LA ÚLTIMA PIEZA

Crítica de Mieguel Urabayen para Diario de Navarra / Maquetación: Coronel Kurtz
Prohibida la reproducción total o parcial sin el consentimiento de los autores.

[ Análisis y críticas ]

LA ÚLTIMA PIEZA

 

Un caso único. Nunca se había visto en el siglo y pico de Historia del cine que una película se extendiera durante cinco continuaciones y la última de ellas, la que cierra el largo relato, pareciera 28 años después de la inicial. Y todas con un éxito taquillero enorme, en el mundo entero. Este es el primer aspecto que llama la atención en La venganza de los Sith, sexta entrega de la larga, complicada y gran obra que George Lucas comenzó en 1977 con La guerra de las galaxias, título hoy aplicado al conjunto de las seis.

Ha sido un prodigio de tenacidad y cálculo previo. Lucas consiguió, con muchas dificultades, el dinero necesario para realizar hace casi tres década una historia de aventuras espaciales considerada entonces por Hollywood como dirigida al público infantil Pero al perfección de sus efectos especiales, el interés de los personajes, y el vivo ritmo de episodios llenos de fantasía entusiasmaron tanto a los niños como a los adultos que la vieron, muchos de ellos acompañando a sus hijos pequeños.

Y a partir de ahí, Lucas continuó su historia con El Imperio contraataca (1980) y El retorno del Jedi (1983). Cada parte está separada de la anterior por tres años, tiempo de la preparación y rodaje de la siguiente. Una vez acabada su trilogía, Lucas hizo otras cosas – entre ellas, ampliar y mejorar su Industrial Light & Magic, la extraordinaria empresa de efectos especiales creada por él – pero finalmente, inició la segunda trilogía. Y otra vez, un capítulo cada tres años: La amenaza fantasma en 1.999, El ataque de los clones en 2.002 y La venganza de los Sith en 2.005.

EMPEZAR POR EL MEDIO

Una de las grandes ideas de Lucas en 1.977 fue comenzar la serie por el episodio 4, sumiéndonos de repente en un mundo fantástico con personajes de extraño pasado, al que se aludía en los diálogos pero que nunca aparecía en la pantalla. Eso permitió al realizador , en 1.999, continuar la historia no a partir de El retorno del Jedi sino yendo al comienzo de todo. Es decir, Lucas ha contado su largo relato alterando el orden cronológico y así ha conseguido que los aficionados esperaran la sexta película (empalme con la de 1.977) ansiosos por saber como el joven Anakin Sywalker , de tan prometedor futuro, se transforma aquí en Darth Vader, uno de los grandes villano de la pantalla.

Porque en las dos anteriores habíamos conocido a Anakin como niño extraordinario y joven luchador, educado por los Jedi para ser uno de ellos bajo la tutela de Obi-Wan Kenobi. Los incidentales avisos sobre su carácter en esas dos películas nos prevenían de lo que iba a ocurrir en La venganza de los Sith. No hay sorpresa en su argumento. Lo que nos intriga es “cómo” va a suceder.

Y ese “cómo” es uno de los mejores aspectos de la película, porque la caída de Anakin en le lado oscuro de la Fuerza está bien presentada por el guión , con lógica y dramatismo. Por cierto, este guión ha sido escrito por el propio Goerge Lucas. Se ve que, quizá debido a las críticas respecto a las dos anteriores, el creador de la serie ha profundizado en los motivos de Anakin, no todos egoístas. En este sentido, La venganza de los Sith se dirige a los adultos y eso explica que en Estados Unidos, pro primear vez en la serie , no esté recomendada para menores de 13 años.

Otro aspecto a elogiar es, por supuesto, el de los efectos especiales, complicados y prácticamente perfectos. Debemos recordad que hace 28 años Lucas nos dejó impresionados con los 360 de su película inicial. Ahora son 2.151. Además, el rodaje se ha hecho pensando siempre en los efectos que completarían todos o casi todos los planos. Tanto que los actores han actuado ante una gran pantalla azul para permitir después la inclusión de los fondos o personajes imaginados que hacen de las escenas exactas combinaciones de realidad y fantasía. El resultado es que desde el mismo comienzo – la gran batalla en el espacio – aceptamos el hecho evidente de encontrarnos en un universo de pura ciencia-ficción, incluidos los extraños paisajes que apenas recuerdan su origen geográfico (Tailandia, Suiza, China, Túnez).

LOS ACTORES, MEJOR

Los actores son numerosos y algunos mejoran respecto a sus actuaciones anteriores. Me refiero no solo a Hayden Christensen como Anakin Skywallker, que tiene el difícil trabajo de cambiar de héroe a villano total en poco más de dos horas. También a Ewan McGregor que aquí consigue parecerse al Obi-Wan Kenobi de Alec Guinness del seguiente capítulo. Y a Natalie Protman, más convincente que antes. Ian McDiarmid hace un adecuado Canciller de la República, que la traiciona desde dentro y atrae a su lado al confundido Skywallker.

Junto a ellos, se acoge con gusto a Anthony Daniels y a Kenny Baker como los dos robots, C-3PO y R2-D2, presentes en los seis episodios. Pero ambos, por sus peculiares personajes, son físicamente desconocidos para los millones de seguidores de la serie . Lo mismo puede decirse de Peter Mayhew como Chewbacca, firme compañero de Han solo en tres capítulos, que aquí tiene un corta intervención. También aparece Christopher Lee, con demasiada brevedad. Ha cumplido ya los 83 pot lo que ha sido natural que le doblaran en su combarte con Anakin.

Al terminar la película pensaba en cómo se verá a partir de ahora La guerra de las galaxias, el conjunto de sus episodios. Podemos suponer que quienes los vean en el futuro por primera vez lo harán siguiendo el orden cronológico. Si fuera así, la brillante originalidad del episodio IV, el de 1.977, se perdería. Porque lo verán después de este tercero acabado de estrenar y , en comparación, su ambiente y personajes serán mucho menos brillantes de lo que nos parecieron a quienes vimos la película en su momento.

Un pequeño ejemplo ilustrará lo que digo. En la de 1.977, en le bar galáctico donde entran Obi-Wan Kenobi y Luke Skywalker, el veterano Jedi repele una agresión con un fulminante tajo de su espada de luz. Y todos nos quedamos asombrados ante la idea de una espada así, primera vez que la veíamos. Pero eso no podrá suceder en el caso futuro que estoy imaginando porque al llegar al episodio IV el espectador considerará la antes original arma como un aficionado a las del películas del Oeste mire un Colt Frontier. Algo totalmente normal. Y puede que incluso esté algo cansado de ver los combates del episodio tercero, muy bien realizados pero demasiado largos.

ADIOS A LA SAGA

Podrían buscarse otros ejemplos pero no es necesario, el caso es muy claro. Y además, siempre cabrá la posibilidad para quien tenga los seis DVDs de verlos en el orden que desee, incluido el mismo en el que nosotros vimos las películas.

Pero la reflexión final no es esa. Creo que una buena parte del público, los que tengan menos de 40 años, sentirán una cierta melancolía al ver terminar la serie de películas que les entusiasmaron en su infancia y juventud. Lo cierto es que La guerra de las galaxias se ha acabado y podemos alegrarnos de que George Lucas haya sabido recuperar en el episodio que la completa el muy alto nivel del comienzo, el de 1.977 y el de 1.980.

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Crítica de Mieguel Urabayen para Diario de Navarra / Maquetación: Coronel Kurtz
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