Nota: La información sobre Nute Gunray que os ofrecemos seguidamente forma parte del artículo sobre los neimoidianos creado por nuestro compañero Skippy para la sección Razas Alienígenas. Si quieres ver este artículo en su totalidad PULSA AQUÍ
Nute Gunray, ilustre virrey de la Federación de Comercio. Soberanísimo cobarde eternamente protegido por droides de combate, ha estado implicado en incontables operaciones ilegales, financiando actividades totalmente inmorales, e incluso ha colaborado con al menos tres lores del sith en un tiempo en que éstos estaban supuestamente extintos. Figura pública entre los neimoidianos donde los haya, Nute Gunray es merecedor de un análisis detallado.
Desgraciadamente, no podrá ser tan detallado como se podría desear. Nute Gunray ha mantenido la mayor parte de sus orígenes en secreto, probablemente no por falsa modestia, sino por auténtica prudencia. Se sabe que es nativo de Neimoidia, pero no se sabe con tanta seguridad cuáles fueron sus actividades antes de su primera aparición pública. Abundan los rumores, cómo no, pero tanto Gunray como su colega Lott Dod se encargarán de negar con vehemencia todo aquéllo que no pueda demostrarse ante un tribunal.
Doce años antes de la batalla de Naboo, Gunray ya era un neimoidiano rico y respetado que se movía en una incómoda mecanosilla siempre que era posible. Trabajaba para la Federación de Comercio, pero aún no había alcanzado el rango de virrey que le haría famoso.
No, en aquel entonces Gunray representaba a la Federación ante el Senado Galáctico en Coruscant. Su primer discurso de verdadera relevancia histórica hacía referencia a la piratería. Después de que un teórico accidente en Thyferra hubiese reducido la producción de bacta a un tercio, la Federación se había visto obligada a subir los precios del bacta para cubrir costes. Sin embargo, el pirata Iaco Stark y su agrupación de criminales estaban acosando a sus convoys y robando su contendio.
Gunray tuvo que explicar que las opciones de la Federación de Comercio eran en ese momento limitadas: No podían permitirse infringir las leyes de la República dando más armamento a sus naves. Sin embargo, si la República no podía proteger a sus naves de los ataques piratas, Gunray solicitaba que se cambiasen las leyes para permitir que la Federación se protegiese sola. ¡De lo contrario, dramatizaba el neimoidiano, no sería posible seguir comerciando!
El Senado estaba dividido en este tema. El senador Ranulph Tarkin opinaba que era el momento de crear un auténtico ejército de la República, mientras que el senador Finis Valorum alegaba que eso precisamente incitaría a la guerra.
Valorum consiguió concertar una reunión entre un representante de la Federación y Stark. Gunray representaría a la Federación. Un grupo de caballeros jedi, bajo el mando del maestro Tyvokka, garantizaría la seguridad. Ahora bien: Dadas las circunstancias, el lugar y momento de la reunión sería alto secreto.
Pero el senador y ahora autoproclamado general Tarkin se reunió con Gunray y le amenazó con exponer ciertos acuerdos secretos del neimoidiano ante la República, a menos que le revelase la ubicación de la reunión. Gunray cedió y dio el nombre del planeta, Troiken. El plan de Tarkin, según confió a Gunray, era presentarse allí con su flota personal y aplastar de una vez por todas al grupo de Stark.
Durante la reunión, con Stark y sus ayudantes delante, Gunray dio una señal a Tarkin para que saltasen al hiperespacio hacia Troiken. Sin embargo, Stark había previsto esto y tomó medidas que destruirían a la mayor parte de la flota. Cuando Stark amenazó a continuación a los dignatarios presentes, Tyvokka inició una pelea.
Gunray se asustó y retrocedió, protegido por los jedis Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi. El maestro Jinn sugirió a Gunray que prestase a sus droides de seguridad para la pelea pero, asustado, Gunray sólo supo decir "Matadlos a todos", con lo que los droides provocan bajas entre ambos bandos, y además dan a Stark la oportunidad de huir. Después de que Tyvokka recibiese heridas letales, los jedis se vieron obligados a destruir a los droides de Gunray, que se pasó el resto del tiempo protestando y diciendo que ahora los jedis debían protegerle.
Gunray exigió ser llevado a su nave para poder hacerse con el resto de sus droides, pero Stark destruyó la nave antes de que esto pudiese tener lugar. Gunray tuvo que huir de Stark con los jedis. En el proceso de esta huída, el maestro Jinn empujó a Gunray al fango para salvarle la vida, y por supuesto Gunray tampoco se lo tomó bien.
Pronto, se vieron atrapados en las cuevas de Troiken. Gunray sugirió negociar la paz. Sin embargo, en cuanto se sacó el tema de devolver a Coruscant a los dignatarios más importantes, Gunray se apuntó a ese plan y, efectivamente, fue llevado al planeta capital.
Pero el Senado se negaba a enviar refuerzos a rescatar a los jedis y a los soldados de Tarkin que habían quedado atrás. Los maestros jedi Mace Windu y Adi Gallia se reunieron con Gunray, ahora en la seguridad de sus aposentos, para solicitarle que enviase naves de apoyo. Gunray no tenía interés en arriesgar sin beneficio posible, ni siquiera cuando Windu le explicó que, a menos que el problema Stark fuese atajado en ese momento, sus hombres se reagruparían y amenazarían nuevamente a la Federación. Sólo cuando Gallia amenazó con revelar sus descubrimientos sobre la implicación neimoidiana en la falsa escasez de bacta, Gunray cedió. En aquel momento, creía que los jedis no tenían pruebas al respecto, pero eligió no arriesgarse.
Por causa de su implicación en el rescate, Gunray fue aclamado y, tras otras jugadas igualmente hábiles, llegó a ser virrey de la Federación de Comercio.
El virrey Gunray realizó un curioso descubrimiento sobre un miembro de la Federación, la empresa conocida como Supertanquistas Pulsar. Según declaró Gunray ante el resto de la Federación, Pulsar actuaba con despreocupación maliciosa hacia los beneficios, llegando incluso a dar donativos a caridad sin ningún tipo de recompensa identificable. La Federación expulsó a Pulsar de su Directorado tras este escándalo.
Los historiadores creen que fue esa maniobra de Gunray lo que atrajo la atención del lord del sith Darth Sidious. No está claro cómo se reunió Sidious con Gunray, pero se cree que Sidious es una especie de fetichista de la comunicación a través de hologramas. Sidious le ofreció riquezas y poder a Gunray y a la Federación a cambio de su colaboración, y por supuesto el buen neimoidiano aceptó.
Para poder servir debidamente a Sidious, Gunray necesitaba más poder, así que, según se cree, Sidious manipuló la situación para que así fuera. Eru Matalis, alias Havac, un nativo de Eriadu que militaba en el Frente Nébula, contrató a un grupo de mercenarios para que, en una misión secundaria, asesinase al Directorado de la Federación durante el foro sobre impuestos en Eriadu. Los únicos supervivientes fueron Gunray y Lott Dod, y el líder de los mercenarios murió antes de poder ser capturado.
Sidious siguió favoreciendo a Gunray: Ahora que ya era el líder indiscutible de la Federación, los demás miembros del Círculo Interno Neimoidiano fueron asesinados y sustituidos por marionetas a sus órdenes. El neimoidiano se recostaba sobre el respaldo, satisfecho con su vida.
Uno de sus subordinados, Hath Monchar, desertó de la Federación para intenter vender al mejor postor información sobre Darth Sidious y sus planes para la Federación. Gunray delegó en su subordinado, Rune Haako, la labor de perseguir y capturar a Monchar.
El plan de Sidious incluía que la Federación realizase un bloqueo sobre el pequeño planeta Naboo, en protesta por el incremento de impuestos a las rutas de comercio. Este bloqueo serviría como tapadera para cuando la Federación desplegase su inmenso (y totalmente ilegal) ejército droide sobre la superficie planetaria en una invasión. Gunray dirigiría todo personalmente, con la ayuda militar del capitán Daultay Dofine.
Pero el Canciller Valorum se olía algo y envió a dos embajadores jedi en una misión no autorizada por el Senado, para obligar a Gunray a llegar a un acuerdo. Gunray comprendió rápidamente que los jedis no habían sido enviados por el Senado y pidió a Dofine que les distrajese mientras él contactaba con Sidious. Dofine sintió un ataque de pánico y se negó, así que Gunray le llevó consigo a hablar con Sidious.
En la reunión, Sidious degradó a Dofine por discutir sus órdenes, así que Gunray se vio obligado a ascender a Haako a ese puesto. Sidious también ordenó a Gunray iniciar el despliegue de tropas en la superficie. Gunray se sentía confuso: Dudaba que el Senado fuese a aprobar esa medida. Sidious le tranquilizó diciéndole que él se encargaría de agobiar al Senado con burocracia para que no pudiesen intervenir a tiempo. Además, si Gunray conseguía que la Reina de Naboo firmase un tratado legitimando la presencia de la Federación en Naboo, no tendría que preocuparse de nada más.

Gurnay y Haako ante el holograma de Darth Sidious
Respecto a los jedis, Gunray obtuvo el permiso de Sidious para matarlos. Primero, Gunray destruyó la nave consular en donde habían venido (con la tripulación dentro). Después, lleno la sala donde estaban los jedis de gas dioxis, y les lanzó un pelotón de droides de combate por si acaso. Creyendo haber triunfado, Gunray se sintió muy sorprendido cuando los droides escaparon del gas y derrotaron a sus droides (Más aún, Gunray debió reconocer rápidamente en uno de los jedis a quien le había tirado al fango en Troiken).
Gunray y Haako exigieron un refuerzo pesado en forma de droidekas. Al fin, los droidekas fueron un enemigo lo bastante poderoso para hacer que los jedis huyeran. De hecho, llegaron a huir tan bien que descubrieron el ejército invasor de la Federación y se ocultaron en una de sus naves para desembarcar con ellos.
Al mismo tiempo, la Reina Amidala de Naboo contactó con Gunray y le explicó que sabía que los embajadores del Canciller estaba con él y que se le había ordenado llegar a un acuerdo. Gunray negó todo conocimiento de ningún embajador, y afirmó no haber hecho nada que pudiese ofender al Senado. Amidala le recordó a Gunray que el Senado acabaría votando sobre el tema del bloqueo, pero Gunray parecía muy tranquilo respecto a eso, convencido de que el Senado le respaldaría. Muchos creen que su seguridad era el resultado de una serie de sobornos bien situados.
De todos modos, Gunray estaba más asustado de lo que reconoció ante Amidala. En cuanto Amidala cerró el canal, Gunray ordenó a Haako interrumpir toda comunicación que saliese de Naboo. Esta maniobra no pasó desapercibida a los naboo.
Las tropas droides iniciaron su despliegue en tierra. Gunray informó a su comandante, OOM-9, de que los jedis debían haberse ocultado en una de sus naves, y el droide afirmó que les encontrarían.
Cuando las tropas avanzaron sin encontrar resistencia, Gunray informó a Sidious de los progresos. No le informó de los fallos, ocultándole que los jedis seguían por ahí, sueltos y quién sabe qué estarían haciendo.
Sólo cuando la ciudad capital de Theed fue tomada y el voluntariado de seguridad fue derrotado, Nute Gunray reunió valor para ir a la superficie planetaria. Sin embargo, obtuvo una fría recepción de la Reina que no se vio mejorada cuando el virrey le ofreció un tratado para que lo firmase. Gunray tuvo que amenazar con tomar represalias sobre la población civil.
Pero la firma de este tratado se vio dificultada cuando la Reina Amidala escapó de Naboo con los jedis para ir a Coruscant. Gunray continuó amenazando al gobernador Sio Bibble, que había quedado atrás, aún sabiendo que Bibble no tenía autoridad para firmar el tratado. Esperaba tal vez conseguir que Bibble contactase con la Reina y le pidiese que firmase.
Gunray también ordenó a sus tropas droides buscar a la especie inteligente submarina de Naboo, los gungans. No estaba preocupado por la débil resistencia naboo que se había formado; él se consideraba lo bastante protegido.
Cuando tomaron todas las ciudades encontradas, Gunray informó directamente a Sidious. Entonces, Sidious envió a Naboo a su aprendiz, Darth Maul, a supervisar la operación. Gunray empezó a lamentar haber tratado con Sidious.
La Reina Amidala consiguió la ayuda de los gungans, que reunieron su ejército lejos de Theed. Gunray cayó en su trampa y envió allí a la mayor parte de su ejército droide, dejando Theed prácticamente desprotegido. La Reina y un pequeño comando entraron en el palacio y, mientras sus jedis combatían contra Darth Maul, ella intentaba capturar a Gunray. Fue capturada a su vez por los droides de Gunray y desarmada. Sin embargo, cuando apareció una falsa reina, una de las doncellas de Amidala disfrazada de Reina para confundir a Gunray, éste envió a sus droides tras ella. Entonces, la Reina se hizo con una pistola oculta en sus propios aposentos y capturó a Gunray. Incluso cuando Gunray amenazó con llamar a más droides, era consciente de que estaría muerto antes de que llegasen.
Con la destrucción de la nave de control de droides de Gunray, todas las fuerzas droides de los neimoidianos fueron derrotadas. Gunray fue enviado a Coruscant a explicar lo sucedido al Senado, y perdió el apoyo de Sidious. De todos modos, pensaba Sidious, nadie creería al neimoidiano.
Gunray fue juzgado cuatro veces en el Tribunal Supremo, pero a base de sobornos, chantajes y extorsiones, mantuvo la libertad, y el control sobre una Federación de Comercio bastante tullida. A cambio, debía desmantelar la mayor parte de los ejércitos droides. Para seguir siendo libre, Gunray aceptó, y trabajó en secreto para mantener su protección.
No está claro qué sucedió con Haako, es probable que acabase en la cárcel. Gunray se vio en la obligación de cambiar de ayudante, y en esta ocasión eligió a Gilramos Libkath.
Sintiéndose abandonado por Sidious (no sin su parte de razón), Gunray buscó ayuda y encontró al Conde Dooku. Dooku era un carismático noble de Serenno, que había sido maestro jedi y, lo más importante, que había estado dispuesto a escuchar y creer a Gunray. Gunray le explicó que el lord del sith Darth Sidious controlaba a cientos de senadores y, por tanto, a la República entera.
El Conde Dooku estaba creando un movimiento de secesión, haciendo que muchísimos mundos dejasen la corrupta República. Tentó a Gunray y a otros líderes comerciales hablándoles de un compromiso absoluto con el capitalismo: Reducción de impuestos y tarifas, y más tarde abolir las fronteras de comercio. Auténtica libertad de mercado... por un precio.

Gurnay con el Conde Dooku (Darth Tyranus)
Gunray proporcionó sus ejércitos droide a Dooku. También le dio los planos de soldados droides a los aliados de Dooku, los geonosianos, para que construyesen más unidades en secreto en su apartado mundo. Esto obligó a Gunray a trabajar con Poggle el Menor, el líder de los geonosianos. Poggle no tardó en odiar a Gunray por su incompetencia.
Gunray continuó siendo una figura pública durante años, representando a la Federación. Apareció su provocativa biografía no autorizada Gunray Encima, escrita por su supuesta amante Lora Besh; el libro estuvo entre los diez más vendidos durante catorce semanas consecutivas. Gunray hizo una aparición pública en beneficio del Movimiento de Alivio a Refugiados, pero se fue pronto, alegando dolor de estómago, cuando llegó la senadora de Naboo. La susodicha no era otra que Padmé Amidala, antigua Reina, por la que Gunray aún sentía un odio especial.
De hecho, Gunray llegó a pagar una gran cantidad de dinero al Conde Dooku a cambio de los servicios del cazarrecompensas Jango Fett para que matase a Padmé. Gunray apoyaría públicamente a Dooku, haría lo que quisiera, en cuanto Dooku hiciese morir a Padmé.
Cuando Dooku capturó a Padmé y a su amigo Skywalker, Gunray fue presa de una satisfacción inusitada: Ansiaba poder ver cómo la humana sufría y moría. Dooku preparó su ejecución en un estadio, enfrentándola a bestias salvajes. Pero, cuando ella consiguió combatir, y hasta derrotar, a los monstruos, Gunray se enfadó. Exigió que se le disparase o algo así. Dooku pidió a Gunray que se tranquilizase.
Poco después, la llegada de los jedis y del ejército clónico de la República declaró el inicio de las Guerras Clon. Dooku soltó a todos los soldados droides disponibles. Gunray, por su parte, al ver que la victoria no estaba asegurada, eligió intentar huir y esconderse. De nuevo le habían encontrado en el ojo del huracán, como uno de los responsables. De todos modos, debía haber alguna forma de salir de ésa...
Realmente: Tiene que haber una forma más fácil de ganar dinero.
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