A punto de cumplir 52 años, en la cúspide de su carrera,
encadenando películas, Samuel L. Jackson se ha erigido en el segundo
actor negro mejor pagado en Hollywood, (después de Denzel Washington).
Tras rodar 40 películas, ahora ha estrenado Reglas de compromiso
y, dentro de muy poco, Shaft. The return (por la que ha cobrado cinco
millones de dólares, 875 millones de pesetas). También produce
y protagoniza Caveman’s Valentine, está rodando la quinta entrega
de Star Wars y se prepara para reunirse de nuevo en la pantalla con Bruce
Willis en una película que M. Night Shyamalan (El sexto sentido)
ha escrito a la medida de ambos, Unbreakable. Es una autentica
máquina de actuar.
Por Beatrice Sartori (Deauville)
La piel del rostro de Samuel L. Jackson brilla tanto como el impecable
cuero de su chaquetón de Armani. Una inevitable y personalizada
gorra de Kangol, vaqueros negros y botas sobre calcetines deportivos Puma,
completan el aspecto radiante de un actor que exuda confianza, carisma,
bonhomía y chulería a cantidades iguales. Presencia ubicua
en el cine americano desde su feroz trabajo como el adicto al crack Gator
de Jungle Fever (Fiebre salvaje) (1991), y limpio de un pasado enganche
a las drogas, dice que lo suyo es una pasión por el cine sólo
comparable a su adicción por el golf.
Fotogramas: Encaramado al éxito, ¿ha cumplido sus
sueños infantiles?
SAMUEL L. JACKSON: ¿Qué sueño de todos? ¡Eran
ciertos! Si se refiere a ser actor, para nada, en absoluto. Ni por un momento
durante una infancia pobre en Tennessee. Ni hubo elección de carrera
en un momento determinado. Mi familia quería que fuera medico o
abogado, lo normal en las familias.
F.: ¿Y qué quería ser?
S.L.J.: Primero de todo, un vaquero. Por la diversión. Pero
pasó mucho tiempo antes de que sintiera vocaciones reales. La primera,
cuando estaba ya en el colegio, fue ser biólogo marino. Pero accidentalmente
entré en el teatro.
F.: ¿Cuál es el beneficio de la preparación teatral?
S.L.J.: La experiencia teatral es muy particular para cada uno. A mí
me enseñó a amar el silencio. Hice teatro en N.Y. mucho antes
de hacer cine. El teatro me forzó a crear mis propios personajes,
a hacer preguntas y buscar respuestas. Y esto fue muy útil, porque
es lo que sigo haciendo. Me sigo preguntando lo mismo durante el proceso
de crear un personaje en el cine. Lo bueno es que estuve mucho tiempo en
el teatro, porque no fui llamado por Hollywood hasta bastante más
tarde. Me entendía a mí mismo como actor y me sentía
lleno de confianza hacia la manera de hacer mi trabajo. Y no es nada que
tenga que ver con la fama y el dinero. Yo me sigo considerando un actor.
F.: Pero ahora se lo considera una estrella.
S.L.J.: Lo sé. Cuando me lo dicen, respondo: No, sigo siendo
un actor. Creo que mantengo la misma actitud y forma de trabajar para encontrar
los resultados que busco. Sigo haciendo cosas muy especificas porque sé
que el público espera cada vez un nivel de interpretación
más alto de mí. Por todo lo que he producido hasta ahora,
esperan ver alguna cosa distinta cada vez o un aspecto diferente. Sé
que mi calva o los apósitos que se le agreguen crean mucha expectación.
F.: Las gorras Kangol y las pelucas.
S.L.J.: Es que las caracterizaciones siguen gustándome muchísimo.
Todo depende del personaje y de mis ganas de decorarlo. Pero también
busco lo más importante: dotarlo de la expresión facial acertada,
la inflexión vocal adecuada y el perfil del personaje. Lo demás
son accesorios. Las pelucas son necesarias porque perdí el pelo
hace tiempo. Y las gorras... son divertidas.
F.: ¿Cuántas le diseñaron los de Kangol para
Jackie Brown?
S.L.J.: ¡23, todas distintas!
F.: ¿Comparte algo con John Shaft?
S.L.J.: Llevamos los mismos trajes (risas).
F.: ¿Lo viste a usted siempre Giorgio Armani?
S.L.J.: Hhhmmm... no siempre.
F.: Armani se los diseña conforme a su personalidad. ¿Se
los regala después?
S.L.J.: ¡Hey, no voy a contestar a eso! ¡Tengo que decir
que me pago yo mi ropa!
F.: ¿Cuándo comenzó a desarrollar el gusto por
la moda?
S.L.J.: Desde pequeño. Cuando era niño, mi madre me compraba
ropa magnífica. Fue ella la que me contagió un sentido propio
de estilo, quiso que fuera un clásico en gustos de ropa. Aprendí
a apreciar texturas y materiales y a mezclar cosas con un cierto sentido
del riesgo y a crear mi propio estilo.
F.: ¿Qué hacia en 1971, cuando se estrenó Shaft,
que en España se tituló Las noches rojas de Harlem?
S.L.J.: Estaba estudiando en la universidad en Georgia. Ya quería
ser actor.
F.: ¿Quiénes eran sus héroes, los actores que quería
imitar?
S.L.J.: Laurence Olivier, Spencer Tracy, Barbara Stanwyck y Sidney
Poitier, gente a la que quería parecerme. Después, cuando
llegue a N.Y. a hacer teatro, fue Morgan Freeman, al que sigo considerando
una figura que me inspira.
F.: ¿Soñó con interpretar a Shaft alguna vez en
su vida?
S.L.J.: Ni de coña.
F.: ¿Qué le decidió a interpretarlo?
S.L.J.: Un nuevo ritmo, una nueva versión para un publico
joven. Y quería interpretar a un héroe, algo que no había
hecho nunca. También pensé que sería divertido.
F.: Además de los trajes de Armani, ¿coincide en algo
más con John Shaft?
S.L.J.: Cada personaje que interpreto tiene pequeñas porciones
de mí. Como Shaft creo en la ley y el orden. Estoy en contra de
los que rompen las normas y creo que hay que perseguirlos y castigarlos.
Y me distingo de Shaft en que no tengo un carácter tan volátil.
Y bueno, claro, me chifla cómo se viste. De hecho, a veces trato
de imitarlo (risas).
F.: Hablando de diferencias, ¿dónde se quedó la
mítica máquina de follar que fue Shaft?
S.L.J.: La maquina de follar... ¡no sé! Sé que
parte del mito de Shaft era su poderío con las mujeres. Yo preguntaba
por este asunto y me decían: Espera, espera que estamos en ello.
Y John Singlenton, el director, me decía: Sam, no te preocupes,
le he hecho hoy una audición a una chavala tremenda y te voy a preparar
una pedazo de escena con ella. La cosa es que seguíamos rodando
la película y nunca llegó esa escena. Creo que John hizo
las audiciones a toas las chicas sexys que pudo... y se quedó con
la experiencia para él sólito. Porque ni las rodé
ni las he visto en la película. Espero que podamos recuperar a la
máquina de follar en la próxima de Shaft.
F.: ¿Ha firmado una secuela de Shaft?
S.L.J.: Estamos en ello. Voy a poner un puñado de condiciones
para que el rodaje no sea tan complicado como el primero. Y quiero que
John Shaft vaya a algún sitio caldeado. Desde que vivo en los Angeles
no puedo soportar el frío. ¿Qué tal le suena Shaft
en Jamaica?
F.: No podrá llevar chupas de cuero de Armani.
S.L.J.: Pero habrá sexo, lo garantizo.
F.: ¿Qué opina de Wesley Snipes diciendo que Shaft es
una vergüenza para la comunidad afroamericana?
S.L.J.: En primer lugar, la película ha sido un tremendo éxito
de taquilla, lo que quiere decir que la gente ha ido en masa a verla. Y
la mayoría de ella la constituyen individuos de la comunidad afroamericana.
Lo cual quiere decir que muchísimos de ellos no se ha sentido insultados.
Mire, somos amigos. Creo que expresa su opinión por sus razones.
Pero no me lo tomo como nada personal.
F.: Me pregunto si hace sus elecciones profesionales pensando que constituye
un modelo a imitar por los jóvenes afroamericanos.
S.L.J.: La única responsabilidad que siento es la de elegir
buenos trabajos. Y la de ser un ser humano responsable fuera de la pantalla.
Dono dinero para causas caritativas, paso todo el tiempo que puedo como
ni hija. Hago las camas y saco la basura en casa. Juego al golf. Eso es
lo que los chavales pueden imitar. Y no tengo que ver con los tipos que
retrato en la pantalla. Pero los puede inspirar la forma en que trabajo:
como enriquezco y personalizo los personajes. Si quiero ser una influencia
es como un buen actor y un tipo decente.
F.: Denzel y usted son los actores afroamericanos mejor pagados.
S.L.J.: Somos percibidos de forma muy distinta. Denzel es una actor
que gusta a las mujeres. Y yo soy ese profesional que contratan para mejorar
la historia o para reforzar un personaje.
F.: ¿Qué ha hecho por Mace Windu, el Jedi que ha interpretado
por segunda vez para George Lucas en el Episodio II de La guerra de las
Galaxias?
S.L.J.: Le he puesto un montón de imaginación a esas
interminables sesiones frente a la pantalla azul.
F.: ¿Es muy difícil?
S.L.J.: Bueno, te acostumbras. Y estoy entrenado para ello desde pequeño.
F.: ¿Cómo es eso?
S.L.J.: Fui un hijo único. Mataba por tener hermanos, pero no
ocurrió. Así que me encerraba en mi dormitorio, pretendiendo
que los tenía... a docenas. Montaba unos guirigáis
tremendos con todos, dándoles personalidades y voces, interpretándolos
a todos. Y a veces, nos enfrentábamos a enormes monstruos que entraban
en la habitación. Así que cuando estoy ante la pantalla azul...
hago un poco lo mismo.
F.: ¿Y no es tedioso?
S.L.J.: ¡Nooo! Le preguntaba a George Lucas: Oye George, ¿a
cuantos me enfrento? Y me dice: Son un montón. Y le digo: ¿Y
son muy grandes? Y me responde: Digamos que de un tamaño mediano.
Y digo: ¿A dónde miro? Y me dice: Tú sigue peleando
en todas direcciones. Así que yo cojo mi sable láser imaginario
y lanzo mandobles en todas direcciones, ¡zas, zas, zas, zas! ,mientras
me canto por dentro la fanfarria de John Williams.
F.: ¿Y no se siente un poco tonto?
S.L.J.: ¡No! Me veo ya en la pantalla en 2001 rodeado de criaturas
asombrosas a las que venzo con mi destreza. ¡Y luzco tan chulo! Se
trata tan solo de hacerlo. Te imaginas que Yoda anda por ahí...
y ya está. Y además... hay días en que tengo la ocasión
de trabajar con mi actor favorito...
F.: Que es...
S.L.J.: ¡Yo mismo! (risotada) Y es de putísima madre.
F.: No se debe confundir a los actores con sus personajes, pero,
¿a quien se parece más? ¿A Jules Winnifield (Pulp
Fiction), que creía en la redención, o a John Shaft, que
tiene muy claro lo que está bien y lo que está mal?
S.L.J.: Estoy muy próximo al zapatero Zeus de Harlem en Jungla
de cristal, La venganza. Un tipo ordinario atrapado en una circunstancia
extraordinaria. Sobre todo, porque toda la audiencia se identificó
conmigo. Tanto mi personaje como yo éramos los que teníamos
que reaccionar ante la avalancha de cosas que se venían encima.
Yo era el que le decía a McClane: ¡Hey, yo no me subo ahí!
O también: ¡No haré eso ni de coña, tío!
F.: A propósito de McClane, usted ha rodado de nuevo con
Bruce Willis. Es Unbreakable, que ha sido dirigida por M. Night Shyamalan,
el realizador de El sexto sentido.
S.L.J.: Sí, aunque surgió de una manera muy rara. Estaba
yo una noche jugando al black jack en el casino de Marrakesh tan tranquilo.
De repente, oí esa voz... me dije: Caray, parece Bruce Willis. Me
di la vuelta y allí estaba, aunque con el cráneo completamente
rapado como una bola de bolera (risotada). Y me dijo: Oye, hijoputa, ¿sabes?,
Night está escribiendo una película para mí y para
ti, va a ser cojonuda. Y yo le dije: Será para MÍ y para
ti. Bueno, va a ser estupenda.
F.: ¿Algo en común con El sexto sentido?
S.L.J.: Bueno, soy YO esta vez el que ve a gente muerta (risas). No,
en serio, lo que digo es veo gente blanca... porque es una película
de tema racial (risotada).
F.: Encadena películas y trabaja mucho ¿No descansa?
S.L.J.: Trabajo y descanso. De hecho, hay cuatro horas al día
en las que solo juego al golf. Es lo mínimo requerido en una dosis
diaria.
F.: ¿Se considera un adicto al golf?
S.L.J.: Sí.
F.: ¿Es mejor que otras adicciones suyas del pasado?
S.L.J.: Sin duda. Mucho mejor... Escuche, me gusta horrores mi trabajo,
es muy interesante. Mire, crecí en una casa en la que todos iban
a trabajar cada día, más o menos como usted, pero sin vacaciones.
Y yo trabajo también todos los días, lo que no quiere decir
que sea un adicto al trabajo. Sólo soy otro currante más.
Hombre, mi trabajo me sitúa en sitios interesantes, con gente que
me cuida y me mima... es un trabajo cojonudo, vaya (risas).
F.: ¿Echa algo de menos de los años de lucha?
S.L.J.: ¿cómo la falta de dinero, la posibilidad de que
me cortaran la luz, la escasez de gasolina para el coche o la dificultad
de encontrar trabajo? ¡¡¡Para nada!!!
F.: Ha producido de nuevo, esta vez Caveman`s Valentine.
S.L.J.: hago muchas películas pero soy totalmente honesto si
le digo que nunca sé de dónde saldrá la próxima.
En cuanto a producir, pongo mi nombre en un proyecto y me asombra que por
ello salga adelante.
F.: Hábleme de su personaje en la película.
S.L.J.: Es un detective esquizofrénico, algo paranoico y carece
de residencia fija, es lo que se llama un homeless. En cuanto a mi cabeza:
las extensiones de pelo son alucinantes, incluyen tirabuzones.
F.: En Reglas de compromiso interpreta al marine Childers, juzgado por
ejercer una violencia extrema.
S.L.J.: La violencia es lo que es. Y hay cierta validez en mostrarla
en las películas. Me gusta hacer este tipo de films. Me gusta interpretar
indios y vaqueros, policías y jedis, detectives y ladrones.
Pero reglas de compromiso tiene también valores humanos e interés.
Hay batallas, muertes y violencia, pero también un corazón.
F.: ¿De dónde le viene su ilimitada autoconfianza?
S.L.J.: Quiero cosas, y voy a por ellas. No doy pasos atrás.
Y bueno, todos actor tiene que trabajar con su ego. Estás todo el
rato como diciendo mírame, mírame, mírame. Es lo que
hago. Necesitas ejercitar tu ego para ello. Siempre quise estar ante una
audiencia, cuando era niño, aunque fuera un perro.. Desde niño.
Siempre tuve público, lo amo y eso es lo que me da confianza. Para
ser actor, hay que tener confianza, es imprescindible. Digamos que es un
músculo que tenso y pongo a punto.
F.: Sus personajes se suelen mover desde la afabilidad hasta la ira.
¿Y usted?
S.L.J.: La ira forma parte de mí desde siempre. Desde que era
niño en Chattanoga, Tennesse, donde crecí durante los tiempos
de la segregación racial. Desde entonces días en que vi
carteles de prohibida la entrada de negros y perros-, la ejerzo como un
mecanismo de supervivencia.
F.: ¿Cómo se describiría en unas pocas palabras?
S.L.J.: Alto, negro, 51 años...
F.: ¿Sexy?
S.L.J.: Hhmmmm... sensible, atento e inteligente. Y modesto.
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© S I T H N E T
Entrevista de la Revista Fotogramas (Octubre de 2.000). Maquetado pro Jako
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