LOS BARTOKKS

Articulo creado por Skippy Farlstendoiro y maquetado por Al Noah, los xenobiólogos de SithNET
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Los Bartokks


 
"He oído hablar de ellos. ¿Insectos, verdad? Y trabajan juntos como una colmena para asesinar al objetivo asignado." ... "Son temibles mercenarios que combaten como un único organismo. Una vez reciben un objetivo, siguen luchando hasta que el último miembro de su colmena ha muerto, o hasta que su víctima yace asesinada." (Jacen Solo y Tenel Ka Djo)

Entre flirteo y flirteo, estos dos jóvenes jedi ponían en conjunto la información sobre la espada láser de Damocles que se cernía sobre sus cabezas. Ni siquiera un grupo de jedis bien preparados tenía la victoria asegurada contra estos terribles insectos inteligentes: Hacer pedazos a un bartokk con un sable láser no bastaba para acabar con él… y estas desgracias nunca venían solas. Descubramos hoy a los bartokks.

Respecto a su mundo de origen, apenas se sabía nada con certeza. Sólo los bartokks conocían su ubicación exacta, en algún punto del Borde Exterior. La información disponible revelaba que el planeta en cuestión nunca había sido bautizado debidamente, que era un lugar rocoso y que era constantemente bombardeado por radiación de bajo nivel que podía causar mutaciones menores en sus habitantes. Más tarde volveré sobre este tema; pero antes de hablar de biologías excepcionales, primero tenemos que conocer la biología estándar.

De un vistazo rápido, un bartokk era un insectoide bípedo con un grueso caparazón oscuro, cabeza pequeña y grandes ojos multifacetados. La mayoría de bartokks eran idénticos unos a otros, así que tomaremos un individuo y lo miraremos de cera.

En primer lugar, eran sujetos muy altos, con una estatura media de ciento noventa centímetros. No eran lo bastante grandes, sin embargo, para necesitar equipo adaptado a su tamaño, que es lo que pasaba con los enormes wookiees y los hutts.

Eran insectos bípedos con dos poderosas patas, delgadas, musculosas y segmentadas que, extrañamente para un insecto, tenían dedos de los pies. Su forma de moverse hacía que pareciesen muchas más. Pese a ello, su velocidad de carrera no era superior a la de un humano.

Además de esas dos piernas, cada bartokk tenía cuatro extremidades superiores. Dos brazos manipuladores dotados de garras afiladas que salían de la cintura, y otros dos brazos superiores terminados en enormes garras parecidas a guadañas con filos en sierra. Un bartokk agitaba todos estos brazos en combate, pero en realidad tenía una única mano diestra y las otras tres eran zurdas.

El cuerpo entero del bartokk, incluyendo su cabeza, estaba cubierto de un exoesqueleto negro, grueso y robusto, que les protegía del daño. Aunque la concha era pesada, los bartokks se movían con sorprendente agilidad, e incluso saltando desde gran altura aterrizaban sin casi sonidos.

En la pequeña cabeza de un bartokk destacaban principalmente sus mandíbulas de insecto y sus ojos bulbosos y multifacéticos, que apenas necesitaban luz para percibir su entorno.



Un bartokk armado con una lanza.

La sangre de un bartokk era un pringue azul verdoso, que en ocasiones era visto como negro después de haber sufrido una cauterización.

Los bartokks, descritos como asesinos gorjeantes, emitían con sus mandíbulas sonidos de trinos, siseos, rechinos y cliqueos, a menudo desagradables. Como veremos después, no era exactamente para comunicarse entre sí, aunque a veces usaban sus voces cuando estaban transmitiéndose información unos a otros. Más bien servía para reflejar emociones: Chillaban de dolor o piaban de rabia durante un combate.

La voz también les servía para hablar con seres de otras especies pero, siendo los bartokks incapaces de reproducir los sonidos del Básico, necesitaban utilizar un vocabulador, aparato tecnológico portátil que traducía sus sonidos al Básico, a veces con una gramática limitada. Los vocabuladores podían ser aparatos manuales o bisutería que se llevase encima.

Las mandíbulas eran también armas naturales que los bartokks podían usar para morder en combate personal. Las garras de sus brazos superiores eran más útiles y poderosas, puesto que se podían manejar con una coordinación asombrosa y causando un aterrador daño. El uso de estas extremidades permitía a los bartokks escalar por paredes verticales e incluso reptar por los techos sin peligro; y eran lo bastante acrobáticos para caer desde una altura considerable, rodar a medio salto y acabar en pie. Esto se podía combinar con una fuerza y vigor superior a la media de muchas especies, lo que les convertía en excelentes máquinas de matar.

En contrapunto a estas ventajas, los bartokks tenían desventajas intelectuales. Sus mentes insectoides no comprendían bien los conceptos sociales y eso les convertía en pésimos líderes o demagogos. En cuanto a su inteligencia, era limitada en el sentido en que la mayoría de especies entiende el concepto. Es algo complicado de explicar: Un bartokk tenía una inteligencia desquiciadamente compleja, dispersa por todo su cuerpo a través de trillones de células nerviosas que pensaban obsesivamente en matar. Eso permitía que las partes de su cuerpo, por ejemplo un brazo, pudiese mantener cierta actividad aún separado de la cabeza. Sin embargo, su capacidad de pensamiento abstracto, su intelecto, era mínimo: Un individuo bartokk apenas era consciente de su propia existencia.

Claro que un individuo bartokk rara vez estaba sin el resto de su colmena, y cuando había otros bartokks en un radio de quinientos metros, se generaba una inteligencia colectiva: Los bartokks compartían conocimiento e información, actuando en concierto y haciendo que fuese más difícil flanquear a un bartokk (A menos que se pudiese pillar desprevenido a todo el grupo, claro). La mente colmena podía hacer que varios bartokks se moviesen con inquietante coordinación, como si fuesen robots. Esto aplicaba a la inteligencia bruta, no al conocimiento. Por eso los bartokks solían viajar y moverse en colmenas de exactamente quince individuos, que trabajaban en equipo habitualmente para asesinar a un objetivo asignado. Los miembros de una colmena se comunicaban telepáticamente; y si un enemigo lograba matar a uno de los bartokks, éste solía tener ocasión de alertar al resto de su grupo para que estuviesen prevenidos.

Un bartokk que fuese separado de su especie o que, por otros motivos, no pudiese unirse a una mente colmena era siempre un individuo sin imaginación que tendía a trabajar como guerrero.

La inteligencia distribuida por su red nerviosa, combinada con una capacidad regenerativa excepcional, permitía a los bartokks regenerar partes del cuerpo perdidas en cuestión de días. Incluso si el cerebro se cortaba en dos mitades, cada una de éstas crecería hasta reconstruir un cerebro completo primero, y después cualquier extremidad faltante, produciendo gemelos. En el proceso, las partes mutiladas seguían esforzándose por alcanzar el objetivo de su colmena: Un brazo cortado podía reptar por el suelo, buscando traqueteante a su víctima, y podía mantener hasta ocho horas de actividad antes de quedar inútil gracias a su biología compartimentada. Ocasionalmente una cabeza decapitada de bartokk miraba a su blanco mientras el resto de su cuerpo, entero o no, avanzaba hacia éste para matarle. La única forma de impedir que el bartokk se recuperase era destruir o desintegrar el cerebro propiamente dicho (masa encefálica en la cabeza), aunque trocearlo en muchas piezas pequeñitas podía prolongar mucho el tiempo de recuperación, y muchas partes podían ser destruidas de forma drástica o eliminadas a patadas.

Existía el concepto de subcolmena bartokk, que aparentemente compartía una mente. El diplomático shistavanen Hovrak obtuvo ciertas conclusiones tras hablar con una subcolmena: Él creía que, si ciertos miembros de otras subcolmenas eran asesinados por una subcolmena asociada a Hovrak, las mentes de las víctimas serían asimiladas en un enjambre mayor, y la subcolmena dañada sería absorbida. Teóricamente, la población bartokk podría ser asimilada en su totalidad de este modo. No está claro si Hovrak tenía razón o no.

Algunos bartokks en su mundo natal, sometidos a la radiación de bajo nivel, aparecían con mutaciones menores que para otros seres parecerían insignificantes, como un dígito adicional en una garra o una deformación leve en el caparazón. Para los bartokks, sin embargo, estos cambios eran inaceptables y los mutantes eran despreciados, separados de la colmena y condenados al ostracismo. Algunos morían en los duros yermos de su mundo, pero otras dejaban el planeta en busca de grupos a los que unirse. Los bartokks mutantes, por algún motivo, no podían unirse a las colmenas.

No se conocen usuarios de la Fuerza entre los bartokks; pero los bartokks podían ser afectados por la Fuerza: Un jedi podía detectarlos como enemigos, moverlos usando telekinesis e incluso entrar en sus mentes para interrogarles (aunque esto último era difícil porque las mentes bartokks eran muy distintas a las mentes habituales). Varios usuarios de la Fuerza (incluidos Bajocca, Qui-Gon Jinn, Obi-Wan Kenobi, Darth Maul y Yoda) demostraron que los sables láser eran efectivos contra los bartokks, con el matiz de que los bartokks cauterizaban esas heridas inmediatamente y apenas derramaban sangre.

Los bartokks eran vulnerables a otros tipos de ataques. Una caída de gran altura, que superase los treinta metros, era más de lo que el caparazón de un bartokk podía resistir, tanto si terminaba en suelo regular como irregular. Un impacto contra una superficie dura a menos distancia, pero con gran velocidad, también quebraba esa concha; por ejemplo, si un excelente luchador se lanzaba contra un bartokk y le empujaba a un muro de piedra; o si un jedi usaba telekinesis para lanzar al bartokk contra el techo; o si una persona especialmente fuerte pisoteaba una parte del cuerpo de un bartokk con saña.

Los residuos químicos y los pozos tóxicos también eran fatales para los bartokks, incluyendo los desperdicios almacenados en bidones en puertos espaciales y los aparatos de tortura y ejecución de los propios bartokks. El veneno con que ellos empapaban sus virotes les mataba rápidamente, y algunos bartokks capturados se suicidaban mordiendo algo venenoso que podría haber sido una cápsula artificial o algo natural. El suero de la verdad bavo seis, que los bartokks usaban para interrogar a sus prisioneros, era igualmente efectivo si se inyectaba en los bartokks, y ellos lo sabían.

Formas más exóticas de matar a un bartokk incluían lanzarlo al espacio desde una nave espacial; pero esto no era sencillo puesto que el bartokk contaba con seis extremidades para agarrarse a cualquier cosa. Los pies de los bartokks no solían darse cuenta de cuándo estaban pisando un charco, y eso generaba una oportunidad de eliminarles tirando equipo eléctrico al agua: La descarga masiva freía a tales bartokks con un sonido efervescente, sin darles la ocasión de moverse de sus puestos. Formas más tradicionales incluían el uso de armas, como las vibrohachas que los bartokks solían cargar y también armas arcaicas como las tradicionales lanzas de Dathomir.

La reina bartokk era un sujeto bartokk especialmente alto, delgado y atlético, con extremidades dotadas de músculos fuertes y planos. Tenía mandíbulas faciales cliqueantes y afiladas garras. Solía estar al mando del Gremio de Asesinos Bartokks, asignando una o más colmenas a cada misión. Llevaba un vocalizador de mano en sus garras cuando quería comunicarse con seres de otras especies, y podía aplastar esta máquina para demostrar su fuerza. La reina era una luchadora excelente, superior a cualquiera de sus subordinados individuales. No está claro si la reina estaba relacionada con el proceso de reproducción bartokk, o si el nombre se relacionaba sólo con la autoridad.

Los bartokks no envejecían a un ritmo comparable al de la mayoría de especies: La adolescencia empezaba a los cuatro años y terminaba a los seis, momento en que el bartokk era un adulto biológico. Los primeros achaques llegaban a los cuarenta y seis años; y la senectud empezaba con setenta. La esperanza de vida de un bartokk que no muriese violentamente era de noventa años; es decir, que muy pocos llegaban a tanto.


Cultura


 

Los bartokks eran una especie misteriosa, conocida casi exclusivamente por sus legendarios escuadrones de asesinos mercenarios, implacables y capaces, sedientos de sangre y muy profesionales. Les gustaba poner trampas a sus víctimas para que éstas supiesen que iban a morir en unos instantes, sin poder evitarlo. Los jedi de la Antigua república les conocían como enemigos terribles con los que no cabía negociar porque los bartokks siempre intentarían destruir a quienes se interpusieran en su camino; y también sabían que los bartokks tenían siempre un plan de emergencia. Cuando era necesario combatir a los bartokks, un jedi acababa con ellos porque no tenía otra opción, aunque le resultase desagradable. La Nueva Orden Jedi también estudiaba a los bartokks como adversarios, reconociendo su característico aspecto.

Aunque los bartokks habían sido descritos como carentes de emociones, esto era impreciso: Los bartokks podían sentir enfado, furia e incluso miedo. Sin embargo, por su aspecto alienígena y su profesionalidad como asesinos, rara vez mostraban tales emociones.

En general, los bartokks trabajaban para el Capítulo Bartokkk del Gremio de Asesinos. La Reina Bartokk recepcionaba los pedidos desde su base cerca del Sector Corporativo, y dirigía a los muchos escuadrones de asesinos de la galaxia a donde correspondiese. En la misma guarida, cerca de la sala de comunicaciones donde la reina trabajaba, había una sala de entrenamiento ancha, con una ventana redonda en el centro del techo abovedado, donde más de una colmena bartokk podía practicar sus habilidades de lucha contra droides. Cuando alguien con autoridad (como la reina) apretaba un botón, los droides se detenían en seco, y los asesinos que practicasen sus movimientos bajaban sus armas para atenderla.

Esto nos lleva a otro de los puntos a tratar: Tecnología. Los bartokks eran bastante primitivos y poco sofisticados, pero les gustaba obtener y adaptar tecnología para su propio uso, especialmente armas. Sus consolas estaban, por supuesto, diseñadas para operarlas con garras bartokks y eran incómodas a dígitos humanoides.

Estaba la unidad de control remoto de diseño bartokk, con diez botones de colores, que servía para manejar redes aturdidoras y esclusas presurizadas. La mayoría de humanos quedaban bastante confusos ante ese extraño estándar y no podían operarlo con soltura. El armador kloodaviano Boll Trinkatta estaba familiarizado con el sistema, y explicaba a otros, si hacía falta, que se debían presionar dos botones amarillos a la vez para apagar un aparato.

Estaba también la trampa-programa bartokk, que permitía asesinar a cíborgs que llevasen ciber-interfaces en su nuca, como el SoroSuub 221. Un único bit de código cambiado permitía desencadenar un proceso de descarga del virus en la diadema y, una vez allí, el virus creaba una espiral de sobrecarga en ésta y borraba los patrones neuronales de la víctima en cuestión de quince segundos. Un cíborg perspicaz y rápido podía quitar la tecnología de su cráneo en ese tiempo, pero rara vez era suficiente: La trampa siempre demostró ser letal. Una trampa-programa bartokk fue usada en un golpe de estado en Turkana antes de 0 DBY, y también para asesinar a Lyle Lippstroot, contable del criminal rodiano Vop el Usurero.

Hablemos ahora del equipo típico al que un bartokk tenía acceso, y empezaremos por lo que no son armas, porque esa lista será más breve y acabaremos en seguida. Los bartokks solían llevar sus mochilas y cinturones con bolsillos para cargar con sus objetos personales y armas; de hecho sus lanzas cabían en mochilas. En ellas llevaban los componentes de la red aturdidora; y por ejemplo los controles para collares de esclavos, que les permitían enviar una descarga eléctrica a sus prisioneros, o rastrearlos por si intentaban escapar. Algunos bartokks llevaban ganchos de escalada con cuerdas para facilitar una ascensión, aunque podían reptar en vertical con todas sus patas.

Los bartokks se comunicaban entre sí por telepatía, pero no eran ajenos a los comunicadores, en caso de que necesitasen transmitir sonido a personas de otras especies. Más bien recurrían al vocalizador, en una mano o en forma de bisutería, para traducir los sonidos que emitiese a un idioma que un extraño, posiblemente una potencial víctima, pudiese entender. Eso les permitía proferir fuertes amenazas y lanzar ampulosas bravuconerías.

Los sensores de los bartokks eran más avanzados que los sensores estándar porque aquellos usaban trampas de cristal gravitacional que detectaban fluctuaciones. Ni siquiera los sistemas de ocultación del infiltrador sith de Darth Maul bastaban para esconderse de esta tecnología, a menos que el ordenador del sistema de ocultación tuviese acceso a las especificaciones y configuración del sensor de los bartokks.

Hablemos ahora de las armas que solían llevar los bartokks. Algunos bartokk recurrían a armas primitivas, como lanzas que llevaban en la mochila o cuchillos afilados de destripar de filo ancho, que llevaban en el cinturón. Otros cargaban con vibrofilos y vibrohachas. La ventaja de tener cuatro manos era que podían llevar muchas armas, en vez de tener que elegir.

Las redes de aturdir hechas de duracuerda que antes mencioné se disparaban desde una pistola pequeña que cabía en un bolsillo del cinturón. Después, usando un controlador manual, el bartokk podía lanzar una sacudida eléctrica a los prisioneros, o matarlos, o liberarlos, dependiendo de los botones que presionase.

Dos armas exóticas usadas por bartokks eran el rifle disruptor, que deshacía a su blanco a nivel molecular, y el búmeran afilado, que con un mero lanzamiento podía cortar una dura cadena metálica. Otra era el látigo criógeno, que causaba una reacción química casi explosiva cuando su punta superfría golpeaba un objeto. Si se trataba de un droide, éste se reducía a metal helado. Si era un ser vivo, podía estallar en pedazos.

Pero un arma especialmente popular era la ballesta de doble eje. Los proyectiles podían ser virotes explosivos, o con la punta envenenada, aunque el bartokk debía tener cuidado de no infectarse con su propia toxina al cogerlas del carcaj (o si alguien cogía una de sus saetas y se la clavaba con suficiente fuerza para perforar el exoesqueleto blindado). Un mismo bartokk podía llevar dos ballestas, o hasta cuatro simultáneas, en manos distintas; pero todos los proyectiles irían aproximadamente al mismo sitio.

En una misión en Corulag, los bartokks utilizaron droides X-10D robados, manejados desde controladores que les permitían ver lo que veía el droide, así como un avión de limpieza no tripulado y un dron de lavado sobre riendas magnéticas, posiblemente requisados de forma improvisada en plena operación. Usaron también un cañón de asedio squib, o ariete squib para romper una ventana de transpariacero, y éste sí que puede que se lo trajesen de casa.

También usaron tres bombas esféricas que fijaban magnéticamente a la cavidad torácica de los droides X-10D, con un primitivo transmisor de radio mecánico en el mecanismo de activación, que se podía bloquear o desbloquear fácilmente. Una de las bombas llevaba un sistema especial para impedir que fuese desactivada, porque ésa era la forma de trabajar de los bartokks.

Hablemos ahora de los vehículos utilizados por los bartokks, habitualmente adaptados a su anatomía y especialmente a sus extremidades manipuladoras. En el civilizado planeta Esseles, los bartokks manejaban un saltador celestial biplaza, un tipo de speeder que flotaba sobre el suelo. Se trataba de un modelo infrecuente y alienígena, pero que servía para que transportar humanos, y para ser pilotado por éstos, con apenas diferencias respecto a los modelos estándar.

El carguero bartokk utilizado en la misma misión era un diseño más peculiar: Con casi setenta metros de eslora y veinticinco de manga, su mero tamaño era imponente; y de hecho necesitaba serlo porque su objetivo era transportar una cantidad grande de mercancía. La bodega podía abrirse al exterior incluso en vuelo, con una enorme escotilla rectangular y un campo magnético controlado por un interruptor; y una vez dentro, tenía un tamaño lo bastante grande para colgar parte de su carga del techo, y dejar espacio para una mesa de trabajo y para cabinas presurizadas que podían usarse para retener prisioneros.

Los bartokks no valoraban especialmente la higiene, y las consolas llenas de botones exóticos y alienígenas estaban cubiertas de moho. Los ojos compuestos de un bartokk no necesitaban demasiada luz, así que las cubiertas estaban poco iluminadas, y las rejillas de ventilación sobre el suelo metálico liberaban vapor, creando una neblina húmeda que dificultaba la visión a los intrusos. Además, esa construcción permitía a los bartokks corretear por el suelo o por el techo de forma discreta. El vehículo era especialmente lento porque carecía de hipermotor, dándole sólo velocidad sublumínica; pese a ello, los motores sublumínicos emitían un zumbido mecánico constante.

Se podía intentar acceder a la nave desde el exterior por una escotilla metálica octogonal en plastoide grueso pero, si se intentaba forzar, el sistema de seguridad liberaba un gas venenoso; sin embargo, si el intruso conseguía acceder al interior de la nave, el gas era succionado al espacio para que no afectase a los tripulantes.

Desde fuera, el carguero estaba cubierto de largas púas metálicas, dándole el aspecto de una criatura marina hinchada. Cada uno de estos pinchos era un cañón que podía liberar cargas concentradas de energía verde, con un periodo de latencia bastante grande. Además, antes de disparar, las púas brillaban, advirtiendo así al blanco. El generador de escudo deflector estaba en un pequeño domo en la cima. Un gran disco sensor triangular, reforzado, sobresalía por un lateral a modo de aleta. En el otro lado de la nave había un caza amarrado al casco exterior, parecido a un tumor.

Este caza podía liberarse en cualquier momento, siempre que tuviese tres tripulantes: Piloto, artillero y artillero de cola, todos ellos espalda con espalda y viendo parte del exterior por una escotilla triangular (pero comunicándose con los otros dos por telepatía). El caza estaba armado con cañones láser que disparaban rayos rojos desde cada una de sus seis alas, y torpedos de protones en la popa. Sus sistemas de defensa incluían un deflector, escudos de partículas y la dureza natural del casco, además de los amortiguadores inerciales para compensar las altas aceleraciones de la nave.

En una misión de tierra en Hapes durante la era de la Nueva República, los bartokks accedieron a una isla usando un bote de asalto de bordes afilados y controles diseñados para manejarlo con cuatro garras (que disuadían a los humanoides de intentar robarlo). El vehículo tenía silenciadores de sigilo para acercarse a su objetivo sin ser oído pero, cuando se apagaba esta tecnología, resonaba con un rugido mecánico desgarrador comparable a una enorme nave espacial. El bote tenía un cañón montado en cubierta para combate marino.

Los bartokks tenían también una base de operaciones en el planeta Ralltiir, treinta y ocho kilómetros al norte de la ciudad de Grallia. Su guarida era una enorme fortaleza construida literalmente en el costado del muro este de un cañón, discretamente oculta en una región montañosa y dentada. El castillo tenía al menos siete pisos a juzgar por las ventanas exteriores (la más baja a cuatro metros sobre el suelo), con tres torretas defensivas en silos que parecían piedras naturales. En el interior, invisible desde fuera, había un patio que servía de muelle de atraque, por ejemplo para el carguero antes explicado. También contaban con una mazmorra de diez celdas, iluminadas por barras brillantes en el suelo, en un pasillo mal iluminado con un suelo de rejilla metálica que podía abrirse a modo de trampilla, lanzando a un potencial fugitivo a un subterráneo con una pila de arena. Allí, los bartokks podían dispararle desde la relativa seguridad de un piso superior, tenderle trampas en el laberíntico interior, o enfrentarle a criaturas posiblemente importadas como un dragón-babosa y un spydr. Si la víctima se quedaba en su celda, los bartokks podían dedicarle la atención de un droide interrogador con forma de barril y acceso a un suministro de suero de la verdad bavo seis. Los bartokks patrullaban la zona con cuidadosos protocolos de seguridad y se mantenían informados unos a otros por telepatía. Pese a ello, este castillo fue destruido por el lord del sith Darth Maul en 33 ABY, usando bombas almacenadas en el polvorín de los bartokks, y sólo quedaron escombros tras su paso.

Hablemos ahora de otros aspectos culturales. Los bartokks rara vez eran encontrados en solitario, siendo más frecuente verles trabajar en grupo como asesinos a sueldo a cambio de armas, tecnología o dinero. Como su cultura rara vez reconocía a logros individuales, rara vez un bartokk tenía siquiera nombre.

Casi todos los bartokks aprendían a escalar, pero por lo demás tenían habilidades variadas.

El bombardeo de radiación en el mundo bartokk a veces causaba mutaciones a los bartokks. Aunque éstas pudiesen parecer insignificantes, y desde luego no afectaban demasiado al individuo físicamente, eran culturalmente inaceptables: Los bartokks "deformes" eran separados de sus colmenas y condenados al ostracismo. Tales bartokks solían morir ante las adversidades de su mundo, pero algunos viajaban a otros planetas en busca de grupos a los que unirse. Éstos a veces tomaban nombres individuales.

Los bartokks podían hablar Básico, si lo aprendían (y no todos lo hacían); y también podían emitir sonidos rechinando sus mandíbulas. Sin embargo, no existía un idioma bartokk como tal, escrito o hablado, porque los bartokks se comunicaban por telepatía.


Historia


 

Los bartokks estaban en activo como miembros del Gremio de Asesinos desde los tiempos de la Antigua República, o al menos desde los últimos años de ésta. Las personas pudientes que quisieran contratar un sicario podían contactar con el Gremio y eran puestos en contacto con el capítulo de los bartokks. La Reina Bartokk recibía su mensaje y asignaba una o más colmenas de quince individuos a cada misión.

Una de tales misiones, una especialmente compleja, tuvo lugar en 33 ABY. Por entonces, la Federación de Comercio pretendía fabricar cincuenta cazas-droide clase Buitre, dotados de hipermotor, para ataques furtivos de largo alcance en sectores fuera de su territorio, lo cual rompía varios tratados. Un problema grave era conseguir un hipermotor lo bastante pequeño y potente para esta función. La Federación contrató a Groodo el Hutt, que construyó un prototipo en sus instalaciones del planeta Esseles; pero después se llevaron el producto y se negaron a pagarle lo acordado. Esto enfureció a Groodo, que ya estaba descontento porque la Academia de Ciencias de Corulag había rechazado a su hijo Boonda como estudiante. Groodo, que no era tonto, había incorporado un rastreador al hipermotor y supo exactamente dónde estaba.

Aunque la Federación tenía un contrato exclusivo con los xi charrianos para construir sus cazas droides, en esta ocasión sus agentes Daultay Dofine y Rune Haako recurrieron al armador kloodaviano Boll Trinkatta para que fabricase los cazas en sus instalaciones en la ciudad Calamar, también en Esseles. Le dieron el prototipo para que lo reprodujese. Trinkatta era reacio a aceptar; pero entonces su piloto de prueba, el talz Bama Vook, desapareció misteriosamente. Trinkatta creyó que la Federación había hecho algo a Vook y aceptó trabajar para ellos.



Cazas droide clase Buitre.

En realidad, Vook se había escabullido con su copiloto droide LE-PR34 y su hijo Chup-Chup porque no quería permitir que la Federación tuviese cazas con los que podía arrasar su ciudad. Por eso, mientras se mantenía escondido, Vook envió una tarjeta de datos anónima al Consejo Jedi para alertarles de la construcción.

Groodo estaba tan enfadado que pagó un precio bastante alto al Gremio de Asesinos para que castigasen a sus dos ofensores: Los asesinos debían robar los cincuenta cazas droide antes de que la Federación pudiese hacerse con ellos, y utilizarlos para atacar la Torre de Servicio de Academia de Ciencias en la capital de Corulag, Curamelle. De ese modo, la Federación parecería responsable. Groodo pretendía contemplar la hecatombe desde la órbita de Corulag en su crucero personal. Groodo trataba directamente con la Reina Bartokk, que encargó esta misión a dos colmenas de bartokks.

Los bartokks llegaron a Esseles en un carguero cubierto de púas, tan llamativo que fue advertido por Vook. Creyendo Vook que eran los neimoidianos de la Federación, venidos a recoger los cazas, tomó medidas y decidió robarlos él antes: LE-PR34 distrajo a los bartokks mientras Vook se saltaba la seguridad, entraba en la fábrica de Trinkatta y robaba los cazas, para ocultarlos hasta que llegasen los jedi. Incluso consiguió robar el carguero de los bartokks, que tenía el prototipo de hipermotor a bordo, porque quería usarlo para cargar los cazas. Lo ocultó todo en el muelle de atraque 28, junto a su carguero YT-1300 Quemador de Metrón, y después exploró el exterior desde el bar de pilotos Arenero Iónico, disfrazándose con un parche.

Los bartokks entonces tomaron el control de la fábrica de Trinkatta, cuando ya no estaban los cazas dentro. Aparcaron su saltador celestial adaptado junto a la puerta y reprogramaron a los droides de Trinkatta. Enviaron a los robots contra el propio Trinkatta para que le cortasen su brazo derecho y le encerrasen; y después manipularon sus ordenadores para que no fuese fácil desactivar los droides. Y entonces se dieron cuenta, consternados, de que los cazas que ellos buscaban no estaban en la fábrica; y de que alguien les había robado su propia nave. De hecho, era su propio vecino de muelle de atraque: Los bartokks habían alquilado el muelle 27, y Vook estaba en el muelle 28.

Mientas tanto, los jedi recibieron la tarjeta de datos de Vook y se preocuparon: Si lo que se sugería era cierto, no sólo el comprador estaba incumpliendo la ley, especialmente si era la Federación, sino que además alguien estaba preparándose para una guerra. Era correcto: El lord del sith Darth Sidious estaba detrás del plan de la Federación y pretendía usar los cazas para conquistar Brentaal y controlar dos importantes rutas de comercio. Los jedi enviaron a la Maestra Adi Gallia a Esseles a investigar; pero Gallia fue capturada por los droides reprogramados de bartokks y encerrada en una celda con varias medidas de precaución: Las nueve celdas contiguas estaban ocupadas por hologramas de Gallia, para confundir a un posible rescatador.



Adi Gallia, maestra jedi.

Ahora bien, cuando Gallia dejó de informar, los jedi decidieron enviar nuevos agentes, una segunda misión, esta vez para encontrar a Gallia: El maestro jedi humano Qui-Gon Jinnn, la caballera blubreena Vel Ardox y el caballero baxthrax Noro Zak, en un crucero Radiante VII. Jinn insistió en que les acompañase su joven aprendiz padawan Obi-Wan Kenobi.

Cuando los jedi llegaron, los droides reprogramados les prohibieron el acceso porque supuestamente estaban fumigando el edificio, para lo cual habían cerrado las chimeneas. Jinn detectó a Gallia en el interior y rompió los droides para poder entrar mientras los otros jedi realizaban otras misiones. Encontró y rescató a Trinkatta, que no sabía nada de una maestra jedi capturada; y observó un saltador celestial tan peculiar que dedujo que era de los saboteadores. Jinn encontró entonces a Gallia y, mientras la salvaba, intentó desactivar a los droides. Viendo que era imposible manipula así el ordenador, Jinn activó un mecanismo de autodestrucción con temporizador (aunque no destrucción de todo el edificio) y salió del edificio con Gallia inconsciente. Pretendía "tomar prestado" el saltador celestial para huir.

Pero resultó que dos bartokks estaban en las inmediaciones del vehículo y al ver a Jinn, sin mediar aviso, le atacaron con sus garras. Jinn comprendió que debía combatirlos y encendió su sable. Los bartokks dieron un paso atrás y discutieron entre ellos antes de decidirse a atacar: Ambos saltaron por los aires. El sable de Jinn cercenó el brazo de uno, al otro le cortó en dos, causó que ambos chillasen… y sus extremidades seccionadas traquetearon por el suelo de forma independiente. Jinn atacó al bartokk erguido, pero entonces se fijó en que los fragmentos reptaban hacia Gallia. Jinn saltó para caer pisoteando un brazo, aplastándolo. Optando por un cambio de estrategia que aprovechaba la inminente explosión de la fábrica, Jinn apagó su arma, cogió a Gallia y corrió hacia el saltador, mientras las piezas de bartokk le perseguían. Con Gallia de pasajera, Jinn activó el saltador pese a los controles alienígenas y se elevó mientras la sala de control de droides reventaba. Siendo un excelente piloto, Jinn supo aprovechar el estallido para impulsar su propio saltador y aterrizar.

Jinn se reagrupó con sus aliados y les informó de su encuentro con los bartokks y de los otros eventos. Todos los jedi se miraron unos a otros preocupados por la presencia de tan peligrosa especie. Jinn entonces encargó a Ardox y Zak que llevasen a Gallia hasta el centro médico del planeta Rhinnal en el crucero, mientras Jinn y Kenobi investigaban lo que estaba sucediendo en Esseles. Concluyeron que los bartokks seguramente no tenían los cazas, sino que habían sido robados por otra facción; y Jinn dedujo que el mejor lugar para ocultar naves era en el puerto espacial. Jinn también se dio cuenta de que los bartokks posiblemente quisieran los cazas para alguna misión de asesinato. Los jedi convencieron a desgana a Boll Trinkatta para que éste fuese su guía en el planeta, y que les contase lo poco que sabía.

La Federación informó a Sidious de la presencia jedi. Eso bastó para que Sidious aplazase sus planes iniciales; pero aún pretendía quedarse los cazas. Encargó a la Federación asegurarse de que los cazas llegasen a sus manos, asesinar a quien hubiese informado a los jedi, e impedir que el fiasco se relacionase con la Federación de Comercio. Como quiera que los cazas ya tenían que haber llegado si todo hubiese ido bien, la Federación volvió a mandar a Dofine y Haako (disfrazados de duros) a Esseles a averiguar qué había pasado.



De izquierda a derecha, Rune Haako y Daultay Dofine.

Mientras tanto, los bartokks descubrieron el muelle donde estaba su propio carguero y realizaron una incursión para recuperarlo. Pillaron desprevenidos a Chup-Chup y LE-PR34 y les capturaron fácilmente. El joven talz fue encerrado en una cabina presurizada, en una esclusa de estribor de su carguero, y el droide fue inmovilizado y lanzado por el hueco de un ascensor. Previendo que sus enemigos tendrían aliados, los bartokks pusieron una trampa en el caza Z-95 de Vook: Una granada de protones en forma de lata escondida debajo del asiento. De ese modo, cuando Vook o algún otro intentase despegar esa nave, no sólo moriría en una explosión, sino que tendría tiempo de saberlo (La verdad es que habría sido más fácil desmontar el motor para impedir que despegase, pero los bartokks eran sádicos y gustaban de preparar estas trampas).

Volvemos con el resto del grupo. Los torpes neimoidianos se cruzaron con Vook sin reconocerle; pero Trinkatta dio con su amigo en seguida y le presentó a los jedi. Cada uno explicó lo que sabía al respecto, y entonces Vook guio a sus asociados hasta el muelle 28. Esta vez sí que llamaron la atención de los neimoidianos, que empezaron a seguirles.

Cuando el grupo pasó junto al muelle 27, al menos cuatro bartokks de guardia en la azotea les vieron. Los bartokks conocían a Trinkatta y posiblemente también a Vook; y los dos bartokks que habían muerto a manos de Jinn habían transmitido telepáticamente el encuentro al resto de su colmena. Los bartokks identificaron a sus enemigos y les saludaron arrojándoles lanzas afiladas, aunque fallaron. Jinn y Trinkatta se cubrieron tras un speeder aparcado; Vook y Kenobi, tras unas cajas vacías. El joven Kenobi rápidamente dedujo cuántos bartokks había encima.

LE-PR34 salió del muelle, abollado, y Vook se lo llevó a su cobertura. Los bartokks pasaron a usar ballestas, disparando cada uno cuatro pernos a la vez. Si no hubiese sido por la perspicacia de Kenobi, el grupo habría creído que se enfrentaban a un enemigo mucho más numeroso.

Los jedi empezaron a planear una estrategia: Evidentemente había que rescatar a Chup-Chup y recuperar el prototipo de hipermotor, pero también era necesario acceder al naviordenador del carguero bartokk para averiguar cuál era su mundo de destino, y así poder avisar a la víctima. Jinn comprendió que los bartokks, previsores y organizados, encargaría la misión a otra colmena si ésa era eliminada.

Pero, antes de que Jinn terminase sus planes, tres bartokks saltaron del tejado y adoptaron posición de ataque sobre sus patas. Cada uno de ellos apuntaba a Vook con dos ballestas. Los jedi estaban listos para combatir, pero no activaron aún sus sables. Trinkatta, oculto el speeder, dio un grito ahogado, pero nadie le escuchó. El bartokk más cercano llevaba un vocabulador para expresarse en Básico, y ofreció un trato: Si permitían que el carguero dejase Esseles, no matarían a Vook (Ni siquiera un jedi, decía el bartokk, podría parar todos esos virotes) ni a Chup-Chup. Como prueba de que Chup-Chup vivía, a petición de Jinn, los bartokks activaron un comunicador para escuchar los sollozos del muchacho. Vook se puso nervioso y agresivo, pero Jinn le detuvo antes de que se metiese en un lío. Otros doce bartokks de la colmena estaban preparando el carguero para el despegue.

A ver, esto huele a trampa, ¿verdad? Claro que huele a trampa. Yo les dije que había cuatro bartokks en la azotea, y que tres de ellos habían saltado al nivel de la calle. El otro seguía en el tejado y lanzó una red aturdidora sobre el grupo. Kenobi vio su sombra y se escondió bajo el speeder junto a Trinkatta, pero no le dio tiempo a advertir al resto: Jinn, LE-PR34 y Vook quedaron noqueados y cortocircuitados por la descarga eléctrica en la duracuerda. Los tres bartokks más cercanos bajaron sus armas y se acercaron a la red con movimientos idénticos para dar el golpe de gracias a sus tres enemigos.

Por suerte, los ojos compuestos de los bartokks no habían visto a Kenobi esconderse, y él estaba listo para actuar: Emergió de su escondrijo, activó su sable y cortó los doce brazos de los tres bartokks en un instante. Los asesinos, sin mostrar miedo alguno, giraron sus ojos hacia el joven jedi mientras sus brazos reptaban por el suelo, intentando recoger sus armas.



Obi-Wan Kenobi, joven padawan.

Kenobi intentó alejar a los bartokks de sus aliados inconscientes, corriendo por la calle hacia un contenedor de residuos químicos. Dos de los mancos saltaron sobre él; pero él los esquivó corriendo hacia otro contenedor. Como los brazos seguían correteando hacia Jinn y los demás, Kenobi tomó medidas drásticas: Clavó su sable en un contenedor y saltó para ponerse a salvo. Los residuos químicos líquidos cayeron sobre dos de los bartokks y sus extremidades, como una ducha letal que los licuó. Ya sólo quedaba el tercer bartokk… que estaba sobre la red, a punto de pisotear a los héroes inconscientes hasta la muerte.

Kenobi corrió hacia el enemigo y le cortó ambas piernas. Siseando y tambaleándose, el bartokk reptó como un masivo gusano acorazado para intentar morder a Kenobi. Ahora Kenobi tenía clara ventaja y usó sus poderes telekinéticos para empujar a la bestia hasta los vertidos químicos, dejando un rastro viscoso por el suelo.

El cuarto bartokk, el que había lanzado la red, chilló desde la azotea. Enfurecido, saltó hacia Kenobi con un cuchillo de destripar de filo ancho sacado de su cinturón. Kenobi saltó a un lado, pero el acrobático insecto se hizo una bola a medio salto y pudo rodar al caer, poniéndose rápidamente en pie. Entonces, el bartokk apuntó con una ballesta a los cuerpos inconscientes; con otra garra chasqueó hacia Kenobi; y con una tercera hizo un gesto para indicar al jedi que debía soltar su arma. Kenobi sospechaba que, si obedecía, el bartokk mataría a sus amigos de todos modos. Por suerte, él tenía otra opción: Kenobi lanzó su sable hacia el bartokk, guiándolo con su telekinesis. El filo mutiló el brazo de la ballesta, que cayó al suelo, y al chocar con éste, la garra se tensó en el gatillo y lanzó dos virotes… directas al bartokk. El bartokk dobló sus piernas y entonces cayó al suelo de cara.

De forma muy heroica o algo así, Kenobi registró el cuerpo de sus enemigos para saquear objetos útiles: Tomó el vocabulador y la unidad de control para la red: Su prioridad era liberar a los otros, aunque sabía que eso daba a los bartokks supervivientes la ocasión de huir en el carguero.

Efectivamente es lo que hicieron los bartokks: Despegaron en su carguero, dando por perdido un asalto que esperaban ganar fácilmente. En sólo unos minutos estarían en la estratosfera superior de Esseles, y después en el espacio. Entonces se reunirían con un otro carguero bartokk, donde estaba la segunda colmena asignada a la misión, y le entregarían la mitad de sus cazas según plan preacordado, por si acaso les perseguían. Ambos cargueros ignoraban aposta el protocolo y mantenían sus luces y transmisores apagados, en un intento de ser detectados como poco más que meteoros.

Kenobi no estaba familiarizado con los controles de la tecnología bartokk y, al intentar apagar la red, lanzó una descarga sobre sus amigos. Trinkatta emergió de su escondite, disculpándose ante Kenobi por no haberle ayudado en el combate y demostrando su valía porque él sí que sabía manejar la tecnología bartokk: Antes de que Kenobi presionase un botón verde que habría matado a sus amigos, Trinkatta tomó el aparato y apretó al unísono dos botones amarillos. La red se recogió; y Kenobi y Trinkatta llevaron los cuerpos al speeder. Kenobi pidió a Trinkatta que los llevase a su fábrica para vigilarlos, mientras el joven jedi perseguía el carguero. Trinkatta encontraba esta idea temeraria, pero no pudo disuadir al jedi. Es posible que los neimoidianos oyesen esta conversación.

Kenobi fue al muelle, donde aún esperaban las dos naves de Vook: El YR-1300 y el Z-95. Eligió el caza porque sospechaba que sería más rápido y porque pretendía recuperar sólo al rehén y el prototipo de hipermotor; los cazas debían ser destruidos. Se subió a bordo y oyó un pitido raro que delataba la bomba puesta por los bartokks; la cuenta atrás había empezado al cerrar herméticamente la cabina. Kenobi sabía desmontar explosivos y usó la Fuerza para controlar el objeto. Desactivó la bomba, pero la guardó en su cinturón de herramientas, porque esperaba usarla contra los bartokks.



Un caza Z-95 despega de un muelle similar al de Esseles.

Kenobi tardó poco en llegar al espacio, pero para entonces el carguero enemigo ya no estaba en alcance visual y tuvo que recurrir a los sensores. Detectó dos blips (El carguero bartokk original y el otro carguero, al que estaban pasando la mitad de cazas). La Fuerza reveló a Kenobi un rastro de miedo en la nave más cercana y dedujo que era Chup-Chup, así que puso rumbo de intercepción.

Cuando Kenobi llegó al alcance del sensor bartokk, éste activó sus luces. El carguero llevaba un caza bartokk triplaza adosado al exterior, que se separó y disparó un torpedo de protones a Kenobi con rastreador y destrucción remota. El jedi esquivó el impacto directo, sólo para descubrir que el proyectil le perseguía. Kenobi hizo un rizo muy cerrado para iniciar ruta de colisión hacia el caza enemigo. Los bartokks no habían anticipado este movimiento pero, cuando lo vieron, viraron en retirada y detonaron el torpedo.

El caza bartokk volvió a atacar a Kenobi por su popa. El jedi subió sus deflectores, pero éstos se sacudieron ante el impacto de los seis cañones de energía de cada una de las alas del caza. Kenobi se movió el zigzag de forma difícil de seguir y, cuando comprobó que el enemigo no controlaba su vehículo a tanta velocidad, aprovechó su movimiento en una maniobra controlada para poner el caza en su mira. Kenobi disparó sus cañones a los amortiguadores inerciales del caza. El artillero de cola devolvió el fuego, pero entonces Kenobi apuntó a su escotilla y lanzó un misil de impacto. Éste detonó, destruyendo el caza y lanzando sus fragmentos en todas direcciones.

El carguero se intentaba proteger en el borde de un cinturón de asteroides. Ahora que Kenobi iba hacia allí, los bartokks abrieron una escotilla y lanzaron tres de los cazas Buitre contra él, en formación de ataque triangular. Kenobi se lanzó al interior del cinturón de asteroides, donde consiguió que dos cazas chocasen y fuesen destruidos. El problema era el último, del que Kenobi no conseguía librarse. Kenobi recordó que los cazas respondían a una unidad central de control de droides, que posiblemente estaba en el carguero, e intentó interferir la señal del caza usando el sistema de comunicaciones de su Z-95, pero no lo consiguió. Entonces optó por salir del cinturón, rumbo al carguero, y perseguido por el caza.

Los bartokks en el carguero usaron las púas metálicas para liberar cargas concentradas de energía verdosa. Kenobi las esquivó y disparó repetidas veces al sensor triangular reforzado del carguero. Cuando logró destruirlo, dejó al caza droide sin dirección, volando sin guía. Para evitar que el carguero soltase más cazas, Kenobi fue a por su generador de escudo deflector. De forma atrevida, Kenobi atacó justo cuando el carguero volvía a disparar desde sus púas, esta vez apuntando al caza droide sin rumbo. Caza y generador estallaron a la vez, y eso permitió a Kenobi meter su Z-95 en el puerto de atraque que antes había ocupado el caza bartokk de seis alas.

Kenobi abordó la nave forzando una escotilla metálica octogonal en un marco grueso de plastoide. Una medida anti-intrusos activó un gas venenoso, pero Kenobi se puso su respirador y, cuando abrió un agujero con su sable al interior, una feature de seguridad soltó el gas al espacio. Ahora él estaba a bordo del carguero enemigo, escuchando sólo el zumbido mecánico de los motores subluz en un corredor mal iluminado; los bartokks no necesitaban mucha luz.

Los bartokks se dieron cuenta de lo que pasaba y dos de ellos ya estaban emboscándole: Uno reptando por la rejilla del suelo, preparando virotes envenenados en su ballesta; y otro aferrado al techo, con un cuchillo afilado listo. Kenobi se dio cuenta y encendió su sable. Ambos bartokks reaccionaron abalanzándose sobre él. El del techo fue atravesado por el sable; mientras que los proyectiles del otro erraron su blanco, clavándose en el techo. Kenobi no le dio una segunda oportunidad y le rajó con su sable.

Aún así, las cuatro mitades de bartokks siguieron atacando, corriendo por el suelo. Kenobi cogió los dos virotes y las clavó en dos fragmentos del suelo, perforando sus exoesqueletos negros acorazados. Estas piezas recularon y murieron; pero las otras dos piezas intentaban aún atacar. Estaban en inferioridad y Kenobi puedo derrotarlas a golpe de sable. Después Kenobi se preguntó si su maestro habría podido resolver este encuentro sin recurrir a la violencia; pero se centró en su misión: rescatar a Chup-Chup y enfrentar a los otros cuatro bartokks que quedaban. También volvió a saquear los cuerpos y se hizo con una pistola con una carga de red aturdidora y un controlador de collar de esclavo que podía usarse para dañar a un preso, o para rastrearle. Eso le permitió poner rumbo a la bodega de carga.

Al entrar en la bodega, Kenobi vio veintidós cazas droide en un estante (Los veinticinco asignados a esta nave, menos los tres que él había destruido), una puerta rectangular para desplegar cazas al espacio, una esclusa en estribor con una cabina presurizada (donde estaba Chup-Chup, dando golpes para que le soltasen) y un pequeño taller donde dos bartokks con herramientas trabajaban en el prototipo de hipermotor, aferrado éste a una mesa de trabajo. Los bartokks estaban tan abstraídos que no se dieron cuenta de que Kenobi estaba acercándose hasta que le tuvieron encima; entonces soltaron sus herramientas y tomaron sus ballestas.

Esta vez, Kenobi usó la Fuerza para activar un interruptor que controlaba el campo magnético que separaba la bodega del espacio. Los bartokks y sus herramientas fueron lanzados al espacio rápidamente; el hipermotor estaba bien sujeto en la mesa de trabajo, y Kenobi se había asegurado de agarrar fuerte un mango en la pared. Hale, un problema menos. Después liberó a Chup-Chup abriendo su cabina, operando los controles bartokk con los principios que Trinkatta le había enseñado, y abrió el collar de Chup-Chup. Tras presentarse, pidió a Chup-Chup que llevase el prototipo al caza Z-95 mientras Kenobi buscaba a los dos últimos bartokks y averiguaba el destino del carguero. Chup-Chup le explicó que los bartokks habían dado la mitad de los cazas a otra nave.

Kenobi fue a la sala de control, pero el bartokk de allí estaba preparado: Tomó cuatro cuchillos afilados de destripar en sus cuatro manos y se encaramó al techo para saltar sobre el jedi, lleno de furia, cuando éste entró. Kenobi le disparó la red aturdidora, que le enganchó en una consola mohosa. Aturdido, el bartokk quedó inmovilizado. Como el bartokk llevaba un vocabulador, Kenobi intentó interrogarle, usando la Fuerza para sondear su mente. La inteligencia bartokk era compleja y a Kenobi le costó controlarla, pero consiguió que su prisionero dijese su destino, Corulag, antes de que se diese cuenta de que hablaba. Después de eso, el bartokk se negó a decir quién era su blanco, prometió a Kenobi que la misión se llevaría a cabo, y entonces, con una mueca de desdén, tomó una toxina rápida y retorció su cuello drásticamente, muriendo al momento.

Kenobi verificó en el ordenador de navegación el destino; y dedujo que seguramente también habría trampas en el ordenador por si intentaba reprogramar la ruta. Lo mejor, decidió Kenobi, era destruir el carguero con la granada protónica. La dejó en la sala de control, con una cuenta atrás de dos minutos, y volvió hacia el caza.

Supongo que ustedes han estado contando los bartokks que van muriendo, y se habrán dado cuenta de que faltaba uno. Kenobi se lo encontró en la ruta de salida, con un cuchillo de destripar, una lanza, una ballesta con dos saetas y una red en sus manos. El bartokk soltó todas las armas porque quería ganar ese duelo con sus garras. En ese momento Kenobi estaba en un estrecho pasillo donde el sable láser no ofrecía mucha ventaja; pero Kenobi lo intentó rápidamente. En cuanto tuvo una docena larga de piezas de bartokk reptando en su dirección, Kenobi se libró de algunas a patadas y corrió al Z-95.

Descubrió que Chup-Chup no había encendido los motores porque nadie se lo había pedido y porque en realidad él era demasiado joven para pilotar. De todos modos, Kenobi separó el Z-95 a tiempo de no ser dañados por la explosión del carguero bartokk. De hecho, la onda de choque ayudó a impulsarles. Kenobi puso rumbo a Esseles, no a Corulag: Era más importante asegurarse de que sus amigos estaban bien, que perseguir a los enemigos. Además, los cargueros bartokk tenían velocidad subluz y las naves superlumínicas de los jedi posiblemente podrían adelantarlas.

En Esseles, LE-PR34 examinó el prototipo y concluyó que un caza podía ponerse en un radio de tres sectores en cuestión de minutos. Kenobi tampoco iba a dejar desprevenidos a los corulagianos: Kenobi avisó a la Academia de Corulag de que un carguero bartokk iba hacia allí. Kenobi mandó un mensaje a Rhinnal, pero no obtuvo respuesta (debido a una tormenta electromagnética natural que había apagado temporalmente toda la energía de la ciudad de Rhire); eso preocupó tanto al maestro Jinn que insistió en que Jinn y Kenobi fuesen a Rhinnal a comprobar que todo estaba bien con Adi Gallia, y sólo después fuesen a Esseles a continuar su misión contra los bartokks. Que sí, que el carguero bartokk era lento, pero a Kenobi le preocupaba subestimar su velocidad, o que pudiese haber algún otro retraso en Rhinnal. Vook y LE-PR34 aceptaron llevar a los jedis a Rhinnal; Jinn le convenció de que los bartokks no volverían a Esseles porque estaban más interesados en Corulag, y porque el Consejo Jedi ya había sido alertado de los robos de cazas a manos bartokk.

Los jedi llegaron a Rhire en el Quemador, y allí Noro Zak les explicó lo sucedido: Un fenómeno natural les había impedido transmitir; la maestra Gallia estaba estable; pero había otra tormenta en tres horas y, si no esperaban a que pasase, se arriesgarían a que su nave fuese dañada. Los instintos de Kenobi eran correctos. Durante ese tiempo de espera, Kenobi, LE-PR34, Vook y Zak prepararon el Radiante VII para perseguir a los bartokks, y Jinn empezó a sospechar si ese carguero iría realmente a Corulag.

Mientras tanto, la Federación de Comercio reportó a Darth Sidious: Había jedis en Esseles, y un carguero bartokk había abandonado el planeta con los cincuenta cazas droide y el prototipo de hipermotor. Sidious decidió enviar a un agente a perseguir a los bartokks.



Darth Maul, lord del sith.

Sidious convocó a su aprendiz sith zabrak Darth Maul y le explicó: Los bartokks habían robado sus cazas, posiblemente para usarlos en un plan para matar a alguien e incriminar a la Federación. Maul debía rastrear a los bartokks, recuperar los cazas para la Federación (o destruirlos si no era posible), asegurarse de que la Federación no resultase implicada, y averiguar quién había contratado a los bartokks. El empleador misterioso no debía morir, sino vivir con miedo a una represalia; pero Maul podía disponer de los bartokks a su gusto. Maul nunca había combatido bartokks antes, pero no les tenía miedo.

Sidious proporcionó a Maul una tarjeta de datos que le permitiría controlar los cazas droide desde el ordenador de su nave, el infiltrador sith Cimitarra, dotado de sistemas de ocultación; y su speeder personal, la moto FC-20 Aleta de Sangre. También se llevó a su mortífero droide de protocolo C-3PX, modificado con ochenta y tres armas ocultas, sensores mejorados y fuerza incrementada para ser su droide de seguridad.

Maul llegó a Esseles y exploró el sector con sus sensores. Identificó cincuenta y ocho naves en ruta, de las cuales todas menos una respondían con perfiles de identificación que indicaban quiénes eran y qué llevaban. La nave sospechosa estaba viajando por Ralltiir en ruta a Corulag, pero detectó el escaneo y cambió de ruta hacia Ralltiir: Los bartokks tenían una fortaleza allí y pretendían tender una trampa a su perseguidor. Maul dedujo que eran su blanco y les siguió. Durante la ruta, pidió a C-3PX información sobre Ralltiir y sobre los bartokks y, cuando llegaron allí, Maul explicó su misión a C-3PX por si necesitaba que le ayudase con interferencias. Maul le explicó también que su estrategia era esperar a que los bartokks se relajasen antes de atacar, para lo cual se dejaría capturar por su trampa. C-3PX esperaría en la Cimitarra atracado, a cierta distancia.

Los sensores de la Cimitarra permitieron a Maul seguir un rastro de partículas hasta la fortaleza bartokk. Se acercó en su speeder personal, pasando desapercibido, hasta encontrar la fortaleza tallada en una cara de un gran acantilado. Escaló un muro para entrar por una ventana baja; no quería que los bartokks lo encontrasen demasiado fácil.



Darth Maul en su speeder.

Mientras tanto, los bartokks detectaron dónde estaba la Cimitarra, pese a sus sensores de sigilo, y mandaron un equipo de dos asesinos en un esquife. Capturaron a C-3PX y le encadenaron con esposas de duracero a la baranda de cubierta de popa (C-3PX podría liberarse fácilmente de las cadenas, pero siguió el plan de Maul de permitir la captura). No pudieron, sin embargo, entrar en la nave: C-3PX logró asegurar los cierres. Los bartokks intentaron entrar, pero sólo consiguieron arañar la escotilla de popa con sus garras. Consiguieron manipular el motivador de hipermotor desde fuera; pero no era nada que una mera reparación automática no pudiese corregir.

Maul entró por una ventana de la fortaleza, y entonces un bartokk con un caro vocabulador en una cadena al cuello le dio el alto por la espalda. Le aferró las manos con esposas de duracero y le hizo caminar por un pasillo hasta un enorme patio interior usado como muelle de atraque. Rodeado por tres torres con silos había un enorme carguero como el que Kenobi había destruido, incluso con otro caza de seis alas. Maul vio cómo se abría la bodega y bajaban los cazas droides en formación. Once bartokks armados con lanzas y ballestas estaban estacionados alrededor del carguero, mirando a Maul con sus ojos bulbosos.

El bartokk del vocabulador intentó interrogar a Maul, pero si los bartokks hablaban poco, a Maul se le daba aún mejor callar. De un modo atrevido, el bartokk explicó a Maul, entre cliqueos de sus mandíbulas, que ya sabían mucho: Usando avanzados sensores, encontraron su nave, y señaló a Maul un esquife que llegaba con dos bartokks y su droide encadenado. C-3PX habló en tono de preocupación fingida, Maul le ordenó callar y el bartokk prometió que desmontarían su nave para obtener información. Cuatro bartokks llevaron a Maul y C-3PX a celdas distintas para interrogarles. Maul, por supuesto, estaba contando a los bartokks, sabiendo que sus colmenas eran de quince miembros.

El calabozo tenía diez celdas en un pasillo con poca luz, sobre un suelo de rejas de metal que no permitían ver qué había debajo. La celda de Maul estaba iluminada sólo por una barra brillante en el suelo, y tenía un armazón oxidado de camastro, un charco viscoso y hedor a podredumbre. En seguida llegó un droide interrogador en forma de barril negro flotante, que amenazó a Maul. Maul decidió que ya era tiempo de atacar, rompió sus esposas, pateó al droide y lo eliminó rápidamente. Cogió el suero interrogador que éste llevaba, bavo seis, para usarlo con los bartokks. No llegaron guardias ante el forcejeo, así que Maul dedujo que eran muy confiados, o que usaban celdas a prueba de sonido. Maul abrió la puerta reforzada usando sus poderes de la Fuerza.

Dos de los guardias bartokk fuera de las celdas se giraron para enfrentar al fugitivo. Maul dio un salto, aterrizó junto al más cercano y tomó dos pernos envenenadas de su carcaj. Con una mano, Maul clavó una en el torso del bartokk que tenía al lado; con la otra mano, Maul lanzó la saeta al otro bartokk, dándole entre los ojos. El veneno los mató al momento.

Maul fue entonces a liberar a C-3PX, pero llegaron los otros dos guardias bartokks, que le vieron junto a sus caídos. Uno de los bartokks presionó un panel en un muro, que abrió el suelo bajo los pies de Maul. Maul cayó al subsuelo arenado subterráneo mientras la trampilla se cerraba. Los bartokks prepararon sus ballestas dobles por las aperturas de la rejilla y dispararon a Maul; Maul cogió los cuatro virotes al vuelo y los devolvió arrojándolos con las manos. Los bartokks se quitaron los proyectiles, demasiado tarde para impedir que el veneno entrase en sus venas y les matase al momento. Eso sí, pudieron advertir telepáticamente al resto de la colmena de dónde estaba el fugitivo.

Quizá los bartokks esperaban que Maul tuviese problemas con el dragón-babosa y el spydr encerrados allí; pero por si acaso prepararon una emboscada: El bartokk con el vocabulador, que llevaba en su brazo superior derecho el sable láser confiscado a Maul, aparecería ante un holograma de una falleen capturada, colgada por los tobillos de una cadena sobre un pozo burbujeante de ácido. Maul creería que la damisela en apuros era real y seguramente intentaría rescatarla, aunque sólo fuese para interrogarla o para usarla como aliada potencial. Por eso, otros dos bartokks con lanzas estaban escondidos tras un umbral subterráneo.

Maul usó su telekinesis para recuperar el sable láser, pero entonces la chica desapareció y aparecieron los lanceros. Después de que el bartokk líder amenazase a Maul, éste se enfureció y cortó a un lancero por la cintura, cauterizando la herida con el filo láser y rompiendo su lanza. El segundo lancero arrojó su arma hacia Maul, pero él la esquivó. El bartokk lanzó estocadas con todas sus garras; Maul giró su sable y cortó todos los brazos de su enemigo. Con una segunda rotación, le decapitó. Los miembros cercenados reptaron hacia Maul; pero él esquivó con una pirueta y después les dio una patada para tirarlos al pozo.

El tipo del vocabulador estaba monitoreando la situación desde un lateral. En ese momento decidió coger la lanza entera caída. Maul decidió que era buena idea interrogarle: Cuando el bartokk saltó sobre él, Maul usó la Fuerza, le detuvo en el aire y lo enganchó en el gancho metálico donde había estado el holograma. El bartokk intentó liberarse forcejeando. Maul le quitó el rayo restrictor de droides y dijo que empezaría a preguntar. El bartokk juró no responder, pero entonces Maul sacó el suero de la verdad del droide interrogador y se lo metió en el sistema. Aterrado, el bartokk empezó a hablar, implicando a Groodo el Hutt y revelando que los jedi habían destruido los otros cazas.

Pero el bartokk hablaba en parte porque aún esperaba vencer y, si mataba a Maul, nada importaría. El bartokk empujó a Maul con un pie y reveló un búmeran afilado oculto. Se lo lanzó a Maul, que lo deflectó fácilmente. La verdad es que lanzar un búmeran afilado cuando estás literalmente colgando de una cadena en un pozo de ácido no parece una buena idea, ¿Verdad? Pues eso, a éste no hizo falta que Maul le matase.

Maul siguió explorando y encontró una escalera circular que le llevó al polvorín. Consideró usar un detonador para destruir el castillo, pero él prefería rescatar a C-3PX si fuese posible, así que dejó una bomba con un temporizador de diez minutos, y se llevó un detonador termal para usarlo más tarde.

Mientras tanto, los bartokks mantuvieron su plan. En vez de llevar los cazas a Corulag en el carguero, decidieron usar sólo su caza bartokk para guiar a los cazas droide usando la unidad control de droides. De ese modo, sólo tenían que marcharse tres bartokks, y podían dejar cinco guerreros en Ralltiir para vigilar a Maul.

Maul llegó al patio y, viendo el carguero pero no los cazas, entendió lo que había pasado. Maul decidió perseguir a los cazas, pero antes quería infiltrarse en el carguero para obtener la tecnología sensora que les había permitido detectar la Cimitarra. Sigilosamente, Maul subió a bordo y accedió a la consola; aunque los controles estaban diseñados para garras bartokks, Maul en seguida se adaptó a ella y descubrió los datos del sensor: Era una trampa gravitacional cristalina.

Por supuesto, los bartokks no habían dejado su carguero desprotegido: Cuando Maul se giró, le estaba esperando un bartokk con un vibrohacha en cada mano, que se había acercado silenciosamente (y no es fácil acercarse silenciosamente a Maul). El bartokk lanzó dos hachas; Maul esquivó, con el sable activado, mientras las armas golpeaban el ordenador y provocaban una explosión. El bartokk embistió entonces; pero el sable de Maul le cortó las cuatro muñecas. Las manos aún armadas golpearon el suelo del puente, mientras el bartokk saltaba contra su enemigo. Maul le detuvo con una patada, tirándole hacia atrás para hacer que cayese sobre sus propias vibrohachas, aún en sus garras. El bartokk murió.

A Maul le quedaba menos de un minuto para escapar de la fortaleza. Corrió hacia su speeder. Dos bartokks que quedaban estaban tan absortos examinando el vehículo que le vieron correr hasta que saltó sobre el asiento y huyó de la fortaleza, sin girarse a mirar la explosión.

Pero los dos bartokks en el esquife repulsor escaparon del estallido, persiguieron a Maul y le dispararon con ballestas desde sus manos superiores (Las manos inferiores estaban en los controles). Maul corrió hacia ellos por el muro del cañón y, cuando estuvo lo bastante cerca, activó su detonador termal robado y lo lanzó al esquife. La explosión destruyó el vehículo y a los bartokks, dejando un agujero en la pared del cañón.

El bartokk que vigilaba el caza de Maul, cerca de la popa, estaba relajado porque no vio a Maul acercarse en su speeder. Cuando Maul encendió el sable, aún en el asiento del speeder, el guardia le vio y esquivó, agarrándose a la popa del speeder con las garras, y desequilibrando el vehículo (El speeder, insisto, no el caza). El bartokk intentó atacar a Maul con las garras, así que Maul llevó su speeder en un picado vertical empinado (y, para no dañarlo, desactivó el sable). Entonces cogió una muñeca del bartokk, frenó, le golpeó y lo tiró en caída libre.

Dando por perdido a C-3PX al menos por ahora, Maul examinó su nave antes de salir. Concluyó que los bartokks no habían podido entrar, así que subió a bordo (y, en ese momento, se le coló un furtivo bartokk de polizón). Maul puso rumbo a Corulag a velocidad supralumínica, sabiendo que llegaría antes que el caza bartokk. Una alarma le notificó el sabotaje bartokk en el hipermotor, pero Maul hizo que el sistema de reparación automática lo reparase.

La principal amenaza iba a ser el intruso bartokk. La bestia se acercó a Maul por la espalda, pero éste le vio reflejado en un monitor y le enfrentó frente a la escotilla de popa. El bartokk cliqueó sus mandíbulas juntándolas mientras hacía un horrible sonido chirriante y doblaba sus patas para saltar sobre Maul. El sith cogió con una mano su asiento, y con la otra presionó un botón en la consola que abría la escotilla al exterior. El vacío intento absorber al bartokk, pero él se agarró con todas sus extremidades al umbral de la puerta mientras el aire rasgaba su cuerpo. El bartokk dio con un interruptor manual de emergencia en el marco de la escotilla, lo golpeó con su codo inferior izquierdo y consiguió sellar la cabina, aunque perdió un dedo del pie. El duelo no había terminado: El bartokk tomó tres blásters y disparó a Maul; pero el zabrak había encendido su sable y deflectó los tres disparos de vuelta al bartokk. Antes de que el bartokk pudiese volver a atacar, Maul le rajó con su sable.

Al fin, Maul llegó a Corulag, poco antes de que apareciesen los veinticinco cazas droide y su cabecilla el caza bartokk, que desde retaguardia los controlaba. La Cimitarra estaba oculta a sensores normales, pero los sensores avanzados de los bartokk le detectaron, y los tres tripulantes del caza bartokk pusieron rumbo de intercepción. Maul utilizó entonces la información descargada del carguero bartokk para transmitir una señal de interferencia, volviéndose esta vez del todo indetectable; así que los bartokks mandaron los veinticinco cazas droide en rutas erráticas, esperando que alguno chocase con la nave de Maul.

Pero Maul tampoco les concedería este favor: Usando los datos proporcionados por Sidious, tomó el control de los cazas droide para hacerlos rotar en el espacio y apuntar con sus cañones al caza bartokk. Maul asumió que los tripulantes bartokk estarían asustados. El caza bartokk viró entonces e intentó huir de Corulag, con el artillero de cola disparando ráfagas de energía al azar, de nuevo intentando impactar a Maul. Maul persiguió personalmente a los bartokks, esquivando fácilmente sus disparos, y apuntó sus seis cañones láser a la nave enemiga. Los dos primeros disparos agujerearon su escudo deflector; otros dos, sus escudos de partículas; y los dos últimos, el casco de la nave. El caza explotó en una gran bola de fuego. La segunda colmena bartokk enviada a la misión había sido totalmente eliminada.

Maul puso rumbo a Corulag y encontró un gran crucero rojo y amarillo en órbita, que dedujo era el de Groodo el Hutt. Le envió una amenaza dándole treinta segundos para evacuar su crucero (tras lo cual usaría el fuego combinado de los cazas para destruirlo), y le explicó que haber contratado a los bartokks para robar a la Federación había sido un error. Groodo y su hijo Boonda huyeron a Corulag en una cápsula de escape, tras lo cual Maul efectivamente voló su crucero. Maul había cumplido su misión: Groodo viviría con miedo.

Lo que no he dicho es que Groodo estuviese paralizado de miedo: Quince minutos después de perder su crucero, el Hutt usó el comunicador de la cápsula de escape para contactar con la reina bartokk y exigir resultados: De momento él se había quedado sin una nave, y reclamaba, con su hijo como testigo, que el Gremio de Asesinos hiciese volar la Academia de Corulag con sus cazas, o que le devolviesen su dinero. La reina recibió el mensaje en la unidad de comunicaciones del búnker su base, cerca del Sector Corporativo, y corrió a su sala de entrenamiento a reunirse con una colmena de quince bartokks que estaban entrenando en combate contra droides. Ella detuvo a los robots presionando un botón, y los bartokks se giraron para escucharla. La reina explicó que, tras la pérdida de dos colmenas en una misión, les reclutaba para continuarla: Debían cumplir su contrato, con todo sigilo porque la Academia que era su objetivo ya estaba advertida; y cuando acabasen, ya verían de vengarse de los responsables del fiasco. La reina acompañaría personalmente a la colmena.

Los bartokks robaron un vehículo en un armador de Sullust. Escogieron, por su veloz hipermotor para huida y porque dificultaba la identificación, un yate SoroSuub de motores gemelos, embarcación de recreo nueva, elegante y lujosa que había sido encargada por Ausec Grogle, un rico trandoshano. No era un vehículo de combate porque esperaban usar el sigilo. Acompañaban a los bartokks seis droides de carga X10-D, con sus respectivos transmisores manuales para controlarlos (Eran controles adaptados a garras trandoshanas, pero los bartokks se apañaban con ellos, y practicaron durante el viaje). Los bartokks introdujeron bombas de plasma en tres de los droides; cada una de ellas podía destruir la ciudad entera. El plan era sencillo: Algunos droides servirían de exploradores y de señuelos, y los otros llevarían sus bombas a puntos estratégicos de la torre. Cuando estuvieran en posición, los bartokks se irían de Corulag y detonarían remotamente los explosivos, convirtiendo Curamelle en una ruina radiactiva. La misión les llevaría un par de horas en Corulag.

Mientras tanto, Maul programó los cazas droide para ir a una base neimoidiana en territorio de la Federación, y los dejó solos. Él volvió a Ralltiir, a buscar entre los restos de la fortaleza bartokk a su fiel droide C-3PX: No estaba especialmente encariñado con C-3PX, pero era peligroso abandonarlo porque los enemigos podían recuperar los restos del droide y obtener información. En los escombros de la fortaleza demolida, Maul encontró sólo el rayo restrictor que le había puesto el bartokk con vocabulador, y concluyó que C-3PX había escapado de su celda de algún modo. Sin embargo, no encontró más señal del droide. Sin saber si C-3PX había sido destruido o no, Maul le dio por muerto y siguió su camino e inició nuevas misiones; en su siguiente movimiento conocido, perseguía a Hath Monchar, un fugitivo de la Federación de Comercio.

La verdad es que C-3PX se quedó durante muchos años, parcialmente desmontado, en los restos del castillo hasta que fue encontrado, puesto a la venta desmantelado, con muchas de sus armas perdidas o rotas, y entonces su chasis fue comprado por el granujilla kowakiano Olag Greck. Greck descubrió que no era un droide normal, lo reprogramó y lo usó como droide asesino en una fructífera carrera que ya no tiene que ver con los bartokks.



C-3PX, droide asesino.

Cuando terminó la tormenta, los jedi seguían en Rhinnal, y en las Batuecas: Cada vez tenían más piezas de su rompecabezas, pero seguían sin una visión global: ¿Quién tenía los cazas droide? ¿Qué buscaban los bartokks? ¿Cuántos bandos había? Pero todo eso debía esperar, porque el maestro Yoda les convocó a Curamelle para otra misión que no tenía relación directa.

Yoda había sabido de una bebita humana huérfana, Teela Panjarra, con potencial para ser un jedi. Frexton, investigador jefe de la Academia Científica de Corulag, quería retenerla para estudiarla antes de entregarla a los jedi, pero la Orden Jedi temía que Frexton realizase pruebas extremas sobre ella para estudiar científicamente la Fuerza. Yoda y Mace Windu fueron a Corulag para rescatar a la pequeña.

Los jedi llegaron a Coruscant en el Radiante VII (Ardox, Gallia y Naro) y en el Quemador de Metrón (Jinn, Kenobi y Vook). Aterrizaron a la vez que el yate de los bartokks; pero la reina, al detectarles, decidió que las naves jedi no tenían importancia. La reina estaba furiosa por las pérdidas, preguntándose qué había salido mal, y ansiosa por recuperar el prestigio perdido. En cuanto aterrizó, cliqueó sus mandíbulas y ordenó a sus asesinos que preparasen los recursos de la misión. Además, la reina se había asegurado de que ningún bartokk anunciase su llegada al puerto espacial, como comprobó Gallia.

Mas los jedi no pensaban igual que la reina bartokk, y ellos sí previeron problemas: LE-PR34, copiloto del Metrón, señaló que la nave no estaba disponible comercialmente, identificó el nombre de su propietario, y consiguió despertar el interés de Jinn. Poco después, mientras Kenobi reportaba su travesura a Yoda y Windu (ganándose alabanzas de éste por su exitosa batalla naval), LE-PR34 vio los droides X10-D, y de nuevo señaló: Eran un modelo de uso trandoshano, que sólo se podía manejar por un operador cercano. Con la mosca detrás de la oreja, Jinn vio el yate volando por los tejados, y dos formas bartokk caminando por los niveles superiores.



Un droide X10-D.

Un droide X10-D inició su ataque. Jinn explicó rápidamente a Windu lo que había deducido: Los bartokks habían llegado a Corulag en un yate robado y estaban usando droides para una misión no determinada.

LE-PR34 identificó una bomba con sensores de rayos-X, pero resultó dañado en las piernas cuando intentó evitar que los droides X10-D entrasen en el ascensor de la Academia, pero usó las comunicaciones para advertir a los droides del edificio de que evacuasen a los niños. Después de eso, los bartokks interrumpieron las comunicaciones de seguridad. Entonces los bartokks apagaron las luces de la Academia, provocando que los niños se asustasen; la maestra Gallia intentó calmarlos. Jinn concluyó que los bartokks querían destruir la torre con una bomba, y tenían el yate preparado para escapar. Los jedi decidieron detener a los bartokks.

Otros dos X-10D entraron. Yoda comprendió que todo lo que viese un droide, lo vería el bartokk que lo controlase, y decidió no revelar aún la presencia jedi. Zancadilleó a un droide con su bastón para que cayese sobre el otro, y rápidamente los decapitó con su sable. Al desmontarlos, vio que uno de ellos tenía una bomba; pero Jinn pensó que posiblemente habría más bombas porque sabía que los bartokks siempre tenían un plan de emergencia.

Los jedi repartieron su trabajo: Jinn y Kenobi buscarían a la niña; Yoda desmontaría la bomba más cercana; y el resto ayudarían a evacuar a los niños. Pero, en cuanto Yoda se quedó solo, dos bartokks entraron por una puerta de emergencia, armados con vibrofilos. Eran los controladores de los droides eliminados. Ambos saltaron a por Yoda. Viendo que no iba a poder negociar, Yoda usó telekinesis para hacerles chocar con aire solidificado, y después los lanzó al techo, golpeando sus cabezas (Los bartokks pudieron avisar al resto de su colmena por telepatía). Habiéndolos inutilizado, permitió que los bartokks cayesen inmóviles junto a sus droides; y después reportó por el comunicador. Supo entonces que todos los niños habían sido evacuados, salvo Panjarra; Frexton también estaba en paradero desconocido. Pero ahora los bartokks sabían de la presencia jedi, e interfirieron todo tipo de transmisión en la Academia para tener ventaja sobre los jedi.

Un droide de la Academia dijo a Yoda que Panjarra estaba en el nivel 58, así que Yoda intentó llegar hasta allí por el tubo del ascensor (después de haber terminado con la bomba con ayuda del droide). Antes de que pudiese siquiera entrar, dos bartokks irrumpieron desde un conducto de aire en el techo. éstos llevaban látigos criógeno que provocaban una reacción casi explosiva, y lo primero que hicieron fue destruir con ellos al droide. Vieron entonces a Yoda. Un bartokk saltó sobre él, pero el diminuto maestro se agachó y el bartokk cayó por el hueco del ascensor hasta niveles subsótano.

El otro bartokk preparó su látigo; Yoda encendió su sable. Yoda golpeó en la zona superior derecha, cortando el abdomen del enemigo y eliminando la garra del látigo. Las piezas intentaron reagruparse, pero accidentalmente el brazo se movió con el látigo y golpeó su propio torso, haciéndolo explotar en pedazos.

Yoda entró en el hueco del ascensor, tomó un patín repulsor y llegó al nivel 58. Un droide de seguridad intentó echarle, pero Yoda lo destruyó. En el quinto laboratorio encontró a Frexton, que retenía a Panjarra en un Transportador Cómodo de Organismo Vivo (TCOV). Le conminó a entregarla y después le enfrentó. Yoda iba ganando, pero entonces, desde fuera de la ventana, un avión no tripulado de limpieza con anchos peldaños magnéticos se ubicó fuera. Sobre él iban dos bartokks y dos X10-Ds, seguramente atraídos por la luz de la pelea. Los bartokks llevaban los controles en sus manos inferiores; con las superiores, uno operaba el vehículo y el otro disparaba un cañón de asedio squib al hombro. La ventana de transpariacero fue destruida, y un bartokk con vocalizador conminó a todos a que se quedasen quietos.

Frexton se ocultó tras un armario; Panjarra estaba protegida en su TCOV. Los bartokks les ignoraron porque Yoda llevaba armas y le consideraban un enemigo que poner a prueba. Tras una amenaza, mandaron a los droides tambaleándose hacia Yoda. Sin embargo, Yoda se fijó en que un tubo de agua se había roto en la explosión de la ventana, dejando un charco en el suelo, y los bartokks estaban de pie sobre éste. Yoda empujó un horno de fusión eléctrico hacia allí, causando una descarga eléctrica masiva sobre los asesinos. Los bartokks quedaron congelados en sus puestos hasta que sus cuerpos se frieron en cuestión de segundos; y los droides, sin nadie que les controlase, quedaron inmóviles.

Yoda vio que el bartokk con vocabulador estaba agonizante y le interrogó usando su poder. El bartokk reveló su plan, pero murió antes de revelar quién les había contratado. Al oír que pretendían volar la bomba, Frexton se asustó, pero apenas tuvo tiempo: Los bartokks habían advertido telepáticamente a su colmena, y otros dos asesinos estaban llegando con ganchos de escalada desde un balcón inferior. Yoda cortó los cables y comprobó que estos enemigos caían al vacío, y después rebuscó entre los droides caídos para desmontar la bomba. Frexton aprovechó para huir con Panjarra, dejando trampas en el camino de Yoda.

Por supuesto, los bartokks estaban advertidos y les tendieron una trampa: Programaron todos los ascensores para detenerse en el nivel 32, anticipando que sus enemigos intentarían escapar, y allí les tendieron una emboscada, apagando las luces hasta que llegase el momento de revelarse.

Yoda persiguió a Frexton hasta el ascensor, pero éste se detuvo en el nivel 32, donde un X-10D le detuvo. Yoda fue a su rescate, encendiendo una servo grúa para que el robot se tambalease, y después decapitándolo. Frexton se desmayó, y Yoda comprobó que ese droide no llevaba ninguna bomba. Los bartokks encendieron las luces y mostraron al último droide con su pie sobre el TCOV de Panjarra, listo para aplastarla. Tres bartokks estaban a su lado: Uno con el controlador, y dos apuntando ballestas cargadas con puntas de virote explosivas. Uno de los ballesteros llevaba un vocalizador y amenazó a Yoda con matar al bebé si el jedi hacía un movimiento brusco. Yoda intentó convencerles de que estaban en un impasse: Si la bomba explotaba, ¿qué salvaría a los bartokks? Los bartokks rieron: Tenían el laboratorio sellado, y un bote repulsor atracado junto a una escotilla para escapar ellos.

Ordenaron a Yoda soltar sus armas; pero en vez de eso, Yoda activó su sable y lo lanzó al controlador del robot, rajándole. El droide cayó inútil y el sable volvió a la mano de Yoda, a tiempo de que, cuando los ballesteros atacaron, él pudiese cortar por la mitad los proyectiles. Antes de que los bartokks pudiesen volver a disparar, Yoda saltó sorbe ellos y les mató.

Yoda confirmó que Frexton y Panjarra estaba vivos y bien; y verificó la última bomba. Esta vez, los bartokks habían tomado precauciones: Estaba en una cuenta atrás de cinco minutos, y detonaría si intentaba desactivarla. Sabiendo que quedaban cuatro bartokks vivos, Yoda cogió la bomba y a la niña, y subió al bote bartokk para perseguir el yate SoroSuub, que ya estaba despegando.

Cuando Yoda estaba a treinta metros del yate, un bartokk se asomó en la popa, apuntando a Yoda con un rifle disruptor que podría acabar con él. Disparó; Yoda viró para esquivarlo, dio un rizo y se colocó sobre el yate, embistiendo al tirador bartokk con la popa de su vehículo. Tirador y rifle cayeron a la cubierta, y Yoda entró en la nave. Su plan era dejar la bomba en el yate y escapar en el bote, para lo cual tenía dos minutos. Sin embargo, Yoda quería asegurarse de que no hubiese inocentes a bordo, así que posó al bebé en el suelo y exploró la nave.

Yoda entró en la cabina de mando. Tres bartokks operaban los controles, pero no parecían haberle detectado (Admitamos que el último bartokk muerto no llegó a saber que Yoda había abordado el yate). Yoda dejó la bomba en el tubo de ventilación (También podría haberla puesto en un mamparo de suministros) y volvió para recoger a Panjarra y subir al bote. El bote seguía allí; la niña no.

La enorme y poderosa reina bartokk puso un pie en cubierta, sosteniendo el TCOV de Panjarra con una mano y, con otra, un vocalizador. Intentó intimidar a Yoda. Él le habló de la bomba a bordo, pero la reina dijo que estaba dispuesta a morir por la misión, y que estaban atrapados juntos. Ella aplastó su vocalizador, soltó a Panjarra y enfrentó a Yoda.

El pequeño jedi estaba acercándose al rifle caído del tirador de popa. La reina, asumiendo que iba a cogerlo, se abalanzó sobre ese punto con las agarras extendidas. Yoda se apartó del rifle, activó su sable y permitió que la reina cayese sobre el filo. Ella se partió por la mitad, pero ambas piezas se levantaron, intentando clavar sus uñas en Yoda. El jedi usó su sable hasta que sólo quedaron trozos dispersos y una cabeza intacta, mirando los restos.

Los tres tripulantes salieron de la cabina. El crucero viró, lo cual hizo moverse la caja de Panjarra. Yoda la tomó y, con veinte segundos de plazo, subió a la vaina de evacuación del yate y eyectó. Una explosión de luz intensa destruyó el crucero. Yoda aterrizó a salvo en la torre de la Academia y confirmó que Panjarra estaba bien; de hecho, estaba riendo.

Frexton fue arrestado y se le prohibió volver a ejercer. Los jedi volvieron a Coruscant con la pequeña Panjarra en el Radiante VII. Posiblemente nunca supieron quién había contratado a los bartokks; pero Groodo y Boonda vieron la explosión del crucero y comprendieron que los bartokks habían fracasado. Groodo juró no volver a hacer negocios con asesinos bartokk.

Después de eso, yo pierdo de vista a los bartokk durante más de tres décadas, incluyendo todas las Guerras Clon y el auge del Imperio. Después de todo, la discreción es una virtud en un asesino.

Nos ponemos unos meses después de la batalla de Yavin. El jefe criminal Ritinki el Bimm conspira contra su rival rodiano, Vop el Usurero. Para ello, Ritinki hace asesinar al contable de Vop, el humano cíborg Lyle Lippstroot, que tiene un ciber-interfaz SoroSuub 221 implantado en su nuca. Cuando Lippstroot escaneó un listado de nuevas cifras de transacciones de su jefe, descubrió que alguien había modificado al menos un bit del código para hacer que Lippstroot se descargase una trampa-programa bartokk, que creó una espiral de sobrecarga en su prótesis. Intentó aprovechar quince segundos para quitársela antes de que sobrecargarse sus patrones neuronales y le matase, pero fue demasiado lento al hacerlo (Equivocó la clave para abrirla). Eso permitió a Ritinki reemplazar a Lippstroot con un doble para robar a Vop un valioso objeto.

Ahora avanzamos cinco lustros y nos ponemos en la era de la Nueva República. El maestro jedi Luke Skywalker entrenaba a una nueva generación de jedis, incluidos varios adolescentes, en su academia o praxeum de Yavin 4. Entre ellos se contaba Tenel Ka Djo, humana de catorce a dieciséis años y heredera al trono de los sesenta y tres mundos del Consorcio de Hapes. Su abuela, la Ta'a Chume, se oponía a que Tenel Ka aprendiese a ser jedi porque creía que ella debía legitimar su posición como gobernante, lo cual había llevado a varios roces entre ella, Tenel Ka y Skywalker.

Mientras tanto, Yfra, embajadora personal de la matriarca, conspiraba para hacerse con el poder de Hapes asesinando a la Ta'a Chume y a Tenel Ka. Un oportuno accidente hizo que Tenel Ka perdiese su mano derecha y viajase a Hapes para recuperarse y reconsiderar sus opciones en una cura de reposo con su abuela en Fortaleza Arrecife, una isla accesible sólo en barco. Yfra saboteó un speeder acuático, preparó una emboscada con algas carnívoras y contrató a mercenarios bartokk para que asesinasen a la Ta'a Chume.

Tenel Ka recibió la visita de sus amigos y compañeros de estudios jedi, los gemelos humanos Jacen y Jaina Solo, el wookiee Bajocca y el droide traductor de éste, Eme-tedé. Es decir, que la isla estaba llena de jedis. Debe haber peores momentos para un ataque con asesinos a sueldo, pero no se me ocurre ninguno.

En su defensa, voy a reconocer que los bartokks eran profesionales. Llegaron con nocturnidad y alevosía en un bote de asalto de bordes afilados y controles nudosos, adaptados a su anatomía para que los humanoides no pudiesen llevárselo; y usaron silenciadores de sigilo para llegar sin ser oídos. Atracaron cerca del generador del escudo para poder destruirlo de forma explosiva inmediatamente. De forma metódica, cortaron todas las fuentes de energía, incluyendo los generadores de respaldo y los de emergencia. Sólo después empezaron a pulular hacia los edificios habitados, para escalar por las paredes e introducirse si era preciso por ventanas.

El estrépito despertó a los jóvenes jedi. Tenel Ka vio a los bartokks desde su ventana y presionó en vano el botón de alarma. Jaina detectó la amenaza en la Fuerza. Tenel Ka reunió a sus amigos y explicó la naturaleza de la emergencia, sin escatimar escabrosos detalles. Comprendiendo el peligro, los jedi decidieron enfrentar a su adversario.

Varios bartokks atacaron la alcoba de la Ta'a Chume. Ella tenía una puerta metálica blindada custodiada por dos guardias armados, pero cinco bartokks les estaban poniendo en jaque. Tres asesinos más consiguieron entrar en la alcoba; la anciana se había protegido con su mobiliario en una esquina, defendiéndose con restos de un mueble.

Los gritos de auxilio de los centinelas alertaron a los jedi, que corrieron hacia allí. Toparon con otros dos bartokks de camino, pero iban corriendo y aprovecharon el impulso: Tenel retorció el filo de su lanza ceremonia par que el bartokk no pudiera cogerla, y le rompió el exoesqueleto para que vertiese su icor. Bajocca hizo un barrido con su sable, cortando al otro bartokk en dos mitades humeantes y temblorosas.

Los jedi alcanzaron la puerta de la alcoba, pero entonces dos bartokks consiguieron capturar a los guardias y llevárselos inconscientes o muertos. Ese esfuerzo, empero, mantuvo a los bartokks distraídos durante un tiempo crítico: Los gemelos Solo cortaron en pedazos a los dos bartokks en vanguardia, y Bajocca embistió al último contra el muro de piedra, tan fuerte que su caparazón negro se abrió. Tenel Ka les instó a entrar en la alcoba, y desde dentro la matriarca pedía más guardias.

Cuando los jedi estuvieron dentro, Jaina y Bajocca cerraron la puerta acorazada, bloqueándola con fuerza para impedir a los bartokks entrar. Éstos quedaron sorprendidos un momento por la resistencia y, cuando renovaron su ataque, era tarde: La puerta estaba cerrada y Tenel Ka la atrancó con un pasador. Los bartokks siguieron golpeando la puerta, convencidos de que no tardarían mucho en destruirla.

Cuando los jedi intentaron ayudar a la Ta'a Chume, uno de los bartokks arremetió hacia ellos con sus garras. Tenel Ka cargó hacia él; el bartokk la confrontó. Ella atacó con su lanza, penetrando la concha del bartokk de lado a lado, y clavándole en una grieta entre los muros. El monstruo, atrapado, se retorcía aún intentando atacar.

Jacen decapitó a otro bartokk, pero su cuerpo seguía avanzando hacia la Ta'a Chume. Jacen le cortó las patas con otro golpe, y los miembros seguían moviéndose. La cabeza parecía estar dirigiendo el cuerpo. Tenel Ka recordó a su amigo la naturaleza de la mente-colmena del bartokk y, ante esta información, Jacen siguió tajando el torso de la criatura. En cuanto al último bartokk, Bajocca lo levantó del suelo y, pese a las sacudidas de sus cuatro brazos insectoides, lo arrojó por una ventana a casi treinta metros de altura, lanzándolo sobre el arrecife dentado. Entonces cogió la cabeza del bartokk de Jacen y la aplastó como a un insecto, no sin cierto placer.

Ya sólo quedaban piezas ciegas de un bartokk, retorciéndose, y el insecto clavado a un muro; pero la puerta empezaba a balancearse en sus goznes. La Ta'a Chume estaba preocupada, pero Tenel Ka la convenció de que al menos intentasen un plan de huida: Salir por la ventana usando un cable y escapar en un speeder acuático. Bajocca fue el primero en descender, y entonces empezaron a asomar garras bartokk a través de la puerta. Después bajaron los gemelos, y por último Tenel Ka con su abuela; mas, cuando iban por media cuerda, los bartokks irrumpieron en la alcoba, chillando triunfantes, y cortaron el cable de fibracuerda con sus garras naturales. Mientras los insectos trinaban satisfechos, Bajocca recogió a la Ta'a Chume en su caída, y Tenel Ka aterrizó acrobáticamente sin sufrir daños. Los bartokks, enfurecidos, empezaron a reptaron por el bloque de piedra vertical, mientras los jedis buscaban un speeder para huir.

Jaina vio el bote de los bartokks y consideró robarlo, hasta que se fijó en los controles, demasiado alienígenas para que ella o Bajocca pudiesen llevarlo. Por suerte, en una cueva marina encontraron un speeder acuático. Jaina y Bajocca se prepararon para pilotarlo, y Jacen advirtió que Yfra podría haberlo saboteado, pero no era así.

Ya estaban en ruta cuando los bartokks llegaron a su vehículo. Bajocca rugió una advertencia a sus amigos antes de que el sonido del bote resonase como un destructor (Los silenciadores estaban apagados). A esa velocidad, habrían atrapado a los jedi en minutos; pero Jaina propuso intentar despistarles en los arrecifes Dientes de Dragón. Los bartokks, como esperaba Jacen, no desistieron; pero los jedi intentaban hacer que sus perseguidores chocasen. Tenel Ka observó el ritmo periódico de unas olas al estrellarse contra las rocas, y lo dijo para que lo usasen en su ventaja. Bajocca aceleró cuando los bartokks, ondeando sus brazos claqueantes, le embistieron por detrás. Un bartokk disparó un cañón montado en cubierta, pero sólo golpeó las olas para crear un géiser de vapor. El plan de Tenel Ka funcionó entonces: Una oleada de agua catapultó al bote bartokk en el momento justo, al pasar por una hendidura entre rocas. Tres asesinos cayeron por la borda y desaparecieron en el agitado mar.

Pero el piloto siguió luchando con los controles y consiguió enderezar el barco, aunque estuviese dañado. Ahora los bartokks iban más lentos y los jedi les habían sacado ventaja, pero los insectoides no desistían y los jedi sólo contaban con un arma: Un bláster de dos disparos de la Ta'a Chume. Tras una hora de persecución, Jaina llevó el bote a un campo de algas carnívoras que habían atacado a los jóvenes jedi poco antes (en el otro plan de Yfra). Los bartokks no sabían al respecto y no se preocuparon por el cambio en el mar.

La Ta'a Chume disparó a los repulsores, único punto débil de un bote de asalto tan grande. El disparo rebotó en el campo metálico y chisporroteó sobre las algas. Tenel Ka observó el éxito: Los tentáculos de las algas se agitaban, abofeteando el bote creyendo que era el responsable del daño. Los bartokks, ajenos a esto, se acercaron y dispararon un cañón láser; Jaina esquivó, y las algas volvieron a recibir el daño. El segundo disparo de la Ta'a Chume dañó levemente un repulsor, haciendo que la nave girase sin parar y que la proa se alzase. Los insectos forcejearon para recuperar el control de su vehículo pero, antes de recuperar la estabilidad, se vieron acosados por una docena de tentáculos que se aferraban a su casco, repulsores y cañones. Los asesinos trinaron enfurecidos, y después quedaron atrapados en los tentáculos, que los sumergieron bajo las olas. Sus conchas quitinosas, adheridas a los tentáculos, se iban rompiendo para que las algas llegasen a las partes interiores, más tiernas. Las algas incluso devoraron el bote. Jaina contempló el terrible espectáculo, fascinada contra su voluntad.

Los jedi llegaron a la sede de gobierno hapana cinco horas después y arrestaron a Yfra por traición. Ella ya había declarado la ley marcial, pero su mero conocimiento de la amenaza, cuando las comunicaciones habían sido cortadas, era una prueba contra ella. Durante esta odisea, Tenel Ka también llegó a aceptar su mutilación, y Jacen quedó impresionado por las capacidades de su amiga como líder y guerrera. Poco después, cuando el maestro Skywalker pidió a Tenel Ka que entrenase a los jedi contra tácticas de infantería, Jacen la halagó mencionando el encuentro con los bartokks, y ella se sonrojó.

Unos meses después, la twi'lek Nolaa Tarkona formó el movimiento político Alianza de la Diversidad, unificando especies alienígenas que habían sufrido bajo el dominio humano, como parte de un plan terrorista secreto. Su Consejero Ayudante shistavanen Hovrak le mencionó dos peticiones de mundos candidatos: El Consejo Unido de Músicos Bith había propuesta tocar canciones afines a sus metas, algo que a Tarkona no le parecía demasiado importante; y además una subcolmena bartokk les había jurado alianza. Tener asesinos a su alcance era más interesante; y Tarkona esperaba el apoyo de todo el gobierno legítimo del mundo bartokk. Hovrak la corrigió: Sólo tenían apoyo parcial. Su subcolmena, sin embargo, pretendía convencer a otras y, si conseguían asesinar a miembros clave de otras subcolmenas, podrían absorber sus mentes en un enjambre mayor y, con el tiempo, subsumir a todos los otros bartokks (o, al menos, eso creía Hovrak). Sin embargo, la Alianza de la Diversidad fue desmantelada poco después.

En 25 DBY, durante la invasión de los yuuzhan vong, Tenel Ka fue visitada en Fortaleza Arrecife por Leia Organa Solo, madre de Jacen y Jaina. Ella estaba informada de lo sucedido en ese lugar contra los bartokks, y comprendía que en ese momento Tenel Ka estuviese agitada al recordar el ataque en un momento en que la pérdida de su mano era reciente.


Bartokks Notorios


 

Los bartokks no suelen reconocer a su gente individualmente, ni ven la necesidad de hacerlo.

Los bartokks obligados a abandonar a sus parientes a veces toman nombres sencillos como Krekk o Lulkk, o simplemente se identifican como "Bartokk" usado como nombre propio. Ninguno de ellos ha obtenido especial notoriedad.


Curiosidades


 

Los bartokks aparecen por primera vez en la novela juvenil Young Jedi Knights: Lightsabers (1996, Kevin J. Anderson y Rebecca Moesta), cuarta de la saga Young Jedi Knights, con relevante protagonismo. Anderson y Moesta mencionaron de pasada a los bartokks, rememorando esa historia, en el sexto libro de la saga, Jedi Under Siege (1996), y les permitieron un papel mínimo en el octavo libro, Diversity Alliance (1997), cuando Nolaa Tarkona intenta reclutar a la especie para sus planes. Los bartokks volverían a ser mencionados en el relato breve "The Great Herdship Heist" de Daniel Wallace, publicado en Star Wars Adventure Journal Nº 15 (1997, pero meses después de Diversity Alliance); y después aparecieron en las cuatro primeras entregas de Episode I Adventures (1999, Ryder Windham, todas ellas).

Esto de Episode I Adventures es menos evidente. Se trata de una serie de novelas juveniles breves que cuentan las aventuras de varios jedi durante la era de las precuelas. Cada una de ellas aparece con un Game Book ("libro de juego") del mismo nombre, que es un libro estilo "Elige Tu Propia Aventura" cubriendo parte de la trama de la novela. En el Game Book, el protagonista es elegido por el jugador, siendo un jedi o un aliado de los jedis, y realiza acciones que, en la novela, realiza un personaje distinto como puede ser Obi-Wan (en la tercera novela) o Yoda (en la cuarta). Algunos diálogos y eventos son adaptados para no revelar quién los hace (En la novela cuarta, la frase de que los bartokks tienen un plan de emergencia la dice Qui-Gon Jinn; en el game book, la dice "un aliado" no identificado).

Ahora bien, para ser "libros de elige tu propia aventura", las ramificaciones son limitadas. En general ofrece al jugador una serie de elecciones con posibilidad de éxito o fracaso y, en caso de que fracase, el jugador va a la siguiente elección de la lista, hasta que triunfe. Por ejemplo, en el game book 4 Jedi Emergency (1999, Ryder Windham), el jugador puede elegir combatir a los bartokks usando la Fuerza (a menos que el jugador no sea jedi), o un arma, o las manos desnudas. Si el jugador intenta usar la Fuerza y falla, el jugador pasa a intentar usar un arma. Si el jugador usa un arma y falla, entonces automáticamente intenta usar las manos. Si falla intentando usar las manos, entonces vuelve a usar las manos hasta que triunfe.

Por otro lado, los Game Book presentan opciones que dificultan encontrar un camino canónico. Para deshacerse de la última bomba de los droides X10-D, en el Game Book, el jugador puede tirarla al recipiente de residuos o al horno de fusión. He optado por pensar que la opción de la novela es la oficial, y lo que se haya decidido en ésa, es lo que sucedió en continuidad.



Vel Ardox (izquierda) y Noro Zak (derecha) son posibles personajes jugadores, pero ya
digo que el día lo resuelven Qui-Gon Jinn, Obi-Wan Kenobi o Yoda.

Después de eso, apenas hay apariciones de bartokks. La lucha de Lightsabers vuelve a ser recordada durante la saga de los yuuzhan vong en Agents of Chaos II: Jedi Eclipse (2000, James Luceno); y el momento en que Darth Maul pierde a C-3PX es mentado al hablar de la historia del droide en The New Essential Guide to Alien Species (2002, Daniel Wallace), "Galaxy's Most Wanted: C-3PX" por Michael Mikaelian en Star Wars Gamer Nº 3 (2001); y Ultimate Adversaries (2004, Eric Cagle, Michelle Lyons, Michael Mikaelian, Steve Miller, Owen K.C. Stephens, Wil Upchurch). Estos dos últimos son libros de juego de rol, pero no incluyen información de juego sobre los bartokks. Del mismo modo, el ya mentado relato "The Great Herdship Heist" aparece en la revista de juego de rol Adventure Journal, pero no da reglas para bartokks.

Es Ultimate Alien Anthology (2003, Eric Cagle, Cory J. Herndon, Michael Mikaelian, Steve Miller, Owen K.C. Stephens y J.D. Wiker) mi comodín para especies el que profundiza en los bartokks y los convierte en posibles personajes para el juego de rol de Wizards of the Coast. En el juego, un personaje bartokk tiene bonificaciones a su fortaleza física y resistencia, dos ventajas defensivas acumuladas por su caparazón, cuatro brazos (pero tres manos zurdas), armas naturales, capacidad regenerativa avanzada y biología compartimentada. La mente colmena potencia su inteligencia. Como defectos, tienen un bajón en su Carisma e Inteligencia individual muy considerables. No dice nada de que tengan ojos compuestos. El libro presenta la única imagen conocida de un bartokk, que después fue recortada y reaprovechada en The Complete Star Wars Encyclopedia (2008, vv.aa.); este último libro tiene una entrada para los bartokks y los menciona en otras seis.

The Essential Atlas (2009, Daniel Wallace y Jason Fry) no tiene información sobre los bartokks ni su planeta, porque su planeta es desconocido según había dicho Ultimate Alien Anthology.

Hablemos ahora de las meteduras de pata que ha tenido la continuidad con los bartokks, que son unas cuantas.

En su primera aparición en Lightsabers, los bartokks son descritos como seres con muchas patas como insectos; pero Ultimate Alien Anthology dice de forma precisa que son bípedos.

El color de la sangre de un bartokk no está claro. En Lightsabers, cuando los jedi rompen un exoesqueleto, el bartokk vierte "un pringue denso verdeazulado", y la Encyclopedia dice que tienen sangre azul verdosa (que supongo que es parecido a verdeazulado). En Episode I Adventures 3: The Fury of Darth Maul (1999, Ryder Windham), cuando Maul corta a un bartokk con su sable láser, derrama una gota de sangre negra. Esto puede ser por la cauterización del sable, supongo.

Las fuentes no se ponen de acuerdo sobre si los bartokks tienen o no emociones. Episode I Adventures 2: The Bartokk Assassins (1999, Ryder Windham) dice explícitamente que no tienen emociones e insiste cuando Obi-Wan corta seis brazos a varios bartokks: Si éstos estaban asustados, no lo demostraron. Sin embargo, en el mismo libro, un bartokk está enfadado al ver a sus hermanos derrotados; y otro bartokk, en combate, está lleno de furia. En Lightsabers, los asesinos bartokks son sorprendidos cuando intentan irrumpir en la alcoba de la Ta'a Chume; pero después, cuando van a morir devorados por las algas, trinan de rabia, no de miedo, porque su mente colmena no comprende el concepto de muerte inminente. En Episode I Adventures 3: The Fury of Darth Maul, un bartokk atrapado por Maul expresa su miedo en sus ojos bulbosos.

En Episode I Adventures 4: Jedi Emergency (1999, Ryder Windham), dos bartokks usan cuerdas y cables para escalar la pared exterior de la torre. Sin embargo, en Lightsabers pudimos ver que los bartokks podían escalar paredes verticales, hacia arriba o hacia abajo, usando sólo sus extremidades.

En Episode I Adventures 2: The Bartokk Assassins se describe cómo el vocabulador de un bartokk traduce al Básico su lengua natal; pero Ultimate Alien Anthology dice que los bartokks no tienen lengua natal.

En Episode I Adventures 2, 3 y 4, los bartokks utilizan ballestas que disparan flechas. El proyectil de una ballesta se conoce como perno, saeta o virote, no flecha.

Episode I Adventures 4: Jedi Emergency empieza con un resumen de los libros anteriores y dice que, como la Academia de Corulag había rechazado a Boonda el Hutt, Boonda contrató a los bartokks para robar cazas droides y usarlos en un ataque a la Academia. En el libro anterior, parece bastante claro que no había sido Boonda, sino su padre Groodo el Hutt, el interlocutor con los bartokks.

En The Fury of Darth Maul, los bartokks abren la bodega y desplegaron sus cazas droide en el patio de su fortaleza de Ralltiir, en ocho formaciones cuadradas de cinco por cinco cazas. A mí me salen 8x5x5 = 200 cazas, pero los bartokks sólo habían robado cincuenta cazas.

Cuando Darth Maul está en Corulag para emboscar a los cazas, aparecieron el caza bartokk guiando a los veinticinco cazas droide. Los veintiséis cazas salen del hiperespacio. Los cazas droide tenían hipermotor, pero no había constancia de que el caza bartokk lo tuviese y, si lo tenía, debería haberlo usado cuando estaba pegado al carguero bartokk, para dotar al carguero de hipermotor.

"Galaxy's Most Wanted: C-3PX" dice que Darth Maul destruyó la fortaleza bartokk en Ralltiir simplemente porque los bartokks se habían entrometido en su camino ("gotten in his way"). Eso es bastante discutible: La misión de Maul era ir a por los bartokks y castigarles, no fueron un daño colateral.

Las bombas de plasma usadas por los bartokks en Jedi Emergency se describen como muy potentes: Cada bomba podía destruir la ciudad entera. Entonces, ¿por qué un plan tan complicado para meterlas en el edificio? ¿Por qué no detonar una bomba en casi cualquier situación, volar la ciudad y dar por contento al cliente?

En el Game Book de Jedi Emergency, cuando Frexton huye del personaje jugador hacia la planta baja, su ascensor se detiene "entre los niveles 35 y 40". Después descubrimos que está en el nivel 32, en una emboscada bartokk. 32 no está entre 35 y 40.

En Agents of Chaos II: Jedi Eclipse, Leia mira a Tenel Ka rememorando cómo ella, Jacen, Jaina y Bajocca enfrentaron a los bartokks en Fortaleza Arrecife para frustrar el plan de Yfra. La palabra "ella" parece referida a Tenel Ka, porque Leia no participó en esa aventura narrada en Lightsabers. Sin embargo, el artículo de la Encyclopedia sobre "Reef Fortress" dice que fue Leia, Jacen, Jaina y Bajocca combatieron a los bartokks para frustrar el plan de Yfra; y no dice nada de Tenel Ka.

Esto ya no son exactamente fallos, pero merece la pena mencionarlos: Ultimate Alien Anthology presenta la ficha de juego de rol de un bartokk genérico. Este personaje puede elegir entre tener Artesanía -2 ó Conocimiento -2. La verdad es que es muy peculiar poder elegir entre tener negativa una habilidad u otra. Recordemos sin embargo que el bartokk tiene una puntuación muy baja en Inteligencia, así que no es elegir entre una a -2 y la otra a 0; sino entre una a -2 y la otra a -6.

En el enfrentamiento final entre la reina bartokk y Yoda en el yate, la reina dice que Yoda ha quedado encerrado con los bartokks; pero Yoda le replica que son los bartokks los que están encerrados con él. Este intercambio es muy similar a uno que tiene Rorschach con sus enemigos en la cárcel, en la novela gráfica Watchmen (1986-87, guion de Alan Moore y dibujo de Dave Gibbons).



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Sección creada por Skippy Farlstendoiro y Al Noah para SithNET
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