Era el jueves 6 de mayo en Nueva York: La primera proyección oficial de Star Wars, Episodio I La Amenaza Fantasma. La sala del complejo United Artists, en Union Square, zumbaba de una extraña agitación, de esa excitación particular, de esos estremecimientos reconocibles entre mil y que caracterizan los momentos que preceden a un gran evento. La sala estaba llena de niños. Y de periodistas, en su mayoría extranjeros (las proyecciones para los periodistas americanos estaban previstas para mitades de la semana siguiente). También estaban Ewan McGregor, Liam Neeson, el pequeño Jake Lloyd, acompañado por su hermana y sus padres, y Han Solo en persona. Esta proyección era la cumbre de un extraño viaje que, en una semana, me había llevado de París a Nueva York, pasando por San Francisco, y me había hecho sobre todo comprender el alcance del imperio Lucas. Tres días pasados para conocer a todos sus colaboradores, en sus oficinas del Skywalker Ranch, en el lugar mismo donde dan cuerpo a las fantasías del creador de La guerra de las galaxias, compartiendo su trabajo cotidiano (¡y... yendo en bicicleta!) en un lugar de ensueño consagrado al cine como un monasterio lo está a la oración, más dos días de proyección y entrevistas en Nueva York... Fue, como en una película de Cocteau, pasar realmente de un lado del espejo al otro. Un extraño viaje en un extraño país -Lucasland- increiblemente real e increiblemente de fuera de este mundo a la vez.

En el momento de la aparición de los célebres títulos, en el que el texto avanza hasta que se pierde en el espacio infinito estallamos en aplausos... A long time ago, in a galaxy far, far away... Es impresionante encontrarse ahí. Casi intimidante. ¡Ser parte de los primeros espectadores de la película más esperada del mundo! Pero qué responsabilidad también de ser los primeros a tener que dar una opinión sobre esta película por la que personas acampan durante días delante de los cines para asegurarse de poder verla el primer día, el 19 de mayo. ¡Qué carga! Cuando la luz se encendió, dos horas y pico más tarde, hubo otros aplausos, pero no eran de la misma naturaleza que los primeros, como si su eco hubiera sido ensordecido por la agitación que, a la fuerza, bullía en los pensamientos de los espectadores. ¿Qué podría decir yo sin desvelaros todo, tanto tiempo antes de la aparición en Francia el 13 de octubre? En primer lugar, que he sido completamente absorbido por la pantalla, y por la riqueza visual del universo de La amenaza fantasma. Por Natalie Portman quien, magnífica, hace existir, con mucha gracia, su personaje de la reina Amidala. Por ciertas escenas absolutamente soberbias -la ya famosa carrera de pequeñas naves, la huída estilo 20.000 leguas de viaje submarino, los combates formidablemente rodados y coreografiados, la batalla entre los robots y los Gungans... Claro, también podría deciros (como muchos periódicos americanos, tal y como me daría cuenta los días siguientes) que los personajes quedan un poco sepultados bajo un montón de efectos especiales, que son demasiado esquemáticos y que están poco desarrollados, que la música de John Williams es demasiado invasora, que el hecho de que el héroe del film tenga 8 años lo hace sobre todo una película para niños... ¿Pero no es todo eso, en el fondo, lo que los críticos de la época decían de La guerra de las galaxias? ¿He envejecido demasiado? ¿No ha sido el tiempo quien nos ha hecho colocar esta trilogía en nuestro panteón, simplemente porque es el más bello símbolo de esa parte de la infancia que no queremos perder por nada del mundo? Si La guerra de las galaxias gustó también a los adultos en 1977 fue porque era una verdadera novedad desde todos los puntos de vista, pero ¿no ha sido siempre un film para niños? ¿No estamos esperando demasiado de esta nueva Star Wars, deseando que nos haga reencontrar nuestra juventud?.

Lo que es seguro, es que se presiente que se trata de la exposición de los personajes y de la situación, y que es en el segundo episodio de esta nueva serie donde todo transcurrirá. Lo que también es seguro, sobre todo, es que tengo ganas de volver a verla cuanto antes. No será más que para verla "normalmente", alejado de esta espera, de este momento en el que el deseo es tan fuerte que termina siendo un obstáculo para el placer. Claro, como todo el mundo, he leído la prensa americana, y veo su decepción. Pero también entiendo a todos aquellos que, a pesar de esos peros que a menudo comparten, no han perdido ni una pizca de su fe lucasiana. Como Juliette Michaud, nuestra corresponsal en Los Angeles, que vió el film algunos días después mía y salió encantada: "Aunque no me ha gustado todo, he sido, sobre todo, transportada. Como si Lucas hubiera sabido volver a darme mis ojos de niña. La Fuerza continúa con él.".

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© S I T H N E T
Reportaje sobre La Amenaza Fantasma de la revista francesa Studio Magazine nº146, junio de 1999.
Traducción de Lord Esuurd / Maquetación: Coronel Kurtz
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