“Dale al Emperador lo que desea y te permitirá seguir con vida” (Vader a Jabba)
Darth Vader, escoltado por un nutrido grupo de soldados de asalto, se entrevista con Jabba el Hutt en su palacio y cierra el trato para la entrega de suministros al Imperio con un rotundo "Dale al Emperador lo que desea y te permitirá seguir con vida". El orondo señor del crimen alaba las maniobras negociadoras del Sith y se muestra encantado de complacer a su amigo el Emperador siempre que el pago sea justo.
Lejos de mostrarse conciliador Lord Vader responde con un seco "Se te pagará lo que nosotros consideremos que hay que pagarte" y eso hace reír de nuevo al Hutt que asiente aceptando el trato. Cumplida su misión Vader, que dejará a los solados para que ultimen los detalles del acuerdo, anuncia su partida, pero Jabba le pide que se quede un poco más y le complazca cumpliendo con la tradición Hutt de sellar los acuerdos viendo correr un poco de sangre.

Vader en el palacio de Jabba el Hutt (viñeta de doble página)
No muy lejos de allí, en la tasca de Mos Eisley, un grupo de rudos rodianos se reúnen con una embozada desconocía que ha ofrecido una suculenta recompensa por la realización de "cierto trabajo". Los cuatro rodianos no están interesados en el trabajo, sólo en robar el dinero a la desconocida, y nada más reunirse con ella la encañonan con sus pistolas bláster. Lejos de sentirse intimidada la dama dice "Rodillas" y un "Blaster de dispersión con selección de objetivos por voz" que tiene oculto bajo la mesa abre fuego contra sus acosadores.
La mujer, que produce de Nar Shadda, desea información sobre un traficante llamado Han Solo que viaja en una nave llamada Halcón Milenario acompañador por un wookiee y los rodianos, heridos y sin ninguna opción, le cuentan lo poco que saben; que ya no está en Tatooine y que escapó tras matar a uno de sus compañeros llamado Greedo. La mujer, viendo que no va a obtener más información, deja el local pero antes de hacerlo realiza una última amenaza "Han Solo es mío".
Lejos de allí, en la nave de mando de la Alianza Rebelde, la Princesa Leia se reúne con el Almirante Ackbar y con Mon Mothma. La joven quiere que le permitan actuar contra el Imperio usando a su nuevo equipo y se apoya en el éxito que han conseguido al destruir las instalaciones imperiales en Cymoon 1 (ver números anteriores).
Ackbar se niega y le hace ver que mientras no encuentren una base estable, y tengan que seguir huyendo del Impero, sus recursos están muy limitados y no pueden desviarse a la realización de ataques. Mon Mothma también se niega, pero no contenta con eso le pregunta si está segura de que todos los miembros de su equipo están dispuestos a seguirla en la lucha.

Luke entrenando con "remotos" y su sable de luz
Picada por la duda Leia se reúne con Luke al que encuentra entrenando en una sala con su sable de luz y habla con él. El joven, que se niega a considerarse un Jedi, cree que hace peligrar a todos los que se acercan a él y le manifiesta que, tras enfrentarse con Vader, se ha dado cuesta que no está a la altura y que el Sith puede aplastarlo como a un insecto. La única solución que ve es encontrar respuestas a algunas preguntas que le acosan y eso sólo lo puede hacer en Tatooine motivo por el cual pide permiso para viajar hasta allí. El permiso se le concede y, a los mandos de su X-Wing, el joven deja la flota para regresar a su mundo natal.
En Tatooine Jabba lleva a Vader en su barcaza hasta las grandes llanuras de Tatooine y ambos ven como una manada de Banthas es acribillada con los potentes cañones láser. El Sith aborrece el espectáculo, y a Salacious Crumb, la mascota kowakiana del Hutt, pero contempla el espectáculo impertérrito. El Hutt aprovecha para preguntarle si los dos cazarrecompensas que puso a su servicio le han servido bien y el Sith le recuerda que le exigió que jamás hablase de ese trato.
El Hutt, al que no le importan las maniobras que Vader haga a espaldas del emperador, afirma que está harto del espectáculo y comunica al Sith que le va a enseñar algo realmente único, la fosa del poderosos Sarlacc. El Sith asiente y pide al Hutt que, de camino hasta allí, le cuente cuanto sepa de la vida del viejo Kenobi en Tatooine.
En la cantina de Mos Eisley los rodianos, apenas recuperados de su encuentro con la mujer embozada, se enfrentan a una nueva amenaza, Boba Fett. El cazarrecompensas quiere saberlo todo sobre un tal Obi-Wan Kenobi y no le importa que, como le informan sus interlocutores, el anciano ya esté muerto.
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