A pesar de haber sido creados por unidades acorazadas de la Vieja República durante la parte final de las Guerras Clónicas, los Martillos del Infierno han servido al Imperio en gran número de acciones a lo largo y ancho de los peligrosos territorios del Anillo Exterior. Utilizados en un principio para aplastar toda oposición al Nuevo Orden, los Martillos del Infierno se dedicaron posteriormente a erradicar las fortalezas rebeldes, someter los planetas simpatizantes de la Rebelión y a devolver al Imperio los denominados "mundos reluctantes".
 Creados originalmente como un regimiento, las pérdidas sufridas en las innumerables campañas en las que participaron redujeron el grupo hasta convertirlo en un batallón. Pese a ello, la unidad mantuvo todo su poder de choque y atemorizaron a todos aquellos que se opusieron a la voluntad del Emperador.
Los Martillos suelen emplearse para abrir las defensas exteriores de las fortalezas rebeldes y actúan con frecuencia junto a los soldados de asalto. Los Martillos "aclarar" el camino hasta la base enemiga aplastando a las tropas de tierra rebeldes, erradicando emplazamientos de artillería y derribando los deslizadores aéreos y los cazas de vuelo bajo enemigos. Después, los soldados de asalto o las tropas regulares del Ejército entrar en la base saliendo directamente de sus transportes.
Los Martillos también actúan en enfrentamientos acorazados más tradicionales, en los que se son utilizados como "punta de lanza" de los ataques en territorio enemigo. Equipados con los tanques de repulsión más poderosos de todo el Imperio, los Martillos pueden destruir o superar a la mayor parte de la oposición terrestre con la que se encuentran. Al ser capaces de viajar con gran rapidez, los Martillos son una fuerza de asalto muy poderosa con fama de conseguir resultados al coste que sea: una fama bien merecida, ya que su larga historia no está limpia de derrotas.
En más de una ocasión, los Martillos se han enfrentado con fuerzas muy superiores sin el apoyo necesario. En todos estos casos, han llevado a cabo su objetivo principal, pero la falta de apoyo de la infantería hacen que les sea imposible mantener su posición.
La misión en Turak IV, considerada su derrota más sangrante, es también motivo de orgullo. Allí, dos batallones de tanques de los Martillos atravesaron las llanuras de lava para capturar los puestos avanzados del Ejército Rebelde pero debido a la incompetencia del General Maltaz, comandante del Ejército Imperial en esa zona, quedaron aislados por el contraataque de fuerzas rebeldes que surgieron de sus base secretas en las montañas volcánicas Hitak.
El General Maltaz ordenó a los Martillos que mantuvieran su posición y trató de detener el avance rebelde con el resto de sus tropas. Ampliamente superados en número y sujetos a los ataques concentrados de deslizadores acorazados, cazas y tropas de tierra rebeldes, los Martillos sufrieron un gran número de bajas. A pesar de que sus tanques empezaron a arder rápidamente en el cálido aire sulfuroso, los Martillos se negaron a ceder terreno. Cuando llegó la orden de retirada, quedaban pocos Martillos para recibirla. Sólo se salvaron tres tanques. El resto de la poderosa fuerza quedó reducido a masas humeantes. Los dos batallones casi dejaron de existir.
A pesar de la práctica destrucción de dos batallones, las tripulaciones de sus tanques no murieron en vano. Las patrullas de cazas TIE, que sobrevolaron la zona en las fases posteriores de la campaña, informaron del gran número de vehículos y cazas rebeldes destruidos esparcidos por toda la llanura frente a la posición de los Martillos. Los Martillos habían pagado un precio muy alto, pero el coste para la Alianza Rebelde fue muy superior. Habían hecho honor a su lema de "Golpear a Matar".
Desde ese terrible día, los Martillos operan por debajo de su número ideal, con un solo batallón para tomar el campo de batalla y aunque esto ha reducido la capacidad de lucha de la unidad, también ha servido para aumentar la moral de sus componentes. Las tropas que le restan tienen un prodigioso sexto sentido para salir indemnes de un combate tras otro. Siempre en las "zonas más calientes" de los enfrentamientos los Martillos sorprendieron al Alto Mando Imperial por su capacidad para superar las circunstancias más adversas.
Si bien anteriormente eran unidades de las que se podía prescindir posteriormente los Martillos se convirtieron en una parte esencial de la estrategia del Alto Mando Imperial en los territorios del Anillo Exterior. El precio que han tenido que pagar para llegar a esta posición ha sido muy elevado, ya que la sangre de sus componentes se ha derramado muchas veces innecesariamente por culpa de la incompetencia de los oficiales imperiales.
El comandante de la unidad, el Coronel "Rancor" Johans, utilizó el papel ascendente de los Martillos para incrementar su influencia en el Ejército Imperial. Su demostrada habilidad táctica y la completa devoción de sus tropas le permitieron persuadir al Alto Mando para que los Martillos tuvieran una mayor libertad en las futuras campañas.
Después del éxito del sometimiento de los Yatir, una raza humanoide indígena de Absit simpatizante de la Alianza Rebelde, Johans ha logrado convencer al Alto Mando de que los Martillos serían más útiles al Imperio si volvían a convertirse en un regimiento y a tal efecto se reclutó a nuevos miembros y se les sometió a un intenso y durísimo entrenamiento en Brintoon.
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