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Episodio II: George Lucas arrasa en Sevilla
Susana Sánchez

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana... pero no tanto: Sevilla es el escenario elegido por George Lucas para rodar una de las escenas del Episodio II, ambientada en el planeta Naboo, el de la reina Amidala. Durante el día 13 de septiembre la Plaza de España se convirtió en un espacio de culto para los cientos de seguidores de la serie de aventuras galácticas más extraordinaria de todos los tiempos: Star Wars.

Los fans más madrugadores hacían guardia desde las 6 de la mañana empotrados en la verja que separa la Plaza de España (asilada del público y protegida por numerosos guardas de seguridad y policías municipales) del Parque de Maria Luisa. Todos esperaban que George Lucas apareciera, pero nadie sabía con certeza si realmente llegaría, a qué hora, ni para qué ¿grabar una secuencia? ¿visitar localizaciones? ¿sería una especie de Bienvenido Mister Marshall? No. Lucas, que lleva el rodaje con absoluto secretismo, rueda una escena en Sevilla con la pareja protagonista más esperada de la gran pantalla: Natalie Portman y Hayden Christensen (según todos los rumores enamorados también fuera de la pantalla).

George Lucas y su equipo llegaron a la plaza a las 11 y cuarto de la mañana: Lucas en un monovolumen blanco y sus actores en una limusina negra. Apenas se dejaron ver unos instantes, y Lucas desaparecía dentro de la Torre Sur mientras la hermosa Portman pasaba a su camerino rodante donde sería caracterizada convenientemente para la escena, con un amplio manto marrón, con gran tocado, como manda la moda del personaje.

Mientras, Ahmed Best, el actor que encarna a Jar Jar Binks, un negro enorme con andares tan saltarines como los de su personaje, con camiseta roja y sombrero de paja se acercaba, muy divertido, hasta la valla donde cientos de espectadores se agolpaban para ver de cerca de sus héroes galácticos. No sólo interpreta al deslenguado y cómico bicho sino que también se encarga de hacer pequeños reportajes para la página oficial de Star Wars sobre los rodajes y las distintas localizaciones. Y para eso llevaba a un cámara que no los abandonaba ni a sol (mucho) ni a sombra (poca). Entre el público, camisetas de las películas, espadas de luz y algunos disfraces, ponían color a un pequeña multitud entregada a la causa.

Más tarde, tres autobuses trajeron el elenco español, los extras: unos cincuenta actores, ataviados con un vestuario más medieval que futurista. Mucha túnica, recogidos en el pelo para ellas, colores cálidos y terrosos, y algunos niños revoloteando. Todos encantados de convertirse en habitantes del idílico y pacato planeta Naboo. Los fans, ávidos de espectáculo, aplaudieron a rabiar a los desconocidos, pero de pronto se hizo el silencio y luego un estallido unánime: "¡George!". Desde la Torre Sur aparece el mismísimo George Lucas, el verdadero padre de Leia, de Darth Vader, de Han Solo, de Chewbacca, de Obi-Wan Kenobi, de todos los Skywalker, y ahora también de la reina Amidala, del joven Anakin, de Jar Jar Binks y de miles de personajes que han creado una nueva mitología cinematográfica, una galaxia lejana y misteriosa con sus demonios del Reverso Tenebroso y sus ángeles Jedis. Y Lucas es el creador de todo este mundo, de la Estrella de la Muerte y las lunas del planeta Endor. Lucas es dios y los fans en Sevilla le aclaman como tal.

Y Lucas se hace carne y se acerca a cada uno de los espectadores, recorre la inmensa valla atestada de público y estrecha la mano, firma autógrafos, en libros, en postales, en camisetas, mientras los cientos de fans repiten su nombre: "¡George! ¡George!". Lucas existe y es un hombre, su aspecto sencillo no le delata como artista multimillonario: barba y cabello canoso, sus inconfundibles gafas oscuras, una camiseta negra con títulos de la película y unos pantalones cortos con manchas de camuflaje. Saluda a la afición con tranquilidad y luego se dirige a la plaza donde los extras esperan que comience el espectáculo. Los fans más afortunados abrazan su autógrafo y el que menos podrá presumir de haber visto al genial director a menos de dos metros.

En ese momento, los protagonistas, la bellísima y deseada Natalie Portman y el nuevo Skywalker, Hayden Christensen, salen de la roulotte camerino pero, para desilusión de sus admiradores, se montan rápidamente en la limusina negra que les desplaza hasta el centro de la Plaza de España, junto a la fuente. En los descansos del rodaje, la actriz estará en todo momento arropada por una enorme sombrilla que carga un best boy de dos metros de altura y piel negra que la protege del duro sol del mediodía.

Mientras un coro de niñas histéricas asegura que Hayden Christensen ha desbancado al mismísimo Leonardo DiCaprio, el primero en quién Lucas pensó para el papel de Anakin adolescente, empieza el rodaje. Silencio y acción: bajo un sol radiante (son las tres de la tarde) la Reina Amidala y el joven Anakin caminan con solemnidad desde la arena hasta el puente que conduce a una de las escalinatas. Naturalmente no sabemos de qué hablan, pero como Anakin carga dos enormes maletas y Amidala una pequeña bolsa de mano, suponemos que se trata de la despedida de los dos enamorados; eso sí, con un observador de excepción, el senador Palpatine (Ian McDiarmid) que más tarde se convertirán en el malvado Emperador, señor de la Fuerza Oscura.

El resto de los personajes, decenas de extras, pasean despreocupados por la plaza. Los niños corren, una pareja porta hermosos ramos de flores, hombres y mujeres con extraños tocados deambulan de acá para allá... No hay extraterrestres, ni seres extraños, ni naves siderales, ni efectos especiales o peleas entre caballeros jedis con espadas láser. La escena evoca más bien una estampa renacentista, serena y romántica: una pareja y una despedida. El sol pega duro sobre la arena y los actores, que han repetido el paseíllo media docena de veces, regresan al camerino. Durante la tarde, Lucas aprovechará la torre Norte por la hermosa luz que produce el atardecer desde el otro lado de la plaza.

George Lucas parece contento con el resultado. Continúan rodando hasta la noche y la mañana del 14, muy temprano, terminarán las secuencias. Desde hoy el extraordinario magnetismo que despierta Star Wars roba protagonismo a otra película mítica que se rodó en el mismo escenario en 1961: Lawrence de Arabia. El 13 de septiembre de 2000 será recordado como el día en que el dios George Lucas dio la mano a sus fans españoles. Y sin efectos especiales.

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Fuente: El foco.com ( versión española )
Enviado por: Shirokawa Akira