HARRISON FORD: UN POCO MENOS HÉROE

Artículo publicado en la revista fotogramas y transcrita por Hura Jinn
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ENTREVISTA CON HARRISON FORD

 

Harrison Ford llevaba una serie de fracasos comerciales en USA (Seis Días y Siete Noches, Caprichos del Destino) hasta que, por fin, ha llegado Lo que la Verdad Esconde, en la que su tradicional personaje de héroe romántico se mezcla con elementos fantásticos, e incluso su personalidad no está tan clara como en anteriores trabajos. La película de Robert Zemeckis, en la que también interviene Michelle Pfeiffer, ya ha superadi en USA la mágica cifra de los 100 millones de dólares (19.000 millones de pesetas), por lo que el astro vuelve a respirar tranquilo. Y, además, cambia de registro con éxito. ¿Algún día hará claramente de malo?

Por María Bernal (Los Angeles)

Como estrella lo tiene todo. Harrison Ford tiene éxito y sus 37 películas han recaudado más de 3.000 millones de dólares (570.000 millones de pesetas), con siete de ellas entre las 40 más taquilleras de todos los tiempos. Fue uno de los primeros actores en formar el club de los 20 millones de dólares por película. Tiene todos los juguetes que siempre ha deseado, con su helicóptero Bell 206 Jet Ranger, sus seis motocicletas -cuatro BMW y dos Harley Davidson- y sus cincos aviones, que incluyen un jet de alta tecnología y un De Havilland. Y, por supuesto, su familia (su esposa, Melissa Mathison, y sus dos hijos menores, de 10 y 13 años) con la que vive a caballo entre Nueva York y Jackson Hole, su rancho en Wyowing. También tiene 58 años pero, como él mismo recuerda, está en mejor forma que cuando tenía 35, y lo cierto es que, en persona o delante de la cámara, sigue siendo el sueño del mayor numero de infidelidades. Sin embargo, a los ojos de los que lo rodean, lo que más sorprende es su sentido del humor. Se pasa el día contando chistes, afirma Michelle Pfeiffer, su compañera en Lo que la verdad esconde. Los recuerda todos, añade Robert Zemeckis, realizador de la cinta.

HARRISON FORD. Eso dicen, pero no creo que sea para tanto.

FOTOGRAMAS: ¿Cuáles son sus preferidos?
H.F.: No me acuerdo de ninguno ahora mismo y no creo que deba ponerme a inventarme uno. Además los míos suelen ser largos y más bien de dudoso gusto.

F.: También le debió de parecer una broma de mal gusto cuando, después de haber dicho tantas veces que no quería ser el malo, Zemeckis le ofreció un personaje de dudosa moral.
H.F.: No sé cómo contestar, porque, tanto como sea posible, mis esperanzas son las de mantener en secreto la naturaleza de mi personaje. Diré que cuando leí el guión me pareció muy entretenido e interesante ya que es diferente a lo que la gente se espera de mi trabajo. Eso es algo que siempre me ha atraído desde el comienzo de mi carrera ya que creo que cuanto mayor es la variedad que puede ofrecer, más útil serás cuando se trata de entretener al publico.

F.: Entonces, ¿qué pasa con todas las declaraciones que ha hecho con anterioridad negándose a alejarse del heroísmo de sus personajes?
H.F.: Siempre he considerado mi trabajo como un servicio hacia el público, consiguiendo su entretenimiento, esperando distraerlos al menos durante el tiempo que dura la película y creo que esa es la meta, así que no me preocupa si la gente acepta o no la naturaleza de mis personajes. Digamos que no se trata de hacer de malo o bueno, sino de conseguir una historia que atraiga al publico.

F.: Lo que la verdad esconde proporciona unos cuantos sustos en su trama. ¿Hubo alguno en especial que lo afectara durante el rodaje?
H.F.: Los momentos de más tensión del film están construidos luego, en la sala de montaje, son una mezcla de yuxtaposiciones de las que ni tan siquiera nos dimos cuenta mientras rodábamos. Sabíamos que estabamos trabajando para crear tensión, pero nunca es tanta durante el rodaje como la que se siente al ver la película.

F.: ¿Le gusta el suspense?
H.F.: Debo puntualizar que no me considero un estudioso del cine. No conozco todas las películas de Hitchcock, ni tan siquiera todas las de Brian De Palma, con los que más hemos sido comparados, pero tengo que decir que nunca sentí miedo viendo un film de Hitchcock porque nunca me sentía atraído por los personajes. Sus relaciones, sus vidas no me afectaban, por lo que conseguía poner una gran distancia y no sentir miedo por lo que les pudiera pasar.

F.: ¿Y en la vida real?
H.F.: Lo inesperado, las sorpresas... No sé. No tengo miedo a las serpientes ni a las arañas. No me gustan las sorpresas, pero más que darme miedo sería una de las cosas que me molestan. Hay cosas que no me gustan pero no es que me asusten. Hablar en público es una de ellas, pero no es que me de miedo.

HÉROE COTIDIANO

F.: ¿Y qué me dice de los accidentes de avión?
H.F.: Sé por dónde van los tiros y no pienso ni entrar ahí.

F.: ¿No sintió miedo cuando se vio implicado recientemente en dos accidentes aéreos?
H.F.: Creo que ninguno de los incidentes a los que hace referencia han sido entendidos por el público, pero, para aquellos que saben de aeronáutica, que saben volar, puedo explicar a la perfección las circunstancias del accidente, y para los que no sepan nada de aviación simplemente diré que fue un incidente tan pequeño que, de no haber sido alguien famoso como yo el que se vio implicado, no habría ni necesidad de informar del mismo. Vamos, que mi licencia como piloto no me obligaba a informar del incidente.

F.: Es difícil pensar que, por muy pequeño que fuera el incidente, ni tan siquiera se asustara en ese momento.
H.F.: Pensé algo así como: ¡Vaya mala suerte! Bueno, quizás usé algún termino un poco más fuerte que es mejor no repetir.

F.: ¿Le cambia algo así su filosofía de vida?
H.F.: No, en absoluto. Fue un fallo de naturaleza mecánica, una mala suerte. No me tomo mi afición al vuelo como un deporte arriesgado. Creo que la gente ha malentendido mi interés por volar, que se piensan que me gusta vivir el riesgo y eso no es cierto. Me gusta vivir tan seguro como nadie y, si practico tanto el vuelo, no es porque busque emociones fuertes.

F.: ¿Podría contarnos cuál es el estilo de vida que disfruta fuera de sus rodajes?
H.F.: Creo que, en cierto sentido, tengo el mismo tipo de vida que cualquiera de sus lectores fuera del trabajo. Procuro hacer una película al año, lo cual me deja una cierta cantidad de tiempo que dedico a mi familia, a mi relación con mi esposa, con mis hijos, prepararlos para ir a la escuela, llevarlos a sus fiestas o a sus cosas, actividades tan mundanas como las de cualquier otro padre.

F.: ¿Ayudarlos con los deberes, por ejemplo?
H.F.: Hago lo que puedo. Ya no entiendo sus ejercicios de matemáticas pero creo que eso le pasa a todo el mundo. Creo que vivimos una vida de lo más normal. Mi esposa también trabaja, lo que significa que compartimos las tareas de manera equitativa aunque estoy seguro de que ella hace mucho más  que yo en la casa.

F.: ¿Es más sencillo ser padre esta segunda vez?
H.F.: Nunca me he sentido completamente satisfecho con mi labor como padre. Como saben todos tengo hijos mayores (Benjamin, de 33 años, y Willard, de 31, nacidos de su anterior matrimonio con Mary Marquardt). Ahora mi hija tiene 10 años y mi hijo 13, y es un momento muy complicado en la labor de un padre. Digamos que soy ambicioso y hago de padre lo mejor que puedo, pero el resultado nunca se sabe.

F.: ¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer como padre?
H.F.: Estoy siempre dispuesto a hacer lo que sea, incluido ponerme a jugar a las muñecas con  mi hija.

F.: ¿Cómo llevan sus hijos su fama?
H.F.: Estoy seguro de que hay facetas de mi fama que los afecta, a pesar de mis esfuerzos para que su vida sea lo más normal posible. Solemos ser abiertos y claros cuando les hablamos de sus responsabilidades y creo que ellos también han crecido comprendiendo lo que significa ser famoso y el hecho de que lo que importa es el trabajo que hago, no la fama que he conseguido haciéndolo. Creo que entienden lo que hago para vivir. Entienden lo básico, y lo que no acaban de comprender es la atención que presta otra gente a esas cosas.

F.: ¿Su vida, a caballo entre su rancho en Wyoming y Nueva York, forma parte de ese deseo de  proteger a sus hijos de la fama?
H.F.: Prefiero vivir en Wyoming, pero mis hijos son más prácticos y les gusta más la ciudad. Las escuelas son más apropiadas para ellos en Nueva York, y por eso nos hemos acomodado allí. Vivimos en Nueva York durante el curso escolar y luego nos vamos al rancho, donde mi vida es muy familiar.

¿HACER ARTE O NO?

F.: Como veterano en el club de actores que cobran más de 20 millones de dólares (3.800 millones de pesetas) por película, ¿ha pensado en hacer como Tom Cruise, que trabaja a precios de mercado en films como Magnolia con tal de hacer arte?
H.F.: Como ya he insinuado antes, tiendo a ver este mundo como un trabajo de artesanos más que como una labor artística. Por supuesto que creo que hay arte en el hecho de hacer una película, aunque, en mi opinión, eso recae principalmente en el área del director. Yo soy meramente el artesano que pongo las habilidades en mi mano para ayudar a contar una historia. Lo que me preocupa en este sentido es poner mis habilidades al servicio del entretenimiento del público, y el dinero que me importa es el de la entrada que pagan, porque quiero que al menos salgan del cine habiendo recibido el entretenimiento que merecen por su dinero. Se trata del negocio del espectáculo y siempre me he sentido poco inclinado a pensar en términos de arte.

F.: ¿Sus últimos papeles han sido más arriesgados de lo habitual?
H.F.: No, yo lo veo todo como una continuidad y creo que seguiré esa línea, que es escoger papeles con los que me puedo relacionar emocionalmente y que pueden ser entretenidos a la vez que buenas películas.

F.: Sus respuestas siempre son tan comedidas que es difícil saber si es el interprete mejor educado o si es que nunca ha tenido un problema en esta industria que otros describen como un nido de víboras.
H.F.: Afortunadamente, son muy pocas las ocasiones en las que he tenido una mala experiencia y, en general, siempre he disfrutado de la compañía de mis colegas. Solo recuerdo vagamente una situación en la que la relación con mi compañera de rodaje no fue la ideal, pero no voy a dar ninguna pista.

F.: ¿Cómo superó los problemas para que la película llegara a buen puerto?
H.F.: No estoy muy seguro de que llegara a buen puerto.

F.: Después de 37 films, en su mayoría de tanto éxito, ¿qué elementos destacaría para hacer una buena película?
H.F.: Sigo pensando que es un problema de suerte, la suerte de trabajar con gente con mucho talento, gente que entiende el proceso, la audiencia, y que hace un buen trabajo. Creo que he tenido mucha suerte por haber trabajado con ese tipo de gente.

F.: Robert Zemeckis está entre estos talentos...
H.F.: Lo primero que hay que decir de Bob es que tiene un entusiasmo ilimitado por el medio y conocimiento aún mayor. Además, es un trabajador duro, que enfocando sus efectos especialmente en el diseño de producción y en los aspectos visuales. Además, es muy correcto con los actores, los entiende y sabe ayudarnos para conseguir lo mejor.

TRABAJAR CON PFEIFFER

F.: Parece mentira que esta sea la primera vez que su nombre se une al de Michelle Pfeiffer en una película ya que la pareja no podría ser más ideal. ¿Existen otras actrices con las que aún no ha colaborado y le gustaría trabajar?
H.F.: Yo no suelo plantearme mi trabajo en esos términos. No tengo ninguna ambición general. Me limito a expresar mi opinión una vez que tengo a mi compañera de trabajo enfrente, pero evito generalidades sobre personas con las que me gustaría trabajar sin tener un guión delante.

F.: Michelle Pfeiffer lo ha descrito como un gran hombre con un gran sentido del humor...
H.F.: Lo que quiera que eso signifique...

F.: ¿Cómo describiría su trabajo con ella comparado al de otras compañeras suyas anteriores?
H.F.: Siempre quise trabajar con ella, de la misma forma que deseaba trabajar con Zemeckis. Son dos grandes profesionales con los que, además, el trabajo es divertido.

F.: La llamada química entre los dos como pareja creo que es fácil de notar.
H.F.: Nunca he entendido a qué nos referimos cuando hablamos de química. Creo que, en este caso, tanto Michelle como yo entendimos nuestros papeles. Aceptamos la historia común escrita para nosotros y la interpretamos con éxito, y eso es lo que llaman química. Para mí es una buena elección de reparto. Buen reparto y buen guión.

F.: Ridley Scott, que lo dirigió en Blade Runner, ha dicho ahora que el personaje que interpretó usted, Deckard, era un replicante...
H.F.: Yo discutí con él sobre eso. Mi punto de vista ante Ridley es que la audiencia merecía, incluso requería, tener a alguien en pantalla con quien pudieran sentirse emocionalmente vinculados. Así que discutí con él sobre hacer de Deckard un replicante, aunque si para él lo es, que así sea. Pero yo lo interpreté como un humano.

F.: Después de todos estos años, ¿qué sensación produce la palabra acción?
H.F.: Sigue siendo muy fácil conectar y meterme en faena, tan fácil como desconectar después de oír corten y ponerme a otra cosa.

F.: ¿Sigue disfrutando de la interpretación como el primer día?
H.F.: Yo nunca quise ser una estrella: siempre quise ser actor. Quería trabajar en películas y vivir como actor, para no tener que ser carpintero o trabajar haciendo pizzas o haciendo cualquier otra cosa necesaria para vivir. Todo lo que quería era tener trabajo regularmente y de cierta calidad. O sea, que sigo enamorado de mi trabajo.

F.: ¿Incluso soportar a sus seguidores?
H.F.: Tiene sus momentos divertidos, aunque no lo suficiente como para entrar en detalles. Lo que nunca entenderé es por qué la gente no se da cuenta de que cuando se cierran las puertas del ascensor no significa que no les puedas oír cuando dicen: ¿Sabes quién era?

F.: Para terminar... ¿cuál de todas sus películas es su favorita?
H.F.: No tengo una en especial. Es como preguntarte cuál de tus hijos es tu favorito. Cada uno de ellos ha nacido en circunstancias diferentes, y los recuerdos siempre son distintos y complejos.

INDY, SÍ; RYAN (Y OTROS), NO

F.: ¿Va a haber una cuarta entrega de Indiana Jones? La última, Indiana Jones y la última cruzada, se rodó hace 11 años, con el fallecido River Phoenix interpretando al Indiana joven.
H.F.: Bueno, lo que puedo decir a ese respecto es que hace unos meses George (Lucas), Steven (Spielberg) y yo nos sentamos y discutimos un montón de ideas para la cuarta entrega. Con un poco de suerte alguien está trabajando en ello ahora, pero no es un anuncio que me corresponda hacer. Me alegraría mucho que se hiciera realidad porque es un papel que me encantaría volver a interpretar.

F.: ¿Le agradaría la idea de que M. Night Shyamalan, el director y guionista de El sexto sentido, esté trabajando en el guión?
H.F.: La verdad es que es gratificante que alguien con su talento y sus oportunidades esté interesado en este proyecto y eso es todo lo que sé hasta este punto, que le gustaría trabajar con el material, y espero que pueda llegar a conseguir algo bueno.

F.: Al público le encantaría...
H.F.: El motivo por el que la gente sigue hablando de ello es que nunca hemos dejado de decir que queremos hacerla. Se trata de encontrar un guión en el que los tres estemos de acuerdo, que nos entusiasme de igual manera, y que encontremos el tiempo para trabajar juntos.

F.: Su entusiasmo no parece ser el mismo con la próxima película de Jack Ryan, The Sum of All Fears.
H.F.: Estoy encantado con la idea de que alguien con tanto talento como Ben Affleck se haga cargo del papel. En mi opinión, este guión, aunque también estaba basado en otro libro de Tom Clancy, no tenía el potencial dramático del que nos habíamos aprovechado en anteriores ocasiones. Estoy seguro de que el público disfrutará de este film, simplemente no era para mí.

F.: ¿Tampoco era para usted el papel de Traffic, de Steven Soderbergh? La película al final la han hecho Michael Douglas, Catherine Zeta-Jones y Dennis Quaid.
H.F.: Steven me llamó para actuar en el film. Me gustaba la idea de trabajar con él, y me gustaba mucho el guión. Al final dije que no. Me parecía un papel demasiado triste, demasiado fuerte, demasiado duro. Tenía que interpretar a un tipo que combate a los cárteles de la droga, con una hija drogadicta. No quería pasarme otras dos horas en pantalla con expresión sombría, como en Caprichos del destino. A veces un actor tiene que rechazar papeles muy interesantes.

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