UN MUNDO DANTESCO

Crítica de Rafael Paris / Maquetación: Coronel Kurtz
Prohibida la reproducción total o parcial sin el consentimiento de los autores.

[ Análisis y críticas ]

LA ÚLTIMA PIEZA

 

Erróneamente suele asumirse que George Lucas es un cineasta vano y artificial que se concentra en crear imágenes bonitas, pero vacías y a quien sólo le interesa conseguir dinero. Pero el arte de Lucas es más intrincado de lo que se piensa; su cine posee una lógica genial en cuanto al diseño, lo cual lo coloca al lado de otros grandes creativos visuales como Federico Fellini y los expresionistas alemanes.

Su acertado papel como mercader suele usarse como argumento para criticarlo, pero no se debe olvidar que el cine es también un negocio y que él rescribió las reglas de este negocio como nadie lo ha hecho antes. También se le suele atacar como escritor, pero sus guiones manejan conceptos originales que se fundan en lo legendario.

Aun más interesante es la estructura simbólica que presenta cada una de sus dos trilogías. La Trilogía Original (Episodios 4, 5 y 6) ofrece la estructuración de un Triángulo Edípico, según la teoría Freudiana y la Trilogía de precuelas (Episodios 1, 2 y 3) la de un Triángulo Dantesco que revive la lírica de Dante Alighieri, el gran poeta renacentista y sus viajes al otro mundo acompañado del maestro latino Virgilio.

Pero antes de continuar debemos tener claro que el complejo de Edipo según el psicólogo Sigmund Freud es un proceso que se da en la niñez a través del cual el ser humano asume su ser, su corporalidad y su amor-odio hacia sus padres o substitutos.

Al igual que en el mito griego, en el cual se basó Freud, se presenta un hecho que el niño o niña asume como amenazante y por lo tanto debe renunciar a sus deseos por el padre o la madre, so pena de perder una parte de su propio cuerpo. La manera como el infante afronte este hecho será lo que dará pie a la futura personalidad del adulto. Así en el Episodio 4 se presenta a Luke Skywalker, primera persona de este triángulo y quien simboliza el Yo.

Luke no es solamente el obvio alter ego de Lucas, sino también el punto de referencia del espectador. En pocas palabras él nos simboliza dentro de esta historia. Su lucha por la superación se identifica con las nuestras y su ánimo de trascender es equivalente al nuestro. Él esta predestinado a destruir al villano Darth Vader y a desposarse con la atractiva Princesa Leia.

Luego, en el Episodio 5 se revela la segunda persona de este triángulo, Darth Vader (cuyo nombre oculta la frase Dark Father, o sea el padre oculto, el padre misterioso) quien resulta ser el progenitor de Luke, y la perfecta encarnación del conflicto con el padre, castrador, aterrador, mortífero y aparentemente todopoderoso.

En el Episodio 6 se completa el triángulo al descubrirse que Leia, objeto de los afectos de Luke es realmente su hermana, su familiar por la cual se ha sentido atraído sin ser consciente de su parentesco, un substituto de la madre, cerrándose así este ciclo que demuestra la universalidad de los conceptos manejados; Luke Skywalker es Edipo y Edipo hemos sido todos a la hora de darle forma a nuestra personalidad.

La Trilogía de las precuelas estructura un Triángulo Dantesco que describe el viaje metafórico de Anakin Skywalker al estilo de Dante en la Divina Comedia, por tres mundos teológicos; el Cielo, el Purgatorio y el Infierno.

En el Episodio 1 encontramos este primer mundo, visitado por Anakin/Dante, el Cielo. Aquí el papel de Virgilio, el sabio guía está en manos de Qui-Gon Jinn y éste es el encargado de mostrar las maravillas del mundo al pequeño Anakin. En esta historia Anakin es un niño, porque la niñez es generalmente lo más parecido a la plenitud del Cielo que un ser humano logra experimentar durante su vida. El tono de la cinta es idílico y se asemeja a las fantasías que se tienen durante la infancia.

El niño se separa de su mamá para ir a la guerra, pero aquí la guerra parece más un juego en el jardín de la casa con los amiguitos, manejar una nave espacial es tan complicado como montar en bicicleta, los malvados robots parecen de juguete y Jar Jar Binks con su apariencia entre burro y conejo, perfectamente podría ser un amigo imaginario de la época del Kinder.

Entonces el cielo es volver a ser niño y salir de expedición con esos Jedis que tienen espadas de fuego como los Ángeles que están a la entrada del paraíso perdido.

En el Episodio 2 encontramos el segundo mundo, el Purgatorio. Anakin/Dante continúa su viaje, convertido en adolescente y guiado, esta vez, por Obi-Wan/Virgilio. El Purgatorio es un mundo agridulce de purgas y trabajos que causan una depuración de niño a adulto. Aquí se experimentan los placeres y los dolores de la madurez, se puede ganar una esposa, pero también perder a una madre.

Lo principal es la búsqueda de una identidad, de una individualidad que se oponga a la presión de las masas. Y como tapiz de fondo a esta labor, se encuentra la pesadilla de la masificación simbolizada por los Clones y los Droides, seres-objetos fabricados en cantidades industriales, tapiz fascista con el que se acentúa la importancia de la búsqueda de individualismo y adultez emprendida por Anakin.

Y finalmente en el Episodio 3 Anakin/Dante cae al infierno, al Hades. Su guía Palpatine/Virgilo no es más que una máscara de Satanás y Anakin al igual que Orfeo hará un pacto mefistofélico para salvar a su esposa de la muerte.

Entre un mar de lava y fuego, el Anakin adulto cosechará el fruto agrio de sus malas decisiones. Orfeo, Hércules y Ulises sobrevivieron a sus viajes al infierno, pero no así, Anakin; quien morirá y resucitara como Darth Vader, el padre oscuro, la sombra que respira, una parodia enferma de sus virgilios, de sus padres putativos.

Cielo, Purgatorio e Infierno, el Triángulo Dantesco está completo y Anakin, el niño que fue concebido sin la intervención de un padre ha realizado su viaje gracias a tres mentores, tres padres sustitutos, sombras que guían, sombras de las que Anakin no pudo escapar.

Es difícil hablar de La Guerra de las Galaxias sin caer en lugares comunes, tratando de lograr una apreciación real, ya que esta serie se ha convertido en algo muy emocional para sus seguidores. Es un fragmento de la infancia que se ha perdido, pero también, como toda buena mitología, una celebración de la responsabilidad que se gana en la vida adulta.

La Fuerza, esa energía de la naturaleza que confiere su poder a los Jedi, no es más que una forma poética del potencial humano; la Fuerza simboliza las virtudes -o los defectos- más profundos de la humanidad y esta serie es una elaborada parábola sobre cómo se descubren y se administran estos valores que repercuten sobre la vida, en todas sus facetas.

Sólo resta agradecer a George Lucas, por contribuir de una manera tan creativa a la lúdica popular y por crear en este universo paralelo una pseudohistoria de la humanidad, inspiradora y emocionante al mismo tiempo.

Crónica de Rafael Paris

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