ROLLOS

Articulo creado por Skippy Farlstendoiro y maquetado por el Coronel Kurtz para SithNET
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La biografía de Rollos


 

Rollos era un varón gigorano muy alto, muy fuerte y muy velludo. Como otros miembros de su especie, tenía extremidades muy largas y desgarbadas, terminadas en pesadas zarpas acolchadas. Debido a sus proporciones, se movía con cierta torpeza. Ahora bien, esas pesadas zarpas superiores eran muy rápidas y causaban estragos en combate.

El tamaño de Rollos se dejaba ver en otras partes de su cuerpo: Tenía enormes pulmones e hipertrofiadas fosas nasales, lo cual le venía muy bien porque, cuando estaba exhausto, necesitaba recuperar el aliento respirando mucho aire.

Aunque Rollos entendía el idioma Básico, no se expresaba en él. En vez de eso, Rollos hablaba en el idioma de su especie, que era incomprensible incluso para los droides traductores.



Rollos

La historia registrada de Rollos empieza en tiempos del Imperio Galáctico. Rollos era propiedad de un esclavista sullustano; según su amo, Rollos había sido secuestrado en su mundo de origen.

El sullustano viajó con Rollos a un campo esclavista, donde pretendía vender a su esclavo. El dueño del campamento mostró interés por comprar a tan impresionante para utilizarlo de guardaespaldas, y aceptó el trato.

Pronto descubrirían que nadie en el refugio comprendía el idioma gigorano, excepto una esclava humana: Reina Gale. Gale simpatizó con Rollos y pronto se hicieron amigos.

El amo sin embargo estaba disgustado porque Rollos, indómito e incontrolado, se resistía a los esclavistas y causaba destrozos. Finalmente, el amo ordenó matar a Rollos y castigar a Gale. Gale, en un intento de protegerse, manipuló a los subordinados del esclavista señalándoles que su líder vivía entre lujos mientras que los subordinados estaban en la miseria, y así Gale hizo tratos favorables. Mientras tanto, Rollos percibió el peligro que corría su nueva amiga y destruyó las instalaciones del esclavista. Rollos y Gale robaron la nave de su antiguo amo y escaparon, pasando a vivir como vagabundos estelares.

A Rollos, venido de un mundo primitivo, le costaba adaptarse a vivir en la civilización galáctica y no entendía realmente la avanzada tecnología que le rodeaba. Rollos no creía que hubiese hombres dentro de las armaduras de soldados imperiales, ni que los droides fuesen seres algo más que juguetes. Víctima de su curiosidad, Rollos podía pasarse horas mirando un mismo aparato electrónico.

Gale insistía en viajar con Rollos, su compañero y amigo; y Rollos, lela, apenas se separaba de Gale. Él la consideraba su familia y la protegía de todo daño, como tradicionalmente hacían los gigoranos con sus seres queridos.

Gale se ganaba la vida haciendo tratos entre criminales, que cada vez eran mejores. Eso a menudo exigía forzar un poco la verdad. Rollos era, como todos los gigoranos, empático; por eso, pese a su relativa ingenuidad, no se dejaba engañar con palabras que ni siquiera Gale creía.

En una de sus operaciones conjuntas, Rollos y Gale estuvieron en Arcura, donde les sorprendió un batallón de andadores imperiales del que apenas lograron escapar.

Gale mostró interés por conocer el pasado de Rollos e hizo varios intentos vanos por encontrar al esclavista sullustano mientras llevaba a cabo sus operaciones.

En una operación concreta, Gale obtuvo un cargamento de valiosos hexacristales zipthar del pirata Roark Slader y los llevó a Ciudad Nexo, en el planeta Entralla. No puedo confirmar que Rollos estuviese implicado en el proceso seguido por Gale para obtener los cristales y que implicó varios delitos y viajes; de hecho, en Entralla la mera posesión de los cristales era delito salvo que se tuviese un permiso específico expedido por las autoridades. En cualquier cosa, Rollos estaba con Gale en un muelle de atraque vacío de Entralla cuando ella estaba preparada para entregar el cargamento de cristales a un comprador, el gánster Begas Tok.

Tok se personó tarde y acompañado por dos matones que ocultaban aparatosamente armas bajo su ropa. Gale estaba alerta ante una posible emboscada, pero intentaba ineficazmente calmar a su amigo. Tok sin embargo no inició un ataque, sino que saludó a Gale, a quien ya conocía, y reconoció a Rollos sólo como una mascota. Rollos rugió una amenaza y Gale apoyó al gigorano, añadiendo que el gigante hirsuto podía arrancar los "tumores" de los sicarios bajo los abrigos, lo cual Rollos encontró divertido.

Reconociendo el peligro, Tok se centró en el trato y ofreció, según lo pactado, una bolsa con 20.000 créditos imperiales a cambio del cargamento. Gale se levantó de la caja para que Rollos la abriese y el cliente viese su mercancía. Tok se despidió ofreciéndose como cicerone para una visita turística en Ciudad Nexo.

Resultaba que Tok había vendido a Gale: Un pelotón de policías de la Patrulla Pentaestelar entró para arrestar a Gale y Rollos. Tok, que poseía un permiso, podía comerciar con los hexacristales.

Rollos cogió entonces la caja de los cristales y, con sorprendente precisión, la arrojó al contingente policial. Algunos agentes fueron noqueados y otros salieron despedidos. Rollos entonces cargó a Gale sobre su hombro y corrió pasando sobre los aturdidos agentes y el perplejo gánster. Gale se despidió de Tok con un chascarrillo.

Rollos galopó por una zona de la ciudad, hasta que Gale le instó a que parase so pena de llamar la atención. Rollos optó por meterse en un callejón entre edificios para posar amablemente a Gale en el suelo de piedra y recuperar el aliente. Mientras tanto, Gale se asomó para ver si alguien les estaba siguiendo.

Rollos propuso abandonar la ciudad, pero Gale se negó: Sin duda Tok habría avisado a las autoridades y las autoridades estaban comprobando la identidad de todo el que fuese a una salida. Gale meditó su siguiente paso, y decidió que debían buscar dónde pasar la noche. Rollos aceptó y la siguió con cautela.

Rollos y Gale caminaron por la ciudad con la tranquilidad que finge un fugitivo cuando quiere pasar desapercibido. Entonces una mano agarró a Gale y tiró de ella hacia un patio abovedado. Rollos ladró enfurecido y persiguió a este atacante.

Gale estaba acompañada de dos humanoides encapuchados. Uno de ellos, que se revelaría después como el mercenario humano Hugo Cutter, disparó a Rollos con un arma de bioinducción desarrollada p0or él mismo. Rollos cayó al suelo, inconsciente.

Gale se zafó de sus atacantes y corrió a su amigo caído. Se dio cuenta entonces de que le habían rodeado cuatro encapuchados, pero le preocupaban poco sus posibilidades: Se echó a llorar sobre su amigo y acusó a los extraños de haberle matado. Ella intentó armarse con un vibro-pincho, mientras uno de los encapuchados, el Coronel Andrephan Stormcaller, le decía que su amigo no estaba sino noqueado.

Los cuatro desconocidos vieron acercarse a una pareja de policías y se ubicaron de tal modo que bloqueaban a éstos la visión de Gale y Rollos; además, convencieron a los policías para que buscasen a los fugitivos en otro lugar. Mientras tanto, Gale comprobó que Rollos no sólo respiraba, sino que estaba roncando.

Los encapuchados mostraron sus rostros; los otros dos eran la mujer humana Ivey y el trunsk Sully Tigereye: Eran los mercenarios antiimperiales Lunas Rojas. Stormcaller explicó que sólo habían derribado a Rollos para asegurar el sigilo de su operación, mientras Ivey pasaba un escáner médico sobre el gigorano para garantizar que estaba bien.

Stormcaller explicó que quería hacer negocios con Gale y le ofreció cinco mil créditos para que ella les diese los planes de seguridad para la fiesta de la Noche Lunar de Entralla. También le advirtió que los créditos entregados por Tok eran rastreables.

Rollos despertó y bostezó aparatosamente. Gale comprobó que su amigo estaba bien, y negoció un pago mayor por ayudar a las Lunas Rojas. Después de esa operación, Rollos y Gale volvieron a viajar por la galaxia, buscando fama y fortuna.

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