"Los generales Jedi servían utilizando la Fuerza y su ingenio" (Capitán Rex)
Kanan, como parte de su entrenamiento, pide a Ezra que cierre los ojos y use la Fuerza para elevar a Chopper por los aires. Siguiendo las instrucciones de su maestro el joven trata de visualizar en su mente como la pequeña unidad astromecánica se levanta pero dado que este, por sugerencia de Sabine, se ha fijado magnéticamente al suelo, el joven falla estrepitosamente.
Ezra deja de intentarlo y tanto Sabine como Rex y Zeb, que están jugando una partida de dejarik, le descubren la trampa y se ríen de él. Kanan cree que su pupilo necesita más disciplina, pero Rex no está de acuerdo y afirma que si los Jedi fueron los mejores generales que ha conocido fue porque además de la Fuerza utilizaban el ingenio.
Cuando ambos están a punto de aumentar el tono de la disputa Hera los interrumpe para informar que tiene una misión importante para Sabine, Chopper y Zeb a la que también se apunta Ezra. El grupo rebelde necesita suministros médicos y Rex ha facilitado la localización de una estación médica abandonada de la Antigua República y los correspondientes códigos de acceso de modo que deben ir allí y hacerse con ellos.
Usando la lanzadera de la nave Fantasma el cuarteto llega hasta la abandonada estación médica y, tras abrir la puerta exterior, atracan en la bahía principal. Todo está oscuro porque la energía esta desconectada, pero el grupo llega hasta la sala principal y Chopper activa el generador iluminándolo todo.
Aunque ninguno de los cuatro se ha dado cuenta una pequeña sonda imperial, más concretamente un droide de búsqueda ID9, los ha estado espiando y ha mandado una señal alertando de su presencia. Dicha señal es recibida en el destructor del Almirante Konstantine, en el que también viajan el Agente Kallus y el Inquisidor Imperial. Kallus no da importancia al aviso, pero el Inquisidor, que ha sentido una perturbación en la Fuerza está seguro de que se trata de los rebeldes que buscan y decide ir a por ellos en persona y en solitario.

El Quinto Hermano de la Inquisición con Konstantine y Kallus
La estación médica no está en muy buenas condiciones y la luz no tarda en volver a caerse. Por si esto fuese poco los archivos están corruptos y no hay forma de ver cual es la localización exacta del almacén. Sabine no quiere perder mucho tiempo en tan precario lugar de modo que decide dejar a Chopper en la sala trabajando en la luz y en los archivos y se marcha con el resto del grupo para buscar las provisiones a la antigua usanza.
Mientras trabaja en los archivos Chopper escucha un extraño sonido y decide investigar de donde proviene. Siguiendo los ruidos que escucha Chopper se topa con la sonda imperial que, tras tirarlo al suelo con una descarga eléctrica, metes sus zarpas en sus circuitos para desactivarlo. El pequeño droide apenas puede reaccionar pero antes de ser apagado consigue mandar una señal de alerta que llega hasta Ezra.
El joven, viendo que el droide está en peligro decide regresar y lo hace tomando un atajo por los conductos de ventilación. Sabine lo sigue sin dudarlo pero Zeb, que es demasiado corpulento para entrar en el estrecho hueco, debe tomar el camino más largo.
Tras serpentear por los conductos Sabine y Ezra salen al pasillo cerca de la sala de control, pero en lugar de encontrar a Chopper se dan de bruces con una Inquisidora Imperial a la que acompañan varias sondas imperiales de pequeño tamaño que ella presenta como sus mascotas.
Sabine intenta acabar con las sondas disparando con sus pistolas láser y Ezra activa su sable y se enfrenta con la experimentada Inquisidora. Ambos saben que no son rival para la Inquisidora y cuando ven aparecer al otro Inquisidor (acaba de llegar siguiendo la señal) Ezra y Sabine salen huyendo. El joven sabe que no lo van a conseguir de modo que decide sacrificarse y cuando su amiga pasa por una puerta romboide la cierra quemando el panel del control con su sable.
Sabine, que queda al otro lado, emprende la huida y Ezra se enfrenta a la Inquisidora que lo desarma con facilidad. La ruda mujer tiene un pequeño roce con su compañero pero se queda con Ezra al que conduce a la sala de control mientras, muy frustrado, su compañero decide ir en busca de la otra presa.
Tras llevarlo a la sala de control la Inquisidora usa la Fuerza para infligir dolor a Ezra ordenándolo que comunique con Kanan y Ahsoka y los haga venir hasta la estación, pero Ezra resiste y se niega a dirigir a sus amigos a una trampa.

El Séptima Hermana usa la Fuerza para torturar a Ezra
Sabine llega hasta Zeb, le cuenta lo que ha sucedido, y ambos organizan una trampa para el Inquisidor que los persigue. Su plan, que consiste en colocar una trampa con minas magnéticas, no es malo pero el Inquisidor percibe la amenaza gracias a la Fuerza y, tras usar esta para despegarlas de los contenedores, las lanza contra sus rivales. Las explosones noquean a Zeb y a Sabine y el Inquisidor, tras cargar a la joven en su hombro, se la lleva a la sala de control dejando que sean las sondas las que acaben con Zeb.
Las sondas usan su electricidad contra el grandullón, pero este resiste y consigue destruirlas. Una vez libre Zeb, que ha dado con uno de los contendores de suplementos médicos que buscaban, carga con él y, tras recoger y reactivar a Chopper, regresa a la lanzadera con su pequeño compañero. Lo más sensato es huir, pero Zeb no está dispuesto a dejar allí a sus amigos y traza un plan para liberarlos.
El inquisidor se reúne con su compañera en la sala de control llevando a Sabine que, al igual que Ezra, es conminada a contactar con sus compañeros para atraerlos hasta la estación. La joven se niega, pero justo en ese momento recibe una llamada del Comandante Meilooorun quien, preocupado por su tardanza, le pregunta si todo va bien.
Tanto Ezra como Sabine se dan cuenta de que se trata de Zeb usando un nombre falso (ver curiosidades) y deciden seguirle la corriente. Sabine, simulando que sucumbe a la amenaza de muerte que le hace el Inquisidor con su sable, afirma que precisan ayuda y pide que se envíe a Ahsoka Tano y a Kanan. Meiloorum responde afirmativamente, le comunica que los enviará a la bahía seis en cuanto sea posible y se despide diciéndole que no se preocupe y que mantenga la barbilla alta.
Los Inquisidores llevan a sus cautivos a la bahía seis para esperar a los rebeldes y nada más enterar en la sala, y recordando las palabras de su amigo, Ezra mira con disimulo al alto techo (alzar la barbilla) y ve que la lanzadera está magnéticamente pegada sobre sus cabezas. Cuando el grandullón ve que Ezra y Sabine lo han visto y se han zafado de sus captores suelta la lanzadera y empieza a disparar contra los Inquisidores que debe emplear sus sables para desviar los potentes disparos.

Los Inquisidores, sorprendidos por Zeb, activan sus sables.
Sabine y su joven amigo, que acaba de usar la Fuerza para recuperar su sable del cinturón de la Inquisidora, suben a la lanzadera y esta emprende la huída, pero los Inquisidores, unidos y usando la Fuerza, la detienen en el aire mientras cierran las puertas exteriores. Uno sólo no puede con la nave de modo que Sabine dispara contra el Inquisidor que debe dejar de ayudar a su compañera para defenderse y gracias a ello el grupo escapa antes de que la puerta se cierre por completo.
Ya a salvo y reunidos con el resto de su grupo Ezra y Sabine cuentan a Kanan lo sucedido y preguntan al Jedi el motivo por el que no les avisó de que había más Inquisidores además el Gran Inquisidor con el que acabó. Kanan no les responde y se limita a decirles que informará a Ahsoka de que los Inquisidores la están siguiendo. Cuando los jóvenes se van y el Jedi se queda a solas con Rex y con Hera les confiesa, abatido, que no sabía que había más Inquisidores.
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