"Todo el mundo merece una oportunidad" (Kanan a Sabine)
Los rebeldes necesitan una nueva ruta hiperespacial para acortar y facilitar sus viajes a Lothal y el Comandante Sato organiza una reunión para buscar una solución a dicho problema. Sabine propone utilizar una ruta que pasa por Concord Dawn y eso establece un profundo debate porque esa zona está controlada por un grupo mandaloreano, un pueblo que llevan siglos en guerra.
Nadie tiene muy claro cual es la afiliación de los mandaloreanos en la incipiente guerra civil y, aunque Sato cree que se les debe imponer el paso por la fuerza, Hera es partidaria de iniciar una negociación par ver si, además de obtener el paso por Concord Dawn, se puede unir a los fieros guerreros a la lucha contra el Imperio. Sato termina por aceptar el plan de Hera quien, acompañada por Sabine y tres voluntarios del Escuadrón Fenix se dirige al planeta en sus cazas Alas-A.

Concord Dawn muestra las heridas de las Guerras Clon
Tras un breve salto hiperespacial el grupo llega a Concord Dawn que, fruto de las guerras está parcialmente destruido (ver imagen), y son rápidamente interceptados por tres cazas. El líder de los interceptores , Fenn Rau, Protector de Concord Dawn, les ordena que se identifiquen y Hera le cuenta el motivo que los ha llevado hasta allí. Tras escuchar su respuesta Fenn afirma que sirven al Imperio y ordena a sus hombres que destruyan a los intrusos.
Dos miembros del Escuadrón Fenix son derribados y Hera traza un plan para poder esquivar a los agresores y saltar al hiperesapacio junto a Sabine y al otro piloto superviviente. La valiente piloto consigue su propósito, pero en el último instante su caza es alcanzado y al regresar a la flota rebelde, inconsciente y muy malherida, debe ser de inmediato hospitalizada.

El Ala-A de Hera regresa destrozado y con la valiente piloto muy malherida
Los rebeldes se reúnen de nuevo para analizar quien es Fenn y como pueden abordar la situación y Rex les informa que el manadaloreano fue instructor de vuelo de los pilotos de caza Clon de la Antigua República y que participó en varias batallas en Mygeeto planeta en el que también estuvo Kanan.
Tras oír el informe Sato decide que hay que castigar a Feenn y plantea una acción de castigo y todos convienen en que fracasarán si los cazas de Fenn, muy superiores a los suyos, no son destruidos en tierra mediante un sabotaje. Sabine ha localizado su base en la tercera luna de Concord Dawn de modo que Kanan se ofrece voluntario para la misión de sabotaje y se niega a que nadie, salvo Chopper, lo acompañe.
Kanan toma la lanzadera de la “Fantasma” y parte hasta Concord Dawn, pero cuando llega a su destino descubre que Sabine se ha colado como polizón. La joven desea venganza y por eso cuando Kanan le informa que no van a atacar a Fenn sino a tratar de negociar con él, para ganarlo como aliado tal como deseaba Hera, su joven amiga se enfada. El Jedi está decidido y hace ver a su compañera que todo el mundo puede cambiar y que hay que estar dispuestos a dar una segunda oportunidad.
Chopper deja a Kanan y a Sabine cerca de la base de los protectores y, mientras esos la inspeccionan ven llegar una lanzadera Imperial y contemplan como un oficial entrega un suculento pago al mandaloreano. Ante semejante visión Sabine insiste en destruir todo, pero su compañero se vuelve a negar y, aunque deja que la joven coloque explosivos en los 8 cazas que tienen los protectores, le ordena que no los haga explotar sin que él lo autorice.
Mientras Sabine coloca los explosivos Kanan entra en la choza de Fenn y le pide que escuche su propuesta. El Jedi pone su sable sobre la mesa, le confiesa que él también estuvo en la tercera batalla de Mygeeto y le da las gracias por salvarle la vida cuando, con su Escuadrón Calavera atacó una y otra vez a los droides separatistas que lo rodeaban a él, a su maestra y al resto de clones que los acompañaban. Fenn le pregunta que desea y Kanan le responde que salvarle la vida y, tras decirle que los Imperiales no comparten el poder y que tarde o temprano dejarán de pagarles y los destruirán le ofrece que se una a la rebelión.
Mientras coloca los explosivos Sabine es descubierta y rodeada por varios protectores que, al ver que lleva una armadura mandaloreana, la acusan de haberla robado y ser una cazarrecompensas. La joven lo niega y afirma orgullosa que no sólo es mandaloreana sino que también es miembro del Clan Wren de la Casa Visal. Los protectores son enemigos de los Vizsla ya que estos fueron parte del Death Watch, grupo al que consideran terrorista, pero Sabine, tras responder que su madre si fue de esa organización pero ella no, invoca el código que le permite obtener justicia a través de un duelo singular.
Cuando Fenn es informado de la captura de Sabine sale con Kanan al exterior y se ve forzado a aceptar el duelo singular que esta le exige. Kanan no quiere que muera nadie y le pide a Sabine que no recurra como siempre a la violencia, pero su amiga ni le responde. El duelo se produce y Sabine resulta ser más rápida desenfundado sus pistolas, pero en lugar de matarlo desarma a Fenn y acto seguido detona los explosivos que ha colocado destruyendo gran parte de los cazas.
Fenn sube a su caza en el que, al estar al otro lado de la base, Sabine no tuvo tiempo de colocar explosivos, y despega. Kanan salta sobre el caza, lo inutiliza, rompe el transpariacero de la cabina, noquea a Fenn y salta con él a la lanzadera que, pilotada por Chopper, y tras recoger a Sabine, vuela ya a su lado.

Kanan usa su sable para sacar a Fenn de su caza
Al poco de subir a la nave Fenn recibe una comunicación de sus hombres y, aunque Sabine se opone, Kanan le permite que la responda. Los hombre de Fenn quieren llamar al Imperio, pero su líder no sólo les dice que no lo hagan sino que les ordena olvidar que han visto alguna vez a los rebeldes. El protector, que sabe que Kanan tiene algo de razón y que no puede permitirse que los Imperiales sepan que ha sido apresado, acepta que los rebeldes usen la ruta sin informar de ello a los Imperiales. Kanan sabe que de momento es un “invitado involuntario” de la Rebelión, pero confía en que un día sea también un aliado.
Kanan y Sabine se reúnen con Hera que ya ha despertado y está mejorando de sus heridas y le cuentan todo lo sucedido. Hera no puede creer que su joven amiga por fin haya dejado atrás la violencia como única solución y Sabine, mirando al Jedi, le responde que ha tenido un buen maestro.
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