UNA MÁQUINA DE ACTUAR

Entrevista de la Revista Fotogramas (Octubre de 2.000). Maquetado pro Jako
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ENTREVISTA A SAMUEL L. JACKSON

 

A punto de cumplir 52 años, en la cúspide de su carrera, encadenando películas, Samuel L. Jackson se ha erigido en el segundo actor negro mejor pagado en Hollywood, (después de Denzel Washington). Tras rodar 40 películas, ahora ha estrenado Reglas de compromiso y, dentro de muy poco, Shaft. The return (por la que ha cobrado cinco millones de dólares, 875 millones de pesetas). También produce y protagoniza Caveman’s Valentine, está rodando la quinta entrega de Star Wars y se prepara para reunirse de nuevo en la pantalla con Bruce Willis en una película que M. Night Shyamalan (El sexto sentido) ha escrito a la medida de ambos, Unbreakable. Es una autentica máquina de actuar.

Por Beatrice Sartori (Deauville)



La piel del rostro de Samuel L. Jackson brilla tanto como el impecable cuero de su chaquetón de Armani. Una inevitable y personalizada gorra de Kangol, vaqueros negros y botas sobre calcetines deportivos Puma, completan el aspecto radiante de un actor que exuda confianza, carisma, bonhomía y chulería a cantidades iguales. Presencia ubicua en el cine americano desde su feroz trabajo como el adicto al crack Gator de Jungle Fever (Fiebre salvaje) (1991), y limpio de un pasado enganche a las drogas, dice que lo suyo es una pasión por el cine sólo comparable a su adicción por el golf.

Fotogramas: Encaramado al éxito, ¿ha cumplido sus sueños infantiles?
SAMUEL L. JACKSON: ¿Qué sueño de todos? ¡Eran ciertos! Si se refiere a ser actor, para nada, en absoluto. Ni por un momento durante una infancia pobre en Tennessee. Ni hubo elección de carrera en un momento determinado. Mi familia quería que fuera medico o abogado, lo normal en las familias.

F.: ¿Y qué quería ser?
S.L.J.: Primero de todo, un vaquero. Por la diversión. Pero pasó mucho tiempo antes de que sintiera vocaciones reales. La primera, cuando estaba ya en el colegio, fue ser biólogo marino. Pero accidentalmente entré en el teatro.

F.: ¿Cuál es el beneficio de la preparación teatral?
S.L.J.: La experiencia teatral es muy particular para cada uno. A mí me enseñó a amar el silencio. Hice teatro en N.Y. mucho antes de hacer cine. El teatro me forzó a crear mis propios personajes, a hacer preguntas y buscar respuestas. Y esto fue muy útil, porque es lo que sigo haciendo. Me sigo preguntando lo mismo durante el proceso de crear un personaje en el cine. Lo bueno es que estuve mucho tiempo en el teatro, porque no fui llamado por Hollywood hasta bastante más tarde. Me entendía a mí mismo como actor y me sentía lleno de confianza hacia la manera de hacer mi trabajo. Y no es nada que tenga que ver con la fama y el dinero. Yo me sigo considerando un actor.

F.: Pero ahora se lo considera una estrella.
S.L.J.: Lo sé. Cuando me lo dicen, respondo: No, sigo siendo un actor. Creo que mantengo la misma actitud y forma de trabajar para encontrar los resultados que busco. Sigo haciendo cosas muy especificas porque sé que el público espera cada vez un nivel de interpretación más alto de mí. Por todo lo que he producido hasta ahora, esperan ver alguna cosa distinta cada vez o un aspecto diferente. Sé que mi calva o los apósitos que se le agreguen crean mucha expectación.

F.: Las gorras Kangol y las pelucas.
S.L.J.: Es que las caracterizaciones siguen gustándome muchísimo. Todo depende del personaje y de mis ganas de decorarlo. Pero también busco lo más importante: dotarlo de la expresión facial acertada, la inflexión vocal adecuada y el perfil del personaje. Lo demás son accesorios. Las pelucas son necesarias porque perdí el pelo hace tiempo. Y las gorras... son divertidas.

F.: ¿Cuántas  le diseñaron los de Kangol para Jackie Brown?
S.L.J.: ¡23, todas distintas!

F.: ¿Comparte algo con John Shaft?
S.L.J.: Llevamos los mismos trajes (risas).

F.: ¿Lo viste a usted siempre Giorgio Armani?
S.L.J.: Hhhmmm... no siempre.

F.: Armani se los diseña conforme a su personalidad. ¿Se los regala después?
S.L.J.: ¡Hey, no voy a contestar a eso! ¡Tengo que decir que me pago yo mi ropa!

F.: ¿Cuándo comenzó a desarrollar el gusto por la moda?
S.L.J.: Desde pequeño. Cuando era niño, mi madre me compraba ropa magnífica. Fue ella la que me contagió un sentido propio de estilo, quiso que fuera un clásico en gustos de ropa. Aprendí a apreciar texturas y materiales y a mezclar cosas con un cierto sentido del riesgo y a crear mi propio estilo.

F.: ¿Qué hacia en 1971, cuando se estrenó Shaft, que en España se tituló Las noches rojas de Harlem?
S.L.J.: Estaba estudiando en la universidad en Georgia. Ya quería ser actor.

F.: ¿Quiénes eran sus héroes, los actores que quería imitar?
S.L.J.: Laurence Olivier, Spencer Tracy, Barbara Stanwyck y Sidney Poitier, gente a la que quería parecerme. Después, cuando llegue a N.Y. a hacer teatro, fue Morgan Freeman, al que sigo considerando una figura que me inspira.

F.: ¿Soñó con interpretar a Shaft alguna vez en su vida?
S.L.J.: Ni de coña.

F.: ¿Qué le decidió a interpretarlo?
S.L.J.:  Un nuevo ritmo, una nueva versión para un publico joven. Y quería interpretar a un héroe, algo que no había hecho nunca. También pensé que sería divertido.

F.: Además de los trajes de Armani, ¿coincide en algo más con John Shaft?
S.L.J.: Cada personaje que interpreto tiene pequeñas porciones de mí. Como Shaft creo en la ley y el orden. Estoy en contra de los que rompen las normas y creo que hay que perseguirlos y castigarlos. Y me distingo de Shaft en que no tengo un carácter tan volátil. Y bueno, claro, me chifla cómo se viste. De hecho, a veces trato de imitarlo (risas).

F.: Hablando de diferencias, ¿dónde se quedó la mítica máquina de follar que fue Shaft?
S.L.J.: La maquina de follar... ¡no sé! Sé que parte del mito de Shaft era su poderío con las mujeres. Yo preguntaba por este asunto y me decían: Espera, espera que estamos en ello. Y John Singlenton, el director, me decía: Sam, no te preocupes, le he hecho hoy una audición a una chavala tremenda y te voy a preparar una pedazo de escena con ella. La cosa es que seguíamos rodando la película y nunca llegó esa escena. Creo que John hizo las audiciones a toas las chicas sexys que pudo... y se quedó con la experiencia para él sólito. Porque ni las rodé ni las he visto en la película. Espero que podamos recuperar a la máquina de follar en la próxima de Shaft.

F.: ¿Ha firmado una secuela de Shaft?
S.L.J.: Estamos en ello. Voy a poner un puñado de condiciones para que el rodaje no sea tan complicado como el primero. Y quiero que John Shaft vaya a algún sitio caldeado. Desde que vivo en los Angeles no puedo soportar el frío. ¿Qué tal le suena Shaft en Jamaica?

F.: No podrá llevar chupas de cuero de Armani.
S.L.J.: Pero habrá sexo, lo garantizo.

F.: ¿Qué opina de Wesley Snipes diciendo que Shaft es una vergüenza para la comunidad afroamericana?
S.L.J.: En primer lugar, la película ha sido un tremendo éxito de taquilla, lo que quiere decir que la gente ha ido en masa a verla. Y la mayoría de ella la constituyen individuos de la comunidad afroamericana. Lo cual quiere decir que muchísimos de ellos no se ha sentido insultados. Mire, somos amigos. Creo que expresa su opinión por sus razones. Pero no me lo tomo como nada personal.

F.: Me pregunto si hace sus elecciones profesionales pensando que constituye un modelo a imitar por los jóvenes afroamericanos.
S.L.J.: La única responsabilidad que siento es la de elegir buenos trabajos. Y la de ser un ser humano responsable fuera de la pantalla. Dono dinero para causas caritativas, paso todo el tiempo que puedo como ni hija. Hago las camas y saco la basura en casa. Juego al golf. Eso es lo que los chavales pueden imitar. Y no tengo que ver con los tipos que retrato en la pantalla. Pero los puede inspirar la forma en que trabajo: como enriquezco y personalizo los personajes. Si quiero ser una influencia es como un buen actor y un tipo decente.

F.: Denzel y usted son los actores afroamericanos mejor pagados.
S.L.J.: Somos percibidos de forma muy distinta. Denzel es una actor que gusta a las mujeres. Y yo soy ese profesional que contratan para mejorar la historia o para reforzar un personaje.

F.: ¿Qué ha hecho por Mace Windu, el Jedi que ha interpretado por segunda vez para George Lucas en el Episodio II de La guerra de las Galaxias?
S.L.J.: Le he puesto un montón de imaginación a esas interminables sesiones frente a la pantalla azul.

F.: ¿Es muy difícil?
S.L.J.: Bueno, te acostumbras. Y estoy entrenado para ello desde pequeño.

F.: ¿Cómo es eso?
S.L.J.: Fui un hijo único. Mataba por tener hermanos, pero no ocurrió. Así que me encerraba en mi dormitorio, pretendiendo que los tenía...  a docenas. Montaba unos guirigáis  tremendos con todos, dándoles personalidades y voces, interpretándolos a todos. Y a veces, nos enfrentábamos a enormes monstruos que entraban en la habitación. Así que cuando estoy ante la pantalla azul... hago un poco lo mismo.

F.: ¿Y no es tedioso?
S.L.J.: ¡Nooo! Le preguntaba a George Lucas: Oye George, ¿a cuantos me enfrento? Y me dice: Son un montón. Y le digo: ¿Y son muy grandes? Y me responde:  Digamos que de un tamaño mediano. Y digo: ¿A dónde miro? Y me dice: Tú sigue peleando en todas direcciones. Así que yo cojo mi sable láser imaginario y lanzo mandobles en todas direcciones, ¡zas, zas, zas, zas! ,mientras me canto por dentro la fanfarria de John Williams.

F.: ¿Y no se siente un poco tonto?
S.L.J.: ¡No! Me veo ya en la pantalla en 2001 rodeado de criaturas asombrosas a las que venzo con mi destreza. ¡Y luzco tan chulo! Se trata tan solo de hacerlo. Te imaginas que Yoda anda por ahí... y ya está. Y además... hay días en que tengo la ocasión de trabajar con mi actor favorito...

F.: Que es...
S.L.J.: ¡Yo mismo! (risotada) Y es de putísima madre.

F.: No se debe confundir a los actores con sus personajes, pero,  ¿a quien se parece más? ¿A Jules Winnifield (Pulp Fiction), que creía en la redención, o a John Shaft, que tiene  muy claro lo que está bien y lo que está mal?
S.L.J.: Estoy muy próximo al zapatero Zeus de Harlem en Jungla de cristal, La venganza. Un tipo ordinario atrapado en una circunstancia extraordinaria. Sobre todo, porque toda la audiencia se identificó conmigo. Tanto mi personaje como yo éramos los que teníamos que reaccionar ante la avalancha de cosas que se venían encima. Yo era el que le decía a McClane: ¡Hey, yo no me subo ahí! O también: ¡No haré eso ni de coña, tío!

F.: A  propósito de McClane, usted ha rodado de nuevo con Bruce Willis. Es  Unbreakable, que ha sido dirigida por M. Night Shyamalan, el realizador de El sexto sentido.
S.L.J.: Sí, aunque surgió de una manera muy rara. Estaba yo una noche jugando al black jack en el casino de Marrakesh tan tranquilo. De repente, oí esa voz... me dije: Caray, parece Bruce Willis. Me di la vuelta y allí estaba, aunque con el cráneo completamente rapado como una bola de bolera (risotada). Y me dijo: Oye, hijoputa, ¿sabes?, Night está escribiendo una película para mí y para ti, va a ser cojonuda. Y yo le dije: Será para MÍ y para ti. Bueno, va a ser estupenda.

F.: ¿Algo en común con El sexto sentido?
S.L.J.: Bueno, soy YO esta vez el que ve a gente muerta (risas). No, en serio, lo que digo es veo gente blanca... porque es una película de tema racial (risotada).

F.: Encadena películas y trabaja mucho ¿No descansa?
S.L.J.: Trabajo y descanso. De hecho, hay cuatro horas al día en las que solo juego al golf. Es lo mínimo requerido en una dosis diaria.

F.: ¿Se considera un adicto al golf?
S.L.J.:  Sí.

F.: ¿Es mejor que otras adicciones suyas del pasado?
S.L.J.: Sin duda. Mucho mejor... Escuche, me gusta horrores mi trabajo, es muy interesante. Mire, crecí en una casa en la que todos iban a trabajar cada día, más o menos como usted, pero sin vacaciones. Y yo trabajo también todos los días, lo que no quiere decir que sea un adicto al trabajo. Sólo soy otro currante más. Hombre, mi trabajo me sitúa en sitios interesantes, con gente que me cuida y me mima... es un trabajo cojonudo, vaya (risas).

F.: ¿Echa algo de menos de los años de lucha?
S.L.J.: ¿cómo la falta de dinero, la posibilidad de que me cortaran la luz, la escasez de gasolina para el coche o la dificultad de encontrar trabajo? ¡¡¡Para nada!!!

F.: Ha producido de nuevo, esta vez Caveman`s Valentine.
S.L.J.: hago muchas películas pero soy totalmente honesto si le digo que nunca sé de dónde saldrá la próxima. En cuanto a producir, pongo mi nombre en un proyecto y me asombra que por ello salga adelante.

F.: Hábleme de su personaje en la película.
S.L.J.: Es un detective esquizofrénico, algo paranoico y carece de residencia fija, es lo que se llama un homeless. En cuanto a mi cabeza: las extensiones de pelo son alucinantes, incluyen tirabuzones.

F.: En Reglas de compromiso interpreta al marine Childers, juzgado por ejercer una violencia extrema.
S.L.J.: La violencia es lo que es. Y hay cierta validez en mostrarla en las películas. Me gusta hacer este tipo de films. Me gusta interpretar indios y vaqueros, policías y  jedis, detectives y ladrones. Pero reglas de compromiso tiene también valores humanos e interés. Hay batallas, muertes y violencia, pero también un corazón.

F.: ¿De dónde le viene su ilimitada autoconfianza?
S.L.J.: Quiero cosas, y voy a por ellas. No doy pasos atrás. Y bueno, todos actor tiene que trabajar con su ego. Estás todo el rato como diciendo mírame, mírame, mírame. Es lo que hago. Necesitas ejercitar tu ego para ello. Siempre quise estar ante una audiencia, cuando era niño, aunque fuera un perro.. Desde niño. Siempre tuve público, lo amo y eso es lo que me da confianza. Para ser actor, hay que tener confianza, es imprescindible. Digamos que es un músculo que tenso y pongo a punto.

F.: Sus personajes se suelen mover desde la afabilidad hasta la ira. ¿Y usted?
S.L.J.: La ira forma parte de mí desde siempre. Desde que era niño en Chattanoga, Tennesse, donde crecí durante los tiempos de la segregación racial. Desde entonces días en que vi carteles de prohibida la entrada de negros y perros-, la ejerzo como un mecanismo de supervivencia.

F.: ¿Cómo se describiría en unas pocas palabras?
S.L.J.: Alto, negro, 51 años...

F.: ¿Sexy?
S.L.J.: Hhmmmm... sensible, atento e inteligente. Y modesto.

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