MiP presenta... "B U S C A N D O U N H O G A R" (conexión entre "La guerra de las galaxias" y "El Imperio contraataca") Escrito por (MiP'96) e-mail: mosastander arrobota telefonica.net Visita SithNET, la web de Los Lores del Sith: http://www.loresdelsith.net/ ------------------- Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana..... Tras destruir la principal estación orbital del Imperio, la temida Estrella de la Muerte, la Alianza Rebelde se ve obligada a evacuar la luna de Yavin en busca de un lugar más seguro para establecer su nueva base antes de que las fuerzas del Imperio se replieguen e inicien un ataque devastador. Este relato narra la odisea de tres años en busca de un nuevo hogar para la Rebelión, hasta llegar al perdido y helado mundo de Hoth. CAPITULO 1: HUIDA DE YAVIN CAPITULO 2: LA ALIANZA OCULTA CAPITULO 3: TRAICION EN 'ORD MANTEL (no acabado) CAPITULO 4: EL ENGAÑO (no acabado) CAPITULO 5: UN NUEVO HOGAR (no acabado) _______________________________________________________________________ |_______________________________________________________________________| _______________________ Santander, España (20/7/97) CAPITULO 2: Por MiP'97 mosastander arrobota "LA ALIANZA OCULTA" telefonica.net _______________________ http://www.loresdelsith.net/ En Coruscant, la sede del Imperio Galáctico, se había convocado una reunión de urgencia de los dignatarios imperiales al conocerse la noticia de la destrucción de la Estrella de la Muerte. El salón de reuniones del Consejo era un vasto espacio dentro de un faraónico edificio acabado en punta, el cual a su vez tenía muelles de atraque para las distintas naves de los consejeros. Salus Naab era el dignatario encargado del asesoramiento al subconsejo de defensa, el cual había invertido inmensas cantidades de dinero en la gigantesca estación orbital, ahora reducida a escombros. El transporte de Naab atracó finalmente en uno de los muelles del complejo y éste descendió hacia los ascensores que conducían a una de las entradas de la vasta cámara, a cuya puerta se alzaban dos enormes e imponentes miembros de la guardia personal del Emperador con sus vibrolanzas. Salus se dirigió a su asiento y, una vez allí, conectó la consola de información. En ella es donde podía ver los diversos temas a tratar cada día, las votaciones, los mensajes de otros consejeros.....pero ese día no había nada en la pantalla, salvo la insignia del Imperio. Con dos minutos de antelación sobre el horario previsto, Naab observó que el Emperador había llegado a su sillón. A su lado se hallaban los cuatro enormes guardias enfundados en su interminable manto rojo que le escoltaban a todas partes. Los consejeros ni siquiera se percataron de la presencia de Palpatine; seguían inmersos en sus discusiones sobre los terroristas y la destrucción del símbolo definitivo del poder del Imperio. La Estrella de La Muerte estaba destruida a manos de un grupo de terroristas rebeldes y con el Senado disuelto, el poder imperial en los territorios conquistados se haría inestable en breve. La desaparición de la estación orbital significaba también la desaparición del miedo que esta generaba y, por tanto, del control. Naab sabía esto y sabía también que los responsables de la caída de la Estrella Negra no serían perdonados. El no estaba entre los "elegidos", sólo le preocupaba una cosa: si el Imperio es tan poderoso que pudo permitirse invertir enormes sumas de dinero en investigación y desarrollo de novedosas tecnologías durante largos años, ¿cómo es posible que un reducido grupo de terroristas acaben con algo tan enorme e indestructible como la Estrella de la Muerte?. Había algo que no encajaba. ¿Un fallo de seguridad?: no, los controles imperiales son prácticamente insalvables y en una estación orbital de tales características sería imposible entrar de forma tan desorganizada. Parecía ser que los terroristas rebeldes no estaban tan mal equipados, después de todo. Con toda seguridad tendrían informadores y espías dentro de la jerarquía militar del Imperio, y por si fuera poco, ahora su fama se haría notoria tras el éxito obtenido y se les unirían nuevos adeptos. El Imperio necesitaba otro símbolo de su poder para acallar las voces de rebeldía que se originaran desde este momento. Pero ese símbolo de poder resultaría demasiado caro y lento de construir, así que el nuevo arma del Imperio tendría que ser otro tipo de "persuasión", rápida y eficaz. Un tenue sonido anunciaba el inicio de la sesión, y los diversos dignatarios, consejeros, militares y espectadores varios de la reunión, ocuparon sus asientos en espera de las palabras de Palpatine. Las pantallas gigantes de televisión que había a los cuatro vientos de la torre central, en cuya cúspide estaba sentado el Emperador, cambiaron la imagen de la insignia imperial que habían mantenido desde la llegada de Salus, por la imagen del mismísimo Emperador. En su cara se podía ver un gesto, de contrariedad, de que los planes habían salido inexplicablemente mal debido a un inconveniente que no se llegó a prever. La verdad es que nadie consideró que la pericia de los rebeldes fuera tal como para llegar a acometer tamaña empresa con tan notable éxito para su causa y tanto perjuicio para la gloria del Imperio y los planes de Palpatine y sus socios financieros. Tras recorrer con la mirada el vasto salón de reuniones, Palpatine comenzó a hablar. - Nuestras Fuerzas han sufrido un ataque cobarde por parte de los insurrectos al nuevo orden del Imperio.- dijo- El símbolo de nuestro poder ha sido destruido con la ayuda de los espías y colaboradores que los rebeldes tenían en la Estrella de la Muerte, quienes penetraron en nuestros sistemas, desactivando todo el blindaje y el armamento de la estación orbital.- añadió - El Gobernador Tarkin y todo su ejército de naves y hombres ha perecido en el vil sabotaje sufrido por nuestro arma insignia. La voz de Palpatine resonaba desde los altavoces de toda la sala, con un timbre fuerte y un tono de odio patente. - El Imperio ha perdido el gran arma de poder que aseguraba nuestra victoria sobre el antiguo orden, pero eso no quiere decir que el proceso de ocupación imperial vaya a sufrir un cambio de sentido. Hemos de encontrar un nuevo método de poder para someter a los restantes sistemas de la galaxia y aplastar a las fuerzas rebeldes.- continuó, y tras una pausa, se echó hacia adelante y asertó - Hemos de demostrar que no estamos tocados en nuestro poder, y eso lo conseguiremos aplastando todo foco de insurrección allá donde se produzca. La expresión de su cara adquirió un tinte de satisfacción cruel, como si pudiera ver las torturas que iba a cometer con los rebeldes y estuviera disfrutando con ello. - La destrucción de la Estrella de la Muerte ha sido un gran revés económico para el Imperio, pero no es el fin de nuestro poderío. Nuestra enorme flota de cruceros y destructores ya ha sido alertada para que se ponga en marcha a la búsqueda de los rebeldes y acabe con ellos de una vez por todas. Conservaremos, los puestos de avanzada imperiales y los grupos estelares de control en cada sistema conquistado. Mientras, a las restantes naves se les unirá un contingente de élite hasta completar el tercio de la flota. Esta nueva fuerza será la encargada de perseguir y aniquilar a los rebeldes por todos los rincones de la galaxia. Esta será nuestra estrategia militar por ahora. - y, tras ponerse de pie, apoyado en su bastón, concluyó - Nada nos apartará de nuestro objetivo inicial : el control absoluto de toda la galaxia.- y acto seguido, se retiró, custodiado por los enormes miembros de su guardia personal. Palpatine, sabía que no podía prescindir de las ingentes cantidades de dinero que los magnates y corporaciones de intereses le proporcionaban, para quedarse cada una con un trozo del pastel. Así que no dudó en ser claro y contundente a la hora de perfilar el incierto futuro de los planes del Imperio: se cerraría el cerco a los terroristas rebeldes y se incrementaría la política de represión en los sistemas conquistados, para que sus habitantes se dieran cuenta de que el Imperio sigue más poderoso que nunca. Salus Naab, comprendió lo esforzado de las promesas del Emperador, pero era obligación de los dignatarios el influir en los consejos de gobierno para que las directrices de Palpatine se cumplieran en su totalidad. Iba a ser costoso acelerar el proceso de fabricación en los astilleros, exigido en las palabras de Palpatine, pero no había costo imposible para la poderosísima maquinaria financiera del Imperio, debido en gran medida a que el control de la galaxia significaría la erradicación de la piratería, el contrabando, los conflictos locales, de todo aquello que perturbara el monopolio comercial de los colaboradores que financiaban el poderío militar del Imperio. El coste, por muy alto que éste fuera, resultaría irrisorio comparado con los ingentes beneficios que se esperaba conseguir a medio plazo. De hecho, las concesiones por las zonas conquistadas en los sistemas del centro de la galaxia ya habían sido concedidas hacía meses a varias corporaciones de diversa índole. Pero aún faltaban socios del Imperio por contentar. Socios tan ambiciosos o más que el mismísimo Palpatine, los cuales aún esperaban obtener los enormes beneficios prometidos por éste años ha. Mientras toda la jerarquía militar imperial reorganizaba sus recursos en pro de las nuevas directrices del Emperador, los cabecillas rebeldes se reúnen en el sistema Nolan, escondidos en la órbita menor del único planeta que lo forma: Tabuk. Contra la superficie rocosa, grisácea y estéril del planeta contrasta la claridad de un gran crucero Calamari : el Independence. Junto a él, una corbeta y varios cazas forman su escolta, escudriñando el sector para prepararse ante la llegada de cualquier tipo de nave. Al mando del crucero, el almirante Ackbar, el cual se dirige hacia un suboficial. - ¿Alguna señal en las pantallas, teniente ?.- preguntó Ackbar. - No hay rastro de nave alguna en el sector, Almirante. - replicó el teniente. - Bien, prosigan en alerta.- y añadió - No quiero encontrarme con sorpresas desagradables en forma de naves imperiales. - Bien, Señor - replicó el teniente calamari. Acto seguido, Ackbar regresó a su asiento de mando, desde donde escudriñaba la negritud del espacio, sólo rota por una infinidad de estrellas y galaxias de diversas tonalidades entre el blanco, el gris, el amarillo, el naranja y el azul. El Independence esperaba ansiosamente la llegada de un transporte con los pasajeros más importantes que hubiera llevado nunca : los propios cabecillas de la Rebelión, Mon Mothma y el rescatado Lazarus, ex-senadores de la Antigua República; ahora proscritos que actuaban desde la sombra. Era una espera impaciente y arriesgada. El Imperio había comenzado a desplegar sus fuerzas de la reserva en busca de la flota rebelde para su completa eliminación, según los espías que la Rebelión mantenía dentro de la jerarquía imperial. Por tanto, ningún rincón de la galaxia era ya seguro; ni siquiera este lo era por mucho tiempo. La Rebelión debía encontrar un lugar inexplorado y a salvo de los cuerpos de exploración imperiales para reorganizarse tras la huida de Yavin IV y establecer las futuras estrategias de combate contra el Imperio. Además, debían aprovechar su novísima popularidad para tratar de atraer hacia ellos el dinero y la colaboración de los mundos que estaban en contra de las ambiciones de Palpatine. Necesitaban reforzar su poderío y crear un frente fuerte de oposición militar y de política encubierta contra el Emperador y su terrible ejército. Ackbar seguía mirando por los grandes ventanales del puente de mando del Independence, cuando el teniente calamari se le acercó para informarle al fin de lo que el almirante quería oir desde hacía días. - Almirante, una lanzadera ha salido del hiperespacio dentro del sector. - dijo - Se dirige hacia nuestra posición. Parece ser la nave que esperábamos - añadió. - Bien, preparen el rayo tractor para su abordaje.- replicó - No quiero sorpresas. - Bien, Señor. - respondió el teniente. Acto seguido éste se dirigió hacia los operadores del puente para darles las instrucciones necesarias y comenzó la operación de abordaje. Un transporte de tropas imperiales, probablemente robado al Imperio en algún asalto a un convoy, cruzaba el espacio en dirección al rocoso planeta donde había quedado en acudir. Dentro de él, varios soldados acompañaban a los dos ex-senadores de la Antigua República : Mon Mothma y Lazarus. El piloto de la lanzadera sintonizó la radio de corto alcance en el canal de contacto de la Rebelión, un canal en el cual las señales se codificaban de diversa forma según un algoritmo de computación que se basaba en la hora y las coordenadas de posición, en cuanto al sector se refiere, de la nave que emitía. - Madre minok !, Madre Minok !. Aquí Quarren-1. - emitió el piloto, y tras breves segundos de silencio se recibió contestación del Independence. - Quarren-1, continúe su plan de vuelo hacia las coordenadas fijadas. La sonrisa del piloto indicó que todo iba bien. El Independence estaba allí, esperando y pronto los dos valiosos pasajeros estarían a bordo del crucero calamari, a salvo. Desde el Independence, se informó a los cazas de escolta de la llegada del transporte al que esperaban. - Alas, aquí Madre Minok.- sonó en los auriculares de Vera Lynn, a los mandos de su A-Wing - escolten a Quarren-1 hasta la madriguera. Vector de posición en dos, cero, cuatro. - Madre Minok, recibido. Pasamos a nuevo rumbo de inmediato - respondió Vera sin demora alguna. - Tad, Linus. Tenemos a los anfitriones al otro lado de esta roca gris.- informó a sus dos compañeros de escuadrilla. - Vamos allá. - añadió. - Roger, Vera. - Rumbo dos, cero, cuatro. Recibido. Respondieron ambos pilotos. En pocos minutos los A-Wing se reunieron con el transporte y, tras identificarlo y verificar su señal de control, la cual resultó ser correcta, Vera informó al Independence de la identificación positiva de la nave. Tras quince minutos de trayecto, el transporte y su escolta llegaron al fin al inmenso crucero calamari, el cual, tras separarse los escoltas del transporte, atrapó a éste mediante rayo tractor para internar al grupo rebelde en uno de los hangares. - Almirante, el transporte ya está a salvo en uno de los hangares - le comunicó el teniente. - Bien - respondió el Almirante Ackbar - Salgamos de aquí cuanto antes. Procedan al punto de salto al hiperespacio. - añadió. - Sí, Señor. La puerta de la sala de estrategia del Independence se abrió con un zumbido y sus dos ocupantes se volvieron hacia ella para ver al Almirante Ackbar entrar en la estancia. - Senadora Mothma. - saludó el calamari. - ¡Almirante! - dijo ella - le presento al senador Lazarus. - Senador - saludó Ackbar. - Almirante Ackbar - respondió Lazarus. - El senador Lazarus ha servido a las órdenes de Bail Organa, en contra de Palpatine, por lo cual fue perseguido y hecho prisionero. Hace dos meses que un comando logró liberarlo, no sin dificultad.- explicó ella. - Señorías, en estos momentos estamos a salvo durante casi tres días, lo justo para cruzar la galaxia y borrar nuestras pistas. Ese es el tiempo que tenemos antes de poder reorganizar a nuestras fuerzas, hacia un punto de reunión.- indicó el Almirante. - Bien, nuestra situación es la siguiente.- comenzó Mothma - Hemos sido desalojados de nuestra base secreta, así que tenemos que encontrar un nuevo lugar a salvo de la amenaza del Imperio donde podamos establecernos, reorganizarnos y formar a los nuevos soldados que se nos unan, para así plantarle cara al Imperio en otros frentes. - Hemos debilitado el poderío y el prestigio militar del Imperio- interrumpió Lazarus - pero aún queda un elemento de poder enorme: su poderosa flota naval. - Esa es la clave para acabar con el poderío imperial: destruir sus elementos de poder en los planetas conquistados. - prosiguió Mothma - Si conseguimos mermar la capacidad operativa de su flota, entonces podremos dar una oportunidad a esos mundos oprimidos para que luchen desde dentro hacia la libertad. - La clave del éxito de dicha empresa estaría en boicotear los suministros imperiales a su flota. - explicó Ackbar - Pero eso no es del todo fácil. Es muy arriesgado y habremos de trabajar duro para conseguirlo. - terminó. - Es nuestra única posibilidad de hacer mella en el Imperio.- replicó Mothma - Cryx Madine será el encargado de proporcionarnos la información precisa sobre los convoyes imperiales.- le informó la senadora - Es un oficial imperial que desertó a nuestro bando y conoce muy bien los métodos operativos de la flota imperial. - Pero aún queda establecer desde dónde atacaremos a nuestros enemigos. - prosiguió Lazarus - Necesitamos una base segura, desde la cual efectuar nuestros ataques a los convoyes imperiales, tal como hacíamos desde Yavin IV. - Mis hombres han investigado los posibles lugares donde establecer la nueva base de operaciones - dijo Ackbar, y apretando un botón de la mesa que había en el centro de la habitación, un holograma de la galaxia entera se alzó ante los ojos de los senadores Mothma y Lazarus. - Hemos resuelto que la base ha de estar en un planeta virgen, alejado del centro de la galaxia, pero que contenga una atmósfera respirable y que esté a salvo de los cuerpos de exploración imperiales. Tenemos un firme candidato : el sistema Bentaar. Está catalogado, pero es lo suficientemente remoto como para no despertar el interés de una nueva exploración imperial. - Bien, así sea Almirante - dijo Mothma. - ¡blam! - un estallido eléctrico hizo botar al Capitán Solo súbitamente. - ¡blam! - otra vez. Las chispas eran aparatosas y el coreliano pudo sentir el calor en su cara, protegida sólo por unas gafas para sus ojos. - ¡Aaarggghh! - se oyó rugir al Wookie desde detrás de Solo. - Lo sé, lo sé. - respondió él - Tenías razón, no debí haberlo hecho, pero los desperfectos no son tan graves como parecen. - dijo, y añadió - No pasa nada. Solo había tentado a su suerte enfrentándose cara a cara contra dos destructores imperiales en la huida de Yavin IV y aunque la pericia del piloto era enorme, un aviso de los lejanos en forma de descarga láser sobre su nave le obligó a abandonar toda lucha por dar tiempo a los transportes rebeldes para que escaparan. El Halcón había sido tocado de lleno en el sistema de desvío delantero y, aunque la nave disponía de un fuerte escudo en forma de placas de duraleación soldadas al casco por el propio contrabandista y su fiel compañero, éstas no bastaron para repeler dos impactos directos de los potentes cañones de un destructor imperial. Era hora de reparaciones en el Halcón....¿cuándo no lo era?. Los espontáneos mecánicos trabajaban a todo tren para arreglar, en la medida de los posible, las averías del carguero. Pero estaba claro que no sería suficiente: no disponían de protección en la parte de proa, así que habría que ir a algún puerto a reparar la nave con piezas nuevas y arreglos en el casco. Luke estaba sentado en la cabina, observando la infinidad de estrellas del espacio. Mientras se preguntaba cuál de ellas sería Ben, el viejo Ben. Ese viejo loco, el cual le había metido en este embrollo, pero del cual ya no podía salir. Sin parientes en su planeta de origen, ahora sólo existía un camino: hacia adelante. Así que había que continuar con su entrenamiento, pero...¿él solo?. El autoentrenamiento no es la mejor opción, pensó. Incluso con un entrenamiento adecuado, los grandes Jedis son pasto de las garras del Lado Oscuro, así que un principiante sin experiencia como él, sería presa fácil del mal. ¡Luke! - le dijo el coreliano - déjame sitio, voy a echar un vistazo al mapa. Necesitamos reparar el Halcón. - añadió. Luke quitó rápidamente los pies de encima de la consola del Halcón y se cambió de asiento, para que Han pudiera sentarse en el suyo. - ¿Son graves los daños ? - inquirió Luke. - No, sólo tenemos un fallo en el sistema de deriva delantero. - respondió el contrabandista en un tono despreocupado, como si quisiera quitarle a la avería la importancia que tenía. - No tendremos problemas.....si no nos encontramos con patrullas imperiales. - Lo sabía! - le increpó Luke - Te dije que no era buena idea enfrentarse solo a dos destructores, pero.... - ¡Lo siento! - le cortó Han con un tono de enfado - Sólo trataba de darles más tiempo a esas naves. Los fallos no son críticos, tranquilizaos, ¿queréis?. - y continuó en un tono más calmado - No tenemos las piezas necesarias para reparar el sistema, así que habremos de ir a un puerto espacial para arreglar la nave. - El Imperio nos estará buscando, no podemos dejarnos ver. - dijo Luke - Además, tenemos que reunirnos con la flota. - añadió. - En estos momentos el Imperio es el menor de mis problemas, niño. - le dijo Solo - Yo no he ido a pagar a Jabba y eso me coloca en una difícil posición. Mi cabeza ya debe de tener un alto precio, así que un ejército entero de cazarrecompensas estará buscando esta nave. - le replicó Han en un tono airado, y tras una pausa continuó -Pero lo primero es arreglar el Halcón, así que hemos de encontrar un puerto espacial y desaparecer cuanto antes. - Lo siento, Han - dijo Luke en un tono arrepentido tras una pausa.- Tienes razón, te has metido en graves problemas para ayudarnos. No debo decirte cómo hacer tu vida.- añadió. Han Solo oyó las palabras de Luke y él también lo sentía, pero su orgullo era más poderoso que su corazón, y no hizo ademán alguno de responder al joven Skywalker, sólo siguió mirando el mapa cartográfico buscando el puerto ideal para llevar a cabo las reparaciones del Halcón. - ¡Este ! - dijo el contrabandista en tono de triunfo - ‘Ord-Mantel. Sí. Es lo suficientemente ilegal y está lo suficientemente preparado como para no encontrar ni rastro del Imperio y servirnos de taller de reparaciones. Luke se incorporó de su cómoda postura en el asiento de Chewbacca para mirar la información que salía en la consola del computador. - ¿Unas instalaciones de desguace? - leyó Luke extrañado. - Sí, Chewie y yo ya estuvimos allí una vez, buscando algunas piezas para el Halcón. - le informó Solo - No hay rastro del Imperio y es el lugar indicado para nuestro problema.- le repitió - En cuanto termine con las reparaciones de emergencia nos pondremos en camino. - ¿Cuándo nos reuniremos con la flota, Han? - preguntó Luke. - Cuando terminemos en ‘Ord-Mantel nos dirigiremos al punto de encuentro prefijado, en Redon.- dijo Solo - Allí te unirás a la flota y a tu princesa; Chewie y yo nos iremos para saldar nuestra deuda con Jabba. El silencio se hizo dueño de la cabina por unos instantes y ambos héroes permanecieron inmóviles. Ambos sabían que cuando eso ocurriera, sería el final de su aventura conjunta. No sabían si se volverían a ver de nuevo, pero una cosa si era cierta, no se olvidarían el uno del otro mientras vivieran. La aventura les había marcado para siempre. - Han..... - comenzó Luke a decir, pero el coreliano no le dejó terminar. Salió de la carlinga para terminar de hacer los preparativos para el viaje a ‘Ord-Mantel. Era duro, muy duro, demasiado como para escuchar las palabras de aquel niño atrevido, y a veces hasta insolente, pero cuya lealtad le había marcado tanto. La puerta de la cabina se cerró tras Solo y Luke pudo escuchar al contrabandista informándole a Chewie de los nuevos planes de ruta. Luke, apagó la consola del computador y siguió mirando las estrellas que manchaban de luz el inmenso y negro manto espacial. Los gritos se podían oír desde fuera de la puerta de la celda, custodiada por dos guardias de asalto imperiales vestidos con su típico uniforme, con armadura incluida, y ese casco cuya terrorífica expresión había alimentado las pesadillas de los habitantes de los mundos que había conquistado el Imperio. Dentro de la celda estaba Lord Vader, el temido Señor Oscuro de Sith, quien estaba interrogando a uno de los oficiales hechos prisioneros en la huida de Yavin IV. Los gritos desgarradores del desgraciado rebelde no pedían piedad, sino la muerte. Las torturas a las que era sometido el reo eran tan insoportables que le hacían desear la paz eterna con todas sus fuerzas. Vader había interrogado por medio de la Fuerza a cada uno de los pocos oficiales rebeldes capturados. Les había sometido a los más temibles sufrimientos físicos y les había introducido el terror en sus mentes, ese terror que sólo un Jedi oscuro tiene la habilidad de inculcar en lo más profundo de una mente débil y vulgar como la de un ser que no es poderoso con la Fuerza, que está al margen de todo ese conocimiento y, por tanto, que está en manos del destino que le marque el Lado Oscuro. Súbitamente los gritos de terror y de dolor, cesaron. El prisionero había muerto, pero sin decirle a Vader lo que éste quería saber: el punto de reunión de la flota rebelde, ahora diseminada por la galaxia. La puerta de la celda se abrió con un zumbido y una figura enorme y negra la cruzó enérgicamente, casi tocando con su brillante casco negro el listón superior del umbral. Los dos soldados de asalto siguieron, cada uno por un lado, ligeramente por detrás, al oscuro Señor de Sith, escoltándolo hasta uno de los ascensores que conducía al puente de mando. Allí se le acercó un suboficial, al cual Vader le ordenó con voz fría y profunda: - Retiren el cadáver. - Sí, Señor - respondió el suboficial, mientras la puerta del ascensor se cerraba. Una vez en el puente, Argo se dirigió en seguida hacia Vader para informarle : - Lord Vader - dijo - El Emperador desea hablar con Vos inmediatamente. - Bien, preparen la transmisión. - ordenó Vader y acto seguido abandonó el puente de mando. El Capitán Argo hizo una seña con la cabeza a uno de los suboficiales del puente y éste se dirigió a los controladores para que establecieran la comunicación con Coruscant. Vader entró en una cámara cuya puerta se cerró a su paso, dejando a los escoltas en el exterior. Luego se detuvo en el centro de la estancia circular y en frente, a unos tres metros, apareció un holograma con el anagrama del Imperio y a los dos segundos la imagen de cuerpo entero a tamaño natural del Emperador Palpatine, el sumo Amo y Señor de la galaxia. Inmediatamente Vader postró su rodilla en el suelo e inclinó la cabeza. - Saludos, Lord Vader - dijo el Emperador. - Mi Señor - respondió Vader para, acto seguido, incorporarse de nuevo, mientras la figura del Emperador en forma de holograma caminaba hacia él. - Hemos sufrido una gran derrota de manos de esos terroristas rebeldes - dijo Palpatine - Tarkin no supo manejar la situación con el debido tesón, y lo que iba a ser una gran victoria es ahora un enorme fracaso - añadió enfurecido. - Tarkin subestimó el poder de los rebeldes, mi Señor. Estuvo a punto de aplastar a la rebelión en su base secreta, pero ahora se han diseminado por la galaxia.- respondió Vader. - Hemos perdido más que la oportunidad de acabar con los rebeldes: nos hemos mostrado débiles ante los mundos conquistados. - dijo Palpatine mientras caminaba alrededor del Señor Oscuro - Eso alentará la insurrección de los sometidos. - y le preguntó a Vader - ¿Has conseguido saber a dónde se dirigen las fuerzas rebeldes?, Lord Vader. - Mi Señor, los prisioneros no estaban informados de ello. - respondió.- La única manera de dar con los rebeldes es movilizar a nuestros espías y perseguirles por la galaxia. - He dado orden de desviar un tercio de la flota bajo tu mando. - prosiguió el Emperador - Ahora serás tú el encargado de aplastar a la escoria rebelde, amigo mío. - Gracias, mi Señor - respondió él - Pero hay algo más. El Emperador se detuvo y, mirando a Vader, se le acercó a la cara. - Sí, algo te preocupa, mi fiel amigo - dijo Palpatine - Puedo sentirlo. - El joven que lucha al lado de los rebeldes - dijo Vader - la Fuerza es muy intensa en él, aunque aún no está preparado. Es el discípulo de Obi Wan. - Obi Wan ha muerto ya: era el último de los caballeros Jedi, exceptuándote a ti - respondió el Emperador - pero ese joven aún no representa un peligro para nosotros, aunque pronto lo será. - el Emperador prosiguió caminando alrededor de Vader y añadió - Deberás acabar con él, Lord Vader....o él terminará acabando contigo. - Le encontraré y le destruiré, mi Señor. - le dijo Vader. - He ordenado que la flota te espere en Valsek II. Una vez allí tomarás el control a bordo del Ejecutor, para emprender el exterminio de los rebeldes - dijo Palpatine - El Almirante Ozzel estará a tus órdenes directas a partir de ahora.- y dirigiéndose al lugar desde el cual había aparecido el holograma, éste añadió - No me falles, Lord Vader.- y el holograma desapareció. - No fallaré, mi Señor - respondió él, arrodillándose de nuevo. Los potentes motores de la corbeta rebelde dirigían a ésta hacia Redon, un planeta rico en vida, que desde el espacio lucía unos vistosos tonos verdes y azules claros, surcados por unos largos y esbeltos brazos blancos de nubes. Allí estaba la mayor parte de los transportes, reunidos junto a corbetas, fragatas, y algún crucero ligero de los Mon Calamari. La estrategia de huida de la Rebelión había sido precavida: había un punto de reunión para los más altos mandos del componente estratégico, otro para las naves capitales y de combate, así como otro más para los restantes elementos que conformaban la flota de la Alianza, como eran los transportes y las naves de apoyo. Eso haría más remota la posibilidad de acabar con la Rebelión en un sólo ataque, si es que eran descubiertos. La corbeta, con graves signos de impactos en uno de sus costados, se acercó hacia la fragata médica para trasladar a los heridos. El piloto maniobró con habilidad para colocarse encima del brazo central de la fragata, en posición transversal, para luego descender y finalmente completar el acoplamiento mediante el enganche por medio de un puente articulado de gravedad cero que comunicaría ambas naves para hacer el trasvase de heridos. Tras completar con éxito la operación, la corbeta se volvió a separar de la fragata médica, para dirigirse hacia el crucero ligero calamari "Rialt". Allí se volvió a acoplar para que la Princesa Leia, sus androides personales y varios ilustres pasajeros más se trasladaran a la nueva nave de batalla. En el muelle de anclaje les estaba esperando el General Reikeen. - Bienvenida, Princesa, celebro que os encontréis bien. - saludó el General. - Gracias General Reikeen - respondió ella - ¿Han escapado todos los transportes de Yavin a tiempo? - preguntó, y acto seguido ambos comenzaron a caminar por un largo pasillo de la nave, el cual dirigía hacia el puente. - La totalidad de la flota ha logrado huir a tiempo. Sólo un pequeño grupo se quedó bloqueado por el fuego imperial. - respondió el General - pero no pone en peligro nuestra seguridad, ya que sólo los altos mandos de cada flota sabían las coordenadas de nuestros puntos de encuentro. - Pobre gente - no pudo evitar decir Leia, imaginándose lo que dichos prisioneros sufrirían a manos del Imperio para finalmente no poder contar nada de valor para ellos. - Estamos esperando las nuevas coordenadas de reunión. - dijo Reikeen - Mientras, estamos reparando las naves dañadas y atendiendo a los heridos. - y prosiguió diciendo - Hemos recibido una comunicación del Capitán Solo y del Comandante Skywalker - le informó Reikeen a la Princesa. De repente ésta se detuvo y agarrando a Reikeen por un brazo y mirándole fíjamente a los ojos le preguntó con voz preocupada: - ¿Están a salvo? - Su nave ha sufrido daños de consideración y van a tardar más de lo previsto en reunirse con nosotros. - le respondió el General - Pasarán por un puerto espacial, antes de llegar. - Gracias a la Fuerza que están bien - dijo ella en tono de alivio y añadió - Sólo espero que no se encuentren con patrullas imperiales.- y acto seguido Leia le soltó el brazo a Reikeen y siguieron caminando por el largo pasillo de la nave. - ¿Ves como están a salvo, R2 ? - dijo el dorado humanoide inclinándose hacia su pequeño y rechoncho complemento. - Beep-bo-bee-boop. - le respondió el cabezudo R2. Eso mismo era por lo que Solo había estado rezando durante todo el viaje: por no encontrarse rastros del Imperio en ningún punto del trayecto. El Halcón se dirigía a toda velocidad hacia un planeta de color marrón oscuro, cuya superficie había sido totalmente barrida por una lluvia de meteoritos siglos ha. Pero el destino final no era el planeta, sino las instalaciones de desguace que se hallaban en órbita a 300 kilómetros de su superficie. - Ahí está Chewie - dijo el Coreliano con voz de satisfacción al ver la enorme instalación orbital. Se trataba de una estación basada en un enorme eje central, rodeado por dos gigantes anillos de anclaje, uno más grande que el otro. Se podía observar una gran variedad de naves de carga atracadas en dichos anillos, así como un gran crucero Botshi enganchado en la punta misma del eje de la estación. El tráfico de naves era denso, mucho más que la última vez que Han y Chewie estuvieron allí, hace ya unos cuantos años, para ver si conseguían equipar el Halcón con unos misiles en proa. ‘Ord-Mantel era en un principio un astillero para pequeñas y baratas naves de carga, pero los clanes del crimen organizado se hicieron con el control y es ahora el sitio ideal para que contrabandistas de piezas robadas o no homologadas, hagan sus negocios al margen de la legalidad. El Imperio conocía esto, pero no hacía nada. Probablemente esa fuera una forma de tener el comercio ilegal concentrado en un sector alejado del centro de la galaxia y el Sector Corporativo. Era el sitio perfecto para encontrar cualquier pieza sui generis que se necesitara, a un precio más que razonable y sin hacer preguntas sobre su procedencia. Pero todo esta ilegalidad era, por contrapartida, peligrosa. La mayoría de las piezas que se vendían en ‘Ord-Mantel procedían de naves robadas y posteriormente desguazadas en las propias instalaciones. No sería la primera vez que algún incauto contrabandista fuera a mejorar su nave y viera cómo ésta era robada para ser desguazada y vender sus piezas al mejor postor, justo antes de que su antiguo propietario fuera ajusticiado por alguno de los clanes locales. Otro peligro a tener en cuenta era la enorme rivalidad entre los clanes locales de criminales. Continuamente había escaramuzas dentro de la propia estación, una guerra particular, la cual no distinguía entre los enemigos, la competencia del negocio, y los meros desgraciados terceros que al estar en medio caían abatidos por el fuego de las bandas rivales. Sí, ‘Ord-Mantel era un sitio muy peligroso, pero Han y Chewie sabían que era el lugar ideal para arreglar el Halcón con las piezas ilegales que necesitaban. - Es muy grande - comentó Luke mientras Solo maniobraba el Halcón para atracar en uno de los muelles de la estación. - En cuanto atraquemos hemos de buscar a Kenox ; es el pirata que me vendió los misiles para el Halcón. El seguro que puede ayudarnos. - dijo Han. El Halcón atracó en el muelle, y el brazo de gravedad cero de la estación atrapó al carguero para permitir el trasvase de gente y cargamento. Tras asegurar la nave en el muelle contra posibles no deseadas visitas, mediante un mecanismo de cierre hermético bajo clave, los tres rebeldes salieron hacia el centro del complejo. Mientras esperaban el transporte que les llevaría hacia su destino, Han examinó los daños del Halcón por una de las ventanas de la estructura del muelle. - Ha sido un impacto muy directo - dijo - Espero poder repararlo aquí. El Halcón se veía desde arriba, y hacia la cabina de mando, un poco más adelante, se podían observar los efectos de las descargas láser de los destructores imperiales. Una mancha negra sobre una textura que parecía haberse fundido por el impacto, señalaban el punto exacto del problema. - Chewie, necesitaremos placas de durealeación para soldar en ese trozo. - le dijo el contrabandista al Wookie. - ¡Aaarghh! - respondió su compañero como asintiendo a su frase. - Han, el transporte ya está aquí. - dijo Luke. Los tres amigos se subieron al deslizador, en el cual ya había toda una serie de extrañas criaturas y piratas de todas las razas conocidas. Tras unos minutos de trayecto, el transporte se metió por un pasillo que llevaba al cuerpo central del complejo. Allí los rebeldes se bajaron. El cuerpo central era hueco, en gran parte, con ascensores y multitud de pisos y locales. Solo se dirigió a uno de los matones del clan que operaba en ese sector de la estación. La criatura era un alienígena de piel granate, con ojos rasgados, unas vestimentas viejas y un completo equipamiento de batalla. Tenía un cinturón con granadas puesto en bandolera, así como una cartuchera con una pistola y un cuchillo en la cintura, más un rifle blaster que mostraba orgulloso en su regazo, como si de un hijo se tratara. - Estoy buscando a Kenox Reinn - dijo Solo. - ¿Bek, nua-noigh? - respondió el alienígena en su lengua, la cual Solo parecía entender. - Necesito reparar mi nave - le respondió Solo al matón - Dime dónde puedo encontrarle - añadió. El alienígena miró a Han de arriba a abajo, y a sus dos acompañantes también, y tras guardar un momento de silencio, le señaló un ascensor y le dijo : - Goocha, grem. Han se dio la vuelta y dijo : - Bien, está tres pisos más arriba. Vamos. - así que Luke y Chewie siguieron al contrabandista hacia el ascensor. Parecía que Han tenía prisa, seguramente no le gustaba estar en un sitio así por mucho tiempo. En la entrada a uno de los apartados de la estación, un hombre regordete y bajo discutía con un alienígena alto y delgado, que sostenía una vibrolanza potencialmente peligrosa si la discusión se salía de tono. Era Kenox Reinn, que tenía problemas con un posible cliente que no estaba muy de acuerdo con el precio final de la mercancía. - Te he dicho que no te he engañado en el trato. Ese es el precio exacto del material y ¡ni un crédito menos!. - dijo el hombre regordete. - ¡Boo-cha-neg paga-ssaj!. - le respondió el alien en su lengua haciendo gestos ostentosos con los brazos. - Me he jugado el cuello por esas armas ante el Imperio. ¡¿Acaso crees que es fácil robar a un convoy bajo mando del Imperio?! - le gritó el pirata acaloradamente al alien, a lo cual éste se estremeció y echó un paso atrás. - ¡Vosotros sois todos iguales! : venís aquí y pedís vuestro material sin pensar ¡en el riesgo que he de sufrir para conseguirlo! - gritó y el pirata empezó a caminar hacia el alien, mientras éste trataba de guardar las distancias retrocediendo pasos. - ¿Biggen ulaq? - ¡NO!, ¡no acepto un trato! - respondió el pirata a la proposición del alien - El precio ya está fijado y si no te gusta encontraré a alguien a quien sí - continuó, y terminó - ¡FUERA de aquí!. - a lo que el alien debió de comprender que no le convenía enfrentarse al enfado de su proveedor de suministros, no sólo porque probablemente se quedara sin mercancía, sino porque era un rival poderoso como para enfrentarse a él de frente. El alien se dio la vuelta y se fue caminando, bajo la atenta mirada del pirata, el cual dibujaba una pequeña sonrisa en su boca, una sonrisa de satisfacción porque sabía que el tonto alien iba a comprar la mercancía al precio que él quisiera y sin discutirle un ápice. De pronto su sonrisa se tornó en una expresión de asombro al ver a tres individuos que salían de un ascensor. Reconoció a dos de ellos : el Capitán Han Solo y su compañero, el Wookie Chewbacca. Kenox vió cómo los conocidos tomaban el camino opuesto a su apartamento, así que se dirigió a toda prisa hacia ellos, persiguiéndoles por el pasillo y gritando : - ¡Solo!, ¡Solo!. - a lo que los tres amigos se dieron la vuelta y, quedándose inmóviles, Solo sacó su blaster rápidamente y apuntó a Kenox, por lo que el pirata se quedó paralizado y sorprendido ante aquello. - ¡Tira el arma! - gritó Solo. - Espera.... - Kenox notó como se le atragantaban las palabras en su garganta y se quedaba casi sin habla. - ¡No te muevas! - volvió a gritar Solo con expresión de enfado. - No me estoy.... moviendo.... - balbuceó el tembloroso pirata completamente acobardado, para, acto seguido, ponerse de rodillas y juntar las manos suplicando clemencia al contrabandista con lo ojos cerrados. Demasiado tarde: Solo disparó su blaster hacia Kenox, pero Reinn, abriendo un ojo, se dio cuenta de que el contrabandista había fallado, lo cual le extrañó tanto que se dio la vuelta y allí encontró tumbado en el suelo el cuerpo inerte y humeante del alien con el que momentos antes había estado discutiendo. Esto hizo que Kenox se levantara velozmente del suelo para ir a dar un abrazo a su viejo amigo Han Solo, su potencial verdugo segundos antes. - ¡Han!, ¡Han!, ¡me has salvado la vida otra vez! - repetía Kenox abrazando fuerte al contrabandista hasta casi quitarle la respiración. - Hey, tranquilo Kenox, me vas a ahogar - le respondió Solo sonriente. - ¡AAArrghhh! - gritó el Wookie mientras saludaba al pirata dándole con la mano en su espalda. - Cuánto me alegro de verte! - dijo Reinn. - ¿Acaso creíste que te iba a disparar a ti? - le preguntó Solo sonriendo. - ¡No!, ¡¿qué dices?! - le respondió Kenox quitándole importancia al asunto, y añadió - lo que pasa es que tenía que despistar al alien de alguna forma y me puse de rodillas para que pudieras tener un tiro más fácil, eso es todo. - acto seguido se dio la vuelta y no notó las cómplices miradas de los tres amigos, que prefirieron callar y no hurgar más en la cobarde herida del pirata. - Seguidme a mi apartamento, tenemos cosas de las que hablar, y los cuatro se pusieron en marcha. << FIN DEL CAPITULO 2 >> -o-