"Sus experiencias las han dejado vacía de esperanza y de empatía" (Maestro Zao)
Los Maestros Jedi, sus jóvenes acólitos y los hombres salvajes que han encontrado (ver número anterior) están dispuestos a rendirse a las tropas de Relik pero su líder, que tiene órdenes muy precisas, ordena que disparen sobre ellos y los maten.
Zao utiliza su bastón, que en realidad es un sable de luz camuflado, para desviar varios disparos y usa la Fuerza para alzar una gran roca del subsuelo que utiliza como barrera protectora. El Maestro Jedi ordena a todos que huyan de allí mientras sostiene la piedra pero no todos cumplen sus órdenes. Sidiri, lejos de huir, y llena de ira, también hace uso de la Fuerza, pero no para ayudar a Zao sino para hacer que la pierda caiga y aplaste a los hombres de Relik.
Los salvajes, que apenas saben hablar y se llaman así mimos "Los Yunu" se arrodillan junto a Sidiri y empiezan a repetir la palabra "J'end". El grupo no tarda en darse cuenta que se trata de una derivación de la palabra Jedi y cuando estos les hacen señas para que los sigan Zao decide confiar en ellos y lo hacen.
Zao no puede evitar qeu Sidiri arroje la roca contra las milicias de Relik
Denimoor, tras desviar "El Tenaz", su destructor estelar, tal como le ha pedio su amigo, el comandante Teron, toma tierra en Akinnea. Los dos compañeros de armas no tardan en localizar a Relik y cuando descubren el genocidio que esta cometiendo el indigno capitán, y siendo sus victimas ciudadanos imperiales, lo arrestan junto a sus milicianos.
Teron sabe que el general Jedi que sirvió con ellos en Saleucami esta cerca y por eso cuando Denimoor deja la zona se queda allí arguyendo que quiere recoger pruebas de los delitos cometidos. Caundo la última nave se aleja Teron grita "¿General puede oírme?" y el Maestro K'Kruhk sale de su escondite y se reúne con él.
El Jedi recuerda a Teron al que en su día vio poner su vida en peligro para salvar a unos civiles. Ambos hablan del extraño comportamiento de los clones, de la deriva del Imperio y de mucha otras más cosas. El Imperial ha visto a los niños y cuando le pregunta a su antiguo general si son aprendices Jedi K'Kruhk le responde que sí.
Teron cree que es vital que los Jedi no desaparezcan y aunque su sueldo no es gran cosa promete que ahorrará cuanto pueda y que regresará una vez al año a Akinnea para traerles herramientas, medicinas y provisiones. El Maestro Jedi se lo agradece y cuando se despiden usa la Fuerza para localizar a Zao y a los demás.
Lejos de allí el Teniente Gregg sigue haciendo indagaciones y contacta Denimoor para saber porqué ha desviado su ruta. Su interlocutor tiene una buena justificación, evitar el genocidio de Relik, y aunque Gregg no puede ir contra él decide no dar por cerrado el asunto y vigilar al Comandante de cerca.
K'Kruhk no tarda en encontrar a Zao y al resto quienes, con ayuda de los Yunu se han instalado en una vieja construcción que muchos siglos atrás fue una asentamiento Jedi algo que explica que los salvajes conociesen que eran. Zao esta muy preocupado por Sidiri, a la que tiene sedada y, tras contar a su compañero lo sucedido, le dice que las duras experiencias vividas por al joven la han dejado vacía, sin sentimientos y sin capacidad empática y alerta sobre el peligro que esto supone ya que ese vacío puede ser rápidamente llenado por el Lado Oscuro.
Los jóvenes Jedi crecen fuertes bajo la tutela de K'Kruhk
El tiempo pasa y cada año Teron regresa con provisiones y diverso material y su ayuda, al igual que la que les prestan los salvajes, permite al grupo tener un asentamiento estable. Por desgracia no pasan ni dos años hasta que Sidiri, que no se recupera de su vacío, se escapa y el maestro Zao decide ir en su búsqueda.
K'Kruhk y el resto no volverán a saber de ninguno de los dos. El tiempo pasa, al igual que los años y todos crecen fuertes, sanos y felices salvo cuando su amigo Teron deja de acudir a su cita. La posibilidad de que haya muerto es grande pero todos esperan que su ausencia se deba a que ha sido destinado a un lugar remoto que el impide acudir a su cita, o mejor aun, que se ha casado y tiene una mujer e hijos a los que cuidar.
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