MOSH

Artículo escrito por Skippy y maquetado por el Coronel Nathan Kurtz.
Prohibida la reproducción total o parcial sin el consentimiento de los autores.

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El Alto Cantante de los Toka

 
"Fiolla era del tipo de personas que marcan la diferencia. Pudo haber sido una gran Rebelde" (Han Solo)

Mohs era un toka que vivió durante la era del Imperio Galáctico. Estaba en activo en el año 3 ABY, con un aspecto especialmente anciano: Tenía cabello blanco apelmazado y enredado hasta los hombros, carecía totalmente de dientes y caminaba cojeando, resollando y encorvado hasta parecer doblado. Nótese sin embargo que los toka, aún los más jóvenes, tenían en ese tiempo rasgos propios de los ancianos humanos, lo cual hace imposible especular sobre la edad exacta de Mohs.

Como otros toka, Mohs tenía un tatuaje en la frente con un símbolo cultural de su gente. En el caso de Mohs era en concreto la Llave de la Supragente, Abridora de Misterios, reliquia de la perdida especie sharu que era a su vez una versión en miniatura del Arpa Mental de los Sharu; ambos objetos eran legendarios, en tanto habían desaparecido mucho tiempo atrás.

Si bien los toka eran reacios a organizar agrupaciones sociales, había excepciones a esta norma, y Mohs era una de ellas: En cada generación, un toka era nombrado Alto Cantante de los Toka y obtenía gran conocimiento sobre las tradiciones, leyendas y religión de su gente. El Alto Cantante debía mantener viva su cultura transmitiendo el conocimiento en forma de canciones.

En concreto, Mohs conocía la Canción del Emisario, según la cual el Portador de la Llave, un aventurero oscuro e intrépido marinero de estrellas, afortunado en juegos de azar, vendría con la Llave de la Supragente y un compañero inhumano de armadura plateada llamado el Emisario; ambos encontrarían el Arpa Mental y eso liberaría a todos los toka. Esta profecía era percibida como positiva, en tanto que los toka creían, no sin razón, estar sufriendo bajo la férula de los colonos humanos que habían llegado a su planeta en tiempos de la República, y confiaban en que su sometimiento acabase con ese evento apocalíptico. Existían numerosos prejuicios culturales que protegían al Portador de la Llave profetizado (aunque no al Emisario): Los toka no podían simplemente quitarle la llave ni asesinarle directamente.

Mohs conocía también la famosa Canción del Telescopio Reflectante, que detallaba astronómicamente el sistema Rafa donde vivían los toka. Según esa canción, los toka habían evolucionado en Rafa V. Mohs conocía además una tercera canción, de nombre desconocido, que podía utilizar para que los ejércitos de toka salvaje de Rafa V se retirasen; aparentemente, Mohs tenía autoridad sobre estos arqueros.

El Alto Cantante tenía prohibido beber alcohol pero, por otro lado, estaba exento de tareas como cavar. El puesto no era vitalicio y, en 3 abY, estaba previsto que Mohs abandonase su cargo al año siguiente. Las cosas, cómo no, se complicarían.

Por entonces el Imperio Galáctico controlaba prácticamente toda la galaxia. El área donde estaba el sistema Rafa, la Centralidad, había sido concedida por el emperador a Rokur Gepta, un Hechicero de Tund. Mohs estaba familiarizado con la reputación de Gepta, y se sentía intimidado ante la mera mención de su nombre.

Gepta y su cómplice, el gobernador Duttes Mer del sistema Rafa, codiciaban el poder del Arpa Mental de los Sharu porque creían que se podía usar para controlar las mentes de todos los seres vivos cercanos. Gepta obtuvo la Llave y después, usando amenazas y soborno, reclutó al tahúr socorrano y capitán naval Lando Calrissian para que Calrissian buscase el Arpa y la entregase a Gepta y a Mer: Calrissian se correspondía con la descripción de la profecía de la Canción del Emisario, motivo por el cual Gepta le escogió. Además, Gepta y Mer manipularon los eventos para que Calrissian viajase acompañado por un droide inhumanoide, Vuffi Raa, que sirviese de Emisario. De ese modo, los toka les percibirían como sus vaticinados salvadores.

Desde Teguta Lasat, capital del planeta Rafa IV, y con libertad limitada (Gepta saboteó el hipermotor de su nave para que no pudiese dejar el sistema), Calrissian exhibió públicamente la Llave en diversos locales con presencia toka, esperando atraer la atención de algún toka. En el bar Reposo del Piloto, el toka encargado de repartir serrín por el suelo se fijó en el objeto codiciado, y decidió llamar a Mohs para que se ocupase de ese asunto.

Mohs entró en el local y se acercó a Calrissian, a quien tomaba por el mítico Portador de la Llave. El viejo toka se presentó, y Calrissian le pidió información sobre la leyenda. El Alto Cantante creyó que su mesías le estaba poniendo a prueba y, llamándole Señor (un epíteto que disgustaba a Calrissian), Mohs narró que la Llave debía mostrar el camino para liberar el Arpa Mental. Calrissian, escéptico por decir algo, vio la ocasión de encontrar su McGuffin siguiendo esa pista así que reclutó a Mohs con la excusa de un peregrinaje religioso para cumplir la profecía. Mohs aceptó ayudar a Calrissian pero, no queriendo que el Arpa se activase innecesariamente, decidió poner a prueba sus tradiciones robando la Llave en cuanto tuviese ocasión.

Antes de que la reunión evolucionase en una eucaristía, Mohs y Calrissian fueron interrumpidos por el matón humano Myle Jandler, que desaprobaba a los humanos que hablaban con los toka. Jandler intentó ponerse violento con Calrissian, pero fue derribado por éste y por Vuffi Raa. Viendo su ocasión de robar la Llave, Mohs tomó el objeto y huyó. Calrissian, sin embargo, fue tras el toka y le alcanzó antes de que dejase el bar. Mohs aporreó el rostro del tahúr, ambos forcejearon un rato, Calrissian llegó a morder los nudillos de Mohs y éste a su vez le aturdió con un rodillazo en la entrepierna. Intentando aprovechar su ventaja, Mohs alzó la Llave para dar el golpe de gracia, pero Calrissian le derribó antes tirándole de un tobillo. Calrissian saltó de nuevo sobre Mohs, le arrebató la Llave y le inmovilizó sentándose sobre él y golpeándole la cabeza contra el suelo. Atormentado por su pecado, Mohs pidió a Calrissian que tomase su vida, pero éste, que necesitaba al Cantante, se negó y sólo le regañó.

Habiendo resuelto esta primera crisis de su colaboración, Calrissian decidió que Vuffi Raa y Mohs fuesen a su nave, el carguero Halcón Milenario, para ir a donde fuese que la Llave dijese; Mohs sabía que debían viajar al planeta Rafa V. Para llegar al puerto espacial, Calrissian propuso tomar el flotabús local, una forma de transporte pública; pero Mohs alegó que su ley le impedía compartir una forma de transporte público con alguien de mucho más prestigio como el Portador. Mohs insistió en que llegaría por su cuenta.

En los diez minutos que Calrissian tardó en llegar a la nave, Mohs reunió a cientos de andrajosos toka alrededor del Halcón para que cantasen a las estrellas, siguiendo las indicaciones de Mohs, para recibir al Portador. También aprovechó para enviar un mensaje a las tribus de arqueros de Rafa V: Cuando el Halcón aterrizase, estos toka debían emboscar a Calrissian. No se sabe cómo pudo Mohs transmitir esta información a otro planeta sin uso aparentemente de tecnología; de hecho, sólo haber llegado al puerto antes que Calrissian era ya una proeza.

En todo caso, Mohs dio una bienvenida espectacular a Calrissian y a Vuffi Raa con la caterva cantora de los toka, y reconoció a Vuffi Raa como Emisario por vez primera. Mohs acompañó a Calrissian y a Vuffi Raa a bordo del Halcón, donde le fue asignado un marco de mamparo. Allí, el Cantante adoptó una posición de meditación hasta que Calrissian le interrogó sobre las profecías. Oyendo a Mohs hablar, el incrédulo Calrissian concluyó que Gepta había manipulado los eventos para que se ajustasen a la tradición toka.

Calrissian pidió a Mohs que ejerciese de navegante. Con inesperada precisión, Mohs explicó su canción sideral que justificaba un viaje a Rafa V. Calrissian y Vuffi Raa interrogaron a Mohs para que tradujese las estrofas adecuadas, pero finalmente concluyeron que el Arpa Mental estaba sin duda en Rafa V. La nave saltó al hiperespacio para llegar allí, y durante ese tiempo Mohs charló tranquilamente con Vuffi Raa mientras Calrissian dormía.

Cuando estaban en la órbita de Rafa V, la nave chocó inocuamente con los restos de un artefacto, posiblemente una temprana nave sharu. Mohs se asustó, pero Vuffi Raa pilotó la nave para que aterrizasen sin más imprevistos. El Cantante escogió el lugar adecuado, frente a una pirámide sharu de cinco caras de colores distintos; y, pese a que Rafa V era un mundo frío, rechazó la parka eléctrica que le ofrecía Calrissian.

Los tres viajeros espaciales desembarcaron y fueron rápidamente emboscados por cincuenta arqueros toka ataviados con meros taparrabos. Sin mediar palabra, los toka abrieron fuego, acribillando a Vuffi Raa. Con gran precisión, destruyeron el arma de Calrissian sin dañarle. Por supuesto, en ningún momento atacaron a Mohs.

Mohs proclamó a Calrissian un fraude y le exigió la Llave; pero el jugador comprendió rápidamente que la cultura toka les prohibía dañarle o ya lo habrían hecho: En vez de claudicar, él insultó a Mohs criticando la capacidad de canto de su madre, lo cual horrorizó al Alto Cantante. Mohs entonces se reunió con sus toka y decidió que era legítimo encerrar a Calrissian hasta su muerte. Mohs, como portavoz, transmitió la situación a Calrissian.

Las fuerzas toka marcharon con Calrissian durante varias millas hasta una arboleda cristalina. Quienes trabajaban allí, cosechando las frutas parecidas a joyas, sufrían rápidamente una degeneración en sus capacidades mentales y físicas. El plan era atar a Calrissian a uno de estos árboles para que pasase la noche, contando con que sólo la congelación sería suficiente para matarle; si no era así, seguramente Calrissian perdería muy pronto su valiosa fuerza de voluntad. Los toka no informaron a su prisionero, sino que simplemente le obligaron a andar amenazándole con flechas que, sin embargo, no podían usar para dañarle.

Una vez el grupo alcanzó la arboleda, Mohs explicó a Calrissian los detalles de su estrategia, aprovechando además para regodearse por la muerte de Vuffi Raa. Los toka ataron a Calrissian a un árbol y le desnudaron, dejándole en ropa interior; Mohs personalmente le quitó las botas y usó un cuchillo para romperle los pantalones. Los toka se aseguraron de dejar la Llave en posesión de Calrissian, sujeta por la atadura de su cintura. Mohs se aseguró de tener testigos del evento: Era importante dejar claro que no habían tomado la Llave. Mohs y los toka se fueron, dejando a Calrissian a su suerte durante la noche.

Pero claro, Calrissian siempre había tenido mucha suerte: El jugador se liberó y se reunió con Vuffi Raa, que había logrado recuperarse y retomar el control del Halcón. Calrissian decidió que guardaba rencor a Mohs, e incluso afirmó buscar su muerte (pero posiblemente fuese un farol). Pensando en pillarle por sorpresa, Calrissian empezó a buscar a su traicionero socio.

Mohs no debía disfrutar de la compañía de sus ejércitos, porque se alejó de ellos para comer: A los pies de la pirámide que ocultaba el Arpa, Mohs se sentó en solitario, hizo una pequeña hoguera y cocinó un lagarto pinchado en un palo. Su cena fue interrumpida por la llegada de Calrissian, con el respaldo de Vuffi Raa a los mandos del Halcón. Mohs interpretó el momento como una señal que confirmaba la autenticidad del Portador y le pidió penitencia perniciosa. Calrissian insistió en continuar su aventura con ayuda de Mohs, pues no se oponía a beneficiar al pueblo toka; aunque el constante cinismo del socorrano incomodaba a su siervo toka.

Las tropas toka pronto supieron del encuentro del Alto Cantante y corrieron en su ayuda. Calrissian exigió a Mohs que les ordenase retirarse, y Mohs lo hizo con una canción, aunque el Cantante insistía en que las tropas sólo se habían presentado para proteger al Portador.

Mohs guió a Calrissian a la Gran Pirámide donde, según su tradición, se ocultaba el Arpa Mental, y señaló un punto concreto de su pared, enterrado, donde supuestamente estaba la entrada. Vuffi Raa excavó para mostrar el lugar, puesto que Mohs se negaba a hacer esa labor. El robot reveló entonces un punto del muro con una señal similar a la Llave que parecía estar grabada en dos o tres dimensiones. Mohs reconoció el Gran Cierre que habían dejado atrás los sharu, y cayó de rodillas gimoteando sus oraciones. A petición de Calrissian, Mohs explicó que nadie había logrado abrir el Gran Cierre desde la desaparición de los sharu, pero que estaba profetizado que ellos entrarían, correrían una aventura lisérgica y liberarían a su gente. El Alto Cantante no estaba especialmente ansioso por que se cumpliese la profecía, en tanto que él había asumido que no iba a suceder antes de su muerte.

En todo caso, los conocimientos de Mohs no decían cómo usar la Llave exactamente, lo cual dejaba al grupo varado. Calrissian, intuitivamente, consiguió incrustar la Llave en la representación de ésta, provocando un doble efecto: Por un lado, la Puerta se abrió. Por otro, Vuffi Raa y Mohs fueron teleportados instantáneamente al interior de la Pirámide.

Mohs, que había estado apoyado contra el muro en ese momento, perdió su punto de apoyo y cayó al suelo en la oscuridad. Sufrió varios cambios más: Sus globos oculares se volvieron totalmente negros (lo cual él no podía saber), y el toka obtuvo sentidos extraordinarios posiblemente relacionados con telepatía o clarividencia. Su inteligencia y cultura se expandieron rápidamente, dejando atrás al salvaje que había sido: Rápidamente comprendió que podía atarse sus ropas con una tira entre las piernas para evitar corrientes de frío, algo que ningún toka había pensado hasta entonces. Decidió entonces explorar sus alrededores mientras cavilaba posiblemente más que durante el resto de su vida: Su encadenamiento de ideas a partir de su configuración de ropa le llevó a descubrir la Banda de Möbius, y pronto estaba intentando comprender algo llamado "El secreto del universo".

Después de un tiempo que Mohs consideró inferior a dos minutos, el toka se echó a reír como un demente. Calrissian oyó su carcajada y le encontró rápidamente, aunque insistió en que llevaban veinte minutos separados. El socorrano habló a Mohs de su cambio ocular, y el toka dedujo que había intercambiado sus órganos por un cerebro muy superior.

Poco después, Calrissian encontró a Vuffi Raa, que parecía medir tres milímetros de altura y percibir de modo distinto el paso del tiempo. Calrissian preguntó a Mohs si su conocimiento hablaba de esto, pero las Canciones de Mohs no eran tan exhaustivas. Mohs y Vuffi Raa instaron a Calrissian a que buscasen el Arpa, asumiendo que las respuestas a todas sus preguntas podrían estar centralizadas.

Los nuevos sentidos de Mohs le indicaron una salida en el centro de la estancia que ocupaban, y Calrissian encontró efectivamente una rampa que bajaba. Mohs siguió a Calrissian en su camino; el Cantante parecía sentirse inquieto al ver cómo se cumplían las profecías que llevaba toda su vida recitando. En silencio durante su camino, Mohs aceptó una pequeña porción de comida ofrecida por Calrissian y escuchó cómo Vuffi Raa interpretaba, a nivel arqueológico y paleontológico, sus alrededores. Calrissian dedujo que otra cultura, posiblemente los sharu, había organizado ese camino para que los viajeros en busca del Arpa pudiesen ver la evolución de la vida a través de grabados y artefactos; Mohs admitió que sus Canciones tampoco mentaban ese lugar.

Vuffi Raa, que desconocía su propio origen, se excitó al ver un fósil de cinco miembros similar a su propia configuración. Mohs especuló que podría ser el aspecto de los sharu, lo cual llevó a una discusión xenopaleonteológica entre él y Vuffi Raa; Calrissian decidió aprovechar la ocasión para sestear.

El Salón, la inteligencia artificial que controlaba la Pirámide, decidió aprovechar ese momento para intervenir. Los sharu habían programado al Salón para que el Portador de la Llave y el Emisario recorriesen el camino "adecuado" hasta encontrar el Arpa y, para adaptarse a su planificación, Mohs sobraba. El Salón teleportó a Mohs a otro lugar, posiblemente Rafa IV, y alteró la memoria artificial de Vuffi Raa para que el robot no le recordase. No provocó olvido en Calrissian, sin embargo: Cuando Calrissian despertó, echó en falta a Mohs y mantuvo una curiosa conversación con Vuffi Raa intentando en vano que el robot recordase a Mohs.

Sólo después de esto, Calrissian y Vuffi Raa consiguieron llegar al Salón y comunicarse con el ordenador; Calrissian consiguió que el Salón reconociese haber alterado los recuerdos de Vuffi Raa, pero no que devolviese a Mohs. Calrissian consiguió de todos modos el Arpa, y fue teleportado junto con Vuffi Raa a Teguta Lasat. El gobernador Mer se hizo con el Arpa, aprovechando la ausencia de Gepta, e intentó librarse de Calrissian haciéndole arrestar. En la cárcel de Teguta Lasat, el socorrano se fijó en varios presos toka cantando sin armonía en un corral, y recordó a su amigo toka desaparecido Mohs. Para entonces, Calrissian estaba empezando a dudar que Mohs hubiese existido.

Mer activó el Arpa, provocando involuntariamente que los toka recuperasen la memoria y el intelecto de la civilización sharu (puesto que en realidad los toka eran descendientes devolucionados de los sharu), y que las pirámides sharu, omnipresentes en cada planeta del sistema, se derrumbasen para revelar ciudades de la cultura primigenia. Esto se consiguió a través de terremotos que, como efecto secundario, arrasaron los edificios construidos por colonos imperiales. Los sharu simplemente habían previsto restaurar su cultura cuando se activase el Arpa, y les preocupaba poco el daño colateral a otras culturas cercanas.

Para que la restauración fuese completa, los sharu pretendían restaurarse también biológicamente. Los toka empezaron a convertirse en los inteligentes y poderosos sharu, y Mohs sufrió varios cambios: Sus ojos pasaron a tener múltiples colores y brillo propio, del mismo modo que el tatuaje de su frente pasó a emitir luz. El Cantante se enderezó y pasó a adoptar un aire autoritario y digno. Mohs decidió ayudar a su amigo Calrissian, para lo cual fue a la nave de éste, entró de algún modo atravesando sus medidas de seguridad, y le esperó.

Mientras tanto, Vuffi Raa aprovechaba el caos para liberar a Calrissian de la cárcel, y ambos corrieron al Halcón. Tras evitar obstáculos mundanos, subieron a bordo y se toparon con Mohs. Educadamente, el sharu (antes toka) les ofreció los secretos de los sharu, pero Calrissian le interrumpió porque él había deducido casi todo. Calrissian pidió a Mohs que desembarcase, porque sabía que la civilización sharu le había manipulado y no se sentía a gusto con ellos. El Halcón abandonó el sistema Rafa.

Poco después, Rafa IV se convirtió en un mundo sharu, controlado por los sharu con su tecnología superavanzada y exótica. Algunos sharu tuvieron trato con ciertos alienígenas, pero no he vuelto a saber de Mohs específicamente.

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