Ha muerto Alec Guinness, amigos. Ya sólo queda su
sombra, su espada láser rodando sobre el pavimento de
los oscuros corredores de la Estrella de la Muerte. La
verdad es que yo siempre preferí el Reverso Oscuro. A mí el rollo de la Fuerza me iba bastante, pero el que realmente removía mis más bajos instintos de poder y
venganza adolescentes era el gran Darth Vader, no el
bueno de Obi-Wan. Por eso pienso que no soy yo el más indicado para escribir estas líneas. De hecho he de
reconocer que uno de los grandes momentos de La guerra
de las galaxias es la muerte de Obi-Wan, en manos del
perverso y negrísimo Vader, a mitad de la película. Qué
oscuro placer, qué gozoso recochineo ver triunfar de
manera tan descarada al malo, al maravilloso villano. ¡Qué asombro, qué locura! Sí, sé que debo hablar de Obi-Wan, de la fuerza, del buen rollo, de los héroes.
Pero es precisamente esta confrontación exquisita lo
que hizo inolvidable al personaje de Alec Guinness. Su
barba blanca, sus túnicas lacias y raídas nos remiten
en una primera lectura a Merlín, el gran mago,
compañero fiel de Arturo. Pero no nos engañemos. La
inspiración directa de Lucas no es el ciclo artúrico ni
los caballeros de la Tabla Redonda. No. La guerra de
las galaxias encuentra su fundamento en las lecturas
universitarias de Lucas: El señor de los anillos. Obi-
Wan Kenobi es Gandalf, Sauron es Darth Vader, y los
caballeros Jedi, como la Comunidad del Anillo, buscan
desesperadamente recuperar el Orden Antiguo, frente al
caos que supone la reciente dictadura del Emperador.
Guinness es, de alguna manera, el último caballero
Jedi, el defensor de una religión ancestral, el
baluarte de Occidente, frente a las despóticas
maquinaciones de Lord Vader, su discípulo traidor.
Guiness es elegante, transigente con los errores de la
juventud que le acompaña, implacable frente a la
ignorancia y la brutalidad del Imperio, amable y
dulcemente cínico con sus compañeros de viaje. Todo eso
lo bordaba Guinness. El joven Skywalker y el bravo Han
Solo encuentran su perfil perfectamente dibujado en las
réplicas de Obi-Wan. Qué triste es ver al pobre Liam
Neeson, intentando estar a su altura. ¡Qué ñoño y
previsible es todo en esta desafortunada cuarta parte!
¡Y qué pazguata es la juventud de Obi-Wan Kenobi, Dios
mío! ¿Dónde esta el amor, dónde esta la aventura, la
épica de la primera y segunda entregas? Los fans lo
tenemos muy duro con este pasado bochornoso descubierto
recientemente por Lucas. Dichoso tú, Alec, que no
tienes papel en la quinta, ni en la sexta parte.
Aunque, ahora que lo pienso, quizá te resuciten
digitalmente. Esperemos que no se les ocurra. ¡Lucas,
por Dios, deja descansar a los héroes, no manches su
pasado una vez más!.
Firmado: Álex de la Iglesia.
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© S I T H N E T
El director Álex de la Iglesia se despide de Sir Alec Guinness.
Artículo de Álex de la Iglesia publicado en El Pais. Gracias a AnaQin por encontrarlo.
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