STAR WARS THE SHOW

Artículo creado por Jee-Wan para SithNET.
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Crónica de nuestro compañero Jee-Wan

 

LA EXPOSICIÓN SOBRE STAR WARS EN EUROPA
Por Jee-Wan

Poster de la Exposición Se realizó algún pequeño esfuerzo en 1995 para promocionar la edición remasterizada en video de la trilogía clásica. Pero fue en 1997 -coincidiendo con el vigésimo aniversario del estreno de "La guerra de las galaxias"- cuando se dio el verdadero pistoletazo de salida a las muestras de objetos y vestuario empleado en la realización de los films de la saga.

A la excepcional "Star Wars. The magic of the myth", del Smithsonian Museum of Air and Space, en Washington le siguieron exposiciones más o menos grandes por ciudades de todo el mundo. Los objetos de arte y artesanía mostrados procedían de los legendarios Archivos LucasFilm. Por fin los aficionados podían admirar las distintas calidades de los tejidos, ver hasta el más mínimo detalle que imprimían los bromistas del taller de maquetas de la ILM, o en un ejercicio de mitomanía, emocionarse por tener a escasos centímetros aquello con lo que se hizo historia en el cine, siendo a la vez la "materia cruda" a partir de la cual se han construido algunos de sus sueños.

Star Wars. The Show. es la, hasta ahora, última muestra realizada. Va a ser itinerante. Por fin llega una exposición de este calibre a Europa. Y recomiendo la visita. Para el aficionado a "La guerra de las galaxias" es imprescindible: Se trata de la mejor exposición sobre este tema jamás realizada.

El estreno de esta exposición itinerante tuvo lugar en Milán, la capital del diseño. Del 13 de mayo al 28 de agosto de 2005 se pudo visitar en la Triennale, un espacio poco conocido no muy lejos del Castello Sforzesco. En el día de mi visita apenas había gente. Para toda la muestra había sólo dos guardias que, además, no estaban encima de los visitantes presionando para caminar más deprisa. Ideal para disfrutar en intimidad de una exposición que iba de menos a más, pero con una subida inicial vertiginosa.

Junto a un inmenso cartel en el que se acentuaban los rasgos geométricos de la cabeza de Darth Vader se encontraba el acceso a la sala. Reproducciones de los posters de las películas en distintos idiomas acompañaban a un texto para poner en situación al visitante. A un par de metros había, en un expositor cilíndrico de varias secciones, réplicas de las empuñaduras de Luke, Vader, Ben, Qui-Gon y Maul con un tubo fluorescente de tamaño mayor al de los Master Replicas FX y junto a cada sable, una pequeña pantalla de vídeo en la que se mostraban momentos seleccionados de combates. Aquí se daba paso a la exposición "en serio".

Original era la sección blanca, reminiscente del corredor de una nave, que había que atravesar. Los textos no eran tan interesantes, por contener la misma información leída una y mil veces por los aficionados: el viaje del héroe, influencias en la estética y personajes... Lo grandioso era poder ver los bocetos de McQuarrie conocidos por los libros "The art of...", un diseño de la cabeza de la Reina Amidala -¡ya con su característico maquillaje desde 1995!-, un modelo previo en resina pintada de Jar Jar con rostro más simiesco que tipo... ¿caballo?, ¡la mítica platea de la carrera de vainas con sus no menos míticas cabezas-palitos de oreja pintados!, ¡el palco punto de partida de Boonta Eve! ¡Pero si utilizaron figuras de los Action Fleet de Micromachines para representar espectadores! Y enormes "miniaturas" como maravillosos edificios de Theed, en los que se puede admirar hasta diminutos angelotes decorativos, imposible que se vean en pantalla, pero que contribuyen a dar más realismo, o una sección del circo de Geonosis, y otra de un cráter de Utapau. Armas, accesorios... El asombro es constante.

A la salida esperan, imponentes, villanos y héroes. Se mezclan trajes de trilogías clásica y nueva. La labor es, sencillamente increíble. El traje de Amidala en la celebración final del Episodio I aún parece más angelical. No hay dos negros iguales entre el traje de Vader y el de Maul... Sólo en una reflexión posterior uno puede darse cuenta de que faltaba algún traje concreto preferido. Pero durante la visita, la gran variedad y altísima calidad del vestuario hacen que no se piense en ello.

Gracias a esta oportunidad el visitante puede notificar detalles que pueden habérsele pasado por alto incluso tras visionar las películas en incontables ocasiones. El símbolo de la Casa Real de Naboo está bordado en algún que otro traje; el extremo superior de la silla del despacho de Palpatine conforma sobre su cabeza dos cuernos... Sí, he dicho bien "silla". Porque en esta exposición se pueden ver objetos que nunca antes habían salido de los Archivos LucasFilm. ¡Qué diferentes la silla de casa de los Naberrie a la del puente de la nave de la Federación de Comercio o a la mecanosilla (con patas añadidas por ordenador)!

Naturalmente que había objetos clásicos y más típicos, como las máscaras de los alienígenas del palacio de Jabba, la maqueta del esquife de la lucha sobre el Sarlacc o figuras de resina pintada como la de Watto, aunque es difícil decir qué impactaba más. Menos visto era una maqueta de uno de los monstruos marinos de "La amenaza fantasma" en resina transparente con los órganos internos coloreados, o primeros bocetos del despacho de Palpatine, con una larga mesa presidida por el Canciller en la que trabajan cuatro asistentes, o una elaboradísima planta para la construcción de decorados como la Base Eco o el puente de mando de la Mano Invisible. Muy curioso resulta en este último caso, ver la indicación de dónde se pueden colocar cortinas negras para ocultar la entrada.

Es grandioso poder ver productos de todas y cada una de las fases de la creación de la película y que conocen bien los que han visto los distintos "cómo se hizo". Desde bocetos preliminares a objetos utilizados en las películas (como la maqueta del T-16 con la que juega Luke en su garaje o el casco desmontable de Vader), pasando por los modelos para las distintas fases de aprobación por parte de Lucas, o la postproducción (p.e. un caza Naboo N-1 empleado para los efectos pirotécnicos con su agujero y manchurrón negro o uno de los turbolásers de la superficie de la Estrella de la Muerte). Incluso más allá, pudiendo admirar una maqueta de la vaina de carreras de Ánakin construida exclusivamente para exposición en el Rancho Skywalker. Y por si fuera poco, la práctica totalidad se podía ver sin un cristal entre medio.

Con toda esta maravilla delante ¿quién prestaba atención a las pantallas de vídeo en las que se proyectaba en bucle los trailers de las distintas películas de la saga?

Y cuando ya se acerca el final, y por lo tanto parece que se acaba lo bueno, aún queda una inmensa maqueta del puente del Ejecutor y, tras otro pasaje hexagonal (este de color negro), dos cabinas de dos vainas de carreras y el speeder de Zam Wessel a tamaño real. Mejor que nunca se puede ver el concepto "lucasiano" de universo usado: el speeder con el agujero y posterior derretido del "parabrisas" fruto de la refriega con Ánakin, las vainas que aún deben estar soltando arena desde la famosa tormenta tunecina... En fin, otra oportunidad de sonreir con el detallismo de la gente de Lucas, al poner cinturones de seguridad ¡e incluso velocímetro Mach en las vainas!.

Para terminar la muestra, dos pinturas mates, siendo la más destacada la del pozo sin fondo por el que Vader tira al Emperador y finalmente logra traer el equilibrio a la Fuerza.

Siendo muy tiquismiquis, se podrían poner dos pegas. La primera es que no realizaron catálogo de la exposición. Bien es cierto que casi todas las cosas ya habían aparecido impresas en los libros de "Making of...", "The art of..." y los Chronicles. Pero habría estado bien tener la recopilación conmemorativa de los objetos de esta memorable muestra en particular.

Por otra parte, estaba absolutamente prohibido realizar fotografías (ni sin flash), así como grabar con videocámara. Pero eso no es obstáculo para que esta exposición, la mejor jamás realizada sobre este tema, quede permanentemente impresa en la memoria.


Artículo de Fabio curti

 

Seis films en 250 piezas: Con todos ustedes "La guerra de las galaxias"
Por Fabio Curtí para Corriere della sera.

El primero en salir de las cajas fue Darth Vader. De entre todos, el caballero negro no es precisamente tímido. Más bien parece enfadado –bromea el personal de la Triennale que asiste entusiasta a la apertura de las cajas recién llegadas del rancho californiano de Lucas-. No estará acostumbrado a los cruceros marítimos: normalmente las únicas naves en las que viaja son las espaciales...

Tras un viaje de aventura –en Chicago el tren se averió y los héroes, buenos y malos, perdieron el enlace con el trayecto trasatlántico Nueva York-Genova como el común de los mortales-, los protagonistas de Star Wars. El Show desembarcaron en Italia. Hablar de acontecimiento no es exagerado. Con sus 250 piezas en total de las seis películas de la saga de “La guerra de las galaxias” (incluyendo de la última, “La venganza de los Sith”), la muestra es estreno absoluto en Europa. Milán ganó por un pelo a París, donde aterrizará en octubre.

De las noventa cajas salen trajes, maniquíes, máscaras y marionetas que han hecho soñar con los ojos abiertos a al menos tres generaciones. Y además astronaves (de entre pocos centímetros a tres metros), robots, maquetas de algunos palacios que se ven en las películas, 60 dibujos entre storyboards, bocetos, planos técnicos y pinturas.

¿Una exposición para apasionados al cine? Sin duda, pero no sólo para ellos. La exposición es de hecho un homenaje a una genialidad que “sobrevive” muy bien incluso fuera de la ficción de la gran pantalla. Estos objetos no se limitan exclusivamente a ser “espectaculares” –explica Laura Agnesi, responsable del sector iniciativa de la Triennale-, entran con todas las de la ley en las categorías del diseño, de la arquitectura, del modelismo y de la moda. Todos están realizados a mano, tras innumerables prototipos, por artesanos habilísimos. La investigación sobre el material es más que sorprendente. Los diseños de los vehículos espaciales parecen verdaderos proyectos de ingeniería. Y los vestidos se enmarcan en la mejor tradición del vestuario teatral.

Y al ser ejemplares únicos, creados simplemente para una ficción cinematográfica, estos objetos muestran la vida trascurrida. Desgastados y decoloridos, parecen de segunda mano, como si verdaderamente hubiesen sido los instrumentos de un desafío mitológico en el cual, “hace mucho tiempo”, el Bien y el Mal se disputaron el dominio de “una galaxia muy, muy lejana”.

Sin embargo, para este tipo de diseño futurístico ligado al cine parece llegar el ocaso con el último episodio de “La guerra de las galaxias”. Ironías del destino, su enemigo mortal es precisamente el progreso tecnológico. Las técnicas de captura moderna hacen, de hecho, cada vez menos importante la labor de los artesanos: objetos, personajes y escenarios son reelaborados o realizados enteramente en formato digital. El set de la última película de Lucas seguramente estaba más vacío que el de el primer episodio o el de “El Imperio contraataca”.

Y también por este motivo las piezas llegadas a Milán son consideradas objetos de arte en todos los efectos. En la práctica, C-3PO y R2-D2 (la simpática pareja de droides compuesta por el humanoide dorado y su amigo con forma de aspirador) están asegurados como si fuesen esculturas de un artista de renombre. El valor total de la muestra alcanza una cantidad de 9 millones de euros, con una media de 30.000 dólares la pieza. Y también en la batalla del listado, el Mal se lleva las de perder: el traje del despiadado Darth Vader vale 125.000 dólares frente a los 175.000 de Luke Skywalker, el héroe interpretado por Harrison Ford (sic), o 150.000 dólares de Chewbacca, el tierno compañero de Han Solo.

Luigi Pedrazzi, de ArteUtopia, es uno de los productores-conservadores que ha seleccionado las piezas de la muestra. Por como cuenta los tratos desarrollados en los almacenes del Rancho Skywalker de San Francisco, se entiende que es una persona que no ha visto las películas de Lucas sólo por motivos laborales: Sudé siete camisas para conseguir el Pod Racer de Sebulba, el bólido de la famosa carrera de “La amenaza fantasma”. Un vehículo extraordinario. ¿Lo que lamento? Que no nos hayan dado la Estrella de la Muerte, la luna artificial que en la primera tanda iba a destruir los planetas rebeldes. Está ligada a una escena inolvidable, en la cual las naves de Darth Vader se lanzan en una persecución de infarto a por Luke.

Los responsables de Lucasfilm habían pedido que cada objeto expuesto estuviese recubierto por vidrio o plástico. Una elección que habría comprometido la eficacia de los juegos de luces, fundamentalmente en una exposición en la cual es necesario recrear atmósferas imaginarias en torno a los objetos –explica Alessandro Pedretti, conservador del proyecto expositivo-. ¿La solución? Buscaremos alcanzar un compromiso entre las exigencias de seguridad y la espectacularidad de la exposición. Así pues, plexiglas con cautela.

El presidente de la Fondazione Triennale Davide Rampello se pasea entre las cajas medio abietas. Su expresión admirada mientras acaricia una máscara de silicona de Watto u observa la maqueta del Halcón Milenario, es una elocuente respuesta a los puristas que no ven con buenos ojos los “shows” en via Alemagna. Se trata de una palabra nobilísima. La muestra de Vermeer en La Haya era un “show”. Es el valor de los objetos lo que importa: aquí tenemos artesanado de grandísima inventiva y calidad. Lucas, además, es un maestro del cine que ha plasmado nuestro imaginario. Creo que se ha ganado de pleno la acogida en la Triennale.


Artículo de Peppe Aquaro

 

Y al final de la curva os espera el "Lado Oscuro" del show
Por Peppe Aquaro para Corriere della Sera.

Es la cabalgata de la fantasía estelar en el centro de un templo de la arquitectura. No es por casualidad que sea el interior de la Triennale de Milán quien acoja “Star Wars. The Show”, la muestra-evento pensada para celebrar, de acuerdo con ArteUtopia y LucasFilm, el estreno en las salas de “Star Wars – Episodio III” con el cual concluye la saga de las famosas películas de George Lucas. En “Star Wars. The Show” proyectualidad y espectáculo proceden simultáneamente, como nos hace comprender Alessandro Pedretti, guía de excepción a las sorpresas de la muestra.

En más de 1300 metros cuadrados de exposición encontramos unas 250 piezas, todas protagonistas de la Saga –dice Pedretti, responsable de la disposición- pero lo que se ha buscado hacer es no exponer los valiosos objetos de los archivos de LucasFilm bajo un techo frío e insignificante. Premisa respetada, sobre todo, gracias a una previsión de los objetos expuestos –provenientes de la previa e incompleta muestra de Tokio-, intuyendo que la realización debía ser algo más que una simple representación.

Así pues, un viaje en compañía de los verdaderos protagonistas de la saga comenzada a finales de los años 70. Sin descartar los principales ingredientes de los varios episodios: de las atmósferas sonoras –íntimamente ligada desde el principio la música de John Williams- que introducen al espectador-protagonista directamente en el universo de Star Wars, las imágenes de los seis episodios de “La guerra de las galaxias”, incluyendo el último “La venganza de los Sith”, entre muchísimos objetos y trajes inéditos.

El transcurso, introducido por una enorme máscara representante del pérfido y vengativo Darth Vader, imagen símbolo de la saga, comienza por la primera de las dos galerías de astronave (20 metros de largo y 3 de alto), de forma hexagonal y completamente blanca, opuesta a la segunda, de color negro. En la práctica, la clásica contraposición entre el Bien y el Mal. En el interno de las dos galerías se utiliza un continuo juego de luz para simular un viaje en el espacio –dice Pedretti- puesto que la propia forma hexagonal de la nave nos permitió crear grandes ventanas transparentes a las cuales aproximarse para escrutar el paisaje circundante. Que es obviamente galáctico, habitado por droides, guardas imperiales y alienígenas. Todo al alcance de la mano, para explorar y... circunnavegar.

Eh sí, una vez que se sale de la astronave, en este imaginario espacial se pueden encontrar los trajes de los protagonistas de las películas tranquilamente situados sobre trece circunferencias. En realidad una serie de planetas, de diámetro 3 y 5 metros, en el interior de la galaxia, iluminados con luz propia (neón coloreado), o por proyectores externos que iluminan los objetos, añade el arquitecto. Es fácil sentir en este caso la llamada a los combates con espadas laser.

Y no solo. En el pasillo curvo de la exposición hay referencias a las aventuras narradas en los diversos episodios, con un homenaje a la belleza paisajística italiana. Inmediatamente después de haber salido de la primera galería están expuestos, enmarcados como cuadros del S.XIX, imágenes extraídas de los episodios rodados en Italia: desde la Reggia di Caserta (Episodio I), al lago de Como (Episodio II) y al Etna en plena erupción (Episodio III).

Y aquí pasamos de las ambientaciones absolutamente naturales a las ultimísimas técnicas digitales descubiertas y expuestas cerca de la segunda galería. Toda la creatividad de Lucas y compañía está mostrada a través de una serie de obras conceptuales y modelos (estupendos los diseños y cuadros de Ralph McQuarrie y Doug Chiang) incluyendo el consecuente renderizado o las imágenes definitivas creadas en el ordenador. Así, después de haber zigzagueado entre las plataformas con los trajes de la bella Reina Amidala o del héroe Han Solo, astronaves y maquetas de los personajes de las películas, se entra en la segunda galería, la negra.

En esta parte del recorrido, una especie de “Lado Oscuro” de la muestra, la protagonizan los malvados protagonistas de los episodios más cruentos de Star Wars, éticamente equilibrados, al exterior de este último pasillo, están los trajes originales de los simpáticos R2-D2 y C-3PO. Y puede que ya estemos en presencia de la modernidad tecnológica, como el casco del cazarrecompensas Jango Fett, o modelos de las dos astronaves, el Podracer de Sebulba y el Speeder de Zam Wesell, que cierran la exposición. Pero la fantasía, como el espacio, es atemporal.


Artículos de Giovanna Grassi

 

"¿Mi Lucas Valley? Lo descubrí a bordo de un Bianchina"
por Giovanna Grassi

Más allá del puente Golden Gate, a espaldas de San Francisco y tras haber abandonado la autopista 101 se llega a Marin County y en un valle que se llama Lucas, donde una carretera conduce al Rancho Skywalker se encuentra el imperio creativo y productivo de George Lucas.

Sonríe el pequeño hombre, que vive en una galaxia a medida de su imaginación: “Lucas Valley existía antes de que comprase el terreno. Nací en Modesto y me gustaba, siendo joven estudiante de cine, explorar California en un Bianchina. Quizás un viajero con mi apellido llegó aquí: en cuanto me fue posible elegí este lugar para mi fábrica de películas”.

Catorce son los estudios y laboratorios e incluso hay un pequeño alojamiento bed and breakfast para los que se quedan. Entre un lago, bosques y jardines, se hallan las construcciones victorianas porque el hombre que mira al futuro y ha creado las tecnologías cinematográficas más avanzadas es un romántico. Cuando su mujer lo dejó, Lucas decidió que no se volvería a casar: se quedó con la pequeña Amanda, que Marcia y él habían adoptado, adoptó a Katia y a Jett y ha educado a sus hijos solo, entre todo lo que ama.

Aquí trabajan dibujantes, diseñadores, técnicos de efectos especiales, artistas y artesanos y aquí vienen también los principales directores y productores para editar imagen y sonido de sus películas (centenares de ellas, desde “I.A.” a “Polar Express”). Los que trabajan en el Skywalker, además de los 250 fijos, se reencuentran a la hora de la comida en el restaurante bajo una claraboya, junto a la tienda donde se pueden comprar libros, camisetas, incluso un mapa de carreteras de la California cinematográfica y los gadgets de las diversas divisiones y sociedades operativas de Lucas. La del sonido THX, para hacer escuchar un film en la sala del mejor modo posible; la Industrial Light and Magic, que crea los efectos especiales; la Lucas Art Interactive, que desarrolla todo tipo de tecnología creativa e incluso tiene cursos educativos. En la no lejana San Anselmo, Lucas ha deslocalizado otra sede del Skywalker y en una zona del Presidio Army de San Francisco, el Letterman Digital Center.

Pero el corazón de la cuna de los efectos especiales permanece en el Skywalker: estudios de sonido, animación, edición, la Lucas Licensing y Lucas Games y el THX Sound System. Aquí está una de las salas de proyección más bellas del mundo, y en el edificio principal se encuentra la inmensa biblioteca con decenas de miles de preciosos volúmenes, y las colecciones de Flash Gordon y Buck Rogers, bajo vidrieras Art Nouveau. En las paredes de los laboratorios, cada uno con un nombre cinematográfico hay posters de cine imposibles de encontrar, cuadros de Norman Rockwell y de impresionistas californianos. Sobre las mesas hay juguetes y libros de historia y de mitología. Hay salas de escritura, el laboratorio de las criaturas y los robots, el museo de memorabilia y el de los diseños aprobados. Faxes y ordenadores funcionan día y noche y envían bocetos y páginas de guión a quien está lejos.

Dice Lucas, que se considera un urbanista y arquitecto frustrado: “Quería crear un lugar donde trabajar, pensar, escribir en armonía. El Skywalker es como el cine: un work in progress.”

El diseñador de producción Gavin Bocquet desvela los misterios
Por Giovanna Grassi

Tras cada diseño, boceto, miniatura, traje, efecto visual y sonoro de las seis películas de la saga de Star Wars no hay nunca un único nombre, sino un equipo al completo, que da vida al producto de LucasFilm. Pero puesto que incluso el detalle más pequeño ha de ser aprobado por el director y escritor George, la compatibilidad, el estilo y el gusto permanecen invariables.

El diseñador de producción de las tres últimas películas es Gavin Bocquet que explica: “Todo es diseñado en primer lugar, y después, transformado en miniatura o boceto”. Gavin Bocquet es inglés, reservadísimo, diplomado en Diseño en el Politécnico de Newcastle, master en el Royal College of Art en 1979. Últimamente se le puede ver en nuestras pantallas, con el segundo film de la serie que ha creado: “xXx 2: Estado de emergencia”. Lucas quedó fascinado por el trabajo de Bocquet desde cuando vio “El hombre elefante” y fue Richard Marquand, el director de “El retorno del Jedi”, quien le dio trabajo como diseñador en el equipo. Posteriormente, uno de los grandes amigos de George, Steven Spielberg, lo llamó para “El imperio del sol”, y George le confió la labor de escenógrafo de la serie de televisión “Las aventuras del joven Indiana Jones”.

En la actualidad colabora estrechamente con la fidelísima diseñadora de vestuario Trisha Biggar, que verdaderamente ha dado el aspecto y un estilo inconfundible a muchas películas de la serie también porque, cuenta: “comencé a trabajar de muy joven en los primeros episodios, como asistente del gran John Mollo, y crecí estéticamente y culturalmente en el perfeccionismo de LucasFilm. La moda de Star Wars ha influenciado a muchos estilistas, tanto en los trajes y abrigos masculinos como en los femeninos, en lo que respecta a los tres últimos films y los vestidos, joyas de Natalie Portman – Padmé Amidala. Basta observar los bocetos de los vestidos de la reina de la galaxia para darse cuenta, pero también en los de Ewan McGregor – Obi-Wan que reproducen el estilo de Alec Guinness en la primera trilogía. Y como cambian los trajes de Ánakin Skywalker – Hayden Christensen, poco a poco hasta, en esta última película, su máscara y armadura que cubren su rostro y cuerpo quemado y herido, que acompañan su oscura transformación en Darth Vader”.

Gavin Bocquet narra: “Trabajé en el set de Lucas siguiendo el trabajo desde las primeras búsquedas de localizaciones exteriores, desde Sydney hasta la Reggia de Caserta y las dunas del desierto de Túnez. El trabajo se ha traducido en una muestra de las películas, pero también antes, una especie de cuaderno de trabajo, testimonia esta minuciosa búsqueda, que también en lo que corresponde a las armas, trajes y robots, los objetos, se hace tras consultar innumerables libros”.

¿Quiere decir que tras los robots y las habitaciones, o las astronaves, de los salones de los palacios, del reino del mal y de los Sith y de los Jedi hay lecturas y las visiones de dibujos en libros de mitología, de cultura egipcia o de tecnología futura, materias predilectas de Lucas?

“Sí. Y en el cuerpo único de la materia total, se reflejan diversas influencias pictóricas e históricas, pero también sugerencias, invenciones, especialmente en lo que concierne a los robots C3PO, R2-D2, Jar Jar Binks, Darth Maul, los Ewoks... Seguramente en el trabajo de la última película a alguno le vendrán recuerdos de las ilustraciones de Gustavo Doré para el Infierno de Dante. En realidad, en la creación de los diversos cuadernos de trabajo siempre se busca, y esto es uno de los significados de la creación artística y conceptual de Star Wars, un universo paralelo.”

Dice la diseñadora de vestuario Trisha que, siguiendo el transcurso de los bocetos de los trajes es posible reconstruir toda la saga y un cierto alma de Star Wars...

“Es verdad y esta consideración vale no sólo para los vestidos ceremoniales, pero después más sensuales, de Padmé-Portman, sino también para cada objeto, armadura, máscara. Incluso para las criaturas como Jar Jar. Los artistas visuales del equipo están siempre en estrecho contacto con sus colegas de los otros departamentos de la película y así es como nacieron y se pusieron a punto al alado Watto, al jefe Rune Haako, al gran Yoda, los speeder-bikes, incluso los tatuajes de Darth Maul. Incluso en los emblemas reales, el departamento artístico, antes de su realización consulta libros de antiguas joyas chinas y medievales.”

¿También se diseñan todas las escenas exteriores?

“Antes se realizan viajes de investigación, de Túnez a Australia, a Sevilla en España o a Sicilia y Caserta, y después, se seleccionan los lugares preelegidos, se pintan y se crean los decorados. Lo mismo sucede con las armas, de los puñales a los rifles espaciales. Doy a mis colaboradores, por ejemplo, la guía de los diseños de los interiores de las naves espaciales y poco a poco se construye cada detalle: ¿Qué número? Para la última película diseñamos y constuirmos 72 decorados, que después han servido también a los creadores de los efectos digitales: La sala de conferencias (sic) de “La venganza de los Sith” representó un gran trabajo y se crearon de propio más de 500 trajes. Con tejidos buscados de China a París, de la India a Londres, para dar, como a tantos otros objetos y escenarios interiores un toque exótico, misterioso, entre pasado y futuro, realidad e imaginación. El mismo toque se refleja en la saga y en el viaje en el tiempo de La guerra de las galaxias.”

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