Este piloto priapulino dejó Pria en su juventud.
Aspiraba, como tantos jóvenes de tantas especies, a encontrar su
destino en algún lugar de la gran galaxia.
La galaxia empezó por defraudarle notablemente: Muchos
de los seres que encontró usaban la violencia para conseguir los
más triviales fines. Desanimado pero no desesperanzado, Kwinn
buscó a quienes se dedicasen a hacer el bien por la galaxia.
Su búsqueda le acabó llevando hasta los
jedi.
Aunque desde luego los jedi entraban en combate, eran más
compatibles con su sistema de creencias, y decidió solicitar
empleo para trabajar con ellos.
Al principio, Kwinn trabajó llevando suministros desde
y hacia varios puntos de Coruscant. Sus talentos de construcción
le sirvieron para ayudar al mantenimiento de algunas naves de los jedi.
Pronto empezaría a escoltar a Caballeros Jedi y a sus
acompañantes por la galaxia, incluso en los más
peligrosos entornos, cuando éstos necesitaban ser transportados
en relativo anonimato. También se dedicó a llevar jedis y
dignatarios por rutas bien concurridas.
Charza Kwinn participió en las Escaramuzas de Extorin
Menor, en las que los extorinos intentaron invadir los planetas
cercanos al suyo. Los caballeros jedi y sus padawans intentaban
desesperadamente evacuar uno de los planetas afectados, Montitia, antes
de que los extorinos pudiesen capturar o matar a los nativos. Los
refugiados no habrían podido ponerse a salvo si no hubiese
entrado Kwinn en su nave, la Aleta Dorsal, un carguero sin armas
que logró atravesar el fuego pesado hasta llegar al refugio. Kwinn
puso a salvo a los montitianos y a los jedi, y eso valió a sus
habilidades el respeto de la orden. La historia conoce este acontecimiento
como la Extracción Montitiana.
Sin duda la leyenda ha hecho crecer esta narración cada
vez que se ha contado, pero pronto los jedi le consideraron uno de los
mejores pilotos de la galaxia, e incrementaron sus responsabilidades:
No sólo trabajaría para ellos como piloto, sino
también como espía. Se dice que los jedi pedían su
ayuda más a menudo que a ningún otro ayudante (con la
posible excepción de Tropam Givar).
Años después, nadie sabe exactamente qué
fue de la Aleta Dorsal, pero Kwinn pilotaba una
nave distinta: La Flor del Mar Estelar era un
viejo transporte YT-1150 modificado. Entre las modificaciones, estaba
lleno de agua, donde víva y trabajaba la familia-comida de
Kwinn. Ahora bien: Como Kwinn solía transportar a caballeros
jedi por la galaxia, mantenía varios cuartos a bordo que
podían modificarse fácilmente para ajustarse a las
necesidades ambientales particulares del sujeto.
Uno de esos sujetos jedi que viajó con Kwinn fue la
jedi Vergere, dos años después de la batalla de Naboo. La
antigua maestra de Vergere, Thracia Cho Leem, había confiado a
Kwinn el transporte de Vergere hacia Zonama Sekot, para descubrir de
dónde salían las naves sekotanas. Kwin llevó a
Vergere hasta el planeta y volvió, sin incidentes.
Sin embargo, en un año, los jedi no recibieron
comunicación de Vergere, y Thracia, preocupada por su vida,
solicitó al Consejo Jedi que enviasen otro grupo para buscarla.
Los elegidos para este viaje serían el joven maestro Obi-Wan
Kenobi y su aprendiz Anakin Sywalker. Nuevamente se consideró
que Kwinn sería el piloto perfecto para este trabajo, si bien el
joven Skywalker tuvo sus reticencias al conocer de primera mano los
hábitos priapulinos.
Durante el viaje, Kwinn tendría que pilotar su nave
contra la fuerza enviada por Wilhuff Tarkin, que quería
controlar Zonama Sekot para entregárselo al entonces Canciller
Palpatine. Kwinn y su grupo apenas lograron escapar, soltar a los jedi
y volver a Coruscant.
Años después, cuando se estableció el
Nuevo Orden como gobierno galáctico, Kwinn se encontró
con cada vez menos trabajo de los jedi. Después de la Purga
Jedi, se vio obligado a trabajar como contrabandista y pirata. Esta
actividad, lejos de ser segura, le ha costado más de un disparo
en el casco de la Flor del Mar Estelar, pero no es
éste el precio que le preocupa: Como informaría Kwinn en
su diario personal, llegó a verse obligado a dañar a
seres humanos, en particular imperiales, para sobrevivir.
"¿Tendré un alma cuando haya acabado?", se preguntaba
Kwinn.
No sabemos todavía cómo acabó. No hay
datos relativos al final de la vida de este piloto priapulino, si es
que éste ha llegado.
Sin embargo, con el ascenso del Nuevo Orden Jedi, muchos
priapulinos han elegido seguir sus pasos, ayudando a los jedi en su
misión de llevar la paz a la galaxia. Charza Kwinn, dondequiera
que esté, es ahora una leyenda entre los suyos.
|