"Así son las cosas. Los fuertes sobreviven y los débiles mueren" (Kallus)
La tripulación de la nave Fantasma, acompañados por Rex, llega hasta Geonosis donde según un informe recibido se está construyendo algún tipo de armamento nuevo. Un rápido escaneo indica que no hay formas de vida orgánica en el planeta y Ezra, que lo siente en la Fuerza, afirma que todos los geonosianos han muerto.
En obrita entre le planeta y los anillos que lo rodean hay una instalación y el grupo decide entrar en ella para investigar que ocurre. Hera en la cabina y Rex en el puesto de artillero, al igual que Chopper, se quedan en la nave Fantasma por si se trata de una trampa y el resto del grupo empieza la exploración.
Al poco de iniciar su inspección un androide imperial encierra al grupo en un pasillo y varios Soldados de Asalto dirigidos por el Agente Kallus abren fuego sobre ellos. Furioso Zeb se lanza contra el Agente mientras Kanan pide ayuda a Hera que tienen sus propios problemas ya que hasta el hangar en el que está la nave han llegado dos caminantes que están disparándoles.

Zeb se enfrenta con el Agente Kallus
Chopper baja de la Fantasma y, tras acabar con el androide imperial, abre las puertas para que sus amigos escapen. Todos menos Zeb, que sigue empeñado en su lucha individual y dice a sus compañeros que escapará por sus propios medios, son recogidos por la Fantasma.
Mientas sus amigos luchan con los caminantes y con varios cazas TIE que los persiguen Zeb consigue entrar en una cápsula de escape, pero en el último momento Kallus consigue subirse también a ella y ambos siguen luchando mientras el pequeño aparato se dirige hacia Geonosis.
Auque Zeb es más fuerte el imperial es bastante habilidoso en la lucha cuerpo a cuerpo y la pelea está equilibrada. Los golpes son continuos y uno de ellos acaba dando en la consola de mandos de la cápsula que, averiada, varía su rumbo y cae en Bahryn, una luna helada cercana. El aparato golpea con fuerza la superficie justo sobre una caverna de modo que la capsula queda atrapada a más de cinco metros bajo la superficie.
En el choque Kallus se ha roto una pierna y Zeb lo arrastra fuera de la capsula. La situación pinta mal porque nadie los va a buscar allí y porque la temperatura cae por momentos. Cuando llegue la noche ambos se congelarán y no tienen nada con lo que calentarse salvo una pequeña roca que emite luz y calor y que el imperial cree que puede ser un meteorito.

Zeb y el Agente Kallus atrapados en la gruta de hielo
El transpondedor de la capsula se rompió en el accidente y aunque Zeb consigue arreglarlo, y lo ajusta para que se puede oír en todas las frecuencias, pronto queda claro que al estar bajo tierra la señal no conseguirá llegar a nadie. El grandullón, que nunca se rinde, y que reprocha al imperial que si lo haga, trata de escalar varias veces usando sus afiladas uñas contra el hielo, pero en todos sus intentos termina cayéndose.
El ruido que hace Zeb atrae a un enorme depredador (bonzami) y aunque el lasat consigue darle varias veces con su blaster este lo persigue y le obliga a refugiarse en la cápsula. Kallus, que ha aprovechado el desconcierto para recuperar su arma, tiene la oportunidad de disparar contra su enemigo, pero termina haciéndolo contra la criatura y entre los dos la ponen en fuga.
Ambos sospechan que la criatura regresará con compañía de modo que apartan por un momento sus diferencias y empiezan a trabajar juntos. Zeb usa el arma de Kallus, que en su día fue de un guardia lasat y, tras felicitar al imperial por las modificaciones que ha hecho en ella, la emplea como cabestrillo en su pierna.
Kallus, que en contra de lo que pensaba Zeb no se siente orgulloso de lo que ocurrió en Lasan le cuenta que le mintió cuando en uno de sus primeros encuentros le dijo que se la guitó a un guardia antes de matarlo y afirma que fue el guardia quien se la regaló. “Boosahn Keeraw”, dice Zeb y le aclara que es “la última despedida del guerrero” y que los suyos lo hacen como ritual antes de morir si reconocen que su rival es superior a ellos y ha luchado con honor.
El Imperial, que empieza a mostrarse más frágil, manifiesta dudas sobre las acciones del Imperio. No le gustó la matanza en Lasan, aunque entienda que fue una forma de dar ejemplo a toda la Galaxia, y no termina de creer que su imperio haya acabado también con todos los geonosiasos.
Zeb afirma que ya ha pasado página de lo sucedido en Lasan y Kallus le responde que todo el mundo tiene cosas que olvidar. En el caso del Imperial es su primera operación que tuvo lugar en Onderón y en la cual su grupo fue emboscado por un mercenario lasat que trabajaba para Swa Gerrera. Kallus relata, para horror de Zeb, como quedó fuera de combate en la primera explosión y como no pudo hace nada cuando el lasat remató a sus compañeros heridos sin darles la mínima oportunidad mientras que a él lo dejó con vida sin que aun hoy sepa el motivo.

El Agente Kallus y Zeb se muestran respeto saludándose al estilo last
Cuando ambos se han sincerado Zeb arroja la piedra, su arma y el transpondedor fuera de la cueva y, tras cargar a Kallus en su espalda, vuelve a intentar escalar. En esta ocasión sin embargo no usa las paredes sino una de as columnas de hielo algo que no hizo antes porque pensaba que no aguantarían y que intenta ahora porque el agente cree que son más fuertes de lo que aparentan ya que parecen soportar el peso del techo.
Mientras escalan llegan varios depredadores pero ambos, no sin esfuerzo y confiando el uno en el otro, consiguen llegar hasta la superficie. Fuera hay una fuerte tormenta de modo que se ocultan en una pequeña oquedad calentándose con la piedra y encienden el transpondedor. Como la señal es abierta la suerte está echada. Si llegan primero los rebeldes Kallus será apresado y si son los imperiales quienes lo hacen el capturado será Zeb.
Aunque Kallus está convencido de que los rebeldes no se habrán arriesgado a quedarse por su amigo los primeros que aparecen son precisamente ellos. Zeb le asegura que lo tratarán bien, pero como Kallus le dice que si conviene en ello prefiere arriesgarse y esperar a los suyos. El lasat asiente y se reúne con sus amigos sin decirles que el Imperial estaba con él.

El Agente Kallus en la soledad de su modesto camarote
Kallus es finalmente rescatado y cuando regresa a la nave se encuentra con que nadie, ni siquiera el almirante Kostantin, lo ha echado de menos ni lo recibe con efusividad. El agente se dirige a su diminuto camarote y, tras dejar en un estante la piedra luminosa que ha conservado de su aventura, es consciente por primera vez en mucho tiempo de su tremenda soledad.
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