella) pero la logística era un problema: La única Jedi disponible para acompañarle en un futuro inmediato era Tionne, y ella nunca había enfrentado directamente la oscuridad así que Skywalker no quería enviarla. Ikrit se ofreció a ir con ellos en el viaje, y Skywalker se sorprendió de no haber considerado a Ikrit uno de los maestros de su Academia.



Imagen de portada del libro Anakin's Quest

Después de todo, en ese momento Skywalker sabía poco de Ikrit, y tuvo que preguntarle si sabía pilotar. Ikrit admitió que, tras siglos de hibernación, no estaba familiarizado con las naves contemporáneas, pero propuso enviar la nave de suministros de la Academia, pilotada por Peckhum: Aunque sus prestaciones pareciesen comparativamente pequeñas, Ikrit recordó a su amigo que el tamaño no importa, como decía su mutuo maestro. Ikrit aceptó revelar a Peckhum su identidad secreta como maestro Jedi, y Skywalker insistió que en R2-D2 les acompañase como mecánico. Sólo quedaba convencer a un par de personas con las que Ikrit no había contado: Los padres de Solo.

Tionne organizó las mochilas para el viaje, con kits médicos, comida, barras brillantes y botas de cuero, y se aseguró de que estuviesen a bordo; informó posiblemente a Luke y éste a su vez informó a Ikrit (La alternativa es que Tionne informase directamente a Ikrit, y en ese momento Tionne consideraba a Ikrit una mascota). Peckhum adaptó su nave, con sólo dos asientos de pasajeros, y añadió un pequeño arnés con cinturones de seguridad para que Ikrit se sentase en el reposacabezas de la silla de Solo. Mientras tanto, el maestro kushibano leyó todo lo que pudo encontrar sobre Dagobah, para familiarizarse con el terreno. Por último, Lochett se subió a la nave de polizón.

Incluso sabiendo que Ikrit era un maestro Jedi, Peckhum tuvo problemas para entenderlo y durante el viaje le costaba mucho hablar directamente con "la criatura": Solo y R2-D2 le regañaron, y Peckhum, anonadado al oír hablar a Ikrit, reconoció su vergüenza. Solo encontraba divertido verle enfrentarse a la idea de que un maestro Jedi tuviese tan improbable aspecto. Ikrit, que ni siquiera quería ser llamado Maestro Ikrit, relajó el ambiente relatando la historia de su reclutamiento (aunque nuevamente cuidó de no mencionar el nombre de su maestro), e impresionó a Peckhum con su enfrentamiento con las xinkras.

La nave de Peckhum, Cetro Relámpago, llegó al planeta Dagobah, un mundo lleno de vida pero sin ciudades que Ikrit reconoció fácilmente. El aterrizaje fue difícil por las condiciones meteorológicas, y la nave quedó varada en el agua fangosa. Peckhum escogió quedarse a bordo por si acaso, mientras Ikrit se desabrochaba su cinturón y repartía mochilas a sus jóvenes pupilos. Entonces el kushibano se encaramó sobre R2-D2, y en este ocasión al droide no le importó purd conocía el camino y guió al grupo hasta la cueva.

Ikrit explicó que todos los animales locales eran presencias en la Fuerza. A Veila le disgustaban los insectos e intentaba espantarlos con las manos, pero Ikrit le propuso una alternativa: Usar su mente para dirigir a esos seres a otro lugar. Ikrit empezaba una lección magistral, y en ese momento Lochett salió de su escondite en la nave sin mirar, cayó al pantano y, viendo acercarse a una enorme criatura nativa, empezó a chillar pidiendo ayuda (Peckhum estaba en la nave en ese momento haciendo mantenimiento y no había oído nada).

Solo, Veila e Ikrit vieron el problema de Lochett. Ikrit envió a R2-D2 a buscar a Peckhum; mientras, Solo e Ikrit ofrecieron una parra a Lochett para que tirase, pero no lograban sacarle. R2-D2 avisó a Peckhum, que se unió al esfuerzo y así el adolescente escapó del pantano. Lochett explicó que el animal se le iba a comer, y entonces Ikrit explicó que la criatura no era peligrosa. Lochett ya había oído esa voz durante el rescate, pero sólo entonces se dio cuenta de que era la voz de la supuesta mascota. Lochett admitió que Ikrit pudiese hablar, pero se negaba a creer que fuese un maestro Jedi y no una mascota: Le ridiculizaba la idea de que una criatura con ese aspecto fuese digno de ser Jedi, mientras que Lochett no lo era. Las palabras de Ikrit ofendieron profundamente a Solo, y provocaron una regañina de Veila, aunque el propio Ikrit mantuvo la compostura.

A la mañana siguiente, Ikrit reunió a los tres niños para una clase. Les hizo sentar en un tronco caído mientras él se sentaba sobre R2-D2, y les hizo extender sus sentidos para intentar comprender las reacciones de cada acción, y cómo un cambio nimio en un nodo de la gran red de la vida podía cambiar el universo. Después les dijo que esa tarde caminarían hacia la cueva, y que cada uno de los aprendices guiaría durante un tercio del camino de ida; Ikrit no intervendría.

Veila fue la primera en guiar, y se detenía a cada poco para escuchar a la Fuerza. Así siempre supo la dirección correcta en cada encrucijada. Ikrit quedó satisfecho con su actuación. Solo estaba ansioso por llegar, pero sabía que el ecosistema era peligroso. Se relajó usando técnicas Jedi y esquivó a un gran depredador. Miró a Ikrit al terminar y, aunque le kushibano no dijo nada, Solo observó el brillo de sus ojos y lo consideró un gran halago.

Lochett no compartía la cautela de sus amigos y, confiado en exceso, buscaba el camino más rápido. Solo y Veila percibieron en la Fuerza un peligro que Lochett no notaba, e incluso R2-D2 pitó su alarma, pero Lochett quiso restar importancia a sus avisos tomándolos por mera envidia. Ikrit explicó que había una telaraña dura y transparente del bicho-carnicero loca, que habría mutilado a Lochett si él hubiese dado otro paso. Solo entonces pidió a Ikrit que guiase el resto del camino.

Ikrit, con los ojos cerrados, cabalgó sobre R2-D2 mientras el droide era quien escogía el camino. Veila hablaba a ratos con el kushibano, pero éste no respondía (Posiblemente se había quedado dormido). Empezó a llover, e Ikrit hizo que se cobijasen entre las raíces de un inmenso árbol. El kushibano tomó un fragmento seco y roto de la raíz, cerró los ojos un instante y causó combustión espontánea en la punta, creando una antorcha que después entregó a Solo.

Cuando dejó de llover, Solo quiso retomar el camino, pero Ikrit y Veila detectaban un peligro cercano: Una knobby-araña blanca de aspecto inofensivo se zampó a una criatura similar a un perezoso verde, y después se acercó al refugio donde se encontraban los niños. Ikrit saltó del droide al suelo, y les indicó por dónde debían escapar, hacia un bosque demasiado denso, mientras la araña derribaba el árbol de antes y atacaba al más lento del grupo, R2-D2 (Por suerte el droide supo defenderse).

Ikrit entonces convenció telepáticamente a la araña de que ya no tenía hambre, y el animal clavó sus patas en el suelo, convirtiéndose en un árbol como los que había por todo el bosque. Ikrit ya conocía este detalle de la biología local porque lo había leído, y aprovechó para explicar cómo la Fuerza interconectaba a todas las criaturas.

Sin más incidentes, el grupo llegó a la cueva que buscaban. Lochett la encontraba poco interesante, y se ofreció a entrar a echar un vistazo por si había algún peligro; Ikrit aceptó que entrasen todos, pero de uno en uno. A Lochett le parecía la típica necedad que hacían a menudo sus profesores para dar importancia a las cosas. Lochett salió de la cueva sin encontrar nada, e Ikrit dijo con tristeza que, efectivamente, la cueva no contenía nada para Lochett.

Veila fue la siguiente en entrar. Allí tuvo una visión de la muerte de su abuelo, un jedi, a manos de soldados imperiales en Tatooine. Al salir, la niña no quería hablar de ello. Solo miró a Ikrit antes de entrar en la cueva, y el maestro asintió solemne; R2-D2 también le animó con un pitido, y Veila tocó el hombro de su amigo (Lochett no dijo nada). Solo tuvo una visión en que dos versiones adultas de sí mismo, un jedi y un sith, combatían entre sí sin que ninguno alcanzase la victoria.

Ikrit hizo una hoguera para recibir a su pupilo. Solo salió, se abrazó a Veila y preguntó a Ikrit qué significaba su visión. Ikrit le dijo que nadie es totalmente bueno ni totalmente malo, y que si bien su herencia es importante para definir la persona que él llegaría a ser, también lo es su aprendizaje y sus propias decisiones: El emperador, muerto años antes, no podría reclutar a Solo para el lado oscuro; pero las personas a las que Solo quería tampoco podían tomar por él sus decisiones. Veila le preguntó a su amigo si había encontrado lo que buscaba, y Solo comprendió que ya no tenía miedo.

Pero no se irían aún de Dagobah. Ikrit insistió en que antes peregrinasen a los restos de la última vivienda de Yoda, para entonces invadida por la flora y fauna local. Una vez dentro, Ikrit ennegreció su vello en señal de luto, sorprendiendo a sus jóvenes amigos, y explicó que Yoda había sido su maestro; por eso él había querido ir a Dagobah, para rendir su homenaje personal a Yoda.

Ikrit, R2-D2 y los niños regresaron a la nave y volvieron al planeta Yavin 4. Ikrit compartió entonces una mirada cómplice con el maestro Skywalker, convencido de que esos aprendices vivirían otras aventuras. Días después, Solo recordaría con afecto cómo el maestro Ikrit les había guiado en la gesta de Dagobah.

Vader's Fortress

La Jedi Tionne viajó al planeta Borgo Prime en su nave, Buscador de Conocimiento, y regresó con importante información: Darth Vader había ocultado el sable láser del primer maestro de Skywalker, Obi-Wan Kenobi, en el Castillo Bast en el planeta Vjun. Tionne temía que otros lo supiesen y fuesen de camino; y de hecho el mago Orloc ya había iniciado su gesta por este tesoro. Tionne regresó a Yavin 4 y corrió a la sala de meditación de Skywalker, donde éste estaba limpiando a R2-D2 bajo la mirada de Ikrit. El kushibano estaba encaramado al droide, que se había convertido en su asiento favorito. Ikrit se bajó del droide para abrir la puerta a Tionne.

Tionne explicó lo que había descubierto a Skywalker e Ikrit, y añadió que, según su informador, sólo la familia tenía derecho a ir a Castillo Bast. Skywalker era el hijo de Vader, pero tenía un compromiso ineludible en Coruscant. Anakin Solo se personó y ejerció su derecho como nieto de Vader para ver el domicilio de su abuelo. Skywalker dudó y miró a Ikrit en busca de consejo; el kushibano asintió.

El maestro Skywalker decidió que Solo, Veila, Lochett, R2-D2, Ikrit y Tionne viajarían a Vjun. A Tionne le sorprendió la insistencia de Skywalker en que se llevasen a Ikrit, al que ella consideraba una mascota, como supuesta precaución, pero Skywalker explicó que los niños disfrutarían de su compañía. Skywalker de todos modos pensaba que sería un viaje simple y que les daría ocasión de entrenar y estudiar.

El Buscador de Conocimiento entró en el hiperespacio, con Ikrit sentado sobre el copiloto droide. Tionne inició entonces una clase sobre los sables láser y explicó que no todos los Jedi los portaban; Ikrit abrió la boca y confirmó sus palabras. La Jedi parpadeó sorprendida e inicialmente asumió que acaso la mascota podía hablar sin entender lo que decía. Solo se sonrojó y empezó a decir que Ikrit no era su mascota. Tionne rápidamente optó por la opción más probable, y dedujo que era la mascota de Veila. Ikrit se presentó como Jedi y antiguo discípulo de Yoda, y Lochett se jactó de que, si los Jedi sienten su mutua presencia, porqué Tionne no habría percibido a "la bola de pelo".

Ikrit explicó que era humilde, porque cuando había sido jactancioso casi había provocado un desastre, y que su única misión era vigilar a Solo y Veila. Lochett se ofendió por no haber sido citado, y entonces Ikrit se corrigió y añadió que también le tendría vigilado. Tionne estaba encantada de conocer a un antiguo jedi, y le pidió que, a su disponibilidad, le contase leyendas y relatos de los antiguos Jedi, algo que Ikrit aceptó hacer encantado.

La nave llegó a Vjun, y Lochett expresó su desprecio por el planeta, al encontrarlo demasiado pequeño. Ikrit le recordó que el tamaño no importa, y Tionne advirtió que aún siendo pequeño, tenía grande tormentas que dificultarían el aterrizaje. Efectivamente, las turbulencias dejaron a Lochett tan pálido como el vello escarcha de Ikrit. El kushibano, sin embargo, mantuvo la tranquilidad y propuso a los niños practicar ejercicios Jedi de relajación. También se ofreció a ayudar a estabilizar la nave, puesto que no podía controlar el clima, pero necesitaba que tionne mostrase el camino. Ikrit cerró los ojos para concentrarse y logró que la nave dejas de agitarse casi completamente, permitiendo a Tionne un suave descenso. La Jedi dio las gracias a su nuevo copiloto.

Dada la tormenta, no podía aterrizar más cerca del Castillo Bast, así que sería necesario escalar una montaña hasta la cima, donde estaba el domicilio de Vader. Tionne sabía de una escalera hasta una puerta lateral, pero aún así el paseo sería agotador y difícil por la caída de aguanieve. De camino encontraron otra nave atracada, lo que indicaba que encontrarían a un competidor en su búsqueda. Al subir la escalar, R2-D2 estuvo a punto de resbalar varias veces, pero Solo se había asegurado de que él y Ikrit estuviesen detrás del droide para evitar que éste cayese.

Al llegar al palacio, Lochett se precipitó a entrar, y activó una alarma de intrusos que reaccionó enviando fuego láser. Ikrit dio la orden de retroceder. Lochett se asustó ante la idea de que un asesino se personase, pero Ikrit y Tionne le confirmaron que nada vivo había ahí. Solo observó el patrón de disparos como si fuese un puzzle, y sus amigos le animaron a resolverlo. Solo miró a Irkit en busca de apoyo, y éste asintió para animarle. Solo entonces envió a R2-D2 armado con un espejo para deflectar los disparos, y Tionne entró con su sable para continuar el ataque. Ikrit colaboró en este trabajo, ayudando a desactivar las defensas de la sala. R2-D2 resultó dañado en una pata por un láser. Finalmente, Tionne, Ikrit y R2-D2 se relajaron junto a los restos de una estatua de Vader, y confirmaron que la habitación era segura.

Ikrit y Tionne empezaron a explorar el castillo en busca de las principales habitaciones, no sin que Ikrit felicitase a Solo por su reacción ante los láseres. Lochett preguntó porqué las defensas seguirían activadas, temiendo que alguien hubiese llegado poco antes que ellos y las controlase; pero Ikrit dio una alternativa: Quizá los habitantes del castillo esperaban volver y no las desactivaron. En todo caso, Solo propuso que las defensas se harían más fuertes cuanto más se acercasen a algo valioso, algo que Ikrit aceptó. Veila propuso separarse para cubrir más terreno y, aunque Ikrit consideró que podría ser necesario, Tionne se negó. Así, el grupo se mantuvo unido, con Ikrit a ratas cabalgando sobre R2-D2, y a ratos empujándole por su cojera.

Después de un rato, Tionne aceptó que el grupo se dividiese durante cinco minutos para reunirse después en la estatua de Vader. Ikrit fue con R2-D2 por un pasillo y encontró una mazmorra circular para estancias breves. Solo y Lochett encontraron unidades de refresco, que todos aprovecharon poco después.

Viendo que no pasaba nada al dividir el grupo, Tionne volvió a hacerlo. Lochett y Veila en esta ocasión cayeron en trampas ilusorias: El pasillo que iban a recorrer era un holograma, y estuvieron a punto de caerse a un pozo. Cuando intentaron dar la vuelta, encontraron hologramas de feroces cerdos drakka de Randon, a los que tomaron por reales. Entre caer por un agujero y enfrentar a las bestias, los niños se quedaron atrapados.

Afortunadamente, el resto del grupo empezó a preocuparse porque se retrasasen, y Solo dedujo que estarían en aprietos. Tionne recordaba el pasillo asignado a Veila y Lochett, y Solo fue corriendo hacia allí, seguido de Ikrit. Ikrit le pidió que se relajase, so pena de caer en la misma trampa, y el joven Solo se ruborizó. Se detuvieron para que Tionne y R2-D2 les alcanzasen, y todos juntos encontraron a los niños y a las bestias captoras. Ikrit intentó contactar con las mentes de los cerdos, pero no las pudo encontrar. Tionne observó que los auténticos cerdos drakka estaban siempre vinculados mentalmente a sus amos. Solo dedujo entonces que eran hologramas, y pidió a R2-D2 que emitiese un fulgor en esa dirección, deshaciendo la ilusión. Ikrit dijo que habían aprendido una lección.

Anakin Solo encontró umbrales y puertas secretas, en parte guiado por la herencia de Darth Vader, y finalmente él permitió que el grupo entrase en una pequeña alcoba secreta donde, en una columna cristalina central, se exhibía el sable de Obi-Wan Kenobi. Solo miró a Tionne, y a Ikrit en el hombro de ella, antes de coger el arma, y después se lo entregó a Tionne. Ikrit expresó entonces su miedo a que un arma así cayese en malas manos, y sus palabras fueron proféticas: Inmediatamente después, el ilusionista humano llamado Orloc el Poderoso, el Mago de la Estación Exis, apareció en una nube de humo y arrebató el sable a Tionne.

Veila, no comprendiendo el peligro, increpó a Orloc con constantes preguntas y le acusó de farsante; Ikrit y Tionne aprovecharon la distracción para quitar telequinéticamente el sable al Mago, pero Orloc lo hizo desaparecer rápidamente. Después, el Mago tocó un ladrillo en la pared, y la baldosa en la que se apoyaba Tionne se abrió en forma de trampilla. Ella e Ikrit cayeron por un pozo, y el suelo volvió, en dos segundos, a su aspecto original. Orloc desapareció envuelto en una nube de humo, dejando a los niños preocupados pero intentando tranquilizarse unos a otros.

Ikrit no sufrió auténticos daños en la caída, principalmente porque aterrizó sobre la ya magullada Tionne. El pozo estaba totalmente oscuro, e Ikrit sugirió a Tionne usar su sable como fuente de luz. Encontraron una estrecha escalera metálica que subía por una pared, pero antes de iniciar el ascenso, Ikrit se aseguró de que Tionne pudiese andar. Ella dudaba al respecto, pero Ikrit no le permitió albergar una duda: Necesitaba que ambos supiesen con certeza qué podía hacer ella. Intentar no existe, como decía Yoda. Ikrit y Tionne iniciaron el ascenso, en busca de los niños y del sable.

Mientras los maestros ascendían, Orloc encontró a Lochett en el hangar del Castillo y tentó al muchacho con promesas de gran poder. Solo, Veila y R2-D2 accedieron al hangar por otro camino e intentaron varios planes para arrebatar el sable a Orloc, pero no funcionaron. Afortunadamente, la escalera del pozo terminaba en el hangar: Tionne e Ikrit llegaron allí, y la Jedi encendió su sable, con el kushibano subido al hombro. Orloc vio que quizá tendría que combatirles, pero decidió que no tenían aspecto de guerreros y que quizá podría superarles, así que alzó el sable de Kenobi.

El combate no tuvo lugar: Solo ordenó a R2-D2 emitir un pitido de alta frecuencia como una sirena, y esto despistó un instante a Orloc. Solo aprovechó el momento y le arrebató el sable al Mago usando telequinesia. Viendo que había perdido ventaja, Orloc desapareció en una nube de humo. Solo entonces entregó el sable a Ikrit, y el jedi kushibano también inspeccionó cuidadosamente una antigua nave del hangar.

Lochett reveló entonces que Orloc le había hablado de un holocrón oculto en el dormitorio de Vader, y Veila dijo que Solo había encontrado ese cuarto. El grupo fue allí, Solo encontró el holocrón, e Ikrit se encaramó a R2-D2 para ver cómo lo probaban. Tionne activó el holocrón y pudieron ver el holograma de la antigua maestra Jedi Asli Krimsan.

Orloc reapareció en una de sus nubes de humo y robó el holocrón, desvaneciéndose al momento. Ikrit y Tionne usaron la Fuerza para limpiar la humareda y corrieron al pasillo a perseguirle; pero Orloc seguía dentro de la sala y les encerró fuera. Orloc se enfrentó a los niños usando sus trampas y pozos, pero los niños fueron más astutos y el Mago acabó cayendo por su propio agujero, dejando atrás el holocrón. R2-D2 abrió entonces la puerta y, cuando los maestros Jedi supieron lo sucedido, dedujeron que la caída debería ser comparable a la que ellos habían tenido, asi que el Mago sin duda estaba vivo.

Ikrit propuso una alternativa a las escaleras para volver a la nave: Él se había fijado en una nave antigua del hangar del Castillo Bast. Era una nave similar a la que había tenido Ikrit de joven, como piloto, y sabía que los controles eran ajustables a las proporciones de un kushibano. Como la nave estaba en buenas condiciones, Ikrit la pudo pilotar hasta que llegaron a la zona donde Tionne había atracado el Buscador de Conocimiento.

Solo se fijó en que su maestro estaba triste de tener que abandonar esa nueva nave, y le propuso que se la quedase: Después de todo, aparentemente era propiedad de Darth Vader y nadie podría reclamarla; aparte de que siendo tan antigua, no mucha gente la querría. Ikrit se sintió por una vez inseguro y miró con optimismo a Tionne. Ella le sonrió, pero se aseguró de que tuviese un copiloto, concretamente Lochett. Ikrit se llevó el sable durante el viaje, y Veila le obligó a prometer que encontraría un nombre para la nave cuando llegasen a Yavin 4. Para entonces, Ikrit aterrizó su nueva nave, Jinete de los Soles (llamada así en honor a la legendaria Jedi Nomi Sunrider) poco después de que Tionne atracase su vehículo.

Kenobi's Blade

Días después, Ikrit visitó la habitación de Solo en la Academia, y lo encontró intentando esculpir un holograma de su familia con un láser programable. Se lo enseñó a Ikrit, y éste le respondió que era muy hábil para ser tan joven; ante un halago así, Solo se sonrojó. Ikrit también le indicó que era bueno recordar la familia a la que uno pertenecía.

Veila entró después para informar de que el maestro Skywalekr tenía que ausentarse durante dos semanas, y que sería reemplazado en sus tareas por Ikrit y Tionne (con lo que a estas alturas puede que toda la Academia supiese que Ikrit era un maestro jedi). Veila además transmitió una invitación de Tionne: Ella iba a consultar el holocrón que todos habían recuperado en Vjun, así que ellos estaban invitados a participar.

Ikrit, Solo, Veila y Lochett se reunieron con Tionne y el kushibano ayudó a Tionne a encender el holocrón y apareció la imagen interactiva de la maestra Krimsan. Veila preguntó discretamente a Ikrit si Krimsan, muerta mucho tiempo atrás, podía oír sus preguntas, e Ikrit le explicó que tradicionalmente, un maestro que crea un holocrón programa respuestas a las preguntas que más probablemente piensa que se le harán, por comodidad. Así, Krimsan reveló que había habido una importante biblioteca jedi en la estación espacial Exis, en el sistema Teedio: La base de operaciones del Mago Orloc.

Tionne dijo que ella había estado allí, de hecho había conocido a Luke Skywalker allí, y que el lugar estaba milenios abandonado, después de que los Jedi lo evacuasen por un desastre natural. Krimsan dijo también que su holocrón era para ser usado sólo por maestros Jedi, así que Tionne, que aún no había alcanzado tal rango, no quiso volver a consultarlo; Ikrit sí era un maestro Jedi, pero pensaba que Skywalker era el que debía decidir cómo se usasen las reliquias en su Academia. Ikrit y Tionne decidieron dejar el holocrón en las habitaciones de Skywalker.

Esa noche, mientras todos dormían (Ikrit en concreto a los pies de la cama de Solo), Lochett decidió que estaba harto de las lentas y poco provechosas clases de los jedi. Lochett robó el holocrón y el sable de Obi-Wan kenobi ("tomar prestado" según sus palabras) y partió hacia Exis a bordo del Jinete de los Soles para buscar a Orloc, un maestro alternativo. Su ausencia pasó desapercibido al principio: Ikrit dio un agradable paseo rutinario de media mañana con Solo, para gran disfrute de este último.



Ilustración de Anakin Solo con Ikrit

Fue Veila quien observó que Lochett había desaparecido, junto con sus posesiones. Tampoco encontraba la nave de Ikrit en el hangar, pero dedujo que el maestro kushibano podría haber llevado a Solo a dar un paseo en la nave. Cuando finalmente Solo e Ikrit volvieron, Veila les explicó sus sospechas y Solo buscó el modo de preguntarle qué pasaba con el Jinete de los Soles. Ikrit comprobó la ausencia de la nave, y entonces Tionne entró para preguntar a Ikrit si había cogido el holocrón. Solo fue el primero en juntar todas las piezas y presentó su sospecha bien fundada. Veila esperaba que Lochett comprendiese el error de sus actos y volviese solo, pero Tionne e Ikrit prepararon un plan para salir todos tras él a bordo del Buscador de Conocimiento.

Al atardecer, el Buscador despegó. Veila dijo sentirse culpable por no haber dado más apoyo a su amigo Lochett, pero los demás, incluido Ikrit, le dijeron que Lochett había tomado su decisión. Ikrit adoptó un tono grisáceo, y Veila le preguntó si estaba enfadado con Lochett porque éste hubiese robado su nave. Entre risas, Ikrit le dijo que la nave era sólo un objeto, y que él se preocupaba más de otras máquinas como el copiloto R2-D2; no, lo que le molestaba eran los actos de Lochett, y las consecuencias que él tendría que afrontar. Después de eso, Ikrit permaneció casi todo el viaje con Tionne.

Como Tionne ya había estado en Exis y de hecho había hecho modificaciones allí con Skywalker, ella sería la guía. Guió su nave a un hangar que ya estaba preprogramado para responder a sus señales, y el grupo entró en una estación fantasma en el espacio. Era un lugar tan grande y vacío que todos estaban sorprendidos; Ikrit pidió a todos cautela. Eso no bastaría: Abrieron una puerta pesada, y un disparo bláster zumbó sobre sus cabezas. Los Jedi se tiraron al suelo, pero en realidad lo peor sería que las alarmas avisaron también a Orloc de su presencia.

Los Jedi intentaron salir del pasillo bajo el fuego enemigo, e Ikrit decidió explorar pasando desapercibido y sin advertir a los demás (Solo le perdió de vista y se preocupó). Con el vello totalmente negro, descubrió que había ocho droides de combate de camino, y al oír gritos de sus amigos, volvió para ayudar a la herida Veila a levantarse. Tionne cubrió la retirada, pero lograron escapar cerrando una puerta. Ikrit sugirió que huyesen por una escalera, por donde los droides no podrían seguirles (Dejaron atrás a R2-D2, pero Solo le prometió volver a por él). Ikrit lideró la escalada y se adelantó en busca de un lugar donde los otros pudiesen descansar; el kushibano se adelantó y seguió explorando.

El refugio improvisado fue descubierto por los seguidores de Orloc: Un grupo de ranats, humanoides semiinteligentes que entraron en esa sala por otro motivo y descubrieron a los intrusos. Ikrit regresó a tiempo para unirse a la pelea: Se agarró de un cable y se balanceó desde el techo, arrebatando las herramientas a los ranats. Los rantas huyeron, pero Tionne temía que volviesen con refuerzos pronto.

Ikrit tenía un plan: Podían huir por los conductos de aire. Abrió la escotilla de acceso, e incluso se aseguró de cerrarla cuando todos habían entrado. Ikrit, siendo tan pequeño, ni siquiera tenía que agacharse. La pregunta era adónde ir, puesto que el poder de la Fuerza no hacía fácil encontrar a quienes, como Lochett y Orloc, no la utilizaban. Sin embargo, Solo había visto un mapa de la estación y había deducido dónde se ocultaba Orloc. Ikrit aceptó encabezar la procesión durante las siguientes varias horas, pero sólo porque Solo decidía cuál era el camino.

Las indicaciones de Solo les llevaron a la guarida de Orloc. Allí vieron a Lochett convertido en un seguidor voluntario del Mago, y a R2-D2 prisionero con un restrictor, rodeado de ranats y droides. Por desgracia, el conducto de ventilación cedió y los jedi cayeron al suelo, revelando su presencia. Tionne dijo que venían a buscar a Lochett, y Veila le explicó que los supuestos trucos de magia que Orloc le había enseñado eran farsas: Lochett creía controlar el clima, pero en realidad el mago hacía parpadear paneles de iluminación y activaba aspersores de agua para simular lluvia. Orloc, sin embargo, convenció a Lochett de que sus amigos mentían y de que el poder era realmente suyo.

Orloc decidió matar a los jedi y sacó el sable de Obi-Wan Kenobi de su cinturón pero, antes de que pudiese activarlo, Ikrit usó telekinesia para atraerlo a su mano. Aprovechando la sorpresa, Tionne arrebató el holocrón a un droide. Orloc ordenó a sus seguidores atrapar a los jedi.

Un ranat intentó coger a Ikrit, pero el kushibano saltó fácilmente sobre la cabeza del humanoide, y aterrizó a salvo al otro lado. Tres ranats hicieron falta para que Ikrit soltase su sable, pero ni con ésas pudieron capturarle. Mientras tanto, Solo liberó a R2-D2, y el droide corrió a defender a sus amigos. Orloc activó los aspersores de agua mientras los Jedi huían, perseguidos por droides y dejando atrás a Lochett por el momento. Ikrit y Tionne cerraban la marcha, pero otros droides les impidieron huir por un pasillo. Tionne les animó a hacerse fuertes dentro de una habitación.

Entraron en una sala cilíndrica con proyectores holográficos, que dedujeron era el "taller" donde Orloc fabricaba sus artefactos de ilusionismo. Orloc les sorprendió entrando allí por una puerta secreta y con una escolta de ranats, y les ordenó rendirse, pero los Jedi no se sometieron. Ikrit se enfrentó a los ranats saltando sobre ellos y desapareciendo de su vista para quitarles los blásters. Orloc les lanzó droides armados, pero Veila y Solo les tiraron una estatua encima.

Ikrit salió de la sala para ir a buscar a Lochett y a R2-D2, y les trajo para que Lochett viese la parte industrial de la magia de Orloc. Ikrit instó a Lochett a que mirase con atención y que viese la naturaleza real de los trucos del mago, como el vendaval que acababa de "crear", pero Lochett no podía negar el poder viendo efectos tan claros.

Orloc entonces encendió el sable y ordenó a sus droides coger primero a Tionne, el enemigo más peligroso, y después encargarse de los niños y del "animal", como él llamaba a Ikrit; pero los ranats y los droides no eran rival para los jedi. Tionne y Solo se enfrentaron a Orloc en una pasarela, pero Tionne resultó herida y se desmayó. Con su último aliento dijo el nombre de Ikrit. Cabalgando sobre R2-D2, Ikrit usaba la telequinesis para aplastar uno de los últimos droides de Orloc, pero al ver lo que había pasado a Tionne, tomó su decisión: Debía volver a usar un sable láser. Solo, a veinte metros de distancia, le lanzó el sable de Tionne, y éste fue directo a la zarpa.

Orloc se burló de la idea de combatir contra una mascota, pero R2-D2 chilló su desafío y galopó hacia el mago, con Ikrit alzando el sable plateado. Viendo este duelo, Lochett comprendió la naturaleza de Orloc como mezquino, malvado y mentiroso; Ikrit, por el contrario, había demostrado la dignidad y honor de un auténtico maestro Jedi.

Lochett resultó herido salvando a Tionne del último droide activo de Orloc, y mientras tanto Ikrit logró que Orloc soltase su sable, hiriéndole. Solo agarró el arma rápidamente. En un intento desesperado, Orloc conjuró una ilusión de naves atacantes en miniatura, pero Lochett gritó que eran falsas. Lochett pidió a Veila que activase el holocrón y, en cuanto la Maestro Krimsan apareció, Lochett le pidió que hablase sobre las mentiras.

Anakin Solo destruyó los controles de magia que Orloc tenía en su ropa, mientras Ikrit y R2-D2 iban a ayudar a Tionne. Derrotado, Orloc pidió ayuda a Lochett, pero él se la negó. Lochett sentía asco por Orloc, que habría estado dispuesto a matar en busca de poder, y se avergonzaba de haber empezado ese mismo camino. Orloc consiguió huir en un estallido de humo, pero no pudo llevarse el holocrón de Krimsan ni el sable de Kenobi. El Maestro Ikrit incluso consideró que quizá el Mago había aprendido una lección.

Ikrit examinó a Tionne y diagnosticó una pronta recuperación, pero le recetó inmersión en bacta. Lochett se lamentó por su papel en ese daño, e Ikrit quitó importancia a la situación examinando también la herida de Lochett.

Veila concluyó que Tionne no podía pilotar su nave, e Ikrit dijo que, por su pequeño tamaño, él tampoco podía llegar a los controles. Lochett, de nuevo ruborizado, explicó que los ranats habían desmantelado el Jinete de Ikrit, pero él podía pilotar el Buscador de Tionne si entre sus amigos había un copiloto, Ikrit, y un navegante, R2-D2. Ikrit aceptó el plan, y todos volvieron a la Academia de Yavin 4.

Una semana después, con Tionne ya recuperada, Lochett se volvió a disculpar con Ikrit por lo de su nave. El maestro restó importancia a ello: Aunque ese viaje le costase una nave, también le dio las ganas de construir un nuevo sable y, gracias a Lochett, una nueva causa por la que luchar. Lochett abandonó entonces Yavin 4 para ir a Coruscant, donde esperaba trabajar como piloto de emergencias. Se despidió amigablemente de todos . Ahora que Lochett era un muchacho desinteresado y humilde, la Fuerza le acompañaría, y así su carrera fue fructífera.

Ikrit se quedó en Yavin 4 durante los años siguientes, cerca de Solo y Veila como su frecuente compañero. Por ejemplo, les acompañó a una ceremonia de la Academia para honrar a la nueva generación de Caballeros Jedi, aunque hizo poco más que tomar el sol a su lado. Cuando Solo abandonó la Academia Jedi Ikrit se quedó allí como profesor.

Edge of Victory I: Conquest

Ikrit había conocido a Anakin Solo en el año 22 DBY. En el 25 DBY, la especie alienígena extragaláctica yuuzhan vong empezó una invasión de la galaxia que pondría en jaque a la Nueva República. En el año 26 DBY, los yuuzhan vong provocaron un holocausto en el planeta Duro, pero ofrecieron a la galaxia la primera oportunidad de negociación: Dejar de atacar, a cambio de que se les entregase a todos los Jedi para que les aniquilasen. El grupo colaboracionista Brigada de la Paz ofreció a los yuuzhan vong una lista de Jedi e inició medidas para capturar Jedi preferiblemente con vida.

La Orden Jedi temía por la seguridad de los más jóvenes aspirantes a Jedi en la Academia de Yavin 4. Un grupo de Maestros y Caballeros Jedi, incluido Ikrit, se mantuvo en Yavin 4 de guardia, generando una ilusión que convencía a todos los no-Jedi que se acercasen de que no había nada de sus interés por allí. Por desgracia, según iba avanzando la guerra, más y más de estos Jedi fueron reasignados a otros lugares, debilitando el poder de la ilusión. En ese momento, sólo quedaban en Yavin 4 una veintena de estudiantes (incluidos Tahiri Veila, Sannah y el joven Valin Horn) y cuatro jedi adultos para generar la ilusión: Ikrit; Tionne; su marido Kam Solusar; y el ex-minero Streen. La ilusión era falible, y más todavía desde que Streen se había visto obligado a irse con Peckhum a por suministros.

En un cónclave Jedi en Coruscant, Anakin Solo y sus hermanos dedujeron que la Brigada de la Paz posiblemente atacaría Yavin 4 en un futuro inmediato. Informaron al maestro Skywalker, y éste dio a la Nueva República la orden de evacuar, pero el gobierno tenía otras prioridades y era lento. Skywalker pretendía buscar a uno de sus contactos, el contrabandista Booster Terrik, para que los niños viajasen a bordo de su gran nave comandante; Terrik no se negaría porque Valin Horn era su nieto. Por desgracia, Skywalker aún no había dado con Terrik. La esposa de Skywalker, Mara Jade, decidió buscar a su antiguo jefe, el traficante de información y criminal Talon Karrde, para pedirle ayuda, pero de nuevo ese plan podría tardar días. En todo caso, Skywalker prohibió a sus sobrinos ir a Yavin 4 a mejorar la protección de los niños, alegando que Ikrit y los demás serían suficiente defensa.

Anakin Solo, por entonces de dieciséis años, desafió la orden y viajó a Yavin 4 en su ala-X con su droide astromecánico R7. Encontró un transporte coreliano ligero que llevaba días orbitando Yavin 4, intentando burlar la ilusión Jedi. Sin previo aviso, el carguero atacó el ala-X de Solo, y después doce naves más, desde corbetas hasta transportes, llegaron para crear una flota de la Brigada de la Paz. Solo aterrizó rápidamente y se reunió con Kam Solusar. Solo exigió ver de inmediato a Ikrit y Tionne también, para una reunión de emergencia en la sala de conferencias.

Ikrit, Veila y Tionne se alegraron de volver a ver a Solo, pero también comprendieron de inmediato que traía noticias preocupantes: La Brigada de la Paz probablemente aterrizaría en una hora, y los refuerzos de la Academia, en forma de Talon Karrde, podían tardar días. Veila propuso ocultar a los niños en el Palacio del Woolamander, donde habían encontrado a Ikrit; y Solo sugirió quedarse en el Templo principal para enfrentar a la Brigada; de ese modo, la Brigada tardaría más tiempo en empezar a buscar a los niños en otro lugar. Tionne y Veila no aprobaban que Solo se pusiese en peligro de ese modo, pero Solusar e Ikrit de inmediato dijeron que Solo era el único que podía hacerlo. Ikrit, además, dijo que era el destino de Solo... y de él mismo.

Ikrit se hizo responsable de poner a salvo a los niños a su cargo y, si bien no había vuelto a sostener un sable en bastante tiempo, los poderes del kushibano también serían útiles y decisivos en ese enfrentamiento. Secretamente, Ikrit había profetizado su muerte en ese enfrentamiento, pero no permitiría que una visión le impidiese salvar a sus alumnos.



Ilustración de los hermanos Solo con Ikrit

Veila también quería unirse a Solo en la batalla, pero los maestros y Solo se negaron: Ella sólo tenía catorce años. Por otro lado, Ikrit comprendió que Veila se saltaría una prohibición así para poder estar con su mejor amigo en un momento decisivo, e incluso creyó que Solo también lo habría pensado.

Ikrit y Solo prepararon la defensa en el viejo centro de mando rebelde usado en la Batalla de Yavin. Ikrit recriminó a Solo que reprimiese tanto su rabia en su interior, porque eventualmente explotaría, dañándole a él y a otros. Mientras Solo preparaba sistemas de defensa, Ikrit le hizo pensar en su ira: No es que los yuuzhan vong estuviesen destruyendo todo lo que Solo amaba, sino que Solo se enfurecía por no poder salvar vidas; pero eso era absurdo, la muerte es inevitable. Es bueno llorar a los muertos, decía Ikrit, pero Solo no creía que era responsable de las muertes de sus seres queridos.

En concreto, el viejo amigo de la familia Chewbacca había muerto en Sernpidal el año anterior salvando heroicamente a Solo, pero eso no convertía a Solo en su asesino. Sin embargo, más tarde, en la Estación Punto Central, Solo había estado a punto de provocar una masacre en una flota de yuuzhan vong, matando además a muchos aliados, y creía que lo único que le había detenido era su hermano mayor Jacen; Ikrit le corrigió, diciendo que había sido Anakin Solo el que no había disparado. Solo no compartía esa opinión; decía que Ikrit no había estado allí, pero Ikrit afirmaba que había estado, en todos los sentidos importantes.

Solo estaba usando la Fuerza como una herramienta, e Ikrit temía que su pupilo sucumbiese al lado oscuro. Solo estaba más preocupado por la batalla y pidió a su maestro que aplazasen la conversación, pero Ikrit insistió en seguir, puesto que sabía que no habría otro momento. Explicó a Solo que se había quedado en Yavin 4 para ayudar a que Solo y Veila alcanzasen su potencial como Jedi.

Finalmente, las naves de la Brigada habían aterrizado. Ikrit preguntó a Solo qué había conseguido, y el niño le explicó que contaban con un escudo de energía protegiendo el complejo, pero que la Brigada acabaría derribándolo; y también con ilusiones de pequeños movimientos de gente corriendo por el Templo para confundir a sus sensores. Ikrit le dijo que la Brigada creería en las ilusiones porque querrían creer en ellas y porque ellos eran débiles. Además,usaría la Fuerza para influir en los atacantes y hacerles más crédulos.

Anakin Solo mantuvo una breve conversación previa a la batalla con el teniente Kot Murno, de la Brigada de la Paz. Puesto que ninguno de los bandos atendería a razones, se inició un tiroteo. Ikrit usó sus poderes para que los brigadistas disparasen a los fantasmas de los niños. Solo le preguntó cuánto tiempo seguirían creyéndose la ilusión, e Ikrit le dijo que, si las sombras les disparaban, los brigadistas creerían durante más tiempo; así que Solo activó defensas automáticas para que el Templo devolviese el fuego al enemigo.

Los agentes de la Brigada encontraron el generador del escudo de Solo, y empezaron a dañarlo. Ikrit detectó este ataque e informó a su amigo, pero Solo le restó importancia: En cuanto el escudo cayese, el plan era que Solo e Ikrit fuesen al hangar a recoger su ala-X y que burlasen el bloqueo. Este plan no podría tener lugar: En ese momento Tahiri Veila, Sannah y Valin Horn se unieron a la lucha, disparando contra la Brigada desde el Templo. Solo se sorprendió por el imprevisto acontecimiento, e Ikrit se sorprendió de que Solo no hubiese previsto que Veila fuese a venir. En todo caso, el plan había cambiado porque el ala-X no tenía espacio habitable suficiente para los cinco. Solo improvisó una alternativa: Mientras Ikrit se habría paso hacia una cueva subterránea, Solo iría a por sus nuevos aliados; y cuando se reuniesen todos, robarían una nave a la Brigada.

Ikrit fue a la gruta subterránea y esperó a los niños Jedi a la orilla de un lago de aguas termales. Primero llegaron Horn y Sannah, y después Solo y Veila. El plan de Solo era que él y Veila escalasen las paredes del pozo para explorar y con suerte robar una nave; cuando oscureciese, todos saldrían a por una nave. Ikrit comprendió que Solo y Veila habían estado en ese pozo en algún momento en que, siendo él su maestro, ellos le habían despistado. Solo observó que Ikrit tenía aspecto cansado y se interesó por su salud, pero Ikrit le restó importancia y le dijo que simplemente estaba triste por motivos que no venían al caso; sin embargo, insistió en recordar a Solo que él y Veila, juntos, eran mucho mejores que la suma de sus partes.

Solo y Veila lograron capturar un carguero enemigo. Solo encargó a Veila que usase la Fuerza para contactar con Ikrit y decir al grupo que iban a buscarles. Solo llevó la nave hasta el escondite, y entonces Ikrit y sus dos niños subieron a bordo, pero la escotillo quedó abierta.

La Brigada intentó establecer un bloqueo sobre su ruta de fuga: Movieron uno de sus cargueros más grandes sobre el agujero de salida. Solo estaba pilotando y se planteó no continuar, pero Ikrit le instó a hacerlo. El kushibano se acurrucó, cerró los ojos, maulló y usó la Fuerza para empujar el carguero enemigo. Entonces, saltó por la escotilla. Solo estaba demasiado ocupado pilotando y disparando hacia proa para darse cuenta de su ausencia, así que Horn le informó.

La Brigada intentó usar un carguero ligero y una corbeta para detener la fuga de los Jedi. Ikrit corrió hacia ellas y movió las naves sin esfuerzo, como si careciesen de masa a la vez que derribaba cazas estelares. Además, esquivaba el fuego enemigo porque era demasiado pequeño para que le diesen con facilidad; pero Solo sabía que pronto se le acabaría esa suerte. Solo pidió a Veila que fuese a buscar a Ikrit.

Era demasiado tarde: Dos disparos consecutivos impactaron al kushibano. Tahiri Veila saltó de la nave por la escotilla y, con el sable alzado, corrió a buscarle, pero sólo pudo recoger un cadáver antes de ser abatida ella misma. Anakin Solo, a bordo de la nave, percibía en la Fuerza que su amiga estaba viva, pero su maestro no.

La muerte de Ikrit atravesaron a Solo y a Veila como un dulce viento, acompañado de sus suaves palabras: "Estoy orgulloso de vosotros, Anakin. Recordad: Juntos sois más fuertes que la suma de vuestras partes. Os quiero. Adiós". A mucha distancia de allí, Tionne y Kam Solusar custodiaban a los niños Jedi, y ellos también percibieron la muerte de Ikrit: Los niños más sensibles se echaron a llorar sin saber porqué, y Tionne se sintió destrozada. Su marido le dijo que Ikrit había escogido ese destino sabiendo de lo que le sucedería. Incluso Luke Skywalker, en otro planeta, se enteró rápidamente de lo que había pasado, y recordaría siempre a Ikrit como un sabio maestro jedi.

Solo también quería llorar a Ikrit, pero no se lo permitió: El enemigo había capturado a Veila con vida, y Solo iba a hacer cuanto estuviese en su mano por rescatar a su mejor amiga. También intentó ser fuerte por los dos Jedi más jóvenes que en ese momento tenía a su cargo: Sannah se sentía culpable de la pérdida de Ikrit y de Veila, a la que ya daba por perdida, y Solo le animó diciéndole que a través de la Fuerza podía sentir a Veila, y que Ikrit se había sacrificado y no querría que ellos llorasen.

Eventualmente, Anakin Solo consiguió rescatar a Tahiri Veila, pero para entonces los yuuzhan vong habían intentado lavar el cerebro de la joven y ella estaba cerca de sucumbir al reverso tenebroso de la Fuerza; afortunadamente, ella volvió a ser una Jedi a tiempo de participar en su propio rescate. Las últimas palabras de Ikrit resonaron en la mente de ambos mientras huían en una nave yuuzhan vong. Después del rescate, Veila también se culpó a sí misma de la muerte de Ikrit y de otros aliados caídos en ese enfrentamiento, mientras Anakin Solo intentaba consolarla.

Anakin Solo falleció en el año 27 DBY, unos meses después que Ikrit. A lo largo de los años siguientes, mientras continuaba la lucha contra los yuuzhan vong, Tahiri Veila no volvió a tener un maestro Jedi. En una misión en Galantos, el comportamiento de Veila se volvió errático, y su asociada Jaina Solo, la hermana mayor de Anakin, se planteó que quizá ella llevaba demasiado tiempo sin maestro desde la muerte de Ikrit. En esos tiempos, Veila meditó a menudo sobre las últimas palabras de Ikrit, y gracias a ellas acabó aceptando que ella había tenido sentimientos románticos hacia Anakin Solo, pero nunca los había aceptado realmente.


Curiosidades


 

Los kushibanos aparecen en el juego de rol oficial de Wizards of the Coast como una especie disponible para personajes jugadores. Tres libros de ese juego, "El Poder de los Jedi" (2003, único traducido al español), "The New Jedi Order Sourcebook" (2002) y "Ultimate Alien Anthology" (2003), mencionan las reglas para crear personajes de raza kushibano, con sutiles diferencias.

"El Poder de los Jedi" da una bonificación más alta que los otros a la habilidad de Esconderse de un kushibano, y describe las reglas del "pelaje emocional" (vello que cambia de color según sus emociones) sólo textualmente, sin incluirlo en la lista de habilidades especiales del kushibano. Por otro lado, "The New Jedi Order Sourcebook" es la única fuente de las tres que concede al kushibano la dote de "Reflejos Relámpago". Los tres libros ofrecen una ficha de ejemplo de un kushibano genérico, y cada uno da habilidades distintas a ese personaje.

"El Poder de los Jedi" y "The New Jedi Order Sourcebook" también dan una descripción y una hoja de personaje de Ikrit, el maestro jedi kushibano. Las dos fichas son similares, con una sola diferencia clave: "El Poder de los Jedi" usa reglas básicas del juego de rol y describe las clases de Ikrit como fronterizo de nivel 2 y cónsul jedi de nivel 14. "The New Jedi Order Sourcebook" aplica clases de prestigio del Manual Básico Revisado del juego de rol y según él Ikrit es fronterizo de nivel 2, cónsul jedi de nivel 11 y maestro jedi de nivel 3 (siendo esta última una clase de prestigio); de ese modo, se retiene el nivel total general del personaje.

Además, el índice de la versión en castellano de "El Poder de los Jedi" dice que hay menciones a Ikrit en las páginas 9 y 159 del libro. Esto es una clara errata, porque la página 159 del libro es la última, y sólo incluye el índice desde la letra J: En realidad, debería decir páginas 9 y 129.



© S I T H N E T

Sección creada por Skippy Farlstendoiro y Al Noah para SithNET
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